"El despertar de una nueva historia"
Comenzaba una nueva y clara mañana en Pueblo Estela, un pequeño aglomerado de casas diminutas de techos planos al norte de la región de Thornel. El cielo estaba limpio, un Sol monumental comenzaba a asomarse por entre las copas de los frondosos árboles movidos por una brisa fresca, entrecortada con el cantar de los Dodrios y los Pidgey de la granja del viejo Nerón.
Mark Clairel, un joven de 15 años, dormía plácidamente en su cama, aunque algo nervioso e inquieto, pensando en un evento que ocurriría en esa mañana soñada, y que cambiaría su vida para siempre, en este día se convertiría en un entrenador pokemon. Estaría finalmente habilitado para viajar por toda la región de Thornel, capturando estas criaturas en busca de las ocho medallas necesarias para competir en el torneo final.
El reloj despertador sonó (más fuerte que nunca), y Mark se puso de pie un poco perturbado por el ruido aburridor que emitía la televisión encendida en la planta baja de su casa. Ya vestido con sus pantalones grises abrigados, su buzo azul marino de tela gruesa y sus zapatillas blancas y brillantes, Mark bajó la escalera feliz, aunque sin tocar los escalones, deslizándose por la baranda. En una mesita de cristal, un portarretrato que enmarcaba una extraña fotografía se sacudió violentamente: eran siete personas, abrazadas, pero a la única que se le veía el rostro era a la madre de Mark. Los otros seis eran un misterio.
En la planta inferior, su madre ya le había preparado su mochila, un gran bulto verde lleno de sartenes, golosinas, abrigos y teléfonos útiles. El viejo Grumpig de la familia encastraba su hocico con comida pokemon, como todas las mañanas.
Mark tomó una barra de cereal de la alacena, y al mismo tiempo que hincaba sus dientes en ella una noticia aparecía en la pantalla del televisor: "Nuevo golpe del equipo Magma: la pluma Arco Iris ha sido robada. Se cree que tienen algo más grande entre sus manos". Al darse cuenta que su hijo se encontraba allí, Diana se puso de pie y habló: - "No creo que sea conveniente que partas hijo, los tiempos han cambiado, y todo está muy peligroso" dijo perturbada, masajeándose los nudillos. Una mezcla de melancolía y nerviosismo se notaba en su rostro.
-"No es justo, Tim pudo concluir su viaje, y Anna ha salido hace seis meses. Yo también quiero tener esa experiencia. Yo quiero, lo deseo!!!" contestó enojado Mark, denotando que su edad mental podía llegar a ser mucho menor a su edad física.
Tim era el hermano mayor de la familia Clairel, un chico robusto, muy parecido a Mark, de cabellos castaños y ojos color miel, aunque ligeramente más alto. Había logrado el cuarto puesto en la Liga Thornel del año anterior, y pulía su medalla de bronce todos los días. Era el hombre de la casa, ya que su padre, Jack Clairel, los había abandonado misteriosamente hacía bastante tiempo (las malas lenguas decían que había intentado matar a Mark cuando era solo un bebé, luego de un rapto de locura). Anna, por su parte era dos años mayor que Mark, y había salido hacía seis meses en su travesía pokemon. Llamaba de vez en cuando, pero muy poco se sabía de sus progresos.
-"Cuando actúas de esa manera me dan ganas de encerrarte en tu habitación!!! Pero si tu sueño es ser un entrenador, entonces no te detendré Markito. Prométeme que te cuidarás..." aceptó Diana resignada, mirando al suelo. Algo más que el amor de madre la hacía querer retener a su hijo en casa.
-"Te lo prometo mamita, ni siquiera el mismísimo equipo Magma podrá detenerme" contestó Mark, rascándose la cabeza. Había soñado algo la última noche: había soñado que era el multimillonario líder del Equipo Magma. Deseaba poder y riquezas más que nada en el mundo; siendo mucho más pretencioso que un chico normal de su edad.
Mark tomó su mochila (que pesaba toneladas) y la colocó como pudo en sus hombros. Antes de cruzar el umbral de la puerta saludó con un dulce beso a su madre, que lloriqueaba y expulsaba risitas histéricas. Los ojos de Grumpig brillaron, y una centelleante luz cruzó el cielo matutino.
-"Saludos a Tim. Te prometo comunicarme siempre que me sea posible. Tal vez me encuentre con Anna. Este viaje me servirá para descubrir muchas cosas" añadió Mark, ignorando que en realidad, ese viaje cambiaría su vida para siempre.
-"Recuerda que siempre te estaré cuidando. Tú corres el mayor de los peligros..." le advirtió Diana mientras Mark salía de su casa y atravesaba el jardín frontal. Pero el chico no había escuchado las últimas palabras de su madre. Un oscuro secreto pesaba sobre este chico de quince años.
Las calles de pueblo Estela eran de tierra. Sobre esa tierra fue donde Mark se detuvo y dio un último vistazo a su casa, antes de embarcarse en un viaje sin comparación que no olvidaría jamás, ya que sería parte de su crecimiento, de su transición, de su increíble transformación, DE NOVATO A MAESTRO.
