Advertencia:

La historia presentada aquí es de mi autoría, algunos capítulos contendrán lenguaje y escenas no adecuadas para menores.

Personajes e historia original de Kyoko Mizuki.

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EN OTRA VIDA

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La vida puede dar muchas vueltas, pero ¿qué sucede cuando tu destino no se cumple en ella?.

El comienzo de una nueva vida, y los caprichosos caminos de ella pueden llevarte a grandes sorpresas. Quizás esta vez sí sea la oportunidad de cumplir con aquel destino que se había escrito vidas atrás, quizás ésta vida sea el momento perfecto para ello, pero… eso sólo será posible cuando encuentres el camino correcto y seas capaz de recorrerlo sin miedos ni ataduras...

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Capítulo 1. Hecho realidad

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Cuando lo vi aquella tarde, no pude evitar sentir dulces palpitaciones en todo mi cuerpo. Era la personalización de mi sueño más perfecto. Nadie podría imaginar cuántas noches su rostro hermoso y su mirada gentil y profunda se tomaron mis sueños, ni cuantas veces su cuerpo se encontró con el mío en plenitud. Era perfecto en ellos y sin saber quién era, ahora era perfecto ante mis ojos.

- Candy, ¿qué ocurre? Me preguntó Anne, al verme embelesaba observando en una dirección. No fue necesario responderle, sólo bastó que siguiera mi mirada para que lo comprendiera.

- ¿Quién es él? ¿Conoces a ese bombón?, preguntó curiosa y entusiasmada por la visión.

- Sacudí mi cabeza, y arqueé una ceja, ¿Bombón?. Anne, de dónde sacas esos términos tan…

- ¿Tan qué? Me preguntó un tanto molesta.

- Tan de telenovela, le respondí.

- ¿De qué otra forma me puedo referir a un hombre como él? dijo indicándolo sin disimulo y devorándolo con la mirada, como si fuese un pedazo de carne y ella una mujer que no ha probado bocado en años. Aunque la verdad no estaba tan lejos de ellos, Anne llevaba meses sin estar con un hombre y eso ya empezaba a evidenciarse cada vez que se topaba con alguno medianamente atractivo.

- ¡No lo indiques así! Espeté en voz baja y corriendo la mirada para no sentirme descubierta. Y te podrías referir a él como un hombre guapo, sexy, buen mozo, lindo, atractivo… qué se yo, de cualquier otra forma menos bombón, respondí sin dejar de observarlo de reojo.

Anne sonrió - Entonces dime, ¿conoces a ese hombre extremadamente guapo, de cuerpo sumamente sexy y probablemente dios del sexo de allí? Preguntó en voz alta e indicándolo intencionalmente para provocarme.

Mi rostro inevitablemente se volvió rojo, mis mejillas ardían del bochorno y lo peor, es que él se había dado cuenta de todo. Tapé mi rostro con las manos como una forma de ocultar la vergüenza que sentía, y como una niña pequeña aparté los dedos que tapaban mis ojos y pude verlo. Me miraba y sonreía, era la sonrisa más hermosa que había visto, y un atisbo de timidez se podía percibir en su mirada, provocando que le sonriera de vuelta, aun sonrojada, pero ya con mis manos fuera de mi cara.

Anne reía a carcajadas, la verdad es que gozaba viéndome así. No tengo claro en qué momento los papeles se invirtieron, en la escuela era ella la chica tímida y la que se avergonzaba ante los chicos, mientras que yo, no puedo decir que fuera una chica que rompiera corazones y se dejara seducir por todos ellos, pero no me avergonzaba mirar a un chico guapo, ni mucho menos obtener sus atenciones, supongo que todo cambió después de aquella mala experiencia.

La cafetería de la universidad estaba atestada de gente, nadie pensaría que era el primer día de clases, pues todos estaban apurados o cargando libros, bueno, seguro era porque era el comienzo del segundo semestre, y para muchos no hubo realmente un descanso entre periodos, pues para algunos alumnos los exámenes de repetición se podían extender hasta buena parte de esas cortas vacaciones.

