La oficina era un completo caos. Juvia no se terminaba de creer aquella espantosa situación. Ni como se había llegado a ella. Se tomo un minuto para sentarse delante de su escritorio, abarrotado de cosas, mientras seguía viendo como el resto de compañeros traían papeles, se los llevaban y gritaban. "Así que... así están las cosas" pensó, trató de mantener la calma, no quería formar parte de aquel conglomerado policial que entraban en pánico. Permaneció en silencio delante de la ficha de su desaparecido compañero unos minutos, sin percatarse que el joven chico de cabellos rosados se acercaba a ella. Natsu la saco de su ensimismamiento:
-¿Tu te lo crees?- pregunto dirigiéndose a su compañera sin rodeos.
Tuvo que meditar la respuesta, pero tras unos segundos afirmo lo que el joven policía esperaba oír:
- No. La verdad es que no.- dijo todo lo calmada que sus nervios le permitieron.
-Llevabais mucho tiempo siendo compañeros, es lógico. - comento en tono suave.- Era un idiota pero no le veo capaz de algo así- añadió después, en voz baja. -Escucha Juvia, tenemos que encontrarle y hablar con el.
Juvia se sorprendió, de todas formas ella nunca pensó que Natsu, la mas reciente incorporación al cuerpo, hubiera dicho aquellas palabras, pero para ella significaba mucho.
-Estoy de acuerdo.
En otro lugar de Nueva Orleans...-¡De verdad Lu esta increíble! Tienes que mandarlo a la editorial.- los gritos de la compañera de piso de Lucy retumbaban por la habitació pequeña chica de cabellera azulada dejo el manuscrito encima de la mesa del salón, donde se encontraba su compañera revisando su apretada y rosa agenda. Sin embargo Lucy sabia muy bien que aquellas palabras poco o nada tenían de especiales, resopló:
-Estas exagerando, es una novela llena de clichés... - dijo ella modestamente- No creo que este mal… pero es mediocre. Estoy harta de escribir historias de amor.
-Eres una romántica, no veo como vas a dejarlo.
-A ver, claro que me gusta meter amor en las tramas… pero tiene que haber algo mas. Historias como esta las hay en todas partes, Levy. -Ella asintió, sin duda su amiga llevaba razón. Para una ávida lectora como Levy la novela le resultaba amena y fácil de leer, pero no tenia nada de especial que se hiciera notar ante los ojos de una lectora experimentada. Levy decidió cambiar de tema, con el objetivo de animar a Lucy.
-¿Como van los reportajes entonces? Hoy parecía que estabas preparando algo- pregunto con interés.
-El periódico me llamó. Es otro caso policial.
-Siempre te están llamando para cubrir historias peligrosas Lu-chan…- dijo apenada Levy.-Debes andarte con cuidado, deja que te acompañe esta vez.
-Es algo gordo, no quiere que aun se corra la voz. Parece ser que un policía ha soltado a un antiguo recurso que estaba encarcelado por asesinato, o algo asi no se saben bien los detalles. El caso es que ambos están en paradero desconocido, y la policía de Nueva Orleans esta hecha un lío.
-¿Quien es el recluso?- preguntó Levy con un nudo en la garganta.
-Se hace llamar Cobra.- dijo Lucy sin darle demasiada importancia. Pero Levy sintió un escalofrió que le recorrió la columna. Lucy acababa de llegar hace poco a Nueva Orleans para trabajar en un periódico, era lógico que no viviera en el oscuro tiempo en el que las calles de la ciudad estaban empapeladas con los carteles de advertencia. No había vivido las oscuras noches donde no podías salir a la calle por el miedo. Ciertamente era un caso oscuro. Un duro golpe que el cuerpo policial no había encajado demasiado bien. El fugitivo era conocido como Cobra, toda la ciudad se conmociono años atrás cuando se descubrió que fue el el responsable de toda una serie de asesinatos. Levy, sin embargo, conocía demasiado bien aquella historia.
-¿Que ocurre Levy?- pregunto Lucy alzando la mirada de su agenda.
