"SOBRE CÓMO DOUGIE DESCUBRIÓ QUE ERA DANNYSEXUAL"

Capítulo 1.

Dougie traga saliva. Echa un rápido vistazo a su alrededor y vuelve a tragar saliva una vez más, intentando impulsar ese malestar que se le adhiere a las paredes de la faringe como una bola de pelo gatuna.
Está debatiéndose entre despegar su trasero del cuero que recubre el mullido sillón sobre el que yace, o hacerle frente de una vez por todas a sus dudas con ayuda de su psicólogo particular.
El mismísimo Fletcher.

¿De verdad piensas contarle todo lo que pasa por tu pervertida mente a Tom, Dougie? ¿A Tom? ¿Tom el que ambos conocemos? ¿Realmente eres consciente de lo que estás a punto de hacer? Vas a desnudarte frente a él… En sentido figurado.

Dougie odia más que nada reconocerlo… pero quizá esta vez su conciencia esté en lo cierto. ¿Y si luego no fuera capaz de mirarle de nuevo a los ojos? ¿Y si nada volviera a ser como antes? ¿Y si Tom, cuando le había ofrecido ayuda, estuviera esperando escuchar un problema más normal que el suyo? Algo más corriente… No una razón para mirarle como un bicho raro a partir de entonces, con un deje de desconfianza tatuado en el iris.
El enano lo ve venir.
Vaya si lo ve venir.
Definitivamente, él ha nacido sin los huevos para esto. Probablemente lo mejor sea quedarse con la duda. Se dispone a huir despavorido y atravesar la puerta del estudio de Tom para no entrar nunca más… pero una mano se posa sobre su pecho, deteniéndole.
—¿A punto de huir como un gallina, Poynter? —el rubio curva sus labios en una sonrisa y un pequeño hoyuelo se le forma en su mejilla izquierda.
—Más o menos.
—Bueno, pues haber tomado la decisión un poco antes —responde cortante—. Ponte cómodo... ¿Quieres que te traiga algo de beber para mientras?
Dougie suelta un bufido.
—¿En serio vas a tomártelo así? ¿Traigo también una grabadora y un micrófono para la entrevista?
—¡Douglas Lee! —exclama Tom—. Estamos en el despacho de Fletcher. ¿Y quién manda en el despacho de Fletcher? —silencio—. ¡Pues Fletcher! ¿Está claro?
El enano hincha las aletillas de la nariz y ladea la cabeza, cansado.
—Sí, Tom, está claro.
—A ver, dilo tú. ¿Quién manda en el despacho de Fletcher?
—Tú, Tom, tú mandas…
—Así me gusta. Ahora… ¿Decías que querías que te trajera algo de bebida?

Por Dios. Tiene que escapar de allí sea como sea y cuanto antes lo haga mejor será para su salud mental. Su mirada se dispara hacia las ventanas de la habitación. Con Barrotes.

Espera. ¿Barrotes? ¿Desde cuándo hay verjas en las ventanas de la casa? Que él sepa, también vive en esa casa, y de haber puesto verjas se habría enterado… O quizás no… Eso da igual. ¿Algún pasadizo secreto? Tom es muy amante de todas esas cosas. Seguramente esconda uno detrás de la estantería. Uno que se active con el movimiento de su colección de Dvds de Star Wars y dé directamente a Narnia.
—Mira, Tom… la verdad es que es una estupidez. Mejor dejamos estar el tema. Me conoces bien. Ya sabes que además de ser rarito de por sí disfruto haciéndome el rarito aún más.
—Aaaaay, ¡no, no, no! ¡¡No!! Con que con esas me vienes ahora —le espeta él, alzando al aire su dedo índice y meneándolo de izquierda a derecha a un centímetro de su cara—. No estoy dispuesto a seguir con esta situación, ¿me estás oyendo? Tienes suerte de que sea como soy. ¿O piensas que no me duele ya sólo pensar que estoy perdiendo mi tiempo en esto cuando podría emplearlo en… en… en mil cosas más?
—¿Cómo…?
Aunque Dougie ya sabe en qué tipo de actividades emplearía Tom su tiempo.
—Como en… ¡Mira, Dougie, no me hagas darte ejemplos sobre los que luego harás la gracia! El pobre Harry y yo ya hemos tenido suficiente con aguantar tu presencia de muerto viviente por la casa durante dos meses. A Danny no le incluyo porque ya sabemos que se la trae floja todo lo que no tenga que ver con su propio ombligo.
—¡Oh, vamos, Tom! ¡No seas exagerado! No es para tanto. Al menos sigo participando en todo lo relacionado con mi vida social. No soy como un muerto viviente.
Tom agacha la cabeza, alza una ceja y le mira fijamente durante más de diez segundos. Es esa típica mirada suya que quiere decir que "¿En serio me estás diciendo que soy un exagerado y que no tengo razón cuando OBVIAMENTE la tengo?".
Porque Tom NUNCA se equivoca. Y ese es el problema.

