Capitulo 1: "vida cotidiana"
Su nombre era Sakuno Ryuzaki, era una excelentísima estudiante de secundaria, capitana del club de tenis y además delegada de su clase. Siempre había sido aplicada, educada y dulce así que tenía muy buena relación con las personas.
Sus padres habían muerto cuando ella aun era muy joven, por lo que ahora vivía bajo custodia de su tío y su abuela. Su tío, Takei Ryuzaki era un tenista conocido mundialmente, nunca se encontraba en casa, así que quien mas la cuidaba era su abuela Sumire Ryuzaki quien también era entrenadora en el instituto al que iba.
-¡Sakuno arriba, si no llegaras tarde!-se escucho detrás de la puerta de la habitación, la joven debajo de el edredón se dio la vuelta y luego de un rato se levanto sin muchas ganas.
Sus largos cabellos cobrizos se encontraban todos revueltos y se refregaba sus ojos intentando despertarse. Finalmente se paro frente al espejo del baño, observando a esa desastrosa joven de cabellos cobrizo y grandes ojos carmín.
Comenzó cepillándose los dientes, luego paso su peine por sus rizos para acomodarlos en su lugar. No tuvo que luchar demasiado, amaba su cabello y siempre estaba cuidándolo por esa razón eran suaves, brillosos y con aroma dulce.
-¡las ocho menos diez, Sakuno! -grito su abuela nuevamente desde la puerta.
-¡ya voy!-respondió, salio corriendo del baño y con saltos graciosos se puso el uniforme lo mas rápido posible.
-¡Sakuno Ryuzaki las ocho en punto, llegaremos tarde!-grito Sumire desde la planta baja, se encontraba en la puerta de la entrada a punto de salir.
Se escucharon unos pasos apurados por las escaleras, y cuando la mujer levanto su mirada se encontró a su nieta respirando entrecortado, ya vestida, peinada y preparada para salir.
-es-estoy lis-lista oba-chan-
Sumire sonrió y luego se dirigió a su auto, una vez allí su nieta se adentro en el asiento del copiloto y ambas partieron hacia el instituto.
-¡Ryoma, hora de levantarse!-se oyó una voz de mujer desde la puerta de una habitación.
En la cama de acolchado cuadrille azul, un joven comenzó a levantarse, llevaba solo el pantalón de su pijama. Tenía un cuerpo bien formado para sus dieciséis años. Tal vez se debía al deporte que tanto le apasionaba, el tenis.
Revolvió sus cabellos negros con ligeros reflejos verdes y luego poso sus orbes ámbar en el reloj en su mesa de noche. Las ocho y cinco.
-mierda-susurro molesto, se levanto y metió en el baño, donde se aseo.
Todos lo conocían como Ryoma Echizen, el príncipe del tenis y capitán del equipo masculino de tenis. No era un alumno muy aplicado, casi siempre se dormía en clases pero tenia un muy buen promedio y sobre todo en idioma extranjero.
Había estado parte de su infancia en Estados Unidos y por esa razón manejaba muy bien el ingles.
Pero Ryoma, era bastante frió con las personas, arrogante y orgulloso cuando se trataba de tenis y un tanto torpe para relacionarse. No por eso tenia menos amigos, de hecho aun se juntaba con algunos de sus antiguos compañeros de equipo y tenía una poderosa amistad con Momoshiro Takeshi, una amistad que solo ellos entendían como era.
También se juntaba mucho con Kaoru Kaidoh su sub capitan en el equipo y en quien confiaba cuando se trataba de modelos de entrenamientos para los novatos.
De todas formas, no por no tener buena sociabilizacion Ryoma Echizen era menos popular, al contrario todas las jóvenes lo deseaban y siempre era perseguido.
Después de terminar de vestirse bajo las escaleras, tomo su bolso con su raqueta y observo a su prima y madre charlando animadamente en la cocina, ambas se dieron la vuelta y lo saludaron y el joven continúo su camino seguido por su minino mascota.
