Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, pero la historia si.

Lo que está escrito "entre comillas" son los pensamientos de la gente.

Lo que está escrito en cursiva son conversaciones telefónicas o en la lejanía.

La historia está escrita desde el punto de vista de Renesmee.

En esta historia los personajes son humanos.

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A algunas puede que os suene un poco la trama. Si, la historia está ambientada en la película El príncipe y yo. Pero con algunos cambios que ya ireis viendo a lo largo de la historia.

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1.

Salí de puntillas de mi habitación, con los zapatos en la mano para no hacer ruido. Me mantuve alerta hasta que salí de los terrenos de mi casa y me monté en el coche de mi mejor amigo. Me puse los zapatos, abroché mi cinturó y Seth puso el coche en marcha.

- Algún día te van a pillar.

- Llevo años marchándome a hurtadillas de casa. - dije. En realidad, me sentía orgullosa de mi habilidad para escaparme de casa por las noches.

- Lo se. Llevo años viniendo a buscarte.

Sonreí. Seth tenía razón. Eramos amigos desde pequeños y desde que cumplimos los quince, nos escapábamos juntos todos los fines de semana. Íbamos de copas y a las discotecas más concurridas del país. Bueno, eso hasta que aparecía ella.

- Y ayudándote a huir de ella cuando nos pilla.

- Y no sabes cuanto te lo agradezco. - acaricié su brazo, pero me cogió de la mano y besó el dorso de la misma.

- Es un placer ayudarte, sin con ello consigo pasar más tiempo contigo.

Me solté de su mano al momento, más bruscamente de lo que había pretendido. Sabía que Seth sentía algo por mí. Mas que nada porque él mismo me lo había dichodurante uno de los fines de semana que pasamos juntos en la casa que mi familia tenía en Italia. Lo malo es que yo le había dado esperanzas al acostarme con él.

- Perdona.

- No pasa nada. Es culpa mía. - se excusó. Él siempre tan amable.

- ¿A donde vamos a ir hoy?

- Ignauguran una discoteca nueva en el centro.

- Genial.

- Y ya estamos llegando.

A los cinco minutos, estábamos aparcando frente a la discoteca, cuya cola llegaba hasta la siguiente calle. En cuanto nos bajamos del coche, Seth rodeó mi cintura con su brazo y fuimos a hacer cola, pero uno de los de seguridad vino hacia nosotros y nos llevó hacia la puerta.

- ¿No tenemos que hacer cola? - pregunté, sorprendida al ver que nos dejaba pasar, y gratis.

- Usted no, alteza.

- No me llames así. - dijo entre dientes.

- Disculpe.

- Y no me hables de usted.

- Lo siento, pero me siento incómodo tratándole como a una más. - dijo el chico, que en ningún momento me miró a la cara.

- Pues no la llame de ninguna manera. - dijo Seth, sacando unos billetes de su cartera. - Tenga, por nuestras entradas y por su silencio. - dijo antes de volver a cogerme por la cintura y entramos en el local.

La discoteca era enorme, y no digamos espectacular. Entramos a la sala principal y fuímos a por algo de beber. Nos pidieron el carnet a ambos y sacamos nuestros carnets falsos.

Tenía que utilizar identificación falsa por dos razones. Porque tenía diecinueve años y aun no tenía la edad legal para beber y por mi nombre. No quería que nadie supiera quien era yo.

El camarero dudó un poco al ver nuestros carnets, pero terminó dándonos lo que le habíamos pedido. Supe que me había reconocido cuando le devolvió el dinero a Seth, a pesar de que este insistió en pagar.

- Todos nos estan mirando. - dije cuando íbamos hacia la pista de baile, cogidos de la mano. - Odio que me miren.

- ¿Como no van a mirarte? Estás preciosa.

- No, no es por eso. Me han reconocido. - me bebé más de media copa de un trago y empecé a bailar, con un brazo rodeando su cuello.

- No te han reconocido. - puso su mano en mi cintura y acercó mi cuerpo al suyo. - Es que estás muy buena. - me dijo al oído.

- No me digas esas cosas.

- ¿Por qué?

Llevé mi mano a su nuca y acerqué su rostro al mío, juntando nuestros labios en un breve pero cálido beso.

- Por esto.

- No puedo decir que me disguste. - dijo, sonriendo, justo antes de volver a besarme.

Estábamos aun besándonos cuando unas manos me cogieron por la cintura y tiraron de mí hacia atrás. Fui pateando el aire hasta que estuvimos fuera de la discoteca y me dejaron en el suelo.

- ¿Por qué has hecho eso? - exclamé, dándome la vuelta.

- ¿Sabes el peligro que estás corriendo al salir sola?

- ¿Peligro? ¿Qué peligro? Pero si solo estaba bailando! - grité, alejándome de él, pero no llegué muy lejos, porque me topé con alguien que me sujetó por las muñecas.

- Tenemos que irnos, alteza. - dijo la persona que me tenía sujeta.

- No!

- Vámonos.

Seth salió de la discoteca en el momento en que mis guardaespaldas me llevaban a su coche. Emmett, quien me había sacado de la discoteca, se puso al volante, mientras que Rosalie se sentó a mi lado. Me despedí de Seth con la mano cuando el coche se puso en marcha.

- No debería haber huído. - dijo Rosalie, pero no le respondí.

- Podría haberle pasado cualquier cosa. - dijo Emmett, y yo seguí en silencio.