La mayoría de los presentes, era indiferente a todo lo que pasaba a su alrededor, pero la risa de Anne estaba lejos de ser una risa sutil y algunos se quedaron observándonos como si fuésemos un show intermedio de algún partido de football.

- ¡Anne ¿puedes parar?! Reclamé molesta y totalmente avergonzada.

- Si hubieses visto tu cara, dijo mientras unas cuantas lágrimas escapaban de sus ojos. Nunca entenderé por qué siempre que hacía algo que me avergonzaba, terminaba llorando de la risa.

- ¡Annie! Grité realmente enojada. No sé porqué tuve esa reacción, siempre que sucede algo así termino riéndome con ella por mi repentina timidez, pero esta vez no fue así, algo sucedía en mí respecto a aquel hombre, que no quería sentirme avergonzada ante él. No lo conocía, jamás lo había visto en la universidad, sólo sabía que lo había soñado repetidas veces desde que era niña, no eran sueños sexuales, al menos no cuando niña, pero su rostro siempre estuvo ahí, y nunca supe explicarme por qué se aparecía tanto en ellos, pero cuando lo hacía, mi día comenzaba bien, maravillosamente bien.

Anne se retiró rauda de la cafetería y yo la seguí - ¡No vuelvas jamás a llamarme Annie! Me respondió entre dientes, estaba furiosa, y sabía perfectamente el porqué. Su mirada súbitamente se volvió dura y llena de dolor. ¡Fui una estúpida!

- Lo lamento, no sé porqué te llamé así, dije acongojada. Aun no podía creer lo que había hecho, fue un golpe terriblemente bajo y ahora me sentía podrida por dentro. Anne era mi mejor amiga, era como mi hermana, crecimos juntas y sabía perfectamente lo que ese sobrenombre significaba para ella. ¡Soy una maldita perra! Pensé.

- Anne, mírame, le dije con desesperación, perdóname, no quise decirte de esa manera, no quise, repetí, ahora con mis ojos llenos de lágrimas.

- Lo sé, murmuró Anne.

- Perdóname, insistí, pero ella solo asintió, estaba dolida y yo lo entendía.

Aquella tarde seguimos en silencio el camino a nuestras respectivas clases, Anne era estudiante de segundo año de Historia del Arte, y yo estaba en primer año de Medicina, ambas soñábamos entrar juntas a la universidad, pero en mi último año de preparatoria me vi envuelta en una relación que me dejó como una estúpida muñeca de trapo, no era capaz de nada y finalmente perdí todo el año siguiente, intentando reencontrar mi camino. Si no fuese por Anne y los chicos, Archie, Stear y Neil, jamás podría haber salido adelante. Son mi familia y los mejores amigos que alguien puede tener.

Faltaba aun una hora para que comenzara mi siguiente clase, así que decidí esperar en la banca que está justo fuera del edificio donde tenía la clase de fisiopatología, cuando una fuerte mano en mi hombro me sacó de mis pensamientos.

- ¡Neil! Me asustaste, reclamé acompañándolo con un suspiro.

- Lo siento Can. Te veías distraída, dijo sonriéndome mientras se sentaba a mi lado. Maldito patán, pensé con una sonrisa. Durante casi toda mi vida escolar, me hizo la vida imposible, siempre se burlaba de mí y luego intentaba hacer algo estúpido para conseguir que lo besara, él iba dos cursos más arriba que yo y si no fuera por sus primos, Archie y Stear, jamás me hubiese animado a intentar conocerlo un poco más y lo que descubrí en él fue una maravillosa sorpresa, detrás de su apariencia de hombre perfecto y sus jueguitos de un púber playboy, se escondía un amigo grandioso, fiel, buen consejero y un corazón enorme, y nada me hacía más feliz que tenerlo a mi lado y poder considerarlo como mi mejor amigo y confidente, y es que habían cosas que sólo podía compartir con él, porque me entendía perfectamente, y durante los últimos dos años de mi desastrosa vida, él estuvo ahí, en cada paso que di intentando retomar lo que había dejado antes de aquel "suceso". No es que Anne no fuese una maravillosa amiga, pero habían pasado tantas cosas en su vida, que había temas que prefería no tocar con ella, pues tenía opiniones tan radicales influenciadas por sus experiencias, que difícilmente me podría aconsejar de manera objetiva.

