Ai shiteru
Disclaimer: Naruto y sus personajes no me pertenecen, son propiedad de Masashi Kishimoto, mi único fin es jugar con sus personajes, sin lucrarme por ello.
Neji dio una potente patada al golem con el que entrenaba y este estalló en mil pedazos. El jounin sonrió orgulloso y respiró profundamente. Había pasado toda la tarde entrenando, y notaba que su chakra había disminuido, era el momento de descansar. Se quitó el protector de la cabeza y cogió una toalla, cuidadosamente colocada en la estantería. Aspiró aquel suave aroma que la empapaba, el que ella le preparaba para reconfortarle y hacerle sentir mejor. Sonrió sin poder evitarlo, secándose el sudor que empapaba su frente. Miró por la ventana, viendo como la suave brisa movía las hojas de los árboles, y a lo lejos, el hermoso atardecer que empezaba a caer en el horizonte. Neji adoraba aquella paz que reinaba en su casa y en la villa. Después de todo lo que Konoha había sufrido, habían llegado tiempos de paz y armonía. Y aunque Neji seguía practicando día a día sus técnicas, sabía que rara vez las tendría que usar en una situación real. Con la toalla en las manos, salió al jardín y aspiró el aroma de las flores. Aquella primavera era inusualmente hermosa, sobre toda, por la escena que acontecía cada tarde en aquel hermoso lugar. Neji se apoyó en el marco de la puerta para poder observarla un día más. Su preciosa esposa, a la que amaba con locura, amamantaba a su recién nacido hijo, cantándole una suave nana con aquella voz tan dulce. Al jounin le encantaba contemplar aquella escena en silencio, disfrutando de la paz y el amor que le transmitía. Las dos personas que más amaba en el mundo, por las que entregaría su vida sin pensárselo, le regalaban aquellos momentos tan dulces. No quería interrumpir ese momento entre madre e hijo, pero el profundo amor que sentía por ellos, le impulsaba a hacerlo. Caminando muy despacio, se acercó al banco donde madre e hijo reposaban. Su esposa volteó el rostro y le dedicó una dulce sonrisa. Neji se sentó junto a ella, rodeándola por los hombros y besándole suavemente los cabellos. Ambos contemplaron a su primogénito, que tenía los ojos cerrados mientras mamaba del pecho de su madre. Neji acarició la mejilla de su hijo con las yemas de sus dedos, con ternura. No podía creer que fuera tan feliz solo con contemplar a las dos personas más importantes de su vida. Hinata le miró y acercó sus labios a los de su esposo, atrapándolos en un dulce beso. Neji saboreó aquel beso y contempló a su hermosa mujer.
- Ai shiteru, Hinata.
- Ai shiteru, Neji.
