Notas Iniciales:

¡Hola a todos de nuevo! Después de un largo tiempo de inactividad, les comparto a ustedes una nueva historia que a algunos ya les había adelantado, pero con un ligero cambio. Este será un short-fic de 3 partes donde incursiono por primera vez al sombrío, sucio y pecaminoso mundo de los lemon (niños, no lean esto), no sé qué tan bueno o malo sea en esto, pero bueno, ustedes serán quienes lo juzguen.

La historia se sitúa en cierto momento clave de la película, relatando lo que hicieron Judy y Nick antes de la conferencia de prensa. Si bien trato de respetar lo mejor posible el canon de la película, el fic será un especie de "¿Qué pasaría si…?" estos dos tuvieron más acercamiento (emocional y físico, muy físico) previo a la parte más sobresaliente de la cinta. Así que las únicas advertencias que les puedo hacer respecto a la historia es que si no son fanáticos del contenido erótico, se abstengan de seguir leyendo; así como saber como termina la historia.

Sin aburrirlos más, los dejo con la primera parte de este fanfic titulado: En una noche púrpura.


Parte 1: Inocente invitación

En el piso 7 de un humilde edificio conocido como el Gran Pangolín, una coneja y un zorro subían las interminables escaleras de la construcción. Los nuevos héroes de Zootopia, la oficial novata Judy Hopps y su compañero, un estafador, Nick Wilde, habían resuelto hace apenas unas horas un difícil caso de unos mamíferos desaparecidos. No hace mucho habían llamado a la policía para rescatar a los animales y arrestar al presunto responsable, el aún alcalde de Zootopia, Leodoro Leonzález.

—Ah... ah... Zanahorias, ¿falta mucho para tu departamento? —preguntó el vulpino, casi sin aliento.

—No, sólo son 6 pisos más, ya casi llegamos.

—¿6? ¡Demonios Pelusa! ¿Cómo puedes subir y bajar estos escalones todos los días?

—Bah, no es la gran cosa, no se compara en nada al entrenamiento que hacía en la academia, ¿qué te pasa Nick, apoco ya te cansaste? Que mala condición física tienes.

—Oye Zanahorias, no me culpes, llevo casi 2 días sin dormir, eso sin contar todas las locuras que me obligaste a hacer contigo.

—Bah, llorón. Ja, ja, ja.

El cánido se quejaba con razón, ambos animales trabajaron sin parar por casi 48 horas, sus cuerpos les pedía a gritos descansar, de hecho, esa era la razón por la que ambos estaban ahí. Después del arresto de Leonzález, el jefe Bogo, aún incrédulo por la habilidad de Hopps para resolver el caso, le autorizó retirarse y que se presentara el día siguiente para una pequeña conferencia de prensa en la jefatura.

—Es todo Hopps —ordenó Bogo con un típico tono serio—. Retírate.

—¡S-s-sí, señor! ¡Hasta mañana! —dijo tímidamente la coneja, haciendo un saludo policial.

El enorme búfalo se alejó con algo de frustración mientras que un astuto zorro se acercó por detrás de la presa.

—¿Todavía te da miedo ese búfalo mala cara? Ya le demostraste que pudiste resolver el caso, ¡deberías echárselo en la cara, Pelusa!

—Ay Nick, no digas eso, no es mi estilo, con saber que hice mi trabajo, arrestamos a los chicos malos y ayudamos a regresar a esos pobres animales con sus familias, es suficiente para mí.

—Feh, como quieras Zanahorias… y bueno —suspiró— supongo que… ¿este es el adiós, no? —musitó el vulpino con una sonrisa fingida.

—¿Qué? ¡No, no, no! ¿de qué hablas Nick?

—El caso está resuelto, ya no tienes razón para retenerme más, supongo que nuestros caminos se separan aquí, ¿no es así?

—¡Nick, no digas eso! —la coneja lo tomó de la pata sin pensarlo— Yo, es decir, todo lo que pasamos juntos fue una experiencia asombrosa, la verdad, no quisiera que te fueras, sé que ya no tienes razón para estar conmigo, pero, me gustaría que siguiéramos… viéndonos.

Nick quedó algo impresionado por la actitud tan viva de la coneja, y un poco extrañado al ver su pata con la de Judy. La lagomorfa miró confundida al zorro y, al ver que sus ojos la miraban a ella con cierta extrañeza, se soltó rápidamente.

—¡Ah! Es decir, como amigos, sí, me gustaría que siguiéramos siendo amigos. Je, je…

—Obvio que sí, Zanahorias atolondrada, yo me refiero que fue un día largo, no sé tú, pero yo me muero de sueño y argh, tengo que tomar una ducha en mi casa, apesto a agua de drenaje…

—Ah… te refieres a eso, ja… —rió nerviosa.

—Pero, agradezco tu confianza Zanahorias, se siente raro que alguien quiera ser amigo de un zorro, créeme, lo aprecio mucho.

Nick colocó su pata en el hombro y se acercó a ella, pero luego se separó de golpe.

—¡Yuck…! Creo que no soy el único que necesita un baño.

—¡Nick! —exclamó molesta la chica.

—Ja, ja, pero es cierto, no te esponjes Zanahorias. Bueno, si no te importa, debo irme o llegaré más tarde a casa y…

—¡Espera! Ya es algo tarde y está muy oscuro, ¿no quieres que te lleve?

—No, no, estoy bien, tomaré el tren; tú también debes estar deshecha y no quiero quitarte más tiempo, no te preocupes por mi, Pelusa.

—Vamos, no creo tardar tanto, ¿por dónde vives?

—Afuera de la ciudad, son casi tres horas en auto, y tardarás como 5 en ese coche de juguete que te dieron sólo de ida, así que como te dije, mejor tomaré el tren y…

—No puede ser, ¿vives tan lejos?

—Hey, no es para tanto, ya estoy acostumbrado, iré en el subterráneo como siempre y dormiré un poco en el camino.

