Disclaimer: Bleach no me pertenece, es de Tite Kubo.
Esta historia a sido dividida en dos partes, ya que me salio algo largo; este es un song-fic, pero si quereis leerlo como si fuese una historia omitiendo la letra de la cancion, lo dejo a vuestro gusto. La cancion es: Que me alcance la vida de Sin bandera.
Esta historia fue beteada por Akerovny, a ella muchas gracias.
Disfruten la lectura y si quereis que continue, solo dejen un review!
Bullet Time
El día era helado, no podía evitar cerrar los ojos levemente mientras caminaba con lentitud. No tenía prisa, sólo se trataba de una pequeña reunión en su antiguo hogar.
Sonrió al ver a lo lejos la fachada del lugar que la vio crecer; estar allí la llenaba de nostalgia. Recuerdos de su niñez invadieron su mente y en conjunto con todos ellos, la imagen de él, se podía vislumbrar en cada uno.
Sólo tendría que atravesar la avenida, caminar los diez metros de extensión del hermoso jardín de la abuela y cruzar el marco de la puerta de la casa. Sólo eso para volver al pasado.
Tantos momentos de felicidad.
Tanta caridad, tanta fantasía.
Observó con ojos diligentes cómo la imagen de la pequeña y menuda anciana se asomaba por el largo corredor de la casa, mientras con breves pasos recorría todo el empalmado de madera. No pensó que verla de nuevo podría llenarla de tanta emoción.
Pero en un segundo, la frágil anciana perdió el equilibrio. Hinamori vio, con sus ojos llenos de pánico, cómo la mujer parecía no poder frenar la inminente caída; sus pies en menos de un segundo tuvieron voluntad propia y corrían despavoridos en su auxilio. Poco le importo que estaba cruzando la avenida, solo quería impedir que ella se dañara.
Pensó entonces, que la calurosa cena sería una tragedia; pero su corazón volvió a latir con normalidad cuando vio la figura del nieto más amado por la mujer, aparecerse de repente frenando la caída y estabilizando a la anciana.
Era él.
Tanta pasión, tanta imaginación.
Y tanto dar amor hasta llegar el día.
Nuevamente, ese sentimiento más próximo a la incomodidad que al nerviosismo se sobrecogía en su pecho. Tenía pleno conocimiento de que él estaría allí; pero no pensó que retenerlo en sus pupilas, sería tan catastrófico para su sentido común.
Se quedo estacionada en medio de la entrada, con el jardín frente a ella. La gente se detenía a mirarla y escuchaba los cláxones de los autos con vehemencia; parecía que había armado un verdadero lío por su imprudencia. Se sonrojó e ignoró las palabras de los enardecidos conductores, hasta que cesaron.
Tenía cosas más importantes en que ocuparse.
No lo había visto en mucho tiempo, desde que sucedió aquello; habían tenido un contacto demasiado infructuoso. Aunque a Toushirou parecía no importarle en lo más mínimo lo de esa ocasión y siempre se acercaba a ella como lo hacía antaño, Momo no podía olvidar como habían terminado las cosas.
Por su culpa, Hitsugaya se había ganado una paliza injustificada por parte de los Espada.
—Sí injustificado es encolerizarse con el líder de la organización— susurró la castaña, suspirando.
Pero el punto es, que lo había hecho por ella. Por su peligrosa relación con Aizen; por su estúpida ceguera; por desear defenderle aun sabiendo quien era él, un asesino ávido de poder.
Recordaba que por su idiotez, había terminado involucrada en una serie de situaciones nada saludables. Por ello, Toushirou no dudo un segundo en ir a reclamarle personalmente al mismísimo Aizen, un hombre peligroso.
Envidiaba su valentía. Aunque aquello le costó una semana en el hospital y por supuesto, alejarla del lado de Aizen; ya que para este, Hinamori se había convertido en una verdadera molestia. Pero ella estaba ciega y encaprichada, así que como agradecimiento, fue a visitarlo al hospital y de paso le dijo hasta de que mal iba a morir.
Algo que ahora le causaba la más intolerable vergüenza.
Tantas maneras de decir te amo.
No parece humano lo que tú me das.
Volvió la vista al lugar en el que Hitsugaya reprendía a la abuela por su tropiezo. Ese chico casi se hace matar por ella, dejó todos sus asuntos a un lado por sacarla del mundo en el que se estaba hundiendo y, además de eso, la perdono mucho antes de que ella pudiese susurrar un: "Lo siento".
Y ella. ¿Qué había arriesgado por él?
Negó con la cabeza, mientras volvía a estar cabizbaja; totalmente acobardada por el remordimiento. Veces anteriores habían tenido contacto, pero no en algo como lo que habría ese día; porque sólo serían la abuela, él y ella. Es decir, tiempo y espacio de sobra para ambos.
Levanto la cabeza nuevamente, no tenia porque bajar la mirada; Toushirou le pidió encarecidamente que todo fuera como antes, así que por él, tendría que dejar a un lado su vergüenza. Cuando viró sus ojos en la dirección en que lo había visto hace un momento, lo encontró solo y mirando fijamente hacia ella.
