Disclaimer. Los personajes y caracteres de la historia pertenecen a la saga Crepusculo de Stephanie Meyer. Solo los he tomado para protagonizar una historia que es completamente MIA.
Hola, hola, hola...
¿por donde empezar? Se que no es responsable de mi parte comenzar con otra historia cuando aun no he concluido ninguna de las anteriores pero...
Mi crepusculo esta llegando a su fin... y
esta historia vino a mi mente completita... y hace tres días que no paro de escribir… literalmente…
(es feriado largo aqui, y no he hecho otra cosa que estar sentada en la computadora...)
En fin, supongo que la facilidad con que ha brotado tiene que ver tambien con que esta basada en cosas que sucedieron,
hace muchisimo tiempo, y por alguna razon he sentido la necesidad de contarla.
Espero que les agrade y perdonen mi locura...
Si este primer capitulo recibe muchos rewiew, subire los siguientes durante la semana...
seee... les digo enserio, que empece a escribir el viernes y anoche ya termine el final!
Lakentsb
Summary.
Bella, Alice, Tanya y Edward… una historia de mejores amigos, y una traición que lo cambiara todo...
aviso: La historia tendra Rating T en la mayoria de sus capitulos. Por extrema necesidad y a los fines de la misma, en algun momento cambiara a M, pero se advertira en el momento de publicar dichos capitulos.
Cualquier duda o comentario que tengan, pueden enviarme un mensaje, las que lo han hecho saben que siempre les respondo.
gracias y ahora a leer...
Prefacio.
Me detuve en los ojos de Tanya para decir mis siguientes palabras:
"...el verdadero amor solo busca el bien del amado, y su felicidad.."
Tomando un poco de aire, miré directamente a los ojos de Edward ahora...
"el verdadero amor todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta... nada puede ahogar un verdadero amor, porque es más fuerte aun que la muerte..."
Vi como sus ojos se anegaron y Tanya bajaba la cabeza, haciendo dobleces con la servilleta que estrujaba en las manos.
Levantando mi copa concluí:
"Así es mis amigos… el verdadero amor no se compra, ni se vende, ni se roba. Ese es el amor en el que creo, y el amor que les deseo. Salud."
Volví a sentarme en medio de aplausos, silbidos y gritos de vivan los novios.
Edward me seguía con la mirada y Tanya tenía la vista fija en sus manos, mientras abundantes lágrimas caían por las mejillas.
Capitulo 1.
La boda.
(Bella)
Mis manos temblorosas se aferraban con desesperación al frío mármol del lavabo mientras intentaba controlar mi respiración.
Mis dedos se alzaron mecánicamente para ordenar ese mechón rebelde que siempre escapaba de cualquier peinado que hiciera, aun después de todos los productos que Alice aplicara a mi cabello para aplacarlo.
Una pequeña lágrima asomó al borde de mis ojos cuando mis dedos temblorosos rozaron mi frente y luego mi sien, llevándo el mechon lentamente hacia atrás de mi oreja.
Era un gesto insignificante, mínimo, sutil, pero que inevitablemente despertaba en mí el recuerdo de otro roce, de otros dedos a los que estaba tan acostumbrada a permitir que hicieran la misma tarea desde que tenía 9 años edad...
(9 años y unos meses atrás)
- ¡Bella, Bella, ven aquí que quiero que conozcas a mi primo de Chicago!
La vocecita chillona de Alice resonó en la enorme sala y me alcanzo, distrayéndome de las fotos que contemplaba, colgadas en la pared de sala de los Brandon, mis nuevos vecinos en Phoenix. Ellos vivían allí desde que teníamos 5 años.
En realidad éramos nosotras, mi madre y yo, -quienes con la ayuda e influencia del padre de Alice, el coronel Brandon, retirado del ejército por una lesión en el campo-; las que habíamos logrado comprar la bonita y pequeña casa que estaba del otro lado del seto.
Las fotos de anteriores cumpleaños, desde los cinco años, cuando nos habíamos conocido en el kinder.
En ellas que podía ver perfectamente mi evolución de una niñita extremadamente pálida y delgada, con un agujero en los dientes frontales, a la niña bastante bonita de nueve años, con largos bucles castaños sostenidos por una media cola en lo alto de la cabeza, y enfundada en un vestido azul claro, -ajustado en la cintura con un lazo blanco, con vuelos en la falda y zapatillas blancas- que se reflejaba en el enorme espejo que cubria casi por completo una de las paredes de la sala.