-Ese tipo es peligroso Lucy, hace dos años mato a 12 personas. No me siento segura ahora que se que esta libre.
-Es por eso que el periódico no quiere dar la voz de alarma aun- dijo Lucy, atando cabos. -No te preocupes Levy-chan, el cuerpo policial me ha asignado un guardaespaldas para llevar el caso. En todo caso, tu también deberías llevar cuidado cuando salgas a partir de ahora.
-Por mi no te preocupes Lu, siempre llevo un spray de pimienta encima, y mi vida social se reduce a mi trabajo.
-Esta bien, yo voy a darme una ducha, esta noche tenia pensado ir al cuartel en el que me han citado, tengo que empezar a trabajar en el caso. Lucy subió a la segunda planta de su duplex. Ambas vivían en las afueras de la ciudad, pero a cambio tenían una casa espaciosa de dos plantas. Lucy dejo caer el acolchado pijama de franela rosa al suelo y se metió en la ducha.
El agua caía sin cesar sobre el cuerpo de la joven. Lucy Heartfilia, la joven periodista que se mudo a nueva Orleans para realizar sus sueños, estaba ahora enterrada irremediablemente en aquel nuevo caso policial. Si bien no sentía el terror que Levy, le conmociono mucho la idea de que alguien peligroso estuviera suelto justo cuando ella empezaba a establecerse.
Se puso unos vaqueros, una blusa y las botas. La luz anaranjada del atardecer empezaba a desaparecer, salio del apartamento con su mochila y enorme abrigo con el que hacer frente al frio de la noche, y cogió un taxi que la dejaría directamente en la sucursal acordada.
Cuando llego allí, era de noche. El cuartel de aquel distrito era pequeño, pero se veia a leguas que dentro el movimiento no paraba. Entró dando su tarjeta de identificación y preguntando por su supuesto guardaespaldas. Un agente la guió amablemente entre los intrincados pasillos de aquel lugar, hasta una sala, que parecía ser un despacho, y donde se suponía que debía esperar..
Por lo que Lucy sabia el policía que iba a "cuidar" de ella era una persona de una increíble influencia en el cuerpo policial, a pesar de llevar poco tiempo en el. Aun no sabia su nombre, pero Lucy estaba ansiosa por conocerle, cuando antes cerrase aquel caso, mejor. Inspecciono la estancia cuidadosamente, un escritorio lleno de papeles, un ordenador... unas pequeñas cortinas que proporcionaban la justa intimidad. Era un despacho típico en el que no había nada especial. No habia rastro de objetos que relacionaran a su propietario con su vida personal, ni fotos, ni adornos... ni unas simple planta en la esquina. Lucy se preguntó si realmente alguien trabajaba alli habitualmente o si el policia en cuestion era mas aficionado al trabajo "de campo".
La puerta de la habitación se abrió de improvisto sacando de su ensimismamiento a Lucy. Era una persona ruidosa y con una increíble energía autoritaria.
-Levantate- le dijo inmediatamente, sin dejar que la pobre chica se presentara.- Tenemos que ponernos a trabajar cuanto antes, periodista. Me llamo Erza Scarlet, voy a ser tu acompañante durante este caso.
Lucy llego a las 5 de la mañana a casa, agotada, sucia y llena de preocupaciones. Se tumbo en el sofá, se quito las botas y sin poder evitarlo se quedo dormida allí. No había pasado ni una hora cuando el despertador de Levy sonó. Ella se despezo y salio de la cama. Fue directa a la cocina con un hambre feroz cuando se encontró con su amiga roncando a pierna suelta en el sofá. Sintió cierta lastima, así que le echo por encima una manta antes de prepararse el desayuno. La ordenada vida de Levy respondía a una rutina estricta. Todos los días se despertaba a la misma hora, desayunaba lo mismo y daba exactamente los mismos pasos hasta el cuarto de baño, donde se daba su ducha matinal.
