¡Hola!
Bueno, antes que nada, espero que disfruten de la lectura y me disculpen si encuentran errores ortográficos. Esta historia es un Universo Alterno, por lo que les ruego, no me quieran ahorcar si he modificado algún punto de la historia original, pues no está basado del todo en eso. Mientras que de la existencia de Arwen y Legolas... no lo sé y lo dudo en realidad más por el tiempo en el que lo manejo.
Me centraré en los sentimientos tanto de Thranduil como de Elrond, así que sin más, espero les agrade.
Agradecimiento especial a mi lector piloto: Veoux.
Todos los personajes pertenecen a J. R. R. Tolkien.
Prólogo.
Por: Zukamori.
Los tiempos amenazaban cada vez más con tempestades que arrancaban los árboles de raíz. Muchas razas estaban pereciendo en manos de otras que parecían llegar de la nada (o de muy lejos) con sed de conquista y ambición de tesoros y tierras. Era una manera brutal de ganar el poder e infestar las tierras con nuevas pestes que la Madre Naturaleza no querría jamás. Del cómo es que las guerras habían comenzado y se expandían cual enfermedad lenta y altamente mortífera, pocos lo sabían realmente. De aquellos cantares que se dedicaban a parlar sobre lo que no se debía de olvidar, pocos recordaban. La Tierra nunca había sufrido tanto, y todos los seres (hasta los menos inteligentes y agraciados) sabían que aquello iría de mal en peor, aún cuando el bien triunfara sobre el mal.
Eran tiempos realmente difíciles. La mayoría de las criaturas se estaba preparando para lo peor, hasta las más pacíficas estaban buscando la manera de luchar o abandonar, y todo el movimiento del bosque no pasó desapercibido, ni en los más recónditos lugares de los campos.
Los Elfos, desconfiados pero hermosos, estaban dejando de lado sus actos de piedad y bondad y habían abandonado la felicidad que les llenaba de dicha los corazones; las criaturas amas de los Bosques no degustaban de salir a combate, era preferible mantenerse al margen de todo lo que sucediera pero la gota que vino a derramar el vaso, fue la quemazón en el Bosque y con ello la muerte de varios de los hombres del Rey Elfo.
La indignación fue tremenda, había sido un reto directo. Una invitación de mal gusto por parte de aquellos reptiles voladores, una provocación con un amargo sabor a tinieblas, deshonor y hedor a hocico de Dragón.
La cortina de humo se podía ver desde muchos kilómetros de distancia, de modo que no solamente el norte había sido atacado.
Ahora dos grandes reyes, apurados, no podían siquiera darse tiempo de lamentar a sus hombres.
