Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son propiedad de Rumiko Takahashi. Por el contrario, la trama es completamente mía.
Aviso especial: Este short-fic (quizás tres o cuatro capítulos) está dedicado por completo, a la Gran Dmonisa, mi amore, mío de mí! Es mi regalo especial por su cumpleaños que fue hace unos días. ¡Feliz cumpleaños, amore! Espero te guste esta pequeña y erótica historia(?).
Advertencias: En la siguiente historia se presentaran escenas sexuales, se sugiere que antes de comenzar la lectura se cuente con un novio, marido, amante o vibrador a mano. Mi persona no se hace responsable si luego no pueden controlar las altas temperaturas.
Efervescente pasión.
Una pasión desenfrenada nació entre ellos antes de siquiera saber sus nombres.
Sus primeros encuentros solo podrían definirse como salvajes; al estar juntos era como presenciar el mismo monte Vesubio en erupción. Fuego, deseo, ardiente atracción, eso era lo que existía entre ellos.
Capítulo 1
Era la despedida de soltera de su mejor amiga y Rin no podía evitar sentirse un poco mal, no es que estuviese triste, de hecho le emocionaba bastante que su amiga se casara con el hombre que amaba, pero no podía evitar estar con un ligero mal humor.
Se decidió hacer la despedida en un club con el fin de divertirse y pasar el rato, pasando de lo usual que era reunirse en algún departamento y alquilar algún stripper para alegrar la noche, habían decidido reservar en un club, pero de haber sabido que se pasarían la noche entera burlándose de ella habría votado por el stripper, es más lo hubiese buscado ella misma.
Sus amigas habían comenzado a divertirse a costa de ella, y ¿cuál era el motivo? Su virginidad. Ellas no dejaban de decir que era muy tonta o muy inocente como para seguir virgen a su edad, porque siendo honestos ¿qué chica llegaba a sus veinticuatro años siendo virgen? Obviamente no sería ella la única, pero la verdad habían muy pocas, como acababa de decir Sango, era como una especie de unicornio.
Y, de acuerdo, no resultaba mal ser un unicornio, pero tampoco era agradable que tomaran eso para molestarla. No, no estaba mal ser un unicornio, pero quisiera tener alguna amiga que también lo fuera.
Con la idea de pasar el mal rato y llevar la conversación de mejor manera, se dedicó a tomar para así buscarle el lado divertido que sus amigas veían sin dificultad, y funcionó, al menos durante el resto de tiempo que duró la reunión. Una vez se despidieron, ella no quiso volver a casa y con la excusa de que esperaría un taxi se quedó en el bar. Sango se ofreció a llevarla a casa al igual que al resto, pero ella se negó diciendo que no era necesario el desvio.
Sin haber llamado a ningún taxi y una vez sus amigas se marcharon, se dirigió hasta la barra y pidió un trago. El bartender la vio con duda y le pidió identificación. Aquello era el colmo, pensó.
—¿Te parece que soy suficientemente adulta, nene? —fue lo que le dijo al mostrarle la identificación, el chico la miró sorprendido y se ocupó de servirle el trago.
Suspiró luego de que el bartender se alejase, allí iba su pésimo intento de coqueteo. Esa era quizás la razón de seguir virgen, por no saber cómo llevarse con los chicos, y su cara de niña no ayudaba para nada, para algunos resultaba una adolescente y eso los alejaba; y por supuesto para su mala suerte si alguno llegaba a interesarse eran de esos chicos que andan de interesados tras cualquiera y lo peor, ya teniendo pareja. Ella no estaba tan necesitada como para acostarse con alguno de esos hombres, porque sabía muy bien que no valían la pena.
Se despabilo un poco y echó una mirada a su alrededor, ella había decidido quedarse con un solo objetivo, buscar a un hombre y acostarse con él. Cualquiera diría que era el alcohol quien pensaba por ella, pero la verdad era que solo le había dado la libertad de actuar como quería, y sin lugar a dudas se sentía dentro de sus cinco sentidos.
