"La concubina del Inuyoukai"
Era la elegida para ser llevada ante aquel mounstro colosal, ella debía calmar su furia, era su deber.
Ataviada de un preciosísimo kimono digno de la familia imperial, Kagome Higurashi, segunda hija del emperador Endo Higurashi gobernador de las tierras del país del sol naciente iba camino al punto de encuentro donde sería entregada al heredero del recién fallecido Inuyoukai el Gran comandante Perro como símbolo de paz entre humanos y demonios. Su semblante permanecía sereno su mirada siempre al frente sus ojos chocolate sin embargo guardaban un mar de lagrimas dentro suyos, su alma lloraba sin cesar, había sido alejada cruelmente de su madre, de su hermano, y de todo aquello que le era conocido, ¿cómo se suponía que debía comportarse y actuar ahora?
Ya no podría ser la misma de antes, humanos y demonios eran totalmente diferentes entre sí… sin poder evitarlo repasaba los hechos nuevamente, todo era paz y tranquilidad en las tierras de su padre un hombre noble y de buen corazón justo y honorable, hasta que un grupo de humanos decididos y muy bien planificados atacaron al magnífico Comandante Perro mientras se encontraba en plena lucha con otro demonio, el conjuro de una sacerdotisa le asesino y fue entonces cuando la ira del clan de los Inuyoukai del oeste se desato asesinando a sangre fría cuanta aldea se cruzó a su paso hasta llegar al palacio del emperador…
Un gigantesco mononoke con la forma de un perro blanco detuvo su rápido y furioso andar en frente de la entrada del majestoso lugar y una brillante luz lo envolvió.
-Como líder de los humanos esta traición deberá ser pagada con tu cabeza- siseo destilando veneno en su voz que denotaba aunque tranquilidad furia en ella, aquel ser de cabellos plateados y orbes doradas y una luna creciente púrpura en su frente.
-Lo entiendo- pronunció el gobernante, puesto que lo que había dicho era toda la verdad, su deber era preservar la paz entre ambas especies y había fallado, ahora debía hacer su último acto de protección hacia su familia y sus tierras, debía morir para que el tratado de paz continuase – Higurashi Souta mi heredero mayor, será quien tome mi lugar como emperador.
-De acuerdo, una cosa más- pronunció con su imperturbable rostro, el humano de edad lo miró serio y también tranquilo – los traidores ya fueron aniquilados, hazle saber a tu gente esto la mañana de la ejecución, no más ofensas serán perdonadas, si alguna otra traición se da entonces la raza humana será exterminada.
-Así lo haré.- pronunció sin temor a morir ni a sufrir.
Sin embargo no eran consientes que una joven humana espiaba la conversación, miles de lagrimas caían por sus mejillas, no terminaba de asimilar como su padre podía ser tan bondadoso y honorable, sin duda el mejor hombre de su mundo, no pudo contenerse más y al mirar como el demonio estaba por marcharse entro en la habitación intempestivamente logrando estupefacción en su anciano padre y ganándose la mirada del demonio que ya había dado la espalda al humano.
-¡Kagome!- llamó el emperador a su hija que yacía echada en el suelo con la cabeza agachada y llorando desconsoladamente.
-¡Por favor! ¡Por favor no lo haga!- imploraba tratando de detener su humillante llanto.
-¡Kagome, sal de aquí!- volvió a gritar nuevamente su padre.
-Ordénale que salga Endo- siseo despectivamente el inuyoukai.
-¡No lo haré! El es un buen hombre el más justo y honorable de todos, y todo mundo sabe que el comandante Perro también lo era, se que él no permitiría la muerte de mi padre!- reclamaba llorando levantando su rostro hacia el peliplateado.
Fue entonces cuando se giro para poder quedar de frente a ella, y con la voz cargada de un rencor profundo y doloroso le contesto.- Por los descuidos y el mal manejo de su gente, tu padre es responsable de la muerte del mío, es su responsabilidad pagar muerte con muerte.
Kagome simplemente no podía creer lo que escuchaba él era el hijo del Comandante- ¡Por favor usted debe comprender mi dolor! ¡Haré cualquier cosa, moriré por él en su lugar!-.
Sus ojos se abrieron ante la sorpresa que le ocasionaron los ruegos de aquella jovencilla.- ¿Realmente estas dispuesta a ser ejecutada por tu padre en su lugar?, No será una muerte cualquiera, por los años de servicio fiel de tu padre previos a este suceso se le concederá el derecho a cometer seppuku y un ayudante le degollara momentos después – los ojos de Kagome no podían estar más abiertos, jamás había presenciado un acto igual si se hubiese visto en tal situación no sabría si pudiese hacerlo, pero esta vez no tuvo que pensárselo, le basto con bajar la cabeza y voltear el rostro hacia su padre levantándolo una vez más, y dedicándole la más dulce de sus sonrisas con lagrimas dejando de caer se lo dijo.
-Sin dudarlo ni un segundo tomaría su lugar- su padre no dejaba de mirarla estupefacto y conmocionado.
-Entonces así será- Kagome agradeció haciéndole la más profunda de las reverencias, aprovechando para soltar sus lagrimas nuevamente puesto que mañana moriría.
-Tú hija me será entregada, prepárala -dijo en un tono de orden- mañana deberás llevarla al punto de reunión del tratado, no le lleves nada no será necesario, tendrá lo necesario en el oeste como mi concubina.
-¡Señor!- exclamó asustado Endo Higurashi
-¡No me contradigas, sino quieres que muera!- siseo ya dándole la espalda y abandonando el lugar.
-¿Pero qué es lo que has hecho hija?- decía el hombre tomando a su hija de la espalda.
-Proteger lo que amo padre…- decía sollozando sin volver la cara a su padre.
Recordar los sucesos de la noche anterior le dolía, puesto que había pasado de ser una princesa a una concubina, y no la de cualquiera sino la concubina del youkai más poderoso del oeste y probablemente de todo Japón, casi estaba segura que moriría la primera noche.
