Nota: Lo siento por quienes me tengan en alertas porque les habré llenado de spam el correo xD Es que tengo muchas cosas sin subir aquí, de mi comunidad de escritos del livejournal. ¡Perdón!
Comentario: Este fic es un Peter/Claire. Sí, ya sé que son tío y sobrina, pero no es culpa mía que Kring nos plante un pairing con tanta química y CANNON y luego nos suelte que son familia (este ha visto mucha telenovela dramática de sobremesa...). En esta historia, no obstante, se ignora el parentesco (o no son familia o no lo saben, el caso es que no aparece en este fic).
Advertencias: Es un longfic (espero que no muy largo) situado en el capítulo 1x20 "Cinco años desaparecidos", es decir, se inspira en ese futuro.
Notas previas para situaros: El fic es una paranoia inspirada en la visión de futuro del 1x20. En ese futuro, cinco años después de la explosión de la bomba, el único que sabe que Claire está viva es Noah, hasta que el Hiro presente se encuentra con el Hiro futuro y se lo cuenta. Los hombres de Sylar/Nathan se enteran y Noah alerta a Claire, la cual es capturada por Parkman. Peter mientras tanto vive en Las Vegas con Nikki, ignorante de que cumplió su misión, de que salvó a la animadora. El fic respeta algunos de los acontecimientos de ese capítulo, pero otros no. Claire no sabe que es hija de Nathan, ni Peter sabe que su hermano tuvo una hija, tampoco trato el tema de si en verdad son familia, así que lo dejo a imaginación del lector. O no son familia, o son familia y no lo saben.
Ah! El capítulo alterna pasado y futuro y los puntos de vista de Claire y Peter, espero que no se os haga confuso. Cada escena diferente es un cambio de situación y personaje.
You can't run away from your future
Capítulo 1
Una secuencia de cuadros, viñetas de un cómic demasiado real para poderlo disfrutar. Una animadora rubia, asustada, escapando de una sombra. Las gradas de un instituto, un individuo de negro y luego él, irrumpiendo en la ecuación.
"Salva a la animadora, salva mundo" le había dicho aquel extraño, apareciendo de la nada en medio de un metro que recorría las tripas de Nueva York. Un tipo que decía haber forzado el espacio temporal para ir verle y depositar en sus hombros el destino de la humanidad. Un peso invisible, para muchos absurdo, pero que Peter Petrelli sentía como suyo, como algo importante. Como la respuesta a todo lo que le estaba sucediendo.
Era una locura, le había dicho Nathan, no tenía sentido. Y mucho menos lo tenía que arriesgara su vida por una adolescente a la que ni siquiera conocía. ¿Cómo salvar a una animadora podría salvar el mundo? ¿Qué papel jugaba ella en todo eso? Peter no lo sabía, pero lo que sí sabía era qué papel le tocaba jugar a él.
Por eso no lo dudó un instante cuando la mujer al otro lado del mostrador le miró, aguardando.
—Un billete para Odessa, Texas —dijo.
o0o
Sandra miró a Andy por el rabillo del ojo. Conducía su destartalada furgoneta de camino a las Vegas, con una mano en el volante y la otra en la palanca de marchas, y estaba serio. Las sonrisas nerviosas, los movimientos de cabeza incrédulos y los "No me puedo creer que estemos haciendo esto" se habían apagado poco a poco, kilómetro a kilómetro, entre el polvo seco de la carretera y la música ochentera que sonaba por la radio. A Andy ya no se le marcaban esos hoyuelos tan dulces en las mejillas, que en los últimos tiempos se habían convertido para ella en el símbolo de que todo iba a bien. Sabía que comenzaba a dudar, que estaba lleno de preguntas y que se planteaba si realmente estaría loca, por mucho que la quisiera. Él la quería, era innegable, pero a veces Sandra se preguntaba si podía querer de verdad a alguien de quién en realidad conocía tan poco. Para empezar no se llamaba Sandra, se llamaba Claire. Tenía veinte años y el poder de regenerarse. Una compañía de gente peligrosa bajo el mando del Presidente del Gobierno perseguía a la gente como ella, a algunos los mataban, a otros los encerraban. Les hacían pruebas, los estudiaban y cuando acababan con ellos, pocos aún vivían. Muchos menos querían vivir.
Esa era la razón de que se hubiera mudado tantas veces en cinco años. Texas, California, Nevada, Oregón, Dakota del Sur, Texas otra vez. La razón de que su pelo fuera ocre, en lugar de rubio y de que siempre caminara con la cabeza baja, huidiza, tratando de ocultarse el rostro con el cabello.
Todo el mundo que la había conocido, quién la había visto crecer, creía que estaba muerta. Su madre y su hermano también, y su padre no podía permitirse contactar con ella demasiado a menudo. Cuando le veía, no sabía si alegrarse o tener miedo, porque la mayoría de sus visitas venían acompañadas de un nuevo cambio de destino, de nombre, de vida. Al más mínimo indicio de que alguien pudiera reconocerla, a la más leve coincidencia de algún otro como ella en el pequeño pueblo al que hubiera ido a parar, debía desaparecer sin dejar rastro. Durante todo ese tiempo había temido atarse a algún lugar, porque sabía que era algo que no podía durar.