—Pero es peligroso quedarse dormido y viajar tan cansado, ¿y si por ir durmiendo pierdes tu parada?

—Ya te dije que no te preocupes, soy un zorro, duermo poco y siempre estoy alerta, nunca me ha pasado, es como un especie de superpoder: despertarme justo antes de llegar a mi destino.

La coneja seguía viéndolo no muy convencida; de pronto, sus orejas se tensaron y una gran sonrisa adornó su pequeño y delicado rostro.

—¡Lo tengo! Nick, ¿qué te parece si pasas la noche conmigo, en mi departamento?

Esto último tomó al zorro por sorpresa.

—¿Q-q-qué?

—¡Sí! Es perfecto, no está muy lejos de aquí. Hay una lavandería de 24 horas cerca de mi cuadra, podremos darnos un baño ahí, dormir y mañana temprano ir juntos a la conferencia de…

—¡NO! —gritó claramente sobresaltado.

—¿Q-qué?

—No, de ninguna manera Hopps —bramó algo alterado el vulpino—, no creo que sea buena idea, es decir, apenas me conoces, soy prácticamente un extraño y peor aún, ¡un zorro! No creo que esté bien.

—Oye, no es la gran cosa, y ya te dije, no me importa que seas un zorro o nos hayamos conocido hace poco, está bien, confío en ti Nick.

El vulpino no sabía porque, pero no le gustaba la idea de estar solo con la chica en su departamento; debía zafarse de esta incómoda situación de algún modo.

—No puedes ser tan ingenua con todo el mundo Zanahorias, especialmente con zorros, especialmente conmigo.

—¿Por qué estás a la defensiva? No es la gran cosa, ¿qué te preocupa tanto?

—No es eso, sólo que… no lo sé, sólo pienso que no está bien.

—¿A qué le tienes miedo? ¿Acaso roncas fuerte? ¿Eres sonámbulo? ¿Temes lastimarme?

—No es nada de eso, yo sólo no…

—O acaso es que —la lagomorfa bajó drásticamente ambas orejas—… ¿No quieres estar conmigo? ¿Te incomoda estar cerca de mí?

—Sí… bueno, no, ¡No! No de esa manera, eres chocosa y molesta, Pelusa, pero no es que no te quiera cerca de mí, es sólo que... no quiero causar molestias, ¿sí? Me sentiría más cómodo estando solo y creo que tú también.

—¡Para nada Nick, no serás ninguna molestia! Además, así me sentiría más tranquila, no quiero estar preocupada por ti si llegaste o no a tu casa, por favor, ¿acepta, sí? Sólo será una noche, te lo ruego, por favor. ¿Síiiiiii?

Judy vio a Nick con ojos suplicantes, con sus orejas aún caídas y sus patas sobre el antebrazo del chico, el vulpino no quería hacerlo, pero la mirada de la coneja fue suficiente para convencerlo, se apartó de ella y soltó un suspiro de resignación.

—Ok, de acuerdo, tú ganas Zanahorias…

—¡Sí! —respondió alegremente y dio un salto— En ese caso, ven y sígueme, ¡en marcha!

La coneja cambió de humor rápidamente y Nick sospechó que acababa de ser engañado, pero ya era tarde para retractarse, y admitía que una parte de él estaba feliz de estar más tiempo con ella. Judy tomó al cánido de la pata y lo jaló mientras caminaba rápido hacia su patrulla.

—Vamos Nick, rápido que el tiempo apremia.

—Hey, no me jales tan fuerte —suspiró desganado—, ¿por qué siento que me arrepentiré de hacer esto?

Y justamente ahora, Nick se lamentaba en no haberle dicho que no. Ya en el piso 13, el zorro subía con lentitud y cansancio los últimos escalones.

—Dulces moras, ya no puedo más —respiró con dificultad—… por favor, dime que ya llegamos.

—Ja, ja, ya estamos aquí, es la tercera puerta a la izquierda.

—¿La que tiene un tapete de bienvenida de zanahoria, Zanahorias? —Respiró con dificultad—. ¡Ay mis pulmones!

—Mejor guarda tu aliento, zorro llorón.

Ambos mamíferos se acercaron a dicho departamento y entraron enseguida. Judy caminó primero y dejó las llaves sobre un plato al lado de la entrada, mientras que un agotado vulpino la siguió detrás. Él abrió los ojos con pereza para ver el lugar donde pasaría la noche, sin embargo, no pasó ni un minuto antes de que Nick quedará sorprendido por lo que estaba viendo.

—Zanahorias… ¿este es tu departamento?

—Je, je —rió algo nerviosa—... Errr, sí, lamento que sea un "poquito" pequeño —acentuó la palabra haciendo un ademán con la pata—, pero creo que será suficiente para pasar la noche, ¿no?

—¿Un "poquito" pequeño? —La remedó sarcásticamente—. La oficina de la oveja esa era un palacio comparado con esto.

—Oye, a mí no me parece tan pequeño, fue lo mejor que pude conseguir que me quedara cerca de mi trabajo. Y lo menos caro —recalcó—.

—Pues te timaron Zanahorias, pero en fin, ¿supongo que aquí voy a dormir yo, no? —mencionó mientras inspeccionaba la pequeña cama— Ojalá tu cuarto no sea tan pequeño como el mío.

Judy río breve y repentinamente, cosa que no pasó desapercibida por Nick.

—Zanahorias —comentó con duda—… ¿No me digas que este es todo tu departamento?

—No, claro que no, ahí está la puerta del baño y el cuarto de servicios, dentro del baño claro y… y… y… la ventana da a un pequeño pasillo donde...

—Ok, es todo —suspiró—. Me voy.

El zorro se dio media vuelta y puso su pata sobre el picaporte hasta que la pata de Judy se posó sobre la suya.

—¡No, no, no, no, no, espera Nick, no te vayas! Por favor, quédate, no es tan malo como parece, créeme.

