So, hace un par de semanas estuve súper estresada haciendo mil y un ensayos para los parciales de la universidad y escribí esto como pequeño descanso :'D así que creo que iré haciendo varios de estos entre los montones de tarea y proyectos que tenga. O simplemente cuando me den ganas de escribir alguna versión deformada de un cuento, no sé(?

Van a ser... los que vayan a ser(?), de la longitud que salgan -aunque seguramente cortos- y mezclando los diferentes personajes de la serie. Pueden salir cosas muy crack(? aunque no sé qué sea crack en este fandom si shippeamos todo jaja❤~

Disclaimer: Kuroko no Basket y sus respectivos personajes pertenecen a Tadatoshi Fujimaki~

Aclaraciones del capítulo: situaciones probablemente ridículas, leve KuroAka~


Akaperuza

Hace mucho tiempo, en el lejano pueblo de Kyoto, vivía un precioso y adorable niño que siempre sonreía y alegraba a quien se cruzara en su camino.

O, bueno, no exactamente.

El pequeño era precioso, cierto, pero lo único que se podía encontrar adorable en él era su tamaño; se decía que sólo sonreía cuando todos los planetas se alineaban y, en caso de que sucediera, lo mejor era alejarse y no cruzarse en su camino, ya que alegría era, de lejos, lo que menos provocaba en los demás. Todos los aldeanos lo apodaban 'Caperucita', lo cual era estúpido, porque él nunca en su vida había usado una caperuza. Su nombre era Akashi y las tijeras que llevaba siempre en el bolsillo se encargaban de recordárselo a la gente.

De todas formas, un día, a su padre Nijimura se le hizo buena idea regalarle la bendita caperuza y hacerlo salir con ella.

—… ¿qué significa esto?

—Significa lo que es, Akashi, vas a ponerte eso, irás al bosque a sacar al holgazán de Haizaki de su casa y lo traerás para que pueda golpearlo.

El pelirrojo se le quedó mirando al mayor, sin decir media palabra.

—No creas que no me di cuenta de que te comiste la sopa de tofu que te prohibí…— dijo Nijimura mientras lo miraba elevando las cejas con aire amenazador.

—Haizaki, ¿cierto? Bien, hecho— se apresuró a responder el menor, colocándose la prenda y saliendo rápidamente por la puerta de la casa para no tener que sentir la ira de Nijimura por haber vaciado la alacena.

Afortunadamente, el bosque se encontraba en perfecta calma y nada lo molestó durante su trayecto, hasta que… No, realmente nada estaba sucediendo… ¿De verdad nadie iba a aparecérsele enfrente? Es decir, por fin llevaba una caperuza encima y nadie le estaba prestando atención. Nadie. Akashi se detuvo y cambió de dirección, saliendo del camino y adentrándose en el bosque. No iba a dejar las cosas así, si nadie venía a él, entonces él encontraría a alguien.

Apenas había caminado dos metros cuando vio a un lobo peliceleste sentado contra un árbol, bebiendo de un vaso con popote e ignorándolo completamente. Akashi se paró delate suyo y se cruzó de brazos.

—Tú, levántate, ¿es que no te apetece probarme?

El chico dirigió sus azules y monótonos ojos hacia el pelirrojo, observándolo unos segundos antes de responder.

—No creo que un niño deba decir ese tipo de cosas— comentó devolviendo su atención a su bebida.

Akashi sacó sus tijeras del bolsillo y las arrojó hacia el vaso desechable, perforándolo y ocasionando que la malteada que había dentro se esparciera por el pasto. El peliceleste lo miró con el ceño fruncido.

—Bien— fue lo único que dijo antes de apoyar sus manos en el suelo e inclinarse hacia adelante hasta acercarse al rostro del pequeño y morder su oreja.

El pelirrojo se quedó de piedra, sin creerse que el otro realmente lo había mordido. Apenas se disponía a gritarle, y quizás también asesinarlo, cuando volvió a hablar.

—No estás mal. Prefiero la vainilla, pero podría acostumbrarme— dijo con una pequeña sonrisa y moviendo suavemente la cola.

Y fue en ese momento que Akashi Seijuro quedó flechado.

De alguna manera convenció al lobo para que lo acompañara -la promesa de malteadas de vainilla quizás tuvo algo que ver- y llegaron así a casa de Haizaki. Estaban a punto de abrir la puerta de una patada cuando un chico rubio vestido de cazador salió corriendo de entre los árboles gritando con una enorme sonrisa.

—¡Kurokocchi, te encontré~!

El cazador se abalanzó hacia el lobo, aunque unas repentinas tijeras clavadas en su frente le impidieron alcanzar su objetivo. Fue así como Kise Ryota murió y terminó su corta e innecesaria aparición en esta historia.

Al final, Akashi metió a Haizaki, que había sido despertado de su siesta y no tenía idea de lo que pasaba, en un saco de patatas con la ayuda del lobo y se lo llevó a Nijimura, quien lo usó como sofá luego de golpearlo con una pala.

El crimen del tofu fue perdonado y todos vivieron felices para siempre, menos Caperucita, que seguía intentando por todos los medios que el lobo se lo comiera.


Y eso~

Tengo varios cuentos pensados y que quiero escribir de alguna manera, pero si alguien tiene una idea, las sugerencias son completamente bienvenidas❤

No creo que sean actualizaciones exactamente periódicas, sobre todo porque los hago de manera prácticamente espontánea, pero tampoco tardaré tanto :3 o eso espero, todo queda en manos de mis profesores de literatura(?

Ahora sí, creo que es todo. Muchas gracias por leer~