- La llamé Annie, solté de pronto.

Neil, pasó su mano por la espalda y me llevó junto a él en un abrazo. - Sé que no fue tu intención, dijo besando mi cabello en un intento de consuelo.

- No lo fue, pero lo dije, le respondí con mis ojos llenándose de lágrimas.

Neil frotó mi brazo con suavidad - Estoy seguro de que ella sabe que lo sientes, todo estará bien Can, dijo convencido. - Pero…

- Pero ¿qué? Pregunté asustada mirándolo a los ojos, temiendo que me dijera que Anne seguramente no me hablaría por un tiempo o que reafirmara lo que yo sabía, que había sido una ¡maldita perra!.

- ¡No te asustes! Dijo con una sonrisa. -Sólo me pregunto, ¿qué te llevó a decirle así?, debiste estar muy molesta con ella, de otra forma no me lo explico.

- Fue por una estupidez, confesé avergonzada.

- Tú no actuarías así por una estupidez, algo debió suceder, dijo frunciendo el seño, pensando en lo que habría pasado conmigo.

Suspiré, ¿cómo explicar lo que me había pasado?, como explicar que me había sentido estúpidamente humillada frente a un hombre que no conocía, pero que veía prácticamente cada noche en mis sueños desde que tengo memoria, y a quien le había hecho el amor como una demente en mis sueños más recientes. Mis mejillas se llenaron de un rubor intenso ante el recuerdo de esos últimos sueños, si Anne pudiese tener una idea de ellos, hubiese quedado corta con aquello de "dios del sexo".

- ¡Can! ¿Te sientes mal? Tus mejillas están ardiendo, preguntó Neil preocupado, devolviéndome a la realidad.

El solo hecho de sentirme descubierta, hizo que el rubor se intensificara. ¡Dios! ¿Qué me sucede? Me tomó varios segundos retomar el control sobre mí, respiré profundo y miré a Neil sonriente - No sucede nada, es solo que hace calor, mentí mientras abanicaba mi rostro con la mano.

Neil solo me dirigió una mirada de sospecha, claramente sabía que algo me sucedía, pero no insistió en ello, ya habría un momento en que lo conversaríamos, aunque no sabría cómo explicar lo que me pasaba sin parecer una loca digna de siquiátrico.

- ¡Hey Neil! Interrumpió una aguda voz de pronto, era una chica de segundo año de Ciencias Biológicas, una hermosa rubia de impresionantes ojos celestes, curvas y piernas kilométricas.

Neil la miró con coquetería y le regaló una de sus sonrisas, aquellas famosas sonrisas capaces de derretir a cualquiera… y la chica lo hizo, se derritió allí mismo y llenó el silencio con una risita nerviosa, mientras jugaba con un mechón de su cabello.

- ¡Clásico! Resoplé, y Neil me dio una mirada juguetona.

- Neil, ¿quieres que estudiemos para el quiz de fisiopatología?, puedo ayudarte, ofreció sin dejar de coquetearle con descaro.

- Me encantaría cariño, pero Can y yo ya estudiamos, dijo sin un atisbo de vergüenza.

- Oh, respondió desilusionada, - quizás pueda ayudarte con el siguiente, el profesor Ardley hará un quiz en cada clase, dijo sin dejar de mover su cuerpo sobre su eje, ni soltar el mechón de su cabello. Nunca entenderé como un hombre puede caer con un gesto tan cliché.

- Seguro preciosa, respondió guiñándole un ojo, - para una próxima oportunidad, le sonrió.

- Eres un descarado, le dije golpeándole el brazo.

- Vamos Can, sabes que es un juego.

- Me pregunto si ellas sabrán que para ti todo es un juego, le dije.