Los dos chicos a su lado estaban descartados porque parecían más interesados en ellos que en alguna chica, se dio vuelta en el banco y observó a todos en el lugar, en la pista de baile habían muchas parejas, se preguntó si irían juntos o si se conocerían esa misma noche, ¿por qué su mente pensaba en esas cosas? Quizás el alcohol si le estaba afectando un poco. Se decidió a volver a su inspección.
Detalló a todos los hombres que veía solos, algunos parecían estar allí para desestresarse de problemas del trabajo o familiares, se les veía sumidos en sí mismos, definitivamente no eran los hombres que buscaba.
Justo cuando pensaba que ya no encontraría a nadie que le resultase llamativo pudo enfocar a un hombre al final de la barra, lo observó por unos momentos, no bebía como si estuviese desesperado, y detallaba como si estuviese aburrido de estar allí. Tomando su trago se levantó del banco y se dirigió hasta donde estaba el hombre, por suerte había un lugar libre a su lado; antes de decidirse a hablarle se fijó en sus manos, debía asegurarse de que no llevaba marca de anillo, para su dicha no la tenía.
Era un hombre sumamente atractivo y mantenía un semblante muy serio.
—¿Estas esperando a alguien? —se atrevió a preguntarle. Él habló sin dedicarle una mirada.
—Te has tardado un poco en hacer la pregunta, la mayoría suelen comenzar a hablar antes de sentarse —fue ese el comentario que salió de los labios masculinos.
A ella le sorprendió un poco, y decepcionó, eso quería decir que ya había recibido invitaciones antes y por lo que decía las había rechazado, eso la dejaba en obvia desventaja, si había rechazado a otras mujeres que podían ser más hermosas que ella, a ella aún más rápido. Se reprochó el echó de escoger a alguien como él, pero se dijo que si había llegado hasta allí debía seguir hasta terminarlo, pero de algo estaba segura, si él la rechazaba se iría a casa, no pensaba hacer el ridículo dos veces en una noche.
—Debía asegurarme de que no tuvieses un anillo —dijo serena, después de todo esa era la verdad, lo mejor era ser sincera. El hombre en ese momento se volvió un poco para verla.
—¿Qué? ¿Eso causaría alguna diferencia?
—Claro, no me acostaría con alguien con pareja.
—Que no tenga anillo, no te asegura que no tenga pareja.
—Tienes razón, pero hay otras cosas, tu porte y actitud. Creo que definitivamente no tienes pareja o ya lo hubieses dicho, pareces un hombre directo y sincero.
—¿Me has analizado acaso?
—Es solo una opinión, bien puedo estar equivocaba ¿lo estoy? —terminó preguntando y al no recibir respuesta siguió hablando—. No me parece que seas el tipo de hombre que suele frecuentar un bar como este, y no pareces estar a gusto, más bien pareces aburrido. Quizás has llegado de un viaje y por alguna razón no quieres llegar a casa, o debías encontrarte con alguien y no has querido hacerlo, y por eso viniste a pasar las horas aquí.
El hombre la observaba con suspicacia, sin decir una palabra. Ella siempre había sido una habladora por naturaleza, las palabras salían de sus labios y ya nada podía hacer.
Ya en ese momento estaba segura de que él la rechazaría, y resultaba fatal porque de verdad era muy atractivo, pero ¿quién se acostaría con alguien que lo primero que hacía era un análisis de su comportamiento?
—Bueno —habló expresando sus pensamientos en voz alta—, solo había pensado que quizás ambos podríamos dejar de aburrirnos y pasar una noche agradable, pero en fin, lamento haberte molestado.
En lugar de alejarse del hombre solo se dispuso a tomar su teléfono y pedir un taxi a través de la aplicación correspondiente, en breve recibió una notificación, el taxi tardaría veinte minutos en llegar, al saber eso pidió otro trago.
