Draco Malfoy yacía en su lecho. Mantenía los ojos cerrados mientras escuchaba música.

La cama de Draco era grande, de colores oscuros, verde, marrón, negro, y con un respaldo de ébano. Parecía más un ataúd que una cama, pero eso no le importaba. La habitación era amplia, a los lados de la cama empezaban dos escaleras que se curvaban hacia arriba, donde una librería inmensa, en su día, había contenido los volúmenes de magia y hechizos más extraños de todo el mundo. Pero que ahora se hallaba vacía de todos ellos.
Donde antaño habían descansado sus lomos, ahora lo cubrían telarañas. El suelo estaba lleno de polvo, las paredes oscuras, desnudas, sin ningún cuadro que rememorara a los orgullosos antepasados que habían poblado esa casa.
Y no sólo la habitación de Draco sino toda la mansión, estaba en el mismo y deplorable estado. Si normalmente había sido oscura y fría, antes tenía clase, estilo, riqueza... pero todo había terminado. Lucius Malfoy estaba muerto. Y su esposa le había seguido enseguida. Toda la riqueza y esplendor de los Malfoy se había evaporado. El dinero del banco lo habían confiscado. Toda la magia que quedaba se la habían quitado. No quedaba nada.

Draco abrió los ojos. No debía pensar en eso. No. Su mente intentaba alejar esos tristes pensamientos, pero era imposible.

Harry Potter.

Draco se estremeció.

No.

¿Por qué lo recordaba¿Por qué no podía olvidar el pasado y concentrarse en el presente?

¿Por qué no podía olvidar al mago moreno que había derrotado a Voldemort¿Por qué seguía viviendo en ese despojo de castillo cuando podía irse a otra parte?

El rubio se levantó de la cama y apagó la minicadena. Un aparato muggle. Pero¿cómo podía tener un Malfoy, alguien que odiaba todo lo relacionado con esos seres, un aparato muggle? Muy fácil. Malfoy ahora también era muggle. O por lo menos algo muy parecido. Sin magia. Sin nada de magia.

Draco se miró las manos abiertas y las apretó con fuerza.

El juez había sido clemente. Draco no había sido condenado a muerte, ni siquiera a Azkaban. Eso no había hecho gracia a nadie, y menos a Cornelius Fudge. Él fue quien dio la idea. La fatídica idea de que Draco viviera en adelante sin el menor resquicio de magia.

¿Por qué? Draco no podía dar una respuesta a esa pregunta. Se la hacía a todas horas, todos los días de su vida. Habían pasado dos años. Dos años de tormento, en los que había tenido que tragarse su orgullo y aceptar su situación. Dos años "trabajando" con muggles.

Nada más perder su fortuna Draco había tenido que buscar, él solo, un trabajo para sobrevivir. Pero debido a su arrogancia y orgullo, no encontraba ninguno que le sirviera, o , desde el punto de vista de los muggles, que lo aceptaran. Hasta que un cazatalentos se fijó en él. Y Draco se convirtió automáticamente en el actor más joven y aclamado de toda Gran Bretaña. La gente que lo veía decía que tenía un gran talento. No se explicaban cómo un adolescente pudiese actuar tan bien, tan frío, tan calculador... la respuesta era simple: Draco no actuaba. Se limitaba a ser él mismo y a insultar y hacer añicos a todo el que se le pusiera por delante, y eso a los muggles les encantaba. Draco no lo entendía, pero siguió actuando. Y ahora tenía veinte años y volvía a ser rico.

Sí. Era rico. Y pobre. Y desgraciado.

Draco no había vuelto a ver a nadie del mundo mágico. Nadie de sus compañeros, nadie de sus enemigos.

Cuando analizó la situación lo entendió. Era un paria. Nadie quería acercarse a él, de ninguno de los dos bandos. Draco estaba seguro de que si fuese a Harry Potter al que hubiesen dejado así, sus compañeros estarían todos los días a su lado, ayudándole. Seguro que incluso Dumbledore habría hecho todo cuanto estaba en su mano para hacerle una existencia mejor.
Pero a Draco no. Nadie quería a Draco.

El chico que había sido un Malfoy, pero que ahora llevaba su apellido con miedo, no había llorado. Ni siquiera había sentido la muerte de sus padres. Es más, él había matado a Lucius. Era un asesino. Y todo eso¿por qué?

Harry Potter.

No.

Quítatelo de la cabeza. BASTA de pensar en él.

¿Por qué lo hiciste?

Debía de ir pensando en su nuevo papel. Era una película sobre un asesino a sueldo que...

Yo soy el asesino

...mataba sin compasión...

Maté a mi padre

...a todo el que le decían, pero entonces...

