Regalo de navidad para Paulita Granger. Y dedicado también a Sombra, por betearmelo.

Pau, gracias por darme el empujon para publicar un oneshoot sobre esta pareja, con la cual no estaba segura de como me saldría. Pero es tu regalo de navidad, y aquí lo tienes. Espero que te guste. Un placer haberte conocido.


Habían quedado momentáneamente solos en la mansión Black. Su peor pesadilla se había cumplido, aunque llevaran evitándolo desde hace ya mucho tiempo.

Estaban en las vacaciones antes de empezar su quinto año. Lo cual era como una tortura.

Intentaba con todas sus fuerzas no pensar que estaba viviendo bajo el mismo techo y durmiendo a unas pocas habitaciones que Sirius Black.

En segundo año le había parecido lindo su profesor de defensas contra las artes oscuras. Pero esto era algo totalmente diferente. Parecía una obsesión. No dejaba de pensar en él ni un segundo. ¿Había enloquecido sin darse cuenta¿Era un castigo por algo que había hecho¿Se estaba volviendo una adolescente estúpida? O peor aún¿se estaba enamorando de Sirius Black?

Esa sola idea le daba escalofríos. Y ganas de esconderse todo el verano entero en la habitación.

OOOO

Ya todos habían terminado de comer, excepto ellos dos. Nada de que preocuparse ¿no?

¿Por qué un hombre mayor se preocuparía de estar a solas con una adolescente de 15 años?

Lo único preocupante era que esa adolescente tenía un perfume demasiado delicioso para que pudiera ignorarlo. También era que comenzaba a querer hacer cosas que no se le hace a la mejor amiga de tu ahijado. Y sin olvidar un detalle. Que justo ahora se encontraban solos y uno al lado del otro.

- ¿Cómo estas, Hermione?- preguntó Sirius, fingiendo tranquilidad.

La mencionada se sobresaltó. Lo que menos quería era hablar con él. Pero debía ser educada y fingir tranquilidad.

- Bien¿tú cómo estas?- contestó nerviosa.

- Bien, que raro que no hay nadie. Quedamos solos- dijo, restándole importancia.

- Es verdad. Hasta la señora Weasley se fue- contestó.

Otra vez silencio. Podría levantarse e irse. Por desgracia, sus piernas le temblaban y dudaba que pudiera caminar hacia el vestíbulo.

Pero lo más importante es que no quería, que algo la retenía en esa silla. Talvez era por lo atractivo que se veía Sirius sentado en la silla. O como sus ojos grises parecían tristes, pero eso lo hacía aún más perfecto.

O como en ese momento sus miradas se cruzaban.

Desvió la vista, colorada hasta la frente por la intensidad con la cual el animago la miraba. Y tratando de que él no lo notara – conciente de que la sonrisa de su rostro era porque ya lo sabía-, levantó su plato y su vaso con torpeza para lavarlos, ya que todavía no podía usar la magia fuera del colegio.

Pasó a su lado rápidamente, tan ansiosa que tropezó con sus propios pies. Los reflejos de Sirius, que todavía conservaba de sus tiempos de colegio, impidieron que la chica cayera de nariz al suelo.

La tenía agarrada de la cintura con fuerza. Se acercó lentamente a ella y posó su cabeza en la maraña de cabellos castaños. Hermione podía sentir los latidos de su corazón acelerado y como la cara le hervía por lo que hacía el moreno.

- Ten cuidado- susurró con voz aterciopelada, soltándola para que fuera a limpiar sus cosas.

La menor sentía que volaba, ese simple acto la había hecho sentir una estúpida enamorada y sin que se diera cuenta sonreía alegremente. Talvez Sirius lo había hecho para hacerle una broma. Pero ya tendría tiempo de pensar aquello cuando estuviera sola en su habitación, sintiendo como toda la alegría se iba de sus pensamientos, para dejar paso al remordimiento. Ella tenía muy en claro quien era él. Como también que había hecho todo para dejar de sentir aquello.