Su mejor amiga, Kagome, le había enviado un mensaje para asegurarse de que hubiese llegado bien, justo cuando iba a responderle escuchó la voz del hombre.
—¿No piensas irte? —ella se volvió a verlo ante esa pregunta tan cortante.
—Ya pedí un taxi, esperare que llegue.
—¿No buscarás a alguien más?
—¿Otro hombre, dices? No, eres el único que me pareció que valía la pena —respondió con sinceridad, ella creía que para acostarse con un hombre este debía resultar al menos interesante o que tuviese algo realmente bueno que ofrecer, porque si, bien podía escoger a cualquier otro idiota y seguro estaría dispuesto a tener sexo, pero para escoger a un idiota mejor regresaba a casa y recurría a su amigo, que la esperaba fiel y siempre preparado—. Y si no te molesta, esperare aquí, así quizás te salves de que llegue otra chica a intentar seducirte — añadió y le guiñó un ojo, luego volvió su atención al teléfono.
Sus amigas habían comenzado a escribir por el grupo que tenían al ella no haber respondido los mensajes anteriores. Kagome era quien parecía estar más preocupada, pero Sango la calmaba al decirle que si su última conexión fue hace unos minutos debía estar bien, y solo no quería responder porque había bebido demasiado, cuando ya iba a escribirles se vio de nuevo interrumpida.
—¿Qué tal, nena? —un chico de unos veintitantos se acercó para hablarle—. He escuchado que buscas alguien para pasar una noche agradable, y si este tipo no está interesado yo me ofrezco de voluntario.
Ella le dedicó una mirada al muchacho y le resulto completamente desagradable, primero por como llegaba a hablarle, el tono de voz e incluso como vestía era terrible, muy lejos del hombre maduro que estaba sentado a su lado.
—No he pedido voluntarios, y no estoy interesada. —En ese momento el muchacho la tomó del codo con la intención de levantarla del banco.
—Pasaremos un buen rato, te lo aseguro —se buscaba recostar a ella para que sintiese su erección, era repulsivo.
—La señorita te ha dicho que no está interesada, así que déjala —la voz profunda del hombre llegó como una brisa helada.
—Tu cállate, si no vas a disfrutar de este encanto deja que otro lo haga —seguía sujetándola del brazo por mucho que ella intentaba soltarse.
—Si ella se ofreció a mí, entonces es mía, y no tienes ningún derecho a tocarla —con una agilidad casi sobrehumana la apartó de los brazos del muchacho y la mantuvo presa entre los de él, ella se sintió extrañamente protegida y a gusto, aun cuando era un total desconocido.
En ese momento se acercó el bartender a preguntar que sucedía. El hombre que ahora la sostenía fue quien se ocupó de responder, cuando el chico del bar le preguntó a ella solo pudo afirmar con la cabeza y lo siguiente que vio fue como entre dos vigilantes se llevaban a quien la había molestado.
Luego de reaccionar y al recordar el comentario que él había hecho se separó de su lado.
—Yo no me ofrecí a ti, me haces ver como una cualquiera.
El hombre la vio extrañado, quizás no esperaba esa respuesta.
—¿No lo hiciste?
—No —chilló indignada—. Solo te sugería algo, y tú ya te ocupaste de rechazarlo —hablaba al momento que buscaba en su bolso el dinero para pagar su cuenta, al tenerlo lo dejó sobre la barra—. Gracias por defenderme de ese sujeto, que tengas buenas noches.
Y sin más se dio media vuelta para encaminarse a la salida, por mucho aquella no había sido su noche y estaba segura de que no volvería a intentar coquetear con alguien más hasta que… no, jamás volvería a hacer eso.
Vio la hora en el teléfono, aún quedaban diez minutos para que llegara su taxi, por un momento se debatió si debía esperarlo o no en la calle, con lo que le acababa de pasar no le parecía muy prudente, de modo que antes de llegar a la salida se desvió para ir hasta el baño, allí estaría segura hasta que pudiese irse.