Comenzaba una nueva y clara mañana en Pueblo Estela, un pequeño aglomerado de casas diminutas de techos planos al norte de la región de Thornel. El cielo estaba limpio, un Sol monumental comenzaba a asomarse por entre las copas de los frondosos árboles movidos por una brisa fresca, entrecortada con el cantar de los Dodrios y los Pidgey de la granja del viejo Nerón.
Mark Clairel, un joven de 15 años, dormía plácidamente en su cama, aunque algo nervioso e inquieto, pensando en un evento que ocurriría en esa mañana soñada, y que cambiaría su vida para siempre, en este día se convertiría en un entrenador pokemon. Estaría finalmente habilitado para viajar por toda la región de Thornel, capturando estas criaturas en busca de las ocho medallas necesarias para competir en el torneo final.
El reloj despertador sonó (más fuerte que nunca), y Mark se puso de pie un poco perturbado por el ruido aburridor que emitía la televisión encendida en la planta baja de su casa. Ya vestido con sus pantalones grises abrigados, su buzo azul marino de tela gruesa y sus zapatillas blancas y brillantes, Mark bajó la escalera feliz, aunque sin tocar los escalones, deslizándose por la baranda. En una mesita de cristal, un portarretrato que enmarcaba una extraña fotografía se sacudió violentamente: eran siete personas, abrazadas, pero a la única que se le veía el rostro era a la madre de Mark. Los otros seis eran un misterio.
En la planta inferior, su madre ya le había preparado su mochila, un gran bulto verde lleno de sartenes, golosinas, abrigos y teléfonos útiles. El viejo Grumpig de la familia encastraba su hocico con comida pokemon, como todas las mañanas.
Mark tomó una barra de cereal de la alacena, y al mismo tiempo que hincaba sus dientes en ella una noticia aparecía en la pantalla del televisor: "Nuevo golpe del equipo Magma: la pluma Arco Iris ha sido robada. Se cree que tienen algo más grande entre sus manos". Al darse cuenta que su hijo se encontraba allí, Diana se puso de pie y habló: - "No creo que sea conveniente que partas hijo, los tiempos han cambiado, y todo está muy peligroso" dijo perturbada, masajeándose los nudillos. Una mezcla de melancolía y nerviosismo se notaba en su rostro.
-"No es justo, Tim pudo concluir su viaje, y Anna ha salido hace seis meses. Yo también quiero tener esa experiencia. Yo quiero, lo deseo!!!" contestó enojado Mark, denotando que su edad mental podía llegar a ser mucho menor a su edad física.
Tim era el hermano mayor de la familia Clairel, un chico robusto, muy parecido a Mark, de cabellos castaños y ojos color miel, aunque ligeramente más alto. Había logrado el cuarto puesto en la Liga Thornel del año anterior, y pulía su medalla de bronce todos los días. Era el hombre de la casa, ya que su padre, Jack Clairel, los había abandonado misteriosamente hacía bastante tiempo (las malas lenguas decían que había intentado matar a Mark cuando era solo un bebé, luego de un rapto de locura). Anna, por su parte era dos años mayor que Mark, y había salido hacía seis meses en su travesía pokemon. Llamaba de vez en cuando, pero muy poco se sabía de sus progresos.
-"Cuando actúas de esa manera me dan ganas de encerrarte en tu habitación!!! Pero si tu sueño es ser un entrenador, entonces no te detendré Markito. Prométeme que te cuidarás..." aceptó Diana resignada, mirando al suelo. Algo más que el amor de madre la hacía querer retener a su hijo en casa.
-"Te lo prometo mamita, ni siquiera el mismísimo equipo Magma podrá detenerme" contestó Mark, rascándose la cabeza. Había soñado algo la última noche: había soñado que era el multimillonario líder del Equipo Magma. Deseaba poder y riquezas más que nada en el mundo; siendo mucho más pretencioso que un chico normal de su edad.
Mark tomó su mochila (que pesaba toneladas) y la colocó como pudo en sus hombros. Antes de cruzar el umbral de la puerta saludó con un dulce beso a su madre, que lloriqueaba y expulsaba risitas histéricas. Los ojos de Grumpig brillaron, y una centelleante luz cruzó el cielo matutino.
-"Saludos a Tim. Te prometo comunicarme siempre que me sea posible. Tal vez me encuentre con Anna. Este viaje me servirá para descubrir muchas cosas" añadió Mark, ignorando que en realidad, ese viaje cambiaría su vida para siempre.
-"Recuerda que siempre te estaré cuidando. Tú corres el mayor de los peligros..." le advirtió Diana mientras Mark salía de su casa y atravesaba el jardín frontal. Pero el chico no había escuchado las últimas palabras de su madre. Un oscuro secreto pesaba sobre este chico de quince años.
Las calles de pueblo Estela eran de tierra. Sobre esa tierra fue donde Mark se detuvo y dio un último vistazo a su casa, antes de embarcarse en un viaje sin comparación que no olvidaría jamás, ya que sería parte de su crecimiento, de su transición, de su increíble transformación, DE NOVATO A MAESTRO.