Me volví sonriendo hacia Alice, que traía a un niño de la mano, y por primera vez en la vida sentí que mi corazón se aceleraba, como si me hubiera dado un gran susto, al mirar su cara y sus ojos.
El niño, alto y delgado, casi pasaba una cabeza sobre la mía. Me sonrío, y unos graciosos hoyuelos se marcaron en sus mejillas, al igual que una de sus comisuras se elevó bastante mas que la otra, dándole a su sonrisa toque especial.
-hola, -dijo con voz suave. -me llamo Edward. Tú debes ser Bella, Alice estuvo todo el día hablándome de ti.
Mire a Alice con suspicacia y vi que se sonrojaba y negaba con la cabeza.
-¿que? ¿Alice hablando de mi? perdóname no lo creo,- dije cruzando mis brazos sobre el pecho.
- Bella es mi mejor amiga desde el kinder, Edward, es por eso... -trato de justificarse la enana , avergonzada.
-no, Alice, no mientas, soy tu única amiga desde el kinder - bromeé, y me volví a Edward, estudiándolo con la mirada.
-así que tu eres el famoso primo de Chicago…
Un adorable rubor adornó sus mejillas y alzó los hombros.
-si, y pasaré el verano aquí con mi madre, y mi hermana Rose.- respondió titubeando un poco.
-¿tienes una hermana?¿ y donde esta?-exclamé, entusiasmada con la idea de tener una nueva amiga este verano.
- Si.. bueno...ella es algo mayor...tiene 16. En realidad quiso quedarse en nuestra casa de verano. No le gustan las fiestas…
Una sombra atraveso la mirada del chico al responder y su voz sonó apagada y triste al terminar la frase haciendo que me entristeciera yo también.
-¡Bueno! supongo que la conoceremos pronto entonces, eres bienvenido Edward. –dije, lo más alegremente que pude y extendiendo mi mano para estrechar la suya. Tratando de aliviar el mal momento.
- Espero que seamos amigos Bella, eres simpática.
- Edward de quedará bastante tiempo en casa porque mi tía Elizabeth tiene que ocuparse de algunos asuntos de Rose, ¿no es genial?
Alice rebotaba en su lugar, en pequeños saltitos de alegría que hacían que las puntas de sus cabellos se desordenaran aun más y no pude evitar reír.
La fiesta, como todas las que daba la familia de Alice, estuvo espectacular. Habían venido varios parientes de los Brandon, y tambien algunos compañeros de la escuela, de nuestra sala.
Algunas niñas molestaban a Edward porque era muy lindo y nos les prestaba atención. No pude evitar reírme de él un buen rato.
Después, como era mi costumbre en todas las fiestas, me escabullí a mi rincón favorito del patio: nuestra casita del árbol.
Estaba sentada allí, en el suelo del pequeño balconcito de madera que daba al fondo de la propiedad, y desde donde se podía apreciar un poco del paisaje típico de Arizona, -siempre marrón, con algunas manchas verdes- y viendo como el sol se iba alejando cuando unos pasos detrás de mi me sorprendieron, y me voltee, para ver a Edward parado en medio de la casita con las manos en los bolsillos, observando nuestras cosas con curiosidad.
No me había visto todavía y me puse de pie.
-hey.-saludó dando un respingo, un poco sorprendido.
-hey, ¿te cansó la fiesta? -pregunte con suavidad.
-no, pero no me gustan mucho las niñas de la escuela de Alice.- murmuró.
-oh, si, son molestas a veces...pero es porque les gustas.-me burlé.
- no lo creo, me han golpeado más en este rato que en todos mis partidos de futbol, -se quejó, masajeando sus brazos y señalando su espalda.
-lo siento.
- tu en cambio eres diferente…yo te agrado… y no golpeas.
- puede ser... pero ellas prefieren decir que soy una aburrida. No me importa. La verdad es que prefiero estar aquí, o leer un libro...no me gustan las fiestas.
Me dirigí al balconcito donde estaba antes y volví a sentarme. Edward se acomodó a mi lado.