Justo antes de llegar alguien la tomó del brazo y la arrastró hasta acorralarla contra la pared, por un momento pensó que sería el sujeto que había intentado llevársela en la barra, pero se sorprendió al ver cómo era el hombre con quien había hablado.
—Yo nunca rechacé tu sugerencia —habló él con voz ronca, parecía casi molesto y no lo entendía.
—¿Qué? —fue lo que logró articular, la cercanía de su cuerpo le aceleraba el pulso y la respiración y estaba segura que no era por miedo.
—En ningún momento dije que no quería acostarme contigo.
—Parecías completamente desinteresado.
—No es así, en lo absoluto —él se acercó un poco más y ella por un segundo se olvidó de respirar.
—¿Quieres acostarte conmigo, entonces? —se atrevió a preguntar, no quería sonar desesperada, como quizás parecía, pero quería estar segura.
El hombre en lugar de decir algo se separó de ella y tomándola de la muñeca se dirigió a la salida, ella lo agradeció de cierta forma, al no tenerlo cerca podía volver respirar con normalidad. No sabía lo que le pasaba, nunca antes le había pasado con nadie.
—Será mejor que canceles tu taxi, no lo necesitaras hasta mañana —y con esa promesa la atrajo hacia él y se atrevió a besarla.
Se desconectó del mundo por un instante con ese beso ¡Dios! No creía que podía llegar a tal alboroto general por un beso, es decir, ya había besado antes y nunca había sentido tal cosa, como si todo su cuerpo sintiese ese beso. Al menos de algo estaba segura, no se había equivocado al escoger a ese hombre.
Salieron del bar y él la llevó hasta su auto, luego de abrirle la puerta para que subiera él dio la vuelta para tomar el volante. Una vez arrancó el coche ella se preguntó si debía o no escribirle a sus amigas, terminó descartando la idea porque no quería mentirles pero tampoco podía decirles que iba en el auto de un desconocido rumbo a un hotel, no, eso no estaba bien, ya cuando las volviese a ver el día siguiente les contaría todo, o casi todo.
El trayecto hasta el hotel más cercano no les tomó mucho tiempo, al llegar fue él quien pidió la habitación y dio el pago.
Rin estaba nerviosa, ni siquiera el alcohol que había tomado era capaz de evitar que se sintiese así, sus amigas siempre le habían dicho que tenía una resistencia un tanto envidiable, ya que por más que tomase ella nunca disminuía su agudeza, y claro nunca se había dado el caso de llegar a beber tanto como para olvidar las cosas que había hecho, y aquella noche era obvio que no quería olvidar lo que iba a pasar. Además de estar nerviosa sentía una gran anticipación por cómo podría resultar todo.
Fue él quien la guió hasta la habitación, una vez allí ella se dijo que ya no había manera de retractarse, así que se armó de valor y como si fuese una chica experta comenzó a desvestirse.
—No lo hagas —escuchó la voz de él cuando ya comenzaba a desabrocharse el pantalón—. Quiero ser yo quien te quite todo.
Ella tragó fuerte y cada vello de su cuerpo se erizó ante la expectativa. Él se acercó a ella, como lo haría un depredador con su presa y la empujó hasta dejarla sentada en la cama ella se apoyó en los codos.
—Ni siquiera sabemos nuestros nombres —comentó él de pronto.
—¿Son necesarios?
Él pareció estar de acuerdo porque no dijo nada más, se inclinó hacia ella y comenzó a besarle el cuello y mandíbula. Las manos de él recorrieron su cuerpo como nadie lo había hecho, le levantó la blusa y acarició la cintura ascendiendo con lentitud, dejo de besarla para quitarle la prenda, y aunque en ese momento ella debió sentirse avergonzada no fue así. Por alguna razón se sentía bien al mostrarse ante él, era extraño pero así era. Quizás era por la mirada que él le ofrecía, no era una mirada llena de simple lujuria o perversidad, no, era una que le transmitía pasión y deseo, como si disfrutase ver lo que veía, y eso le daba a ella cierta valentía, el sentirse deseada por un hombre como él era gratificante, dichoso.