- Princesa...

- No me llames así. - dije entre dientes. "Odio que me llamen así. Y ellos lo saben."

- Tienes que entender que todo lo que hacemos, lo hacemos por tu seguridad. - empezó a decir Emmett, que no dejaba de mirarme por el retrovisor. - nunca nos perdonaríamos que te pasara algo.

- Claro. Si me pasara algo, os quedaríais en la puta calle.

Vi como Emmett abría la boca, pero no dijo nada y volvió a fijar la vista en la carretera, sin embargo Rosalie no se quedó callada.

- Si te pasara algo, nos moriríamos, porque te queremos mucho.

- Seguro. - murmuré, aunque sabía que me querían, tanto como yo le quería a ellos.

Desde mi nacimiento, Rosalie me había cuidado y protegido. Emmett había llegado a casa cuando había cumplido cuatro años. Desde entonces, tampoco se había separado de mí. Les insistí a mis padres para que ambos fueran mis guardaespaldas, aunque se tomaban demasiado en serio su cometido.

- Se que estás enfadada, pero no te lo tomes así.

- ¿Y como me lo tengo que tomar?

- Tienes que entendernos.

- Lo único que yo entiendo es que nunca puedo salir de casa, ni puedo divertirme. Y que solo puedo ver a Seth cuando me escapo.

- Seth... eso es otro tema. - murmuró Emmett.

- Seth es mi mejor amigo. Tengo derecho a verle cuando yo quiera.

- Seth es el hijo del jardinero. - dijo Rosalie, exasperada. Ya habíamos tenido esa conversación muchas veces. - No puedes salir con el hijo de un empleado.

- No estoy saliendo con él.

- No es eso lo que parecía.

- Solo nos estábamos divirtiendo.

- Eres una princesa! La heredera! No puedes ir por las discotecas enrollándote con el primero que pillas!

Esta vez fui yo la que se quedó sin habla. En realidad, Rosalie tenía razón. No podía hacer lo que hacía la gente normal, porque yo no era una chica normal. Era la hija del rey.

El coche se quedó en silencio durante lo que quedaba de viaje. Emmett aparcó el coche en el garaje principal y se quedó allí, mientras que Rosalie me cogió de la mano y me llevó hacia la casa. Creía que íbamos a ir directamente a mi dormitorio, pero me equivoqué. Íbamos hacia el salón principal.

- Mierda.

- Si, mierda. - dijo mi padre, que se levantó de su butaca favorita. - Rosalie, gracias por todo.

- No ha sido nada, majestad.

- Ve a dormir. Y dile a Emmett que mañana teneis el día libre. Renesmee no va a salir de su habitación en todo el día, verdad? - dijo, clavando su mirada en mí.

- No, señor. - dije, bajando la vista al suelo.

- Gracias, majestad.

La puerta del salón se cerró a mis espaldas y mi padre fue a sentarse de nuevo en su butaca. Empezaba a sentirme incómoda tanto silencio y fui a sentarme en la butaca que había al lado de la de mi padre.

- Papá...

- ¿Te imaginas lo preocupado que he estado cuando he visto que no estabas en tu habitación?

- Lo siento.

- Casi me muero pensando en lo que podría haberte pasado.

- Yo... solo quería divertirme un rato. Iba a volver en un par de horas. - dije, sintiéndome cada vez más culpable.

- Suerte que tu madre no se ha enterado de nada.

- Lo siento, no pensé...

- Cariño, entiendes que tienes diecinueve años y que necesitas pasar tiempo con gente de tu edad. - empezó a decir, cogiéndome de la mano. - pero tu debes entender que tienes responsabilidades para con tu país.

- Y lo entiendo. - dije, acariciando su mano, que seguía unida a la mía. - Se perfectamente cuales son mis responsabilidades.

- Me alegra oírlo.

- Bueno, me voy a la cama. Aprobecharé el día de mañana para reordenar mi dormitorio. Quiero hacer algunos cambios.

- De acuerdo. - besó el dorso de mi mano y ambos nos pusimos en pie. - Te acompaño.

Salimos del salón y fuimos paseando hacia mi dormitorio, que estaba en la otra punta de la casa. Tuve que quitarme los zapatos a medio camino porque estaba armando demasiado jaleo con los tacones.

- Así que... ¿con quien te has ido de fiesta?

- Con un buen amigo.

- Seth, supongo.

- No se lo tengas en cuenta, vale? Yo se lo pedí. - dije cuando llegamos a la puerta de mi dormitorio.

- Creo que él siente algo por ti.

- Si, ya lo se... - abrí la puerta de mi habitación pero no entré. - Papá, hace tiempo que pienso en algo, a pesar de que todos me dicen que es una locura.

-¿Y qué locura es esa?

- Ya sé que preferís que estudie en casa, pero...

- Deja de andarte con rodeos. - dijo, sonriendo. Sabía perfectamente lo que le iba a pedir. Era como si pudiera leerme la mente.

- Me gustaríam volver a la universidad.

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Hola, hola.

Historia nueva.

Espero que os haya gustado.

Se que el capi es corto, siempre escribo capitulos cortos, como ya sabeis las que leeis mis historias, y eso es porque no quiero que los capítulos se os hagan pesados.

Bueno, espero que me deis vuestra opinión al respecto. O que al menos deis señales de vida, para que yo sepa que alguien ha leido la historia.

Actualizaré lo antes posible.

Besitos a todas.