—¡Zanahorias, por favor! Si me quedo, ni tú ni yo vamos a poder dormir bien en esta, no te ofendas tesoro, en esta lata de sardinas. —Juntó ambas patas y la miró a los ojos—. No quiero ser grosero y agradezco tu hospitalidad, de verdad; pero tienes que aceptar que fue una mala idea. —Se separó de ella—. Lo mejor será que me vaya, tal vez aún alcance el último tren, así que nos vemos mañana, Pelusa.

—¡Nick! Ya estás aquí, así que por favor, quédate un poco más —le rogó; mira, yo soy muy pequeña, puedo dormir en el piso por hoy, ¿de acuerdo?

—Oye, en serio, es tu casa, no puedo aceptar que duermas en…

—¡Por favor Nick, por favor…! ¿Sí?

Otra vez ella puso esos ojos de borrego a medio morir, aunque ésta vez él notó la inusual coloración púrpura en ellos; Nick sabía que era vil chantaje emocional, él también podía hacerlo, pero por alguna razón no podía negársele inmediatamente. Además, algo más le intrigaba, ¿por qué Judy le insistía tanto en quedarse?

—¿Qué dices? —la chica sacó al zorro de sus pensamientos.

—Zanahorias, ¿por qué quieres que me quede contigo? No creas que me trago el cuento de que te preocupa mi seguridad. ¿Por qué Zanahorias, por qué?

—Claro que no Nick, en verdad me preocupas…

—Pero…

—Pero —dijo la chica mordiendo su labio inferior—, no lo sé, ¿de acuerdo? Es sólo que, no quiero que te vayas… no quiero estar sola, al menos no hoy.

Ahora Nick fue el que rió, pero no de nervios, sino de genuina naturalidad.

—Ay Zanahorias, ja, ja, ja.

—¿Qué? ¿Qué dije, de qué te ríes?

—Hey —dijo el zorro con una sonrisa de oreja a oreja—, si sólo querías dormir acompañada, sólo tenías que decírmelo, ¿sí? No tiene nada malo tener miedo a dormir sola.

—¿Espera, qué? —la coneja arqueó las cejas— Yo no, no me refiero a eso, ¡Soy una adulta, soy perfectamente capaz de dormir por mi cuenta!

—Ja, ja, claro, lo que digas bebé conejo. Si es el caso, está bien, me quedaré por ti. Todo sea por mi nueva amiga.

—¡No soy un bebé! —rezongó molesta— ¡Eso no fue lo que quise decir, yo…! —se calló cuando proceso las últimas palabras del zorro— Entonces, ¿si te vas a quedar?

—Sí, sí, tú ganas Orejas, me voy a quedar; pero si te tuerces la espalda, es tu problema, ¿de acuerdo?

—Ok, ok, sí, sí Nick, me alegra que hayas accedido.

Judy prefirió no discutir más, le molestaba que creyera que no podía estar sola, pero sería mejor no discutir antes de que el zorro cambiara de opinión. Aunque también era cierto que, por alguna razón fuera de su comprensión, ella quería tenerlo cerca ese día.

—Bien Nick, ahora, quítate la ropa.

El zorro abrió los ojos y arqueó las cejas con sorpresa.

—Oye, oye, Zanahorias —dijo en un tono coqueto—, pero primero invítame un café, o háblame más bonito.

—¿Qué? Yo no… ¡No me refiero a eso! —la coneja cubrió su boca con ambas patas— Yo… no bueno, ja-ja-jamás —empezó a tartamudear— ¡es decir! Q-q-qué te quites la ropa para dejarla en la lavandería.

—Ah, eso, ¿por qué no lo dijiste así antes para evitar malas interpretaciones? ¿En qué piensas, eh?

—N-no es lo que crees, ya te había dicho que tenía que ir a dejar mi ropa y la tuya en…

—Claro, claro, lo que tu digas, Pelusa.

Judy se dio la vuelta aún apenada y se dirigió a la puerta del baño, mientras, él se deshizo del nudo de su corbata y se desabotonó la camisa en un santiamén.

—En fin, aquí está el baño, puedes desvestirte aquí y aprovechar para… ayayaya… ¡NICK!

—¿Qué? —el zorro estaba con el abdomen descubierto y a punto de quitarse el pantalón.

—¡No dije que te desvistas enfrente de mí, soy una chica!

—¿Ah, en serio? Si no me dices no me entero...

—¡No te hagas el graciosito! Entra al baño, cierra la puerta y dame tu ropa.

—Oye, perdón, me dijiste que me desnudara con tanta naturalidad que no pensé que…

—¡Ahora! —bramó molesta y claramente apenada.

El cánido le entregó su camisa y corbata con una sonrisa pícara mientras la lagomorfa lo veía con una mirada seria y sin poder desaparecer un ligero rubor carmesí de sus pómulos, ella prácticamente le arrebató la ropa de las patas molesta mientras que Nick la seguía viendo con una mueca burlona. Sin prisa, el zorro entró al baño, cerró la puerta y en menos de un minuto la entreabrió entregándole sus pantalones y ropa interior.

—Gracias Nick —suspiró más tranquila—, mientras voy a dejar esto en la lavandería, no tardes que luego sigo yo, ¡ah! Por cierto, la derecha es el agua caliente, no preguntes por qué.

Se escuchó el sonido de agua cayendo desde la regadera. Judy tomó eso como un sí.

—No me tardo Nick.

—Tómate tu tiempo, Zanahorias, te prometo que no me iré de aquí —gritó dentro del baño.

La coneja sólo subió la mirada, se dio la vuelta y dejó su apartamento. Al bajar las escaleras, pensó que quizás no fue tan buena idea traer al zorro a su casa, aunque ya era tarde para retractarse.

Mientras, Nick frotaba su pelaje con sus dedos para que el agua penetrara mejor a su piel y lo humedeciera por completo; cuando creyó que era suficiente, sacó medio cuerpo de la ducha y buscó en las estrechas paredes del baño un poco de champú o jabón.