-yo también prefiero los libros... –dijo, después de un breve silencio. -así que ¿me prestarás algunos durante el verano? no he traído muchos desde Chicago. Mi madre no me dejó.
-claro, puedes venir a visitarme junto con Alice cuando ella vaya a casa.
- ¿es lejos?
-no, es allí. -dije señalando la casita de al lado. – y aquella es mi ventana. Alice a veces me hace señales desde su balcón….
Ya había oscurecido cuando escuche la voz de mi madre llamándome por todo el patio, me puse de pie rápidamente, asustando a Edward, que se había adormecido apoyado en mi hombro.
Los dos nos habíamos quedado silencio el resto del tiempo, envueltos en una cómoda tranquilidad, totalmente ajenos a la algarabía de la fiesta.
-aquí, mama. Ya bajamos!- respondí, alisando los pliegues de mi vestido.
- ¿Edward esta ahí contigo?
- siii!
Edward se levantó, estirándose perezosamente y bostezando un poco, haciendo que me riera y picara su estomago con mi dedo.
-ouch!
Alcé los hombros en una especie de disculpa, pero una sonrisa burlona seguía instalada en mi cara.
-ops! Creo que te equivocaste conmigo-dije, y baje rápidamente las escalerillas del árbol, saltando al pasto para encontrar a mi madre con el ceño fruncido.
-¡no puedes desaparecerte así jovencita! creí que habías vuelto a casa y te fui a buscar allí!-espeto.
- lo siento, mamá.-suspiré con resignación.
Era inútil recordarle que siempre, en todas y cada una de las fiestas de Alice, me habia encontrado refugiada aquí.
Edward salto ágilmente detrás de mi, tan silencioso que mi madre dio un respingo al verlo.
-¿y se puede saber que hacían los dos ahí arriba?
-Estábamos conversando señora, Bella me contaba cosas de Phoenix, y de los libros que hemos leído¿, -respondió cortésmente pero con firmeza Edward, haciendo que mi madre alzara las cejas.
-ya veo, bueno, supongo que tienen cosas en común eh? empezando por la costumbre de escaparse de las fiestas.
-lo siento sra, no quise perjudicar a Bella, ella ya estaba en la casita cuando llegue.
-oh, esta bien muchacho. No castigare a Bella si es lo que te preocupa. Ahora, niña despídete que nos vamos a casa.
- mamaaaa...
-es tarde jovencita, y mañana tengo que trabajar.
Arrastré los pies, encaminándome hacia la casa, pero Alice, adivinando mi movimiento, corrió hacia nosotros.
-¡Bella, Bella! ¡Mañana iremos todos a pasar el día a la playa! te buscaremos después de desayunar!
Miré a mi madre, quien asintió levemente con la cabeza y sonreí.
- ¡eso es genial Alice!¿ llevaremos las bicicletas?
- si, si, mis padres ya tienen casi todo listo. Ah y Edward, te quedaras aquí esta noche...
Edward se acercó a nosotras, que saltábamos como locas con paso tímido, y nos observó en silencio, con esa media sonrisa especial que había visto mas temprano y la cabeza algo inclinada.
-bueno niños, salúdense que Bella y yo vamos a casa.
Abracé a Alice, nos besamos en ambas mejillas como era nuestra costumbre, y me volví hasta quedar frente a Edward y le sonreí.
-Hasta mañana Bella, -dijo, dando un paso hacia adelante y levantando su mano hacia mi frente.
Me quede quieta, sin respirar, mientras el tomaba con delicadeza mi mechón rebelde y lo llevaba, arrastrando sus dedos por mi sien, hasta enroscarlo detrás de mi oreja, y se alejaba un poco después, observando mi rostro con su cabeza levemente inclinada.
Sentí como mis mejillas se encendían y mi estómago comenzaba a dar vueltas. Antes de que pudiera moverme, el se inclinó y besó mi mejilla. Se volvió hacia la casa sin saludar a nadie más, silbando y con las manos en los bolsillos.
Mi madre no dijo nada, se dirigió hacia el pequeño portoncito que había escondido en el seto de Alice y comunicaba nuestros patios, y lo abrió, esperando a que la siguiera.
-¡Dulces sueños Bella!- chilló Alice, antes de correr hacia la casa.