-quédate aquí ¿bien?-pregunto mirando al gato que maulló en respuesta
-¡cuidado con las muchachas Ryoma, no hagas cosas pervertidas en lugares extraños!-saludo su padre que se encontraba en el suelo leyendo sus bien conocidas revistas
-viejo pervertido-susurro Ryoma antes de cerrar la puerta.
Para esas alturas, la campana de la escuela sonaba dándoles la señal a todos los jóvenes que ya era la hora. Sumire Ryusaki estaciono y saludo a su nieta desde el auto. Sakuno camino unos cuantos pasos, hasta que alguien la aprisionaba con sus brazos.
-¡To-Tomo-chan, pa-para me asfixias!-se quejo mientras intentaba deshacerse del abrazo.
Ella como toda adolescente común y corriente tenía su grupo de amigos, el cual siempre había estado para ayudarla y a los cuales les encantaba ayudar si se encontraban en problemas.
Una de las principales era Tomoka Osakada, la conocía desde kindergarten, habían estado juntas durante toda su vida estudiantil y aunque era un poco ruidosa y dramática era muy fiel y protectora.
-¡estoy tan feliz Saku-chan!-sonrió su amiga mientras bailaba a su alrededor, ambas se encontraban frente a sus taquillas, así que Sakuno se cambio sus zapatos.
-¿y eso porque?-sonrió dulcemente, como si de una madre se tratase.
-¡tengo una cita!-dijo emocionada la de coletas, Sakuno se sorprendido levemente no es que su amiga fuera fea, de echo era una de las mas bonitas del instituto pero debido a su boca siempre alejaba cualquier pretendiente.-¡es encantador y atento! Aaaaaaw-suspiro sonoramente y apoyo su frente en su taquilla.
-¿y quien es el príncipe?-Sakuno comenzó a caminar seguida de su amiga, entre tanto saludaban a quienes la conocían.
-su nombre es Shido Kasekawa-
-¿¡Kasekawa!-grito, era la primera vez que lo hacia y mas de uno se dio vuelta al escucharla preguntándose si realmente era Sakuno Ryusaki.-¿Kasekawa el capitan de basketball?-
-¡ese mismo!-sonrió enérgica Tomoka y la tomo del brazo.
-pe-pe-pero ¿Cómo?-ambas llegaron a su aula eran las primeras en llegar.
-no lo se, yo estaba hablando con Eri-chan cuando de repente se acerco y me pregunto si quería ir con el a ver una película el sábado por la tarde ¡estoy tan emocionada!- Sakuno pensó que su amiga debía estarlo después de todo, Shido Kasekawa era el segundo mas sexy y hermoso de todo Seigaku. Era parte de la leyenda de los tres príncipes de Seigaku. Había tres príncipes en Seigaku, los tres eran los capitanes de diferentes clubes, el príncipe del tenis, el príncipe del basketball y el príncipe del football .
-¿entonces es este sábado?-Sakuno tomo lugar en el tercer lugar al lado del enorme ventanal.
-¡siii, ¿lo puedes creer?-grito emocionada Tomoka, al tiempo que quienes iban entrando se la quedaban mirando.
-estoy feliz por ti Tomo-chan-sonrío y finalmente saco los libros necesarios para la primera hora que era literatura.
-oe Saku-chan-llamo, la nombrada la miro ligeramente-¿Cómo te ah ido en el campamento? ¿tu abuela te obligo a ir no?-
Como su abuela era la entrenadora del equipo de tenis, y además su tutora si esta debía ir a algún campamento y viaje escolar fuera de la cuidad estaba obligada a ir con ella puesto que por ningún motivo la dejaba sola en casa.
-uuuf, fue bastante molesto por no decir "horripilante"-se quejo mientras intentaba no recordar lo sucedido allí-¡mi oba-chan y yo éramos las únicas mujeres en un radio de veinticinco kilómetros!-
-¿y eso es malo? Después de todo estuviste durante toda una semana con Ryoma-sama-
-tengo que decirte algo Tomoka-dijo Sakuno tomando los hombros de su amiga para que la mirara a los ojos-¡Ryoma Echizen, no es nada de lo que tu "sueñas"!-
-pero es muy bueno en tenis ¿verdad?-
-solo déjalo-suspiro y se recostó en su asiento.