—¿Pero qué tenemos aquí? —tomó una botella de plástico naranja con verde y leyó la etiqueta— "Enjuague y acondicionador con fragancia de zanahorias intenso," ¿Por qué la obsesión con las zanahorias? ¿Todos los conejos son así o sólo ella? Bueno, espero que no le importe que olamos igual… o me quiera comer, je, je —rió para sí mientras se aplicaba el producto en su cabeza.


Al cabo de unos minutos, Judy regresó a su hogar portando un cambio de ropas temporal, pues también debía bañarse, esperaba que Nick ya hubiera terminado.

—Nick, ya regresé —anunció la coneja al mismo tiempo que abría el cerrojo— Nick, ¿Nick?

La presa entró y cerró la puerta por dentro. Al no ver a Nick, supuso que seguía en el baño e inmediatamente, se escuchó el sonido de unas bisagras oxidadas y al voltear, los ojos de Judy se abrieron de golpe.

—Hola, hola, Zanahorias. Ya terminé de asearme, ¿quién sigue?

—N-ni-ni… ¿¡Nick!?

Judy miró casi embobada como el cánido salía del estrecho marco del baño rodeado por vapor tibio y húmedo, su pelaje anaranjado estaba alborotado y parcialmente seco; él usaba sólo una toalla blanca amarrada a su cintura con un nudo al mismo tiempo que la sujetaba con una de sus patas.

La coneja se quedó pasmada al ver a un Nick completamente diferente, no se parecía en nada al vulpino que conocía; no hace mucho lo había visto sin camisa, y aunque estaba lejos de tener un físico marcado o envidiable, era demasiado delgado, alto y muy atractivo. Pero lo que más la impresionaba era la circunstancia donde un apuesto chico salía de su bañera en paños menores; o quizás era la incómoda idea de saber que, debajo de esa gruesa tela blanca, no tenía nada puesto. Absolutamente nada.

—¿Te gusta lo que ves, Pelusa? —rió mordazmente.

La incisiva sonrisa del vulpino la habían traído de vuelta a la realidad.

—¿Po-po-por qué sa-saliste de la bañera así? ¡estás prácticamente desnudo!

—Po-po-po-po-porque —la imitó sin reparo— te llevaste toda mi ropa, Zanahorias. Estaba esperando a que regresaras, ¿no tendrás unos pantalones para zorro en tu armario, verdad? Oh espera, ¿tienes armario? —se preguntó sarcásticamente.

—¡Rábanos! —maldijo mientras desviaba la mirada— ¡Lo olvidé por completo! Quizás tenga un poco de ropa en…

La coneja revisó rápidamente entre los cajones debajo de su cama buscando algo que prestarle al zorro, pero de la escasa ropa que encontró, toda era demasiado pequeña para el vulpino.

—Lo suponía. —Movió los hombros con pesadez—. Bueno, en ese caso, creo que dormiré así.

—¡No! —exclamó y volteó a verlo alarmada— ¿Estás loco? ¡Tenemos que buscarte algo que ponerte, no puedes pasar la noche así!

—¿Tenemos? Te recuerdo que tú fuiste la que me invitó aquí en primer lugar, pensé que ya tenías todo pensado.

—¡Oye! No es mi culpa, yo no —suspiro cansada—… como sea, no puedes estar así en mi departamento y pasar la noche sin nada puesto.

—Pues si es mucha molestia, puedo salir ahora y…

—¡Nick! Por favor, esto es serio, deja de fastidiarme un segundo.

El vulpino vio la nerviosa y aterrada expresión facial de la lagomorfa con algo de ternura y no pudo evitar sonreír; luego, suavizó su rostro para tratar de calmarla, se acercó a ella y se inclinó para poner sus ojos a la misma altura que losde ella.

—Hey, tranquilízate, no es la gran cosa, mira, ¿sólo va ser una noche, no? —mencionó con suma delicadeza—. Sólo vamos a dormir, mañana a primera hora te entregan mi ropa y listo, ¿no? Asunto arreglado.

—Pe…

—Pepepepe… pero nada, vamos Pelusa, no va a pasar nada, voy a estar acostado todo el tiempo.

—¡Pero sólo tienes una toalla! —bramó histérica— ¿Y si te mueves y se te desamarra en medio de la noche?

—Nah, no pienses en eso, te apuesto lo que quieras a que eso no pasará, mira —insistió sujetando el enorme trapo—… los zorros somos buenos haciendo nudos ¿sabes? —rió pícaramente— No tienes nada de que preo... Ay no...

—¿Qué demo...? ¡Nick, noooooo! AHHHHHHHHH…

La toalla que traía puesta cayó al piso, la coneja sólo alcanzó a ver las desnudas piernas del zorro hasta los muslos y gritó a todo pulmón con los párpados cerrados y muy apretados.

—¡Upsy! Lo lamento Zanahorias.

—¡No vi nada, no vi nada! ¡Lo juro! —decía aún muerta de vergüenza.

—Ok, ok, cálmate Pelusa —hizo un ruido raro, como si intentara aguantar la risa—, está bien, te creo.

—¿¡Lo ves!? —decía sin abrir los ojos— ¡Te dije que era una mala idea!

—Zanahorias…

—Hagamos de cuenta que esto no pasó.

—Zanahorias…

—Ahora, ponte la toalla, no la vuelvas a soltar y espera en el baño, iré a preguntarle a mis vecinos si alguno tiene algo de ropa que pueda prestarte y…

—¡Zanahorias! —gritó impaciente.

—¿¡Qué!?

—Abre los ojos.

—No hasta que regreses al baño y…

—Zanahorias, por favor, necesito que abras los ojos.

—No voy a…

—¡Maldición Pelusa, ábrelos ya!

—Mira Nick… yo no voy a… ¡argh! No puede… ser...