Yo, azorada, comencé a caminar entre nubes de algodón hasta mi patio, y .en un movimiento inconciente lleve mi mano hasta la mejilla.
No es que jamás me hubiera besado un chico en la mejilla, pero nunca antes había sentido todo lo que sentí cuando Edward lo hizo: Mi corazón quería salirse del pecho, sentí mariposas en mi estomago y un ardor en mi mejilla como si el beso quemara.
Esa fue la primera noche en mi vida que recuerdo haber pasado despierta, mirando el techo de mi habitación y tocando mi mejilla de vez en cuando, reviviendo en mi cabeza todos los planos de las expresiones y gestos del rostro de Edward esa tarde: el chico mas lindo que había conocido.
Mi mente se apago recién después de gritar el gran descubrimiento:
"Me gusta Edward."
Sacudí mi cabeza alejando la nube de recuerdos antes de que me afectaran demasiado.
No podía darme el lujo de dejarlos correr ahora, justo en este momento, y perder el control.
Un control que desde unos cuantos minutos intentaba recuperar, cuando huí de todos en un ataque de panico y me encerré aquí en busca de la calma, o de la fuerza suficiente como para enfrentar el mundo de personas que aguardaba afuera, sin nada más que un temblor de manos.
Eso era mucho pedir, lo sabía.
Mis ojos recorrieron lentamente la imagen que me miraba desde el enorme espejo del lavabo en el que me había encerrado. Sabía que no pasaría mucho tiempo más hasta que alguien diera conmigo, y me apresuré a hacer un inventario de mi misma, buscando el coraje para volver a salir...
El vestido estaba en su lugar, si, era perfecto, ajustando los lugares correctos, resaltando la delgadez de mis hombros y brazos y la curva de mis caderas.
Sonreí al recordar las palabras de Alice aquella mañana.
- Me preocupa que resaltes más que la novia, Bella, este color hace que el tono de tu piel se vea espectacular.
Por suerte la vaporosa tela de la parte inferior caía hasta el suelo en delicados pliegues, ocultando la extremada delgadez de mis piernas, que ahora temblaban sin control. No habría sido nada elegante que la gente se distrajera contemplando ese par de palillos enclenques asomando debajo de las rodillas mientras yo desfilaba por el pasillo de la iglesia hacia el altar.
- Es imposible resaltar más que la novia en una boda Alice, deberías saberlo. -le había respondido molesta.
"mas cuando la novia es tan perfecta como ella"
Claro que lo último solo lo dije para mi misma, sabia lo que pasaría si lo decía en voz alta, y no estaba de humor para discutir con Alice,
-lo dudo Bella, luces radiante.
Controlé que la cinta de las elegantes sandalias azules de seda estuvieran ajustadas adecuadamente en mis tobillos, y contemple -con una inevitable sonrisa de satisfacción- como mis rizos castaños habitualmente tan desordenados, caían en perfecto orden y simetría sobre mis hombros desnudos al enderezarme.
La estilista de Alice había hecho un gran trabajo.
-¿Bella? ¿Bella estas allí?
Como era de suponer, la duende vidente había dado conmigo antes que los demás, y sus inquietos dedos intentaban girar el pestillo dorado de la puerta.
-Bella...Tanya ya llegó y necesita a su dama de honor...-susurraba la duende, girando en vano la perilla de la puerta.
Tome una enorme bocanada de aire, juntando en mi mente algunas palabras para contestarle. Un "ya salgo" bastaría, pero mi torpe cerebro no lograba mover mi lengua...
-Bella, cariño... eres su mejor amiga. No querrás fallarle en un momento como este...
"mejor amiga...mejor amiga" mascullé para mi misma... "si yo fuera su mejor amiga ella no..."
Corte rápidamente ese pensamiento.
Apenas si lograba contener las lágrimas y no quería soportar también los reclamos de Alice por arruinar su trabajo. Aunque para maquillarme hubiera usado una cantidad de productos a prueba de agua y humedad, y me hubiera rociado con ese espeluznante spray fijador que usaban los profesionales con las estrellas de cine cuando debían filmar bajo la lluvia.
- ya voy Alice, -al fin articulo mi boca.- solo dame... 5 segundos mas.
