Y como si con solo mirarla le hubiera matado todo el peso de su existencia desapareció en ese momento, era tan mínima e insignificante que su existencia no podía pesar.


Los personajes pertenecen a Hiro – el capítulo 466 fue una mierda – Mashima. La historia es de mi completa autoría.


Cuando Lucy sintió l a proximidad de la desconocida sus manos comenzaron a sudar exageradamente, su piel de por si blancuzca se puso más pálida de lo normal – tanto que rozaba lo enfermizo – como si el sol nunca se hubiera atrevido a tocarla con sus cálidos rayos, el corazón se le acelero tanto que podía escuchar su propio pulso retumbando como tambor en sus oídos. Decir que su mente estaba en blanco sería una completa mentira, porque en realidad era todo lo contrario, el interior de su cabeza era totalmente negro.

Comenzó a correr desesperada, el taconeo de los finos zapatos de primera clase de su persecutora luchaba por opacar el zumbido de su corazón. Sintió un nudo en el vientre y ganas de vomitar a pesar de tener el estómago vacío – no había comido en días –. Percibió un mareo y paro afirmando ambas manos en sus desnudas y heladas rodillas, su pecho subía y bajaba al compás de su irregular respiración buscando una calma que no alcanzaría.

Se percató de como un escalofrío le recorría cada célula del cuerpo cuando una corriente de aire se coló por uno de los orificios de su añejo sweater rosa. Enderezo la columna dispuesta a iniciar nuevamente su carrera, sin embargo un jalón en su rubio pelo la hizo arquearse hacia atrás y reconocer inmediatamente los vacíos ojos verdes de su agresora.

Sintió más terror del que nunca se creyó capaz, y no se debía a la situación – a estar siendo perseguida y haber sido atrapada, a no tener escapatoria, o encontrarse lejos de cualquier ayuda posible – sintió terror debido a lo que había en esos ojos.

Nunca unos ojos tan vacíos como aquellos la habían mirado fijamente: analizándola, escrutándola, pero por sobre todo criticándola, como si supieran que lo que ella más odiaba en el mundo era ser criticada. Era una mirada que criticaba su ropa, su físico, su carácter, su forma de hablar, de moverse, su intelecto, criticaba incluso su alma y su hipocresía. Esos ojos le gritaban hipócrita y mentirosa, falsa, la criticaban más y más. Cada detalle, cada aspecto, cada secreto guardado, cada porquería vivida, como si supieran todo de ella los ojos de Brandish criticaban su ser y su existencia, el estar usando un lugar en el cosmos que no le pertenecía – un lugar, mínimo, sucio e insignificante y que aun así no le pertenecía.

Y como si con solo mirarla le hubiera matado todo el peso de su existencia desapareció en ese momento, era tan mínima e insignificante que su existencia no podía pesar. Era un algo tan nada que la misma nada era mucho para ella.

Entonces rogó, imploró entre lágrimas – pero no por su vida, no por ella – imploró por la muerte, por el fin, por desaparecer del mundo que tanto la odiaba.

Cada momento, cada segundo en que el filo del cuchillo atravesó su piel y se hundió entre sus carnes fue glorioso, maravilloso para ambas, la cúspide del éxtasis. El fin de una vida sin sentido siempre era algo extraordinario.


¡Aquí, yo! Explorando estos géneros que se me hacen tan interesantes.

Deseando ver a Zeref en modo patea-culos, Chica De Nieve.