La coneja entreabrió los ojos y vio tirada la toalla en el piso, se alteró al creer que él seguía desnudo y, de los nervios, lo miró asustada (o más bien en dirección a su cintura) al mismo tiempo que trataba de taparse los ojos, pero lo que vio de reojo la hizo bajar sus brazos y mirar al zorro por completo.

—¿Qué? Pero… ¡Nicholas Wilde! —gritó furiosa, lanzando ambos puños con indignación.

La toalla que se le había caído "por accidente" al zorro seguía en el suelo, sin embargo, él estaba cubierto por un par de shorts cortísimos pero muy elásticos de color azul marino con las siglas "DPZ" bordadas con letras blancas, el cánido veía a la oficial de policía con una cínica sonrisa mientras que una molesta coneja lo asesinaba con la mirada.

—¡Es una treta, tesoro!

—¡Nick, eres un maldito…! ¡ush!

—Je, je, je… ¡auch!

La pequeña presa estaba roja del coraje y tenía una cara de pocos amigos, pasó de largo del sonriente depredador, no sin antes darle un tremendo puñetazo en el hombro. Después caminó rápidamente hacia la puerta de servicio con una mueca de fastidio y se metió azotando la puerta.

—Oye Pelusa, ¿no olvidas algo?

Judy salió casi inmediatamente del baño refunfuñando y regresó donde estaba Nick para recoger la única toalla que tenía, Nick la levantó del suelo y se la extendió.

—Gracias… —musitó apretando los dientes.

—Ya que estás aquí, ¿no tendrás de casualidad unos shorts más grandes? El elástico me está cortando la circulación y está algo ajustado, necesito espacio extra para mis…

—¡Vete al diablo Nick! —le gruñó fastidiada mientras le daba la espalda y regresaba igual o más molesta por donde vino.

El desvergonzado can sólo se mofó de ella en lo bajo, cubriendo cualquier sonido que saliera de su hocico, luego suspiró complacido.

—Te adoró Zanahorias, no sé como me soportas… no… no te merezco —mencionó cabizbajo.

El zorro tomó una de las almohadas de la cama, una frazada que sacó de uno de los cajones y se sentó en el piso, al lado del colchón de la coneja. Su orgullo no le permitía aceptar que ella durmiera incómoda después de todas las cosas que pasó hoy, además de que él ya estaba acostumbrado en dormir en cualquier lugar. Apoyó el cojín a la orilla de la cama, se cubrió con la delgada sábana y cerró los ojos. En menos de un minuto, el vulpino cayó presa del cansancio.


Casi media hora después, Judy había terminado de bañarse; para ese entonces, el coraje de la bromita de Nick ya se le había pasado, sobre todo cuando llegó a sus oídos la última sentencia del zorro donde admitía que no la merecía.

—«Torpe y bobo» —pensó.

La coneja salió vistiendo un conjunto que consistía en una corta blusa sin mangas y unos shorts negros de borde blanco, maldecía no tener una pijama más tradicional o que la cubriera más, pues seguramente el zorro se burlaría de ella. Al salir vio al vulpino durmiendo pacíficamente en el piso de la habitación, algo molesta porque Nick hizo de las suyas y no la dejó ceder su cama por hoy, pero también algo conmovida por la atención del zorro, por lo tierno y tranquilo que se veía durmiendo, llenando de baba su almohada.

—¿Te crees muy astuto, eh? Pues fíjate que no.

La coneja no permitiría que él se saliera con la suya, así que trató de cargar a Nick, aunque resultó más pesado de lo que estimó, pero no se rendiría. Aplicando un poco de fuerza, pero sin ser muy brusca para no despertarlo, tomó al cánido de los costados y lo levantó lo suficiente hasta recostar la mitad de su cuerpo en su pequeña cama. Hizo una pausa y se cercioró de que el cánido no hubiera despertado. Respiraba despacio y seguía babeando con la lengua de fuera, la lagomorfa reprimió el impulso de tomarle una foto.

Sin mayor esfuerzo, procedió a mover las caderas y piernas del chico mirando lo ajustado que se veían sus shorts de la academia de policía en el zorro. No mentía al decir que le faltaba espacio. Los había llenado muy bien.

—«No, no, no, ¡Contrólate Judy!» —se dijo a sí misma la chica— «¡No es momento de pensar en tonterías!»

Un ligero ronquido de parte del zorro la regresó a la realidad. La coneja enfocó su mirada en el aburrido tapiz de la pared y metió las patas del zorro por completo. Miró a su amigo de reojo y notó que su brazo y cabeza estaban saliéndose del borde del colchón, entonces se subió encima de la cama y del cuerpo de Nick para jalarlo dentro de la pequeña litera.

—Listo —dijo en voz baja—, creo que ya… ¡Mph! ¡MMMPPHHHHH!

Nick rodó mientras dormía y estiró su pata atrapando a la coneja entre sus brazos en un fuerte e inconsciente abrazo, tomando a Judy por sorpresa. Casi al instante comenzó a zangolotearse por el suave pero aprensivo agarre involuntario del zorro, intentó zafarse de él, pero entre la pared detrás de ella y el depredador, estaba atrapada.

—¡Nick! ¿Qué rayos haces? ¡Suéltame en este…!

La coneja se detuvo y se enmudeció al instante. Miró la cara del chico que estaba a sólo centímetros de la suya, notó que dormía y roncaba; aunque supuso que podía estar fingiendo, no podía asegurarlo, y pensó que si de verdad dormía y lo despertaba, se sorprendería si la viera en esa posición. La sola idea le ponía la cara colorada y optó por liberarse de una manera menos agresiva.

Trató de escabullirse entre sus brazos, pero él sólo la restregaba más y más hacía su pecho. La nariz de Judy terminó entre los casi inexistentes pectorales del chico, percibiendo de inmediato el aroma de zanahorias intensas en el pelaje del vulpino, así como otra fragancia más propia de Nick, un extrañamente relajante y embriagante almizcle de zorro.