El resto de su ropa fue retirada con deliciosa pausa, él se detenía con estrategia para darle besos o caricias en puntos sensibles. Ella motivada por la excitación llevó su manos al pecho de él y comenzó a desabrochar la camisa al momento que se disponía a dejar besos en su cuello, si él podía hacerlo, ella también ¿no?
Rin iba acariciando cada zona que iba quedando al descubierto hasta llegar al borde del pantalón, lo desabrochó y bajó la cremallera, casi al instante el turgente miembro, aun preso por el bóxer, quiso salir.
El hombre estaba besando sus pechos y con una de sus manos ya le recorría la entrepierna, ella se removió inquieta y él la hizo quedarse inmóvil. Rin prosiguió a recorrer el torso masculino, buscaba quitarle la camisa ya que deseaba poder explorarlo por completo de modo que lo instó a que se apresurara a quitársela, no sabía que podía llegar a ser tan desesperaba, pero él encendió algo dentro de ella.
Él se apartó de ella para quitarse la camisa y dejar que sus pantalones cayeran al suelo, más atrás le siguió la ropa interior, estaba completamente desnudo ante ella y ¡Oh, por Dios! Era la personificación de un Adonis, todo su cuerpo perfectamente esculpido. Por un momento se sintió diminuta ante tal espécimen.
Lo vio con la intención de acercarse y se detuvo un instante antes de llegar a ella, tomó sus pantalones y sacó algo de su billetera, pronto se dio cuenta que era un preservativo. Un hombre inteligente, pensó, debía admitir que estaba tan fascinada que había olvidado por completo la protección, al menos él aún se mantenía lo suficientemente controlado para hacerlo y eso le daba otro punto a favor. Inteligente, atractivo, alto y de carácter fuerte, en definitiva era como su hombre soñado.
Cuando terminó de colocarse el condón se acercó de nuevo a ella y la miraba de aquella manera que le hacía sentir electricidad por todo el cuerpo. Lo tenía sobre ella, tan cerca que podía olerlo, su cuerpo desprendía un olor entre canela y algo deliciosamente picante. El aliento de él le rozaba el cuello y luego la besó con ímpetu y volvió a degustar ese sabor mentolado aun con rastros del trago que él tomaba. Sus lenguas danzaron, demandantes.
Rin se separó del besó y gimió arqueando su cuerpo cuando dos dedos intrusos se ubicaron en su interior, estos se movieron ágilmente haciéndola estremecer por completo. Buscando un poco de igualdad dirigió una de sus manos hasta el miembro masculino que no dejaba de rozar sus muslos y lo apretó ligeramente para después ofrecerle movimientos circulares, lo escuchó gruñir en su oído entonces supo que estaban a mano, y se sintió orgullosa, él parecía complacido.
El preámbulo no duró mucho más, su compañero la tomó por la cintura y la hizo quedar en el centro de la cama, él manteniéndose sobre su cuerpo, ella, anticipándose, abrió las piernas para permitir que él se acomodase. Sintió el turgente miembro rozar su entrada y entonces lo que hizo fue colocar los brazos alrededor del cuello masculino, sujetándolo como si fuese su ancla.
Él la tomó apretándole las nalgas y la levantó de la cama. Entonces pasó, la penetró. De una sola embestida la llenó por completo. Rin gimió y se mordió los labios, se sentía ahogada de excitación. Por un momento él se quedó inmóvil, sólo allí, llenándola.
—¿Qué…? —la pregunta quedó incompleta cuando él comenzó a moverse.
Con una lentitud abrumadora él se retiró, sin hacerlo por completo, y luego volvía a empujar hasta lo más profundo. Repitió la acción varias veces y casi podía asegurar que en cada penetración él se hundía más y más, si es que eso podía ser posible. Lo sentía tan dentro de ella que creería que se volvería loca, pero no lograba llegar. Los lentos movimientos solo alargaban la dulce tortura.