Maté a Lucius

...se enamoraba perdidamente de su víctima.

¿Por qué?

Una mujer...

¿Por qué salvaste a Harry?

El timbre de la puerta sonó. Draco entrecerró los ojos y fue a abrir. Sólo una persona sabía dónde vivía el aclamado y rubio actor de ojos plateados.
Su agente.

¿Qué tal, Draco?- un hombre de mirada despierta y pelo corto oscuro pasó al castillo sin esperar a que Draco abriera del todo. Eso ponía al chico furioso. Su agente se sentó en una silla del gigantesco salón y miró con satisfacción el castillo.

¿ Te he dicho alguna vez que sería un decorado perfecto para una película de terror?

Draco cerró de un portazo y miró enfadado al muggle que se atrevía a sentarse en la silla de su padre.

Cientos de veces- dijo susurrando.

El agente lo miró con fingida sorpresa y sonrió.

No entiendo por qué sigues empeñado en vivir aquí.

Es mi casa.

Nadie te discute eso, Draco, pero... teniendo el dinero que tienes, no sé, podrías comprarte un apartamento con todo lujo... o...

No voy a salir de aquí.

Está bien, está bien, pues podrías restaurarlo...

Draco abrió mucho los ojos. Sólo de pensar en los muggles que estarían entrando y toqueteando todo el castillo se le ponían todos los pelos de punta.
Miró al muggle sin decir nada. Su mirada de asco daba a entender lo que pensaba.

¿Qué¿Qué he dicho ahora?- el agente pestañeó.

Draco no le soportaba. Se dio la vuelta y fue a por su abrigo de cuero. El muggle seguía hablando de cómo podría restaurar la mansión Malfoy y de cuánto costaría. Draco no le oía, cogió sus llaves y sus gafas de sol y salió de la habitación.

Ey¿Dónde vas?- el agente se levantó de un brinco. Conocía, o creía conocer a Draco, y sabía que se le escapaba de las manos, pero no podía permitir eso.

El chico se dirigía a la puerta.

He venido a hablar contigo y te marchas- dijo moviendo la cabeza enfadado. Salió detrás de Draco que ya se estaba montando en su Ferrari rojo.

Me pones enfermo. Necesito aire fresco- el rubio lanzó una última mirada al preocupado muggle y arrancó el motor.

Por lo menos dime si irás esta tarde al estudio. La nueva actriz ya estará allí. Tendréis que ensayar la escena del flechazo.

Draco levantó una ceja y pisó el acelerador.

Llevaban dos horas esperando. El estudio era grande y todas las cámaras y focos apuntaban donde Draco había estado instantes atrás. La chica no venía.

Draco estaba furioso, pero sus facciones se mantenían impasibles mientras las maquilladoras le retocaban la cara. ¿Cómo podía tener tal desfachatez una muggle, de hacerlo esperar a él? Ni siquiera la conocía y ya la odiaba. La verdad es que odiaba a todas las mujeres desde que Hermione Granger le había atizado un puñetazo, pero a esta la odiaba en especial. Es más, la iba a poner en ridículo cuando empezara la película, no importaba si no estaba en el papel. Improvisaría.
Una mano le tocó el hombro.

Ya está aquí. A sus puestos todo el mundo.

Draco se levantó y fue al escenario. Se ajustó un poco la chaqueta y apuntó con la pistola al rincón por donde debía aparecer la mujer.

Las cámaras estaban grabando. Nadie aparecía. Draco empezaba a impacientarse. ¿No había llegado ya?

Entonces, como si le hubiese leído el pensamiento apareció. Avanzó hacia Draco lentamente y la luz llenó su cara.

Y Draco se quedó sin habla.

La chica, pensando que estaba haciendo el papel, se le acercó. Draco no se movía, no podía moverse. Las cámaras grababan. Entonces la chica, que según Draco tenía demasiada desfachatez, le besó en sus labios. Y a Draco se le cayó la pistola.

¡COOOOORTEN!

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La escena había sido un éxito.

Draco estaba sentado en el sillón de su camerino con cara de preocupación.
Y no sólo porque una desconocida le hubiera hecho quedar en ridículo.
Tampoco porque le hubiese dado su primer beso. Esa desconocida, que le había hecho quedar en ridículo y le había dado su primer beso, tenía los mismos ojos que Harry Potter.

El agente interrumpió sus pensamientos.

¡Has estado genial, Draco¡Tu mejor actuación!

Draco le miró alzando una ceja.

¿Significa eso que las demás eran malas?

No digas sandeces. Ya sabes a qué me refiero.

Draco estaba pensando. El agente no paraba de alabar el momento en el que se había quedado quieto, mirando a la chica.

Quiero que la investigues.

El agente dejó de hablar.

¿Qué?