Espero que este fic sea de su agrado, busco inspiración volviendo a mis orígenes, Avengers.
Disclaimer: Ni Marvel ni Avengers me pertenecen. Solo hago esto por amor al arte…
Aviso: Este fic participa en el Reto #1: "Mi personaje favorito" del foro La Era de los Vengadores.
¿Qué es lo que quieres?
Enjaulado.
Esa era la palabra correcta para la condición en la que estaba. Enjaulado como un animal asqueroso, en una celda diminuta que a lo más me dejaba ver a los que realmente merecían estar ahí. Ellos si eran asquerosos, si debían estar enjaulados como la peor escoria existente.
No yo.
Mi lugar era el trono de Asgard, por supuesto. Lo merecía. Siempre lo he merecido, no el estúpido de Thor.
Gracias a mi grandioso poder y sin el bozal podía permitir que los que pasaban cerca de mi habitación, vieran lo que yo quisiera. Mi mejor lado, la calma, inteligencia, total autocontrol sin ningún tipo de remordimiento.
Totalmente alejado de la realidad.
Me rodeaba una celda en absoluto desorden, libros dejados por todos lados, una cama prácticamente destruida. Lo único que aun sobrevivía a mis ataques de furia era una silla y un mueble con aun más libros.
Libros que empezaba a memorizar.
Mis pies dolían por caminar sobre los trozos de vidrio en el suelo, conocía perfectamente lo anestésico del dolor físico por sobre el psicológico. De hecho, a veces solía gritar sin razón. Aún no entendía del todo por qué.
Era lo suficientemente inteligente para calcular cuantos segundos, minutos, horas y días llevaba encerrado en esa jaula sin siquiera tener la necesidad de mirar la luz del sol. A veces Thor me visitaba y se iba a la misma velocidad en la que llegaba, cuando comenzaba a enviarlo lenta y grácilmente a Helheim.
La única persona a la que soportaba era Frigga. La adorable, comprensiva y siempre madre Frigga. Ella intentaba distraerme, comentándome estupideces que pasaban en el reino en mi ausencia, sobre fiestas interminables, sobre luchas desgarradoras y demás.
Ella quería estar presente.
Ella quería sentirse útil.
Ella…
—Ella no es tu madre, imbécil.
¿Cuántas veces más tenía que repetirlo en voz alta para entenderlo de una vez por todas?
Nuestras conversaciones siempre terminaban en discusiones cuando ella mencionaba a Odín. Rey absoluto de Asgard, héroe de innumerables guerras y quizás cuantas falacias más.
El responsable de mi miseria. De mi encierro. Del dolor.
¿Qué es lo que quieres, Odín?
Porque yo si se lo que quiero.
Matarte, y disfrutar mientras lo hago, mientras me convierto en rey.