Ante ese pensamiento, la sonrisa se fue borrando de su rostro, dejándola con el semblante triste. Más calmada comenzó a lavar los platos sintiendo como las ganas de irse de allí aumentaban cada vez más.

- ¿Sucede algo?- preguntó Sirius, preocupado por el cambio repentino de la chica.

- No, estoy bien- contestó, girando el rostro sonriendo, sin que la alegría llegara a sus ojos.

Sirius se levantó de la silla y se acercó a la castaña. Veía con interés como lavaba apresurada las cosas. Le molestaba estar ahí, y lo sabía. Pero saberlo no hacía que el dolor fuera menos.

- Hermione...

Ella se dio vuelta enérgicamente, quedando cara a cara. Tan cerca que sus narices rozaban y sus alientos se mezclaban.

- Hermione nada. Sirius¿no ves que esto esta mal?- su voz perdía energía con cada palabra, terminando en un murmullo casi audible.

- Todas las noches pienso en eso¿crees que por ser mayor la situación me afecta menos? No, me afecta igual que a ti. O talvez más.

- Entonces, si a los dos nos hace mal, deberíamos seguir cada uno con nuestras vidas. Encontraré a alguien en algún momento. Y tú seguirás aquí, como siempre… - La idea no le gustaba nada. Y no se imaginaba su vida con otro que fuera él. Pero no había nada que hacer. Eso estaba mal -…y listo.

- Magnifico- concluyó Sirius, conteniendo la ira.

Otra vez un silencio incómodo. El animago notó lo cerca que estaba de la chica. ¿Por qué no besarla por primera y última vez? Si ella estaba acabando con lo que nunca empezó… era mejor acabar con algo que tuvo un comienzo. Efímero, pero al menos algo para recordar…

Agarró su cara y, antes de que se pudiera quejar, sus labios se habían unido. Fue un simple roce que bastó para paralizar a la Gryffindor, que tantas veces se había imaginado aquel momento. Aunque ninguna fantasía se acercaba ni un poco a la realidad.

La maravillosa realidad.

Esperó a que dijera algo, o a que la besara de nuevo, pero nada de eso sucedió. Él solo la miraba, de una manera que no podía descifrar. ¿Por qué no lo besaba ella¿Qué podía suceder si lo besaba en ese momento? Ya tendría tiempo de pensar en ello.

Sin pensarlo dos veces, estiró su cuello para alcanzar los labios de aquel hombre que la enloquecía.

Al principio el beso fue dulce y romántico. A Sirius eso no le bastó, y la atrajo más hacia él, sosteniéndola por la cintura. Hermione jugaba con su cabello, besándolo con la misma pasión.

Se separaron al oír las voces de Harry y Ron que se acercaban a la cocina.

Aún jadeante, Hermione comenzó a lavar los platos en un intento de calmarse. Sirius, un poco más tranquilo que ella, volvió a sentarse en la silla repiqueteando sobre la mesa cantando una extraña canción.

- ¿Qué hacen aquí todavía?- preguntó Harry, al entrar a la cocina.

- Hermione quiso lavar los platos y me quedé haciéndole compañía- contestó con naturalidad el Black.

El moreno los miró desconfiado, viendo la espalda de su amiga que todavía no lo había mirado.

- Nosotros vamos a estar en el comedor. Vengan cuando quieran - comentó Harry, aún con desconfianza.

La castaña bufó cuando su amigo se fue, y dispuesta a irse con ella dejó todo como estaba y se encaminó hacia la puerta.

- Esto no queda así- susurró Sirius sensualmente en su oído, caminando a su lado.

- Obviamente que no- murmuró más para si misma que para él.


¿Qué les parecio? A mí sinceramente me gusto mucho como quedo. Pau, espero que te halla gustado mi pequeño regalo y que hallas pasado unas lindas navidades. Mañana el Harry/Luna de Soe.

¡Felices fiestas para todos!

Te quiere.

Luzbelita!