¡Hola a todos! Hace un tiempo escribí algo para este fandom y por fin tengo tiempo para volver a hacerlo. Esta vez vengo con algo un poco más fuerte (?) inspirado en todas las imágenes y demás que hay de Nontanu y Kitsunechika; son hermosas en esa forma y no pude evitar escribir algo en esta 'forma'. Esto estará compuesto, no sé aun, de si dos o tres capítulos.

Aclaraciones: Primero que todo, aunque comience como T, pasará a M en el próximo capítulo; sí, habrá lemon, así que están advertidos. Obviamente, esto es yuri (solo en caso (?)) Recuerden dejar un review si les gustó, son bien recibidos :3 Disfruten de la lectura~


Old Rivals

El templo no era el lugar más concurrido de la ciudad, en especial durante la semana, debido a la extraordinaria cantidad de escalones que debían ser escalados. O al menos eso se decía. En realidad, se debía al rumor del guardián de aquel sagrado lugar, un kyuubi de muy pocos amigos que no gustaba de la mayoría de los visitantes. Algunos decían haberlo visto, otros negaban su existencia, pero lo cierto era que el templo era vigilado por una anciana sacerdotisa y una rubia de mirada fría que ayudaba a barrer.

Así que, en general, solo durante los fines de semana el lugar se llenaba de vida.

La joven de cabellera dorada adoraba su día a día lleno de calma, los tés de su superior y las puestas de sol que admiraba cada tarde despejada. Aunque la bestia dentro de ella siempre estaba molestando, encabronada, ganando control de ella en cuanto llegaba un visitante. No podía controlarla y lo detestaba, porque quería que la mujer disfrutara de la compañía de más personas y el lugar recibiera una mayor cantidad de visitas. Por eso durante de semana se alejaba del templo.

Eli, el nombre de la portadora del kyuubi, hacía las inspecciones matutinas antes de que la sacerdotisa se despertara. Bajaba hasta los primeros escalones y subía la montaña por la parte boscosa hasta llegar a la cima, momento en que tomaba la escoba e iniciaba a barrer. Por lo general no encontraba más que pajaros, pequeñas culebras o ganas, pero aquel día, un martes de mañana fría y húmeda, bajo un tumulto de hojas empapadas, dio con una pequeña y dulce criaturita que no parecía estar en buenas condiciones.

Ignoró los refunfuñeos del zorro celestial y tomó a la 'cosita' en las manos, pues cabía en estas. Se le hacía conocida, con su violáceo cabello y sus peculiares atributos. Tenía la forma de un humano como los que iban a visitar el templo, pero poseía una cola café con anillos negros, peluda y esponjosa (por el momento enmarañada por el barro) y pequeñas orejas puntiagudas de pelaje similar a la cima. Gruñó al notar que era un tanuki, esas criaturas que le desagradaban, pero no pudo dejarla botada, pues temblaba y se notaba el malestar por cada poro de su sucia piel.

Con cuidado fue caminando escaleras arriba, con la criaturita de respiración pesada entre las manos. Estaba ardiendo y no parecía sentirse muy bien. A pesar de que fuera un Tanuki debía llevarla a su superior para decidir qué hacer con la intrusa, aunque ojala la dejara lejos del templo para su no hiciera de las suyas.

Al llegar a la cima, la mujer de cabello cano la saludó con una expresión asombrada al notar la criatura viviente en sus manos. La tomó rápidamente en las propias y la acunó acercándola a su pecho para arrullarla, bajo la mirada acusadora y fría de la rubia. Con una sonrisa dulce que le dio mala espina a la susodicha, la humana dijo que se quedaría hasta que estuviera mejor y pudieran saber de dónde provenía.

-д-

Al principio, la chica kyuubi gruñía cada dos por tres al pasar por la habitación donde habían dejado a la mapache en una pequeña cesta con una manta de bebé. Habían pasado ya tres días y no parecía mejorar mucho, no había despertado y sólo se había movido para cogerse la cola; la sacerdotisa le proporcionó un baño rápido y ropa hecha a partir de una camisa vieja. El trabajo de Eli ahora incluía cuidar a la criaturita y aquel fin de semana se quedó a solas con esta en la habitación designada. Era una tarea aburrida.

Hasta que... La pequeña se salió de la canasta.

Con recelo se le acercó, mirando el cómo observaba su entorno con ojos grandes. Cuando sus miradas se encontraron la pequeña sonrió, haciendo estremecer a la fría centenaria. Se puso en pie sobre sus pequeñas piernas y anduvo con pasos vacilantes hasta el borde de la mesa donde estaba y, antes de caer, Eli la atrapó con ambas manos.