—«¡No, no, no, no, no! ¡Tengo que alejarme de él ya antes de que me vuelva loca!» —gritaba con la voz de su cabeza y con la cara más roja que los solanum lycopersicum de la granja de sus padres.

La lagomorfa apartó su cara hacia otra dirección respirando aire fresco y haciendo una mueca de alivio, luego continuó tratando de liberarse del abrazo involuntario del cánido quién ahora frotaba la barbilla de su largo hocico sobre la cima de su cabeza, mientras la chica apretaba sus dientes para no gritar.

—¿Te diviertes, Pelusa? —dijo el cínico mamífero.

—N-N-N-Nick… ¡Nick! ¡Te voy a…!

La coneja refunfuñó molesta al oír una voz sinvergüenza que le indicaba que el zorro volvió a jugar con ella.

—¿Desde cuándo estás despierto?

—Desde que me cargaste y azotaste mi cabecita como un costal de papas.

—¿Y por qué no dijiste nada?

—Quería saber hasta dónde ibas a llegar por tu terquedad de hacerme dormir en tu angosto catre, Pelusa.

—¡Mira quién lo dice! Te dije que durmieras en mi cama e hiciste lo opuesto. ¿Llevarme la contra te hace feliz?

—Sí, al cien por ciento; pero ese no es el punto. Apenas y cabe mi cuerpo, además, no quería que durmieras incómoda por mí. Conociendo lo obstinada que eres, sabía que dirías que no.

—Y lo seguiré diciendo, y si no te importa, ¿podrías dejar de abrazarme para que pueda…?

—Wowowo, tranquila Zanahorias, te soltaré enseguida, pero prométeme que no bajarás de esta cama hasta que me hayas oído…

—¡Pero!

—Pepepe, prométemelo.

Ella lo miró algo desconfiada. No le gustaba sentirse condicionada y vulnerable por su posición actual, pero sólo quería acabar con eso pronto.

—Ok, tú ganas —suspiró derrotada— lo prometo.

La soltó enseguida, apoyó un codo en la cama y su cabeza en su pata, mirándola directamente.

—Creo que ambos queremos que el otro duerma en la cama y no estamos dispuestos a ceder, ¿cierto?

—Ajá. ¿Y qué propones? ¿Compartirla?

—Sí y no.

—¿Qué? —lo miró intrigada.

—Sería lo ideal, pero como la zanahorias aguafiestas que eres, seguro dirás que no...

—¡Oye! No…

—Hagamos un trato.

—¿Trato?

—El primero en dormirse, se la queda, ¿qué dices?

—Nick, es casi lo mismo que compartir la cama y no lo haré.

—Casi. —Alzó su índice—. Tú lo has dicho, Pelusa.

—¡Pero no podré dormir a tu lado!

—Velo de este modo: Si eso es cierto, me quedaré dormido y tú ganas. Si no, te dormirás y dejaré la cama sola para ti, ¿qué dices?

—Yo no —suspiró molesta—… bah, olvídalo. ¿Sólo tengo que esperar a que vuelvas a babear, no?

—Esa es la actitud… ¡oye!

Judy sólo rió en lo bajo, luego se recostó hocico arriba mientras el zorro hacía lo mismo. La presa cerró los ojos e intentó dormir, aunque sabía que era inútil, todo el cansancio y pesadez que tenía se fue al sólo pensar que había un mamífero bien parecido a su lado. ¿Pero qué le pasaba? ¿Por qué la ponía nerviosa? ¿Por qué pensaba de ello como si viera a Nick como algo más que un amigo? Ni si quiera era un conejo, ¡era un zorro! Y desde que entró a su vida y su departamento, no había dejado de fastidiarla; por su culpa estaba en esa situación incómoda, entonces ¿por qué?

Pese a todo, no podía dejar de pensar que el vulpino era un chico, y tampoco podía negar esa inexplicable atracción que sentía hacía él. Ese extraño hormigueo en la panza que recorrió su cuerpo cuando lo vio quitarse la camisa, o al hacerla creer que sólo tenía puesto una toalla y fingir que estaba desnudo, o al pegarse a su pecho y oler su fragancia; esa misma sensación de mariposas en el estómago la estaba sintiendo ahora, al estar cerca de él, tan cerca y haciendo algo que pese a no tener nada de malo era demasiado íntimo para su gusto. Quería dejar de sentir aquello, pero, lo peor de todo era que, una parte de ella no quería que se detuviera.

—¿Sigues despierta Pelusa?

—Sí…

—¡Demonios!

—Te lo dije, no puedo dormir contigo…

—¿Tan desagradable soy?

—¿Qué? No… no es eso… Bueno, sí, a veces eres desagradable y malo conmigo, pero esa no es la razón.

—Ja, ja —rió sarcásticamente—. ¿Y cuál es? ¿Es porque soy un zorro?

—Nick…

—Oye, dilo, ya estoy acostumbrado a ello, no creas que me ofende, de hecho yo no…

La chica colocó su pata en el hocico del zorro, callándolo enseguida. Luego volteó a verlo a los ojos mientras él la seguía con la mirada.

—Nick, aunque tenga poco de conocerte, ya vi como eres en realidad, aunque te hagas el rudo o el chico malo, sé que eres un animal noble y de buen corazón. No te hubiera invitado en primer lugar en mi departamento si no lo creyera.

—Ah… yo… este... bueno…

Ahora el vulpino fue el que se quedó sin palabras.

—Caray… no sé qué decir, no tengo un chiste o broma para eso.

—Je. Un "gracias Judy" estaría bien.

—Nah, creo que queda mejor un: "¿Qué tus padres no te enseñaron a no confiar en un zorro?"

—¡Ay mis padres! Si me vieran ahora, seguro les da un infarto.

El cánido notó el cambio de semblante, se había relajado un poco con él, pero al recordar a sus padres, las patas de la coneja se agitaron nerviosamente.