—Por favor… —suplicó con la voz estrangulada por la pasión.
—¿Por favor, que? ¿Qué quieres? —preguntó él al detenerse, dejando su pene justo en la entrada.
¿De verdad quería que lo dijera? Ya era mucho para ella llegar a ese punto con un hombre, y ahora ¿él quería que le dijera que la llevara al orgasmo? No sabía si llorar o reír, y no sabía si hacerlo por frustración o vergüenza. Él, en espera de su respuesta, le apretó el clítoris entre sus dedos. Todo su cuerpo templo, pero ¡no era lo que quería!
Se armó de valor y le apretó el cabello con las manos, tomando impulso para levantarse y pegar más sus cuerpos, se mordió los labios antes de hablar.
—Te quiero dentro. Más rápido —le susurró al oído, y al terminar la frase lamió la oreja de él. No supo que la llevó a eso, solo le provocó hacerlo, se sentía tan excitada que no podía pensar con claridad, y su cuerpo pedía a gritos un alivio.
Y él lo hizo, volvió a penetrarla y ahora comenzó a embestirla rápidamente. Se dejó caer de nuevo en la cama sin dejar de abrazarlo, él buscó la manera de besarle el cuello y bajar hasta los pechos, tomó un pezón entre sus dientes y una corriente eléctrica la recorrió desde allí hasta lo más profundo de su interior, hasta ese punto donde ambos cuerpos se unían.
Su compañero siguió embistiéndola, y cuando ya casi podía sentir el orgasmo, él se detuvo. Un sollozo salió de sus labios, ¡estaba tan cerca! Antes siquiera de poder reprocharle algo, él se acercó y le lamió el oído y le susurró algo que no pudo comprender, y en ese instante la embistió con mucha más fuerza, arrastrándola finalmente al orgasmo. Gimió mientras todo su cuerpo se estremecía de placer, y él seguía arremetiendo, extendiendo ese clímax al máximo.
Lo escuchó soltar un gruñido desde lo profundo de la garganta y fue cuando se detuvo quedándose en su interior, podía sentir el palpitante miembro en lo más hondo, siendo apretado por su interior que se negaba a liberarlo. El hombre se dejó caer sobre ella, cuidando de no aplastarla por completo.
No sabía que se podía llegar a experimentar tal placer, el orgasmo había sido arrasador y tan asfixiante, de la buena manera. Nunca antes lo había sentido de aquella manera. ¿Era esa la diferencia entre lograr un orgasmo con un consolador y tenerlo con un hombre? O ¿se debía por el hombre quien se le había dado?
Cuando él salió, ella no pudo evitar soltar un suspiro entre alivio y decepción.
—Tranquila. No tendrás que esperar mucho más para repetirlo —dijo él dejándola sorprendida, ¿planeaba repetirlo? ¡Oh, por Dios! Aquella podía ser su mejor noche, y sin duda alguna le callaría la boca a sus amigas.
Apenas amaneció Rin se levantó de la cama y comenzó a recoger su ropa para ponérsela, sentía una ligera incomodidad en su entrepierna pero no era molesta, solo un recordatorio de lo que había sucedido. Aun no podía creerlo ¡se había acostado con un desconocido, y lo había disfrutado! Y no fue solo una vez, sino tres. Sin duda alguna valió la pena esperar y no haberse acostado antes con otro hombre.
Mientras se vestía le dedicaba un par de miradas, se preguntó si acaso él no tendría que levantarse para ir a trabajar, aunque prefería que no lo hiciera porque no tenía la menor idea de que decirle, ¿Cómo te despides de un desconocido con el que pasaste la mejor noche de tu vida? No creía que un "Gracias" fuese adecuado. No, en definitiva no le convenía que él despertase.
