LAS EDADES DEL ORGULLO
Este fanfic participa en el Rally "The game is on!" del foro I am Sherlocked, para el equipo "John 'Tres Continentes' Watson".
Beta: arcee93. Muchas gracias.
Pecado: Orgullo
Rating: T
Couples: Johnlock & Mystrade.
o.o.o
Capítulo 1. Niñez
Desde el apoyo a los mineros de 1984, el orgullo de ser libre de amar y festejarlo ocupó las calles. Banderas, motos, carrozas y camiones. Gente por todos lados, gente igual y diferente, con trajes diversos y variados, a veces de la mano y otras por separado. Besos, abrazos, caricias y sonrisas. El arcoíris había caído sobre Londres y no se levantaría nunca. Ni era la intención.
Que la marcha del Orgullo Gay comenzara su recorrido en Baker Street era una señal. Sherlock siempre lo había sabido, al menos, desde que podía hacer memoria.
Era muy pequeño cuando sus padres lo llevaban a "la fiesta de colores", como le decía él, causando risas en los adultos que no comprendía. Allí conoció a John y no imaginaba lo importante que ese niño sería para él. Incluso le invitó a bailar cuando lo único que quería hacer Watson era volver a su casa y acurrucarse en el sillón con un vaso de leche.
Sherlock dio un paso muy importante ese día. Un paso que, sin saberlo, le salvaría la vida.
Claro que para él todo aquello era sólo eso, una fiesta. Sherlock no sabía nada de reivindicación de derechos, igualdad, marginación, historia... él sólo veía gente divirtiéndose, con unas grandes sonrisas y un aspecto jovial. Y eso le encantaba. Aun con un carácter algo introvertido, era amante de un buen público.
Por eso, cada año se colocaba las ropas de colores más estrambóticos y salía a desfilar. Hasta cuando no podía siquiera mantener la cabeza erguida, acompañaba a la familia con un body llamativo y algún balbuceo. Sus padres estaban muy orgullosos de poder llevar a sus hijos a un acto tan importante para ellos que, sabiéndose heterosexuales, pensaban con toda lógica que la orientación sexual ha de ser libre y respetada.
Y ya que estaban, festejada por los malos tiempos.
Mycroft también estaba allí. Era lo suficientemente mayor para no ir obligado a los sitios, pero él quería ir. Aunque no publicara su orientación sexual a los cuatro vientos porque, como él decía, no le importaba a nadie, le gustaba sentir por un día la libertad de ser uno mismo pues, por mucho que dijeran los adultos, el mundo no quería a quienes consideraba diferentes, y eso le ponía muy furioso. Su almohada era testigo.
El mayor de los hermanos Holmes estaba en edad de explorar y explorando encontró a alguien. Era un chico hermoso a sus ojos, algo vago y desaliñado, pero eso aún lo estaba procesando. Cada vez que le miraba pensaba en un futuro que se caía al suelo cuando las noticias de acoso salían en la televisión. Entonces subía a su habitación y lo pagaba con la cama. Sus padres intentaban calmarlo y, sin embargo, la realidad fuera de su casa era aplastante.
Ese año, Mycroft había invitado a Greg a la marcha del orgullo. Sin embargo, éste no había ido porque no se sentía cómodo. Ésa había sido la excusa oficial. La real era que si en el instituto se enteraban de que era gay, lo echarían del equipo de fútbol, y él adoraba el fútbol, por mucho que quisiese a Mycroft. Así que Holmes no pudo más que darle tiempo. El instituto podía ser muy duro a veces, no se lo iba a poner más difícil.
Allí estaba pues, con Sherlock con un niño, en ese momento desconocido, bailando entre colores, música y serpentinas, con sus padres disfrutando del espectáculo y con él mismo, con una sonrisa amable, apoyado en su paraguas.
Se sentía feliz de poder estar, aunque fuera sin su romance juvenil. En todos los años que llevaba yendo al espectáculo, nunca se había sentido tan vinculado a una comunidad que le había abierto los brazos a tanta gente en pro de la diversidad.
Sus padres habían hecho eso posible. Como dicen, en la variedad está el gusto. Y a Mycroft ese pensamiento le dio antojo de tarta.