Lev adoraba el orden, y no soportaba la suciedad, era curioso que su profesión la obligase a estar rodeada de polvo y barro constantemente. Era una reputada arqueóloga que, actualmente, investigaba unas runas en la universidad. A cambio de poder llevar la investigación Levy tuvo que aceptar dar algunas clases sobre historia, iconografía y religión en la universidad. Se había doctorado en historia y mitología antigua, y era reconocida a nivel mundial como una de las mayores expertas en runas. Sin embargo, a pesar de su exitosa vida académica y laboral, Levy podría ser una de las personas mas inseguras del mundo.
Llego a la universidad a su hora exacta, dejo sus cosas en el despacho y se dispuso a revisar el horario de aquel día, algo que era mecánico, pues ella ya había memorizado todas las horas que tenia que impartir aquel curso. Aunque la pasión de Levy era la investigación, dar clase había traído cierta paz mental a la pequeña doctora.
Vivir con Lucy también la había ayudado mucho, pues aunque su sueldo diera para pagar una hipoteca y vivir una vida de adulta tranquila, prefería la compañía que su amiga le podía proporcionar a las eternas horas de soledad que la habían atravesado en sus días viviendo en Egipto. No quería afrontar eso nunca mas.
El día paso rápido y tranquilo. La vida de Levy como profesora se reducía a la pequeña interacción social que podían ofrecerle sus alumnos. No había sido capaz de cultivar una verdadera amistad con sus compañeros de trabajo, y aunque la relación era cordial, se sentía vacía. Por eso le resulto muy sorprendente la afinidad que había ganado con Lucy en tan poco tiempo. Cuando vio que alguien había respondido a su anuncio para compartir piso se imagino a una estudiante ruidosa, no a una periodista de su misma edad tratando de empezar de cero. Aunque la relación entre ambas fuese buena ignoraban como de diferente había sido su vida antes de comenzar a vivir juntas, aunque por respeto a la otra ninguna de las dos solía sacar el tema. Cuando Levy regreso a casa Lucy estaba comiendo.
-Tienes unos horarios de mierda.- le comento ella, que seguía sin entender como una persona podría vivir de forma tan desordenada.
-No todos tenemos la suerte de tener siempre un trabajo de 9 a 5. - dijo una furiosa Lucy con un sándwich a medio comer en las manos y mayonesa cayendole por la comisura del labio
- ¿Que tal fue la noche? ¿Movidita?
- Mas o menos, al menos ya se quien es el policía sospechoso de haber colaborado con Cobra. Y también he visto sus fichas y fotos. Tiene pinta de ser un tipo peligroso, me da miedo.
-No me interesa eso la verdad…¿Por cierto quien es tu guardaespaldas? ¿Esta soltero?- añadió en tono picaresco- Ya va siendo hora de superar a Loki, Lu-chan.
Lucy se rió
-Mi guardaespaldas da mas miedo que Cobra y el otro sujeto juntos. Es una mujer terrible.
Levy se rió también. -¿Como es que te da miedo?
-Pues veras, cuando nos presentaron, simplemente me agarro, me subió en un coche patrulla y por el camino me fue contando los detalles del caso, luego me amenazo con encerrarme de por vida si los revelaba… Nos pasamos la noche de un lado a otro con el coche de policía sin sacar nada claro. Menuda tía, dudo que se sepa mi nombre...La investigación continua, claro. Posiblemente este varias semanas ocupada con esto. Tengo miedo de perder la cordura Levy.
-Si hubieras mandado tu pastelosa novela a alguna editorial no habría pasado esto, tu tendrías una vida tranquila como escritora romántica y no habrías ingresado a la fuerza en la policía.
-Llevas razón, pero la parte buena es que se me ha ocurrido una idea para otra novela a raíz de este caso. Por cierto esta noche también tengo que cubrirla, quieren un reportaje con todos los detalles de la investigación. No entiendo como la policía ha cedido a las exigencias de esos buitres del periódico…- se lamento la rubia.
-Tranquila, todo pasara rápido- intento tranquilizarla Levy- si quieres puedo prepararte un termo con café.