La mirada de Toushirou era inconfundible, y ahora, ya recuperada del hechizo de Aizen, podía entenderla. Era capaz de ver con claridad a través de sus ojos turquesa; podía leer con tinta legible sus sentimientos.
Ella era la única incapaz de darse cuenta que todo su ser gritaba: "Te amo".
Cada deseo que tú me adivinas.
Cada vez que ríes, rompes mi rutina.
La paciencia con la que me escuchas,
Y la convicción con la que siempre luchas.
—¡Momo-moja-camas!— gritó Hitsugaya de repente, sacando a la joven de sus cavilaciones. La castaña no pudo evitar que el tan afamado tic se apoderara de su ojo derecho; sería infinitamente feliz si su boca gritara lo mismo que su ser.
El remordimiento se esfumo de la misma manera en que apareció.
—¡Shirou-chan! ¡¿Me extrañaste tanto?— gritó ella en modo de represalia. Vio como Hitsugaya la miraba indiferente, como si no fuese con él, daba media vuelta y se iba con su frente en alto. Dejándola hablando sola.
Una vena palpitó en su sien, mientras los diferentes matices del rojo se coloreaban en su rostro.
Tenía un ferviente deseo de entrar a la casa y patearle de igual o peor forma que los Espada. Seguro que él debe estarse carcajeando por dentro.
—¡Toushirou!
Como me llenas como me liberas,
Quiero estar contigo si vuelvo a nacer.
El chico pareció captar que a quien se dirigía la chica era a él, se giró y dejó al descubierto una breve pero significativa sonrisa. De todas formas, él no es del tipo que anda riendo con cada trivialidad.
Además, si Momo había pensado que estaba carcajeándose por dentro, no estaba para nada equivocada. No podía estarse divirtiendo más.
Ahora los pies de la chica se movieron a toda velocidad al interior de la propiedad de su abuela. Ya pensaría luego en la venganza.
Le pido a Dios que me alcance la vida,
Y me dé tiempo para regresar,
Aunque sea tan solo un poco de,
Lo mucho que me das.
—¡Estoy en casa!— anunció la castaña, en tanto tomaba lugar al lado del chico que la miraba aun con el atisbo de sonrisa en sus labios. —No creas que he olvidado lo de hace un momento, Shirou-chan.— susurró la castaña en el oído del joven.
—Hace un tiempo me dijiste que no tenía nada de malo mojar la cama— contraatacó el albino mirándola con astucia.
—Pero nunca dije que podías publicarlo— susurró en un tono lleno de irritación Hinamori, sintiéndose agraviada por usar sus propias palabras para atacarle.
Un momento, ¿No estaba avergonzada hace aproximadamente quince minutos?
—¿Pasa algo malo?— preguntó la diminuta anciana, acercándose más a ellos en un intento de captar cual era la causa de los susurros.
—¡Nada de nada, abuela!
—Me alegra.
Oh, no. Con sus 20 años de edad y aun tenían esa peculiar manera de librarse de la abuela. La mujer sonrió internamente, ese: "Nada de nada", siempre lo usaban en su niñez cuando los sorprendía haciendo alguna travesura. Los dos eran inseparables y por ende insoportables. No esperaba que todavía lo usaran y más aun, esperando apartar las sospechas en ella.
Momo no pudo evitar sentir cómo su pecho era acogido por el abrigador calor que emanaba su hogar, su día parecía dejar de estar frío como al principio. También el hielo que ella misma había edificado en torno a su amigo, se derretía convirtiéndose en agua que se evaporaba a su alrededor.
En el interior de su hogar, todos los problemas parecían diminutos; tal como las travesuras de su niñez.
Le pido a Dios que me alcance la vida,
Para decirte,
Todo lo que siento gracias a tu amor.
Sus ojos castaños se dirigieron nuevamente al rostro inmutable del chico. Era en definitiva muy apuesto, no sabía cómo teniéndolo frente a sus narices por tantos años, nunca pudo darse cuenta del tesoro que tenia al alcance de sus manos. Pero no, Momo-moja-camas solo veía tesoros en medio de lugares desdeñosos.
Aizen.
Suspiró con pesadumbre de sólo recordarlo, llamando de esta forma la atención del chico que parecía estar impasible a su lado.
Porque él nunca era descuidado, siempre tenía sus sentidos alertas. Era su misión espantar cada duda o desasosiego del corazón de Hinamori; aunque el suyo propio sea relegado a un segundo lugar.
Aunque hubiera momentos difíciles, él sabría superarlos por el bien de Momo. Recordaba haberse sentido tranquilo cuando Hinamori fue a gritarle que por su culpa Aizen la había dejado y que no necesitaba su protección; porque así ella le odiara en ese momento, la había alejado del peligro.
Aunque no podía negar, que había dolido. Fue indignante.
Bueno, hasta aqui la primera parte!
Review, please!