Me volví hacia el espejo, esbozando mi mejor sonrisa de fotografía y memorizando como se sentía en los músculos de mi cara para poder repetirla y luego de alisar por última vez inexistentes arrugas en mi vestido, y enderezar mis hombros, destrabe el pestillo y salí.
Alice sonrió mecánicamente al verme, pero no me pasó desapercibido su gesto de preocupación. Tomo mi mano, tirando de mí llevandome a toda velocidad por el pasillo.
-¡Alice, mis tacones!
Alice se detuvo de golpe, haciendo que casi chocara con ella, y mirándome fijamente con sus vibrantes ojos miel, susurro rápida y firmemente:
- ¡vamos Bella, puedes hacerlo. Solo...no mires sus ojos y todo estará bien.
Asentí, mientras Alice comenzaba a tirar de mí nuevamente, caminando a una velocidad poco creíble para su tamaño y mi habitual torpeza, acercándonos cada vez más hacia la pequeña puerta lateral de la parroquia, donde el resto del cortejo aguardaba... por mí.
"no mires sus ojos, no mires sus ojos"
Me repetí una y otra vez, en una letanía cual plegaria, cuando distinguí el blanco vaporoso vestido de Tanya, que me miraba con una expresión de alivio en su rostro, mientras emergía del descapotable antiguo que la había traído hasta la iglesia del brazo del padre de mi mejor amigo de toda la vida.
Le di una breve mirada y levante mi pulgar en señal de que estaba lista, mientras Alice y la coordinadora de eventos nos acomodaban para iniciar el cortejo.
"-Tu aquí, tu esperas hasta que de den tres pasos y luego caminas hasta aquí... luego cuentas hasta 3 y comienzas..."
Intente memorizar las indicaciones que oia pero sonaban tan lejanas en mi mente…
Caminé, hasta ingresar al atrio de la parroquia, quedando frente a la puerta cerrada de la nave, que a la señal de Alice fue abierta de par en par por dos pajes y los gemelos de Rosalie ingresaron arrojando pétalos blancos sobre la alfombra.
Comencé mi camino algo titubeante, a la señal de Evelyn, la coordinadora, tratando de seguir el ritmo de la música, concentrada en el rastro de los pétalos y en dar correctamente cada paso sin tropezar con mis propios pies, como era mi costumbre.
El pasillo se hacia interminable frente a mi, y a pesar de mis hombros derechos y mi mueca de sonrisa, no había levantado la mirada totalmente aun.
Tal como me lo propuse, no miraría sus ojos. Los niños ya habían terminado su recorrido, y ahora nada me separaba de él, de pie en el centro de la plataforma, tomado del brazo de su madre.
Al principio me concentré en el brillo de sus zapatos, luego fui subiendo poco a poco, a través de sus estilizadas piernas, hasta que vi como sus manos delgadas y blancas se cerraban en puños a los costados y tome fuerzas para subir mis ojos hasta su barbilla, perfectamente afeitada, deteniéndome en el brillo de las insignias que resaltaban en el pecho de su impecable uniforme militar de gala.
Un movimiento en el lateral llevo mi atención hacia...Alice, que milagrosamente ya estaba allí adelante, haciéndome una leve indicación con la cabeza y articulando:
"tu izquierda, 3 pasos".
Asentí con un sutil gesto de cabeza y me dirigí hacia mi lugar, a la derecha del novio, concentrándome en el arreglo floral que estaba justo frente a mí.
Edward se había volteado a verme, lo sabia porque su borrosa imagen estaba en mi campo visual, pero no fui capaz de mirarlo a la cara mas que por un brevísimo instante, en el cual le sonreí y mis ojos se mantuvieron todo el tiempo en su barbilla, aunque al ver en sus labios la habitual sonrisa de lado que tenia para mi, mi estómago dio un vuelco y casi pierdo mi determinación.
Gracias al cielo, las primeras notas de la marcha nupcial resonaron en el recinto, y todos los ojos se volvieron hacia la puerta, incluidos los míos.
Como yo esperaba, todas las respiraciones se detuvieron cuando ella entro.
La perfecta novia, con una sonrisa radiante enmarcada en aquellos sedosos rizos rubios con aquel peculiar reflejo rosado.