-Eres un encanto Levy. Iré a ducharme entonces.
Lucy se lamento por no poder estar mas presente en la vida de Levy esos días, ella sabia que lo pasaba mal cuando se quedaba sola en casa mucho tiempo. Se prometió a si misma resolver esto cuanto antes. Cuando salio de la ducha Levy estaba preparando el café y la cena estaba calentándose en el microondas. Lucy salio empapada del baño envuelta en una toalla de color rosa pastel, se disponía a secarse el pelo cuando alguien llamo a la puerta.
Levy, que estaba en la planta baja, se dispuso a abrir la puerta. Allí, imponente, se encontraba una mujer pelirroja, enfundada en un traje negro y unas botas militares. Sostenía una placa policial y tenia la mirada muy serie.
-Soy de la policía, ¿es esta la residencia de Lucy Heartfilia?- dijo en tono intimidarte.
Levy asintió y se aparto a un lado, dejando el paso libre. Aquella chica se acomodo en el sofá y saco el móvil. Lucy al oír el timbre bajó a curiosear, cuando descubrió que su nueva compañera estaba allí esperando se le congelo la sangre.
-Erza, ¿que demonios haces aquí? ¿Y como sabes donde vivo?
-Tenemos trabajo.- dijo simplemente. -Soy de la policía ¿de verdad no sabias que conocemos toda tu información?- añadió después, como si fuera una cosa obvia para todo el mundo.
-Erza-san ¿quiere usted también algo de café?- pregunto Levy en tono servicial.
-Mmm, me vendría bien, gracias. ¿Y tu eres?
-Soy la doctora Levy McGarden, de la universidad. -dijo con cierto tono de orgullo.- soy la compañera de piso de Lucy.
-Encantada, soy la inspectora Erza Scarlet.
Lucy corrió a vestirse lo mas rápido que pudo mientras sentía escalofríos. Aquella terrible mujer había venido sin avisar a su casa, a robarle su café y a intimidarla cuando aun faltaban horas para aquella tortura. Maldijo su suerte mientras se ponía algo de ropa cómoda, había aprendido el error de la noche anterior, escogió esta vez unos pantalones mucho mas calentitos y acolchados. No entendía porque siempre sus turnos eran nocturnos y por que la habían asignado con esa mujer. Estaba confusa, cansada por haber dormido mal y hambrienta.
Cuando estuvo lista volvió a bajar al salón, solo para descubrir una escena mas dantesca que la anterior. Su pequeña y asustadiza compañera de piso riendo a carcajada limpia con aquella terrible mujer, con la mesa puesta y la cena de microondas humeante en el centro.
-Lu-chan, he invitado a Erza a cenar, de todas formas teníais que ir juntas al cuartel juntas ¿no es cierto?
-Si, claro no hay ningún problema. - Dijo Lucy, intentando ocultar su malestar.
Lucy tomo asiento en la mesa mientras Erza servia los platos.
-Esta noche tenemos líos- dijo emocionada la pelirroja. Lucy se sintió todavía mas consternada, mas líos, mas acción. Aquella vida iba a acabar con ella a la segunda noche.
-¿No ha habido avances con lo de Cobra?- pregunto una ingenua Levy.
-Por desgracia no, inteligencia esta trabajando en el caso, se cree que podría ser una altercado entre bandas barias por el control de la ciudad. Cambien barajan otras ideas. Podría estar relacionado con las drogas, con el contrabando de armas… con la trata- añadió por ultimo, con una expresión mas sombría.
- ¿Oye no se suponía que esta información era confidencial? ¿Y las amenazas de ayer?- se quejo Lucy al ver que su superior hablaba llanamente con su compañera, que, según recordaba Lucy, era ajena a toda esta situación.
-No pasa nada por contárselo a una persona, ademas es doctora... y seguramente tu ya le habrías contado todo.- sentenció la pelirroja.
¿Y sobre Redfox?- pregunto esta vez Lucy.
Aquella pregunta fue lanzada como un corte limpio contra la piel de porcelana de Erza, que guardo silencio unos segundos antes de hablar.