—¿Por eso no puedes dormir? ¿Temes que tus padres entren en cualquier momento por esa puerta y vean a su hijita con un sucio depredador?

—¡Cielos Nick! No seas exagerado, ¡y no me des ideas! —un escalofrío recorrió su cuerpo de sólo pensar esa disparatada posibilidad— Brrrr… Ya te dije que no tengo problema con tu especie, bueno, en realidad…

—¿Qué? Dímelo

—No, pensarás que es tonto, y te burlaras de mí.

—Me burlare de ti lo que me reste de vida, Zanahorias, pero si no quieres decirme, ¿qué remedio?

Hubo una pausa y Nick estuvo por voltearse para dormir hasta que una vocecita se lo impidió.

—Es por qué eres un chico.

Hubo un silencio incómodo por un momento. Judy miró con algo de timidez al vulpino, luego rompió el hielo de la manera menos oportuna.

—Ja, ja, ja… perdón, resistí lo más que pude… ja, ja, ja.

—Púdrete Nick —se dio la vuelta molesta.

—Oye, oye, no te esponjes Cola Esponjosa —la sacudió del hombro, pero luego la soltó enseguida un poco asustado y apartando la vista de su espalda—… errrr, Zanahorias, dije Zanahorias. No me burlo de ti, bueno, un poco, pero me parece más gracioso e irónico la idea de que no me temas por ser un depredador, o por ser un zorro. De hecho, me parece genial que me veas como un chico más, y no por mis otras cualidades… o defectos, mejor dicho.

La coneja se volteo a verlo, un poco conmovida por sus palabras.

—Ay Nick…

—Aunque si te soy honesto, también me da gracia que te asuste tener a un chico cerca cuando de seguro ya has tenido bastante experiencia con muchos conejos, ¿o me equivoco? —sonrió taimado.

La coneja soltó un feroz gancho al hígado del can por su inoportuna y ofensiva aseveración.

—¡Ay, ay, ay! Ok, perdón, ahora sí me excedí… me lo merezco… ¡Ay! ¡Pero pegas como mula! —se sobó los costados.

—¡Óyeme! ¿¡Quién te crees que soy!? —le gritó furiosa— Te quejas de tus estereotipos y tú me tomas por una cualquiera, ¡No todos los conejos somos así para que te lo sepas!

—¡Yo tampoco te veo como una coneja, sino como una chica! —le gritó impulsado más por el dolor de su costado—… lo, lo siento. Quizás exageré en cantidad, pero me sorprende que seas tan tímida por algo tan insignificante como esto, si de seguro ya has tenido un novio con el que hiciste "cuchi-cuchi" o cosas peores.

—¡Pues tampoco he hecho "cuchi-cuchi" para tu informa…! ¡Mph!

Judy se tapó la boca de golpe como si hubiera revelado un gran secreto, cerró los ojos esperando las burlas de Nick, pero estas jamás llegaron. Abrió un ojo expectante, pero para su sorpresa, él la miraba, no con una cara de burla, sino con una de genuina incredulidad.

—¿No vas a reírte de mí?

—Me encantaría, pero no, no me sale… quizás, mi curiosidad puede más conmigo, ¿es en serio? ¿Tú jamás has hecho… bueno… eso? ¿Nunca has tenido novio o qué?

—¡Claro que he tenido novio! Tuve un par de ellos en mi adolescencia y uno más de adulta, ¡pero nunca hice nada de eso con ellos!

—¿Nada de nada? ¿Ni siquiera un besito? —arqueó las cejas— ¿Pues que hacían dos conejos en edad de merecer?

—¡Óyeme, tampoco soy una monja! Claro que nos dimos besitos, caricias y… algo más, ¡hasta llegamos a tercera base! —confesó con cierto orgullo que hizo a Nick mirarla asombrado—. Pero no más que eso, yo no lo permití porque mi sueño de ser policía era… ¿qué? ¿qué dije? ¡Ahora porque te ríes!

—Uy… tercera base. —La codeó con un tono morboso—. ¡Qué picarona!

—¡Ay, pero qué boba soy! —Se cubrió el rostro con ambas patas apenada.

—Nah, no te avergüences Pelusa, al menos tú llegaste más lejos que yo… a mí me abofetearon, es decir, me poncharon antes de tocar segunda base… bueno, de hecho me poncharon duro en la segunda base, —afirmó poniendo una cara de satisfacción— suponiendo que aún hablamos de béisbol...

—¿Qué dices? ¿Segunda base? Un momento... ¡¿No me digas que tú también eres… ?!

—No lo digas. —La miró serio.

—Dulces galletas con queso, ¡¿Eres virgen?! —gritó asombrada— Pppffff, ¡ja, ja, ja, ja!

La espontánea risita de la coneja hizo que Nick pusiera una cara larga y plasmara una mueca de fastidio por primera vez desde que llegó a su departamento.

—Casto, se dice casto, Oficial Hopps —musitó entre dientes claramente molesto.

—Yo, ja, ja, bueno, no me río de eso, ja, ja… —Intentó conservar la compostura—. Es que suena tan, ja, ja, es que eres tan… tan grande y extrovertido que no… que no me la creo ja, ja.

—Una virgen burlándose de un casto. Que mal chiste Hopps.

—Ja… Ok, ya perdón, me tomó por sorpresa, es que no… no lo creo, no viniendo de ti.

—¿Por qué es difícil de creer? ¿Por qué te ríes si estás igual que yo?

—Técnicamente, llegué más lejos que tú…

—Oh, la voz de la experiencia —refunfuñó molesto.

—Hey, lo siento yo no… olvidé que es un tema muy delicado para los machos, no quise herir tu —resistió las ganas de reír— sensibilidad.

—¿Delicado? ¿Se-sensibilidad? ¡Claro que no!

—Bueno, ya, lo lamento; mejor dime… ¿Por qué tú no…?