Su vaporoso vestido, que resaltaba sus rasgos de princesa, hacia que su piel bronceada por el sol de Phoenix se viera brillante y sexy. Ella era sexy desde que tenía memoria.
Mis ojos se detuvieron en la curva de su cintura de princesa, donde los pliegues vaporosos apenas si dejaban traslucir una pequeña curva en su vientre.
Fue inevitable observar como Tanya miraba a Edward al llegar frente a el, había adoración en sus ojos, expectativa, felicidad, emoción... todo lo que no esperaba ver en ella.
Una lágrima se escapó, rodando hasta la comisura de mis labios, al ver la sonrisa que Edward le dedico al tomar su mano y besar sus nudillos, antes de pararse frente al sacerdote.
El movimiento de Elizabeth, la madre de Edward, escurriéndose una lágrima con un diminuto pañuelo de encaje frente a mi, logro distraerme lo suficiente como para que recordara respirar.
Y fue lo que hice durante toda la ceremonia, respirar, una y otra vez, al oírlos responder a las preguntas del sacerdote, y luego verlos colocarse mutuamente los anillos y besarse, al final de la bendición de rodillas.
Mi determinación de no mirar a los ojos de Edward colapsó unos segundos, justo cuando los flamantes esposos se volvieron para mirar a toda la congregación y sus ojos se encontraron con los míos, totalmente anegados.
Su cabeza se inclinó hacia un lado, en ese gesto de ternura, repetido infinitamente a través de los años, que era a la vez una mezcla de ruego y de pregunta, y sonreí, mordiendo mis labios al principio, y luego con una sonrisa llena, hasta que vi el alivio borrando el frunce que arrugaba su frente perfecta.
Tanya también buscó mi mirada, y sus labios articularon silenciosamente un "gracias" que casi hace que me desmorone allí mismo.
Es increíble como las situaciones insostenibles pueden durar tan poco tiempo y causar tanto dolor.
Porque fueron apenas ¿cuanto, cinco segundos? hasta que las campanas empezaron a sonar, y la música nupcial inicio el desfile de salida.
Lo bueno es que ahora ya no sería el centro de atención en el pasillo, pero Alice no me dejo desconcentrar demasiado, le bastaron dos segundos en mi campo visual para recordarme que enderece los hombros y sonría para las fotos.
"-detesto las fotos, lo sabes..." -había protestado mientras me sometía a una de sus sesiones de belleza-tortura dos días antes de la boda.
-"Lo se, pero no querrás arruinar el álbum de boda de tu mejor amiga. ¿Verdad? o lo que es peor, no querrás que Edward contemple tu rostro demacrado y sufriente por el resto de su vida cada vez que vea el retrato de boda sobre al chimenea, el piano el maldito lugar donde se le ocurra ponerlo."
No tuve argumentos.
No era capaz, aun con todo mi dolor, jamás habría sido capas de hacer algo, adrede o no, que le ocasionara dolor a el. O a Tanya.
Ellos eran mis mejores amigos, los primeros que tuve, después de Alice claro. Solo que Alice, a esta altura de la vida ya no entraba en la categoría de mejor amiga. Ella era mi hermana del corazón.
Una vez afuera, fui engullida por una cantidad de brazos que tiraban de mí para saludarme o agregarme a un grupo que tomaba fotos. Luego, por la marea de gente que esperaba para saludar a los novios.
Realmente quería escapar de allí, o desaparecer antes de que ese momento llegara.
Odiaba las frases cursis y los saludos cliché de las bodas, los cumpleaños y los funerales. Nunca sabia que decir, y nunca fui buena para manejar esos momentos, y no había manera de empezar justo ahora.
Solo rogaba que no me tocara Edward primero.
La marea de gente había logrado separar a los novios y ahora la escena se veía como dos remolinos de personas girando alrededor de dos punto blancos.
Estaba justo en medio, y tal vez podía optar por ir hacia Tanya primero, y tal vez, calculando un poco el tiempo e intentando quedarme lo suficientemente atrás, alcanzaría a saludarla justo un momento antes de que Evelyn los obligara a subirse al auto para iniciar la caravana alrededor de la ciudad, antes de llevarlos al lugar elegido para tomar las fotos principales del álbum…y no tendría oportunidad de acercarme a Edward.
Como siempre el destino conspirando...