- La inocencia o supuesta colaboración de nuestro compañero con ese malnacido todavía no esta demostrada. No quiero adelantar acontecimientos. Han pasado tres días desde que esto comenzó y el señor Redfox llevaba desaparecido unas semanas.
-¿Le conocía, Erza-san?- pregunto Levy con cierto aire de curiosidad.
-Conozco a todos mis compañeros, espero por su bien que no haya hecho ninguna tontería. Seria un golpe muy duro para todo el cuerpo policial.
- De todas formas la prioridad ahora es encontrar a Cobra antes de que algo terrible ocurra.- dijo Lucy. -He terminado, deberíamos irnos.
Las dos chicas abandonaron la hogareña residencia dejando a Levy sola. Ella recogió la mesa, limpio los platos y fregó toda la cocina. Dejo todo impecable, y soltando un suspiro de resignación apago las luces y se fue a su habitación. Esa noche había luna llena, y su luz se colaba por la ventana del cuarto de Levy. La atmósfera era tranquila, casi mística. Levi se cepillo su pelo color azul e intento apaciguar sus pensamientos. Cada vez que dormía sola la ansiedad se apoderaba de ella, pero intentaba mantenerla a raya. Se centraba en sus pequeños rituales nocturnos, fingía que todo estaba bien ocupando su mente con pequeñas tareas mecánicas. Se metió en la cama a las 12 de la noche, como hacia cada día. Y no tardo mucho en caer en los brazos de morfeo.
Sin embargo aquella noche algo la sobresalto. Unos ruidos que venían claramente de la planta de abajo hicieron que Levy se despertase antes de su hora normal. "No pasa nada, es Lucy" intento tranquilizarse. Pero unas pisadas así sonaban demasiado pesadas como para ser su joven compañera de piso. "No pasa nada es Lucy" se decía una y otra vez mientras se ocultaba debajo de las mantas. "No pasa nada es Lucy" se dijo nerviosamente mientras oía como aquellas pesadas botas subían por las escaleras. "No pasa nada es Lucy" mientras avanzaban por el angosto pasillo. "No pasa nada es Lucy" mientras se abría la puerta de su habitación.
Pero aquella persona no era Lucy, y Levy era muy consciente de ello, presa del pánico no fue capaz de articular un solo movimiento. Aquella imponente sombra se acercaba a su cama, y sin poder ni si quiera gritar Levy decidió que su mejor baza era hacerse la dormida. No fue capaz de ver el rostro de su atacante, pues aquella persona le sujeto la cabeza con una mano y con otra le acerco un paño a la nariz. Todos los demás recuerdos de Levy sobre aquel momento desparecieron en un borrón negro.
Cuando abrió los ojos no estaba en su cómoda cama, ni en su ordenado apartamento. Aun no podía ver, algo le tapaba los ojos, Levy supuso que seria una venda. Olía a humedad y a cerrado y el silencio era asfixiante. De pronto algo rompió aquel terrible silencio, los ruidos seguían aumentando pero por el shock Levy era incapaz de ubicarlos correctamente, de repente notó como alguien la tocaba. Alguien la había liberado de su venda. Aquel lugar parecía un sótano, había un par de muebles destartalados y la iluminación era terrible. En frente de ella se encontraban dos hombres. Uno de ellos, el de menor tamaño, tenia el pelo negro y una expresión risueña. El que estaba mas cerca de ella y le había quitado la venda era mas grande. También era moreno, pero a diferencia del otro, lo llevaba salvaje y suelto hasta la cintura. Un montón de pircings cubrían sus brazos y su rostro y tenia una expresión amenazadora. Fue, también, el primero en hablar.
-Bienvenida señorita McGarden, somos grandes admiradores de su trabajo.- Levy seguía sin comprender, seguía sin poder moverse y sin poder hablar. Sus secuestradores eran conscientes de su confusión. -Mi nombre es Gejeel Redfox, no tienes que preocuparte, soy policía.- dijo, y acto seguido comenzó a reír.