Además era agradable la vista que tenía, él estaba acostado boca abajo con toda la espalda al descubierto, el trasero era cubierto por las sábanas blancas, pero ya la noche anterior había tenido oportunidad de verlo y tocarlo bien. Y se sentía una pervertida al recordarlo. Detalló de nuevo la espalda y se dio cuenta de algo ¡le había dejado moretones!
Sus dedos le habían dejado marcas justo por debajo de los hombros, y ni siquiera podía ubicar en que momento de la noche había sido. Con prisa fue hasta el baño para verse en el espejo, debía asegurarse de que no tuviese moretones, al menos no en parte visibles, aquella noche era el ensayo de la boda de su amiga y al siguiente la boda, y debía utilizar vestidos escotados en las dos ocasiones. A la primera impresión no veía ningún moretón y eso la alivió un poco.
Luego de asearse y terminar de vestirse salió de la habitación en completo silencio, con suerte tendría tiempo de ir a casa, darse un baño, cambiarse e ir directo a su trabajo, quizá llegaría con algo de retraso pero eso, en aquel momento, distaba de importarle demasiado.
—Muy bien, señorita, ahora nos contaras que fue lo que sucedió anoche —le dijo Kagome.
Temprano les había escrito por el grupo para decirles que estaba bien, maravillosamente bien, habían sido sus palabras exactas, y que cuando se vieran les explicaría lo que había sucedido y por qué no respondió sus mensajes.
—¿No deberíamos esperar a terminar con el ensayo?
—Nada de eso, tenemos un par de minutos ante de que lleguen todos. Habla —le ordenó y ella rió.
De forma breve les contó como había decidido quedarse en el bar y seleccionar un hombre para acostarse, les dijo como se había creído rechazada y el incidente con el sujeto y como el hombre desconocido la defendió. Terminó contándoles que había terminado con él en una habitación de hotel. Sus amigas la veían, sin poder dar crédito a lo que decía.
—No puedo creer que hayas hecho eso —Sango fue la primera en hablar.
—Ustedes fueron quienes me empujaron a hacerlo.
—¿Nosotras? —la pregunta vino de Kagome.
—Se pasaron toda la noche burlándose de mi virginidad.
—Pero nunca te dijimos que te acostaras con el primer hombre que te cruzaras.
—No fue el primero que vi.
—Muy graciosa —regañó Kagome.
—Creo que lo importante es que lo hayas disfrutado ¿no? —intervino Ayame— Es mejor tener una primera vez increíble con un desconocido a que tener una promedio con alguien conocido.
—¿Kouga es promedio? —preguntó Sango.
—Él no fue mi primera vez —reveló y eso sorprendió a las demás.
—Eso no me lo esperaba, pero es menos impactante que lo que ha hecho Rin —añadió Sango.
—¿Por qué les sorprende tanto? —preguntó cansada. Pensó que después de todo lo que le habían dicho la noche anterior por lo menos la felicitarían, pero solo la acusaban.
—Es que eras la inocente del grupo —Kagome fue quien respondió.
Escuchar eso la sorprendió, ¿de verdad pensaban que era tan inocente?
—Déjame decirte, querida amiga, que perdí la inocencia hace mucho, y más al tener amigas como ustedes —esa revelación sorprendió más a las mujeres—. ¿Han escuchado ese dicho que dice que no es necesario perder la virginidad para perder la inocencia? Es bastante acertado.
—Creo que algo paso, y nos han cambiado a la niña —fue Sango quien habló. Rin rodó los ojos, y se echó a reír, estaban exagerando.
—Oh, vamos. No es algo malo, como bien dije lo disfrute bastante, así que dejemos que sea parte de una buena anécdota ¿sí?
—¿Conseguiste su número de teléfono? Ya sabes, por si quieres repetirlo —preguntó curiosa Ayame.
—¿Qué? No, ni siquiera intercambiamos nombres —se encogió de hombros.
—¡Oh, por Dios! Sí que fue una aventura de una noche —expresó Kagome y la sintió emocionada—. Quisiera regañarte, pero admito que me hubiese gustado hacer eso alguna vez.