La realidad era que gracias al "príncipe del tenis" ella había pasado una semana horrorosa, había conseguido odiarlo y ahora no lo quería ni cerca de ella.
Los pasillos estaban en completo silencio, al parecer había llegado tarde nuevamente y todos estaban en clases ya. Camino sigilosamente buscando su aula, hasta que luego de unos segundos la encontró.
El profesor no lo dejaría entrar, así que aguardo frente a la puerta pensando en lo molesto que seria escuchar sermones nuevamente. Le recordaba demasiado a la nieta de la entrenadora, durante la semana pasada en el campamento no había dejado de gritarle ni una sola vez.
Tenía que admitir que tenía un rostro hermoso cuando se enfadaba, y que durante toda esa semana había disfrutado hacerla enojar, pero era demasiado quisquillosa. Probablemente por eso no tenia novio y seguramente pasaría un tiempo en tenerlo.
Detuvo sus pensamientos, ¿acaso estaba pensando sobre la nieta de la entrenadora?.
Movió su cabeza para sacarse todos sus pensamiento sobre ella, y luego se sentó al lado de la puerta.
-¡Ryo-kun!-se escucho, conocía esa vos, cuando levanto su mirada se encontró con una joven de cabellos rubios atados en una coleta, con mucho maquilla y tenia que admitir que un cuerpo bastante llamativo.-¿extrañaste a Chi -chan?-pregunto la joven desabrochándose los primero botones de su camisa.
Chizuru Tanabe, la había conocido hacia solo un año atrás cuando de un día para otro se encontró a si mismo descubriendo los placeres del "sexo". El era hombre, y aunque no le gustara admitirlo tenia sus necesidades y Chizuru se había mostrado bastante emotiva para complacerlas.
-me molestas-dijo mientras miraba hacia otro lugar
-¿podría ser que Ryo-kun tenga un mal día?-pregunto acercándose y sentándose cerca del joven-¿no quiere que Chi-chan lo alegre?-
La realidad era que no había podido dormir, en su sueños siempre aparecía un rostro sonrojado gimiendo de una forma tan sexy e inocente. Sus cabellos cobrizos rizados se entrelazan en sus dedos dejando impregnado aquel aroma tan adictivo.
-solo vete-pidió y entonces la joven simplemente se levanto y desapareció.
Luego de una hora, el timbre anunciando el almuerzo sonó y el colegio se torno con un tumulto de estudiantes buscando un lugar donde almorzar.
Sakuno había elegido un lugar debajo del árbol de Sakura cerca de las canchas de tenis.
Al parecer Tomoka no almorzaría con ella por asuntos de vida o muerte, que tenían un nombre y apellido Shido Kazekawa.
Abrió su bento y cuando se dispuso a probar el primer bocado su estomago se revolvió y tuvo que cerrar la caja antes de vomitar. Guardo su almuerzo en su envoltorio y después se recostó en el árbol mientras observaba como los jóvenes pasaban charlando alegremente.
-y después soy yo el solitario-se escucho detrás del tronco, Sakuno se levanto e intento buscar al dueño del comentario.-¿Dónde esta tu amiga la gritona?-conocía aquella lengua tan filosa.
-¿Qué quieres Echizen?-
-¿Echizen?-pregunto el joven sonriendo con sus manos en ambos bolsillos-no hace mucho me llamabas Ryoma-kun, Ryoma-kun con una voz bastante sexy-
-¡déjame en paz!-
-nunca pensé que fueras de las que gritan-la joven se sonrojo y entonces el tenista se dio por satisfecho.
-por favor, nadie tiene que saber-
-¿Qué cosa?-pregunto con una amplia sonrisa de satisfacción antes de desaparecer.