Finalmente, el pequeño cede. Vuelve a recostarse sobre el sillón negro de cuero del despacho de Tom… con una botella de agua entre sus manos, ¡eso que no falte! Tanto que había dado por culo Tom con la bebida, al menos podía haberse dignado a traerle algo que no fuese una botella de agua.
Rácano de las narices.
De repente, la luz que ilumina la sala se vuelve ligeramente tenue. Dougie ahora tan solo llega a distinguir las formas del rostro de Tom, bañado en sombras.
¿Y desde cuándo se puede hacer eso con la luz? ¿Y además en su propia casa?

Dougie, ¿no te has cuenta de que cada vez te delatas más y pruebas que tan sólo has estado en cuerpo y no en alma estos últimos meses?

El enano pega un bote sobre el asiento cuando escucha una musiquita asomar por entre los altavoces pardos de la sala.
—¿Se puede saber qué coj…?
—Es música de ambiente —le corta Tom—. Te ayudará a meterte más en el papel. Bueno, empecemos con todo esto de una vez por todas.
—¿Empezar? ¿Y por dónde quieres que empiece?
—¿Qué tal por el principio, Dougie? ¿Qué tal si me cuentas con quién va relacionada tu reciente amargura?
—¿Por el principio?
Dougie aguarda unos segundos antes de hablar. Finge que piensa la respuesta. Lo finge porque, obviamente, sabe de sobra quién es el culpable. Sabe perfectamente de quién son las miles de pecas que viajan por su mente de manera continua. Sabe que esa sonrisa blanca de oreja a oreja no puede ser de otro sino…
—Danny.

Tom asiente con la cabeza, como si ya lo supiera de antemano y estuviera afirmando que la respuesta que la ha dado el pequeño es la correcta, la que debía. Toma un bolígrafo azul marino entre sus dedos índice y pulgar y escribe algo en una libreta:
"1. Todo se debe a Danny".
Después muerde el bolígrafo con los dientes, pensativo, y vuelve a anotar algo más.
"1. Todo se debe a es culpa del hombre-rata, aka Danny"
Y añade una última aclaración:
"1. Todo
se debe a es culpa del hombre-rata, aka Danny. Como siempre."
—Ajá… dices que Danny, ¿y en qué te basas?
—¿En qué me baso?
—Empieza a preocuparme el hecho de que siempre repitas lo que yo digo. ¿Lo haces porque tienes dificultades para escucharme o simplemente eres poco inteligente, Douglas?
—¡Tom, no intentes insultarme con educación para quitarle hierro al asunto!
—Decías que, para afirmar que Danny es el protagonista de esta historia, te basabas en…
¿Basarse? ¿Qué en qué se basa? Joder, pues en que es Danny. ¿Qué más pruebas necesita? Dougie sabe —más o menos— lo que pasa por su cabeza, pero no se ve capaz de explicarlo con palabras. Y menos a Tom.
—El tiempo pasa, Poynter. Tic, tac, tic, tac… Cuanto más te demores, más te costará la consulta. Tic, tac, tic…

¡¡POR DIOS, QUE ALGUIEN LE EXPLIQUE POR QUÉ DEMONIOS SIGUE AHÍ SENTADO!!