— Li... ¡Liiii! —pronunciaba agarrándose de la ropa de la chica.

— ¿Qué quieres? —La criaturita trepó por su pecho y se agarró de su cuello; se sentía incómoda con el sentimiento de conocerla.

— Lii —la señaló y luego a sí misma— Non.

Por ello debía referirse a sus nombres, o eso supuso. Acarició su cabellera violeta y trató de que la criatura gruñona no molestara con sus improperios hacia los tanuki.

Como niña castigada no salió de la habitación designada para pasar el fin de semana, sólo se quedó allí con la pequeñina, cuidándola; era dulce y amorosa, nada traviesa, sólo despistada. Era cariñosa, le gustaba colgarse de ella y abrazarla y besarla con sus labios miniatura. Para Eli eso era extraño, tanto cariño era nuevo pero no indeseado, le ocasionaban raras descargas eléctricas.

— Li... —Dijo con un pucherito antes de besarle la comisura de los labios.

Un sonrojo no se hizo esperar y, con este, orejas y cola zorruna que se movían con notable molestia. Lo único que el zorro sagrado podía materializar era una de sus nueve colas mullidas y las puntiagudas orejas, y eso era generalmente cuando se encontraba avergonzado. La sonrisita traviesa de la tanuki miniatura no hacía más que acelerar los latidos de la rubia y, al tiempo, profundizar su ceño fruncido.

Queriendo vengarse, la envolvió en la manta, creando una pelota, y la hizo rodar hasta una esquina contra la cual se estrelló. Por unos segundos no se escuchó nada y la guardiana estaba más que feliz con el resultado, pues ya no tendría que aguantar más muestras de cariño inexplicables. Abrió las puertas corredizas que daban a la parte trasera del templo, hacia un paisaje montañoso por donde el sol se escondía ahora mismo, tiñendo de naranja las nubes. Le encantaba mirar el atardecer.

Pero algo irrumpió su paz. Unos brazos alrededor de su cuello, algo suave presionándose contra su espalda, un delicioso olor a bayas silvestres que llegaba a su nariz y el calor de alguien más; al girar la cabeza no pudo hacer más que saltar y hacer que ambas cayeran en el suelo. A su lado, con una sonrisa traviesa, yacía una joven de cabellera violeta con sus orejas y esponjosa cola de tanuki... Eso sin contar que estaba desnuda por completo.

— Elicchi~ —dijo, sentándose en posición zen—. Lo que hiciste no estuvo muy bien.

— ¿Lo que hice? —pensó un momento hasta dar con la respuesta: haberla mandado rodando—. Es por esto que odio a los estúpidos tanuki.

— Ustedes los zorros son tan sombríos~ —se le acercó, divertida por el sonrojo que aumentaba con cada centímetro menos entre ellas—Sé que lo disfrutas Elicchi.

— Debí haberte dejado muriendo en la intemperie, Nozomi —agregó Eli fríamente, ya sabía de dónde la conocía.

La sonrisa que adornaba los labios de Nozomi se le hacía tan conocida que le helaba la sangre. No pensó que volvería a verla luego de haberla encerrado en un barrera mágica. ¿Cuándo habría logrado escapar?

— ¿Aun sigues enojada por lo de esa noche? —el tono en que hizo el interrogante logró que se sonrojara de nuevo. ¡¿Qué andaba mal con ella?!— Vamos, eso fue hace mucho tiempo.

— Mejor te callas antes de que te encierre de nuevo —amenazó, aunque el corazón le latiera a mil.

— Que yo recuerde, lo disfrutaste… Y mucho —agregó un soplido al final. Eli estaba atrapada, sabía que no podía hacer nada contra la odiosa tanuki que ella misma había salvado. Nozomi estiró su cuerpo y miró a la rubia tomándola por la barbilla—. Por el momento me iré a descansar. Pero ten cuidado Elicchi, los tanuki tenemos muchos ases bajo la manga.

Dicho eso volvió a su adorable forma miniatura, dormida por completo en el regazo de la asustada kitsune. Eli, decidió entonces estar de guardia día y noche, no dejaría que la tonta tanuki se volviera a aprovechar de sus debilidades.


Y no es que precisamente nuestra niña harasho quiera a Nozomi en este fic (?) xD Gracias por leer, recuerden comentar y espero les haya gustado. Espero no demorarme con el próximo cap~ ¡Hasta entonces!