—Olvídalo Zanahorias —bramó humillado—, no lo entenderías, es cosa de zorros, una coneja no lo comprendería…

—Oh vamos, pruébame. Te prometo que no me reiré, lo anterior me tomó por sorpresa. ¿Qué dices Nick?

El vulpino permanecía de brazos cruzados un poco molesto y con el orgullo herido, pero después de unos segundos, se suavizó un poco; quizás era justo después de todas las bromitas que le hizo a Judy desde que llegó, así que suspiró y separó ambas patas, aunque no lo convencía del todo contarle algo tan personal.

—Meh, tienes razón, creo que te lo debo —exhaló resignado y continúo—. Verás Zanahorias, pese a la creencia popular, los zorros somos leales por naturaleza, al menos con nuestras parejas y, no te ofendas, pero no estamos como ustedes los conejos saltando de cama en cama.

—¡Claro que me ofende! Pero entiendo tu punto, tengo varios primos y primas loquitos por ahí… y mis padres… —Abrió los ojos sorprendida—. Uff, ni se diga...

—El punto es que somos un poco más tradicionales o selectivos en ese asunto, e irónicamente, encontrar a otro mamífero de tu confianza es difícil para un zorro, en especial para un sucio estafador como yo.

—Oh Nick, no digas eso.

La coneja acercó inconscientemente su pata a la del zorro, el vulpino se sobresaltó un poco, pero, no le tomó más importancia.

—Pero es cierto, Pelusa. En mi trabajo y mi estilo de vida no hay espacio para amistades o el amor, por eso siempre me he encargado de permanecer lo más alejado de otros mamíferos.

—¿Por eso no quieres a nadie cerca de ti? ¿Por qué temes ser… lastimado?

—Suena muy gay si lo dices así, pero sí, básicamente.

—Hey, no tiene nada de malo sincerarse.

—¿Para qué? ¿Para que me tengan lástima?

—No, para tratar de comprenderte mejor, la verdad, ahora me siento tonta por reírme de ti, no tenía idea, créeme.

—Nah, no tiene importancia, ya olvídalo.

—Es que no sabía nada de eso, es decir, tú eres, tan, tan pícaro, bromista, fluido al hablar, confiado y tan seguro de ti mismo, no pensé que tú estuvieras tan…

—¿Solo?

—Dolido.

El vulpino se calló enseguida, y con más razón al sentir una tersa patita de conejo acariciando sus pómulos con parsimonia y mesura. Sintió un extraño hormigueo en su abdomen y trató de evadir el tema.

—Oye, tampoco soy una flor delicada, no necesito esa compasión de tu parte, Zanahorias

—No me malentiendas Nick, no es eso, yo… estaba tan equivocada en muchas cosas, sobre tu especie, sobre ti. Quisiera… me gustaría hacer un poco más por ti…

—Feh, si serás una coneja torpe.

—¡Oye!

—Ya has hecho demasiado por mí.

—¿Qué?

—Confiaste en mí pese a lo mal que te traté, creíste en mí cuando el resto de los mamíferos ya se habían rendido conmigo y hasta me dejaste pasar la noche en tu departamento. ¡A mí! ¡Qué soy un zorro de entre todas las cosas! Y uno muy malo y de mi calaña…

—Nick… —Intentó interrumpirlo en vano.

—Y por si fuera poco Zanahorias, tú… tú… —Miró sus ojos amatistas, con una mezcla de gratitud y culpa— Me salvaste la vida. —Alcanzó su pequeña pata y la entrelazó con su enorme zarpa, dejando a la coneja perpleja—. Y no —masculló con algo de vergüenza—, no sólo me refiero a lo que pasó en Tujungla. Cambiaste mi mundo por completo Pelusa. Eso —balbuceó con dificultad— es mucho más de lo que merece un zonzo y torpe zorro como yo.

Nick apartó su pata de ella e inclinó su cabeza, intentado cortar cualquier contacto visual. Había algo más que quería decirle a ella, dos simples palabras que su orgullo y su temor por mostrar emociones se lo impedía; entonces, antes de que él se apartara de su lado, una rápida bola de pelos se pegó como un imán a su pecho.

Él no supo cómo reaccionar, se quedó inmóvil unos segundos, anonadado por la muestra de afecto más grande que había recibido en años; el abrazo falso que le dio a ella minutos atrás era un chiste comparado con el embrace sincero y tierno de la conejita le brindó. No tardó mucho en prensar a la lagomorfa entre sus largos brazos y la oprimió contra su cuerpo con fuerza, en un intento por impregnar el mismo afecto que ella le daba a él.

—No le había dicho esto a nadie en mucho tiempo pero… gracias… gracias Zana… diga, gracias Judy.

—Hump. —Suspiró complacida—. De nada Nick.

Continuaron abrazados un rato más hasta que lentamente se separaron con algo de pesadez, luego se vieron a los ojos y no pudieron evitar sonreír mutuamente. Se miraron unos segundos y quedaron atrapados en la mirada del otro.

La enorme sonrisa desapareció del rostro de la coneja y dibujó un gesto más discreto, mientras que él no pudo evitar mantener esa astuta mueca; se atrevió a alzar su pata y tocar con un dedo el mentón de la chica. Judy se acercó sin prisa e inconscientemente al rostro de Nick, él lo notó al instante, pero no hizo nada para detenerla, de hecho, se inclinó y le facilitó el trabajo, en el fondo, el cánido la deseaba tanto como ella a él.

Sin más tiempo que perder, la coneja y el zorro se besaron.


Notas del autor:

Bien, ¿qué les pareció? ojalá sea un gran inicio y los preparé muy bien para el siguiente capítulo, causante de la clasificación para adulto de este fic. Les estaré muy agradecido si gustan dejarme algún comentario, observación o hasta insulto de lo que han leído.

¡Hasta la próxima semana (si la vida lo permite) amigüitos!

Créditos: La primera imagen fue hecha por sprinkah y stormspike.

Gracias a AnnairaGM por las correcciones.