- No todo lo es, me respondió mirándome serio. - Can… ¿Sabías que había un quiz para esta clase? Me preguntó de pronto.

- No, respondí aterrada. Nada me era peor, que iniciar el semestre con un quiz sorpresa, nunca fui una estudiante destacada y realmente necesitaba estudiar para poder obtener buenas calificaciones, de otra forma jamás lograría ser médico.

- Pues será mejor que estudiemos, dijo sonriente y despreocupado.

- A veces te envidio tanto Neil, ¡ni siquiera deberías estar tomando esta clase!.

- Estoy analizando mis opciones, respondió encogiéndose de hombros con total despreocupación. Neil era así, llevaba dos años y medio en la universidad tomando diferentes materias para "encontrar su camino", así este semestre con Anne compartiría clases de Arte Latinoamericano, con Archie de Finanzas, con Stear de Física y conmigo de Fisiopatología. Un poco de todo. Porque según él, un poco de todo lo ayudaría a "esclarecer su mente y escoger con sabiduría". Era un idiota con una labia perfecta y un "modo zen" envidiable.

Sacudí mi cabeza y lo miré con una sonrisa. - Eres increíble, y un idiota, todos sabemos cuál es tu camino, Neil, eres excelente en los negocios, no sé qué esperas para decidirte de una vez, te gustan los negocios, ¡si vendías hasta tus besos a las chicas en secundaria! Exclamé.

Neil rió. - Jamás me compraste uno, no debo ser tan bueno, dijo divertido. - Vamos Can, solo quiero conocer bien mis opciones, aparte me gusta compartir mis clases con todos ustedes y saber algo mas nunca está de sobra, sonrió con suficiencia.

Exhalé derrotada, a veces pienso que Neil no quiere madurar, aunque le va excelente en todas las materias. Jamás entenderé su postura, al menos no cuando lleva dos años y medio buscando su dichoso camino. - Será mejor que empecemos, dije en un suspiro.

Neil asintió y sacó de su mochila los apuntes impresos que se nos entregaron al inscribirnos en la clase, mientras yo sacaba el libro que se había recomendado y que había pedido en la biblioteca temprano en la mañana. Con rapidez, comenzamos a leer los apuntes, mientras las dudas las íbamos resolviendo con el libro, los temas eran fáciles, más que nada generalidades, temas que ya habíamos tocado en fisiología el semestre anterior. Fue un alivio darme cuenta que aun tenía la materia fresca en mi memoria, de mucho habían servido aquellas maratones de estudio para los exámenes y las tutorías extras que había tomado.

- Creo que estamos listos, dijo Neil cerrando sus apuntes y estirando sus brazos para dar un profundo bostezo, como si un quiz y una mala calificación como recibimiento fuesen nada.

- Habla con mi mano, le dije mostrándole la palma de mi mano.

Neil dio una carcajada. - Por eso te adoro, dijo mirándome con diversión.

Solo pude sonreír. Yo también lo adoro por eso, por hacerme sonreír.

- ¿Puedo sentarme con ustedes?, preguntó de pronto una voz varonil, que erizó mi piel y aceleró mi corazón sin tener idea porqué. Cuando levanté mi vista y la dirigí hacia el lugar de donde provenía la voz, dejé de respirar.

Mis ojos se encontraron con los suyos y mi rostro se volvió escarlata y mi corazón desbocado parecía que estaba por salir de mi pecho, mientras él me miraba deleitado, sonriente y ¡perfecto!.

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¡Hola Chicas/os! acá les dejó una nueva idea loca en la que he estado trabajando de a poquito, ¡espero que les guste!

Como siempre les dejo mis sinceros agradecimientos por darme un poco de su tiempo, de verdad que lo valoro muchísimo.

Durante la semana espero poder actualizar "Perdida en Lakewood" y "Ante mis ojos"

...Y dejo la invitación a leer mis otras historias cortitas y locas que tengo y que pueden encontrar en mi perfil.

Un abrazo,

Dulce Ardley.