—Bueno, ya no podrás hacerlo. A partir de mañana serás la señora Taisho.
—¡Oh, sí! Y no me arrepiento, tu desconocido podrá ser bueno, pero mi futuro esposo es el mejor —habló con orgullo.
—Oye, no desestimes a nuestros hombres —dijo Sango falsamente indignada.
Antes de que pudiesen seguir hablando llegó la madre de Kagome para decirle que ya habían llegado todos los invitados de modo que se levantaron para dirigirse al gran salón.
Mientras se dirigían a ocupar sus lugares Kagome le dijo que ella iría ubicada con Kohaku para hacer la entrada a la iglesia.
—¿El hermano se Inuyasha no sería su otro padrino? —preguntó dudosa.
Hasta la semana pasada él iba a ser el escogido para acompañarla a ella como madrina y dama de honor, Sango iría con Miroku, y Ayame con Kouga, todos emparejados menos ella, y por eso la habían ubicado con el soberbio hermano mayor de Inuyasha. Ella no lo conocía de nada, en todo el tiempo que llevaba de conocer al novio de su amiga no lo había visto, y la propia Kagome solo se había encontrado con él en tres o cuatro oportunidades.
—Se supone que Sesshoumaru llegaría hoy y no lo hizo, le dijo a Inuyasha que no podría llegar porque debía solucionar algo, así que no sabemos si podrá estar mañana. Entonces prefiero asegurarte con Kohaku, porque por nada del mundo puedes dejar de ser mi dama de honor —Kagome la tomó del brazo, ella sonrió.
—Creí que sería Kohaku —murmuró Sango.
—¿Qué?
—Kohaku, creí que sería él con quien perderías la virginidad —reveló dejando a Rin boquiabierta, y al parecer Kagome la acompañaba en su asombro.
—¿Kohaku? —preguntó dudosa, eso jamás se le habría pasado por la cabeza, el hermano de Sango era su amigo, pero nada más—. Es solo un niño.
—Por el amor de Dios, es un año mayor que tú.
En eso tenía razón, pero para ella seguía siendo un niño, ella los prefería más… ¿maduros? ¿Era esa la palabra?
—A Rin le gustan mayores, por eso su obsesión con Jeffrey Dean Morgan —meditó Ayame.
—Espero que no te hayas acostado con un anciano.
—Y que al menos no fuese calvo.
Ella rió. Sus amigas eran únicas y por eso las quería tanto.
Continuara.
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Hola, gente linda! ¿Qué les ha parecido esta nueva historia?
Esto era algo que venía planeando desde hace mucho tiempo, pero ya había decidido que sería un regalo para la Gran Dmonisa, ¿Por qué? Bueno, es como una especie de homenaje, bien saben que ella es como la Diosa del lemon y yo quería ofrecerle un poco de eso a ella.
Obviamente aun me falta mucho para superar a la maestra de lo erótico, pero espero que esta historia este al menos un poco cerca de su nivel.
Admito que tuve mis pequeños dolores de cabeza, nunca había escrito algo así, normalmente me gusta que los personajes se conozcan y su relación avance de forma pausada, pero para esta historia quise innovar, y resulto Rin acostándose con un completo desconocido, ¿Qué tal?
Mi amore! Espero te guste el regalo, y estés preparada para lo que viene(?) Podría decirse que fuiste mi inspiración, quería hacer algo para hacerte honor, porque lo mereces. Esperare ansiosa tu opinión al respecto. Te amo, Elba!
Si me dicen que les ha parecido, seria genial. Estaré atenta a sus opiniones, sugerencias o teorías de lo que puede llegar a pasar.
Me despido, esperando haberles al menos alegrado la noche, o alentado a que pasaran un buen fin de semana jajajajajaja
No puedo irme sin el respectivo mensaje de felicitación.
¡Feliz cumpleaños, Dmonisa!
Besos y nos estaremos leyendo pronto!