El mar de gente pareció abrirse en cámara lenta frente a mí, mientras una mano invisible, que concia muy bien, me empujaba con fuerza hacia el pecho de mi mejor amigo, haciendo que trastabillara.
Edward me tomó fuertemente de los brazos, logrando que recuperara el equilibrio, pero no levante mi rostro.
- Bella -susurro. y entonces sucedió.
No pude evitar que sus largos dedos tomaran mi barbilla y levantaran mi rostro, obligándome a mirarlo a la cara, a los ojos.
y ahí estaba otra vez, ese sutil frunce en sus cejas, su cabeza inclinada, y sus ojos tiernos escrutándome, leyendo hasta el fondo de los míos, y haciendo que los míos se anegaran por completo.
- Bella, oh Bella...-susurro, estrechándome fuertemente entre sus brazos mientras intentaba controlar mi respiración y dejar de llorar.
- yo... lo siento. -musite. Tratando de explicar que me disculpaba por haber podido evitarlo y estar tan triste en el día mas especial de su vida, y no poder controlarme sin tropezar frente el, y estar arruinando ahora su momento de felicidad.
-Ese es el saludo de boda más original que he escuchado hasta ahora, -murmuró, haciendo que estallara en una carcajada entre las lágrimas y lo mirara a los ojos de nuevo, para ver como escondía su propio dolor en lo mas profundo de sus esmeraldas y me regalaba una vez mas la hermosa sonrisa que siempre tenía para mi.
-realmente deseo que seas feliz Edward. -musité, siguiendo el movimiento de su mano que había soltado mi cintura para trasladarse hasta mi frente y rozarla, hacia mi sien, llevando mi mechón rebelde detrás de la oreja y deteniéndola allí, para rozar luego mi mejilla con su pulgar y llevarse el rastro de mis lágrimas en la caricia.
Mis ojos se cerraron al contacto, e inconcientemente incliné mi rostro hacia sus dedos y bese su palma.
- ¡Bella, cariño, suelta a mi primo que quiero estrujarlo! sabes que nunca me da oportunidad.
La chillona de voz de Alice a nuestro costado rompió la burbuja en la que nos habíamos sumergido, volviéndome a la realidad.
-Mis costillas corren peligro contigo, Alice, todavía no se de donde sacas tanta fuerza!- protesto Edward, y aproveche el momento para alejarme de allí...
- Bella!
Me volví hacia Alice
-Tanya esta por ahí, señalo.- recordándome que todavía no había felicitado a la novia...
Levantando mi pulgar, me volví hacia la marea que todavía se arremolinaba alrededor de Tanya, que seguía luciendo impecable y perfecta después de tantos saludos y abrazos.
-Aquí estas amiga, -exclamo, al verme en su campo visual y se estrelló en mis brazos.
- ¿No iba a fallarte justo hoy no? -le respondí devolviéndole el abrazo.
- Por eso eres mi mejor amiga Bella, la hermana que no tuve jamás. -replico, mirándome a los ojos, y se veia feliz...
- que seas feliz Tanya. de verdad quiero que lo seas- le dije, mirando a sus ojos celestes, radiantes.
- lo soy, amiga, lo soy -suspiro. - tengo todo lo que soñé en la vida, y estas aquí para compartirlo... gracias, de verdad. -dijo, y me estrechó nuevamente. Pero no pude responder esta vez, mis ojos se encontraron con los de Edward parado detrás de mi, y se anegaron de nuevo.
- ¡bueno, bueno!... ¡los novios deben retirarse justo ahora! -bramo la pequeña Alice alrededor. -¡los que no pudieron saludarlos todavía, podrán hacerlo en la fiesta!
Y su diminuto cuerpo comenzó a abrir espacio para que los novios caminaran hacia el convertible.
- Bella.., debes venir con nosotros.- llamo una voz detrás de mi.
Me volví hacia Elizabeth, la madre de Edward, que ya estaba sentada junto a su padre en el auto.
-claro, -dije, pegándome mentalmente… yo era la dama de honor.
Solo esperaba que Jacob cumpliera su palabra y llegara a tiempo para la fiesta. No lo soportaría sin el...
Bueno, hasta aqui el primer capitulo. Espero que les haya gustado.
Espero sus comentarios
¡Gracias por leer!
Lakentsb.