Pero entonces conoció a Andy y sin darse cuenta echó raíces alrededor de él. Se enamoró y le dio un enorme y tembloroso "Sí" cuando le preguntó si le haría el honor de ser su esposa. Quizás un sí tan asustado como el que le había dado él cuando le pidió que se fugaran, que abandonaran sus planes de boda, el banquete, los invitados, la familia de él, el trabajo, y en definitiva, todo lo que eran sus vidas, para marcharse a la aventura, solos los dos.
Había confiado en ella, sin preguntas, y se merecía la verdad. Cuando llegaran a Las Vegas, Claire Bennet y no Sandra ("¿Sandra qué más?", "Sandra, sólo Sandra") se la contaría. Toda la verdad.
o0o
Era extraño volver después de tanto tiempo a un instituto. Ni siquiera era el suyo, pero a Peter le pareció muy similar. Seguramente todos eran semejantes, con la gente popular, los que intentaban ser normales y los freaks. Los jugadores del equipo de fútbol serían lo más y sólo saldrían con chicas como la que él debía salvar. Animadora, rubia, guapa.
Vio a un grupo de chicas con la equipación de las animadoras saliendo del edificio. Todas con falda corta y roja y camiseta blanca estampada con el escudo de su colegio. Peter las contempló rápidamente, tratando de reconocer a la chica del retrato. Había varias rubias, pero algo, la falta de cualquier reacción interior, le hizo suponer que no era ninguna de ellas. Aguardó unos instantes por si aún salía alguna más, pero no sucedió.
Metiéndose las manos en los bolsillos de la cazadora, Peter entró en el edificio, los músculos de todo el cuerpo en tensión. El interior era un pequeño laberinto lleno de fotografías, orlas de estudiantes y banderines del instituto. En la pared de la izquierda había una enorme vitrina atiborrada de trofeos de fútbol y baloncesto que Peter se detuvo a mirar.
Entonces lo notó. Fue más la sensación de movimiento que una imagen nítida que captar de reojo, pero Peter supo que estaba ahí. El hombre en las sombras, el asesino de la animadora, cruzando el pasillo, al fondo.
Peter se giró hacia allí, encontrando el corredor desierto. Sin embargo, la piel erizada de su nuca le confirmaba lo que había visto, así que echó a correr tras la figura. Giró el recodo con el corazón palpitante para reencontrarse con el rastro de la sombra, alargándose a través de la puerta de los vestuarios femeninos por la que su dueño estaba cruzando.
—¡Eh! —gritó, sin una idea muy clara de qué debía hacer. Había estado tan preocupado por encontrar a la animadora que realmente no había dedicado mucho tiempo a pensar en cómo se suponía que la iba a salvar del asesino. No tenía un poder propio, sólo sabía contagiarse con los poderes de los demás y eso ni siquiera era algo que pudiera controlar.
Sí, plantarse allí, indefenso ante alguien que llenaba los cuadros de Isaac Méndez de rojo sangre era más que temerario, era estúpido. Pero a Peter Petrelli le habían pedido que salvara a la chica y eso iba a hacer.
No obstante, todo su valor, toda su determinación, no le valieron de nada cuando el hombre se volvió. Peter intentó verle la cara pero antes de poder siquiera intuir sus rasgos bajo la sombra de la visera, el tipo alzó una mano hacia él, con los dedos índices y corazón estirados, y el dolor en su rostro fue instantáneo. Fue como si le cortaran la cara con un cristal mellado, dejando un rastro irregular y demasiado grueso para una hoja de cualquier arma. Un corte en la frente, en una diagonal que bajaba hasta las cejas, desaparecía en el puente de la nariz y reaparecía junto al ojo para surcar toda la mejilla izquierda. La sangre manó en el acto y el dolor fue tan intenso que Peter cayó de rodillas al suelo, llevándose las manos a la cara.
El hombre de negro no se molestó más con él. Dio media vuelta y entró en los vestuarios, en busca de la animadora.
o0o
Se detienen en el primer casino-hotel que encuentran en Las Vegas, Andy no está dispuesto a esperar a más. Cuando Claire baja de la furgoneta, con sólo una mochila descosida colgando del hombro en la que lleva lo poco que ha podido rescatar de su última vida, Andy se acerca hasta ella y la coge suavemente por un brazo.
— ¿Vas a contarme ya qué ha sucedido? —le pregunta. Su tono es amable, casi dulce y sus ojos azules la miran con ese cariño que la hace sentir tan especial. No especial como un monstruo, una mutación genética que estudiar, sino especial como lo es para alguien la persona que quiere. Claire quiere ser normal en todo, menos en eso.
— ¿Reservamos una habitación primero? —pide y junta las cejas un poco, tomando fuerzas para lo que se avecina. Andy asiente y desliza la mano por su antebrazo hasta cerrarla sobre los dedos de Claire, y por un momento ella cree que todo puede salir bien. Por una vez.
o0o
Cuando escuchó el grito de la chica, Peter se levantó trabajosamente y se limpió la sangre que le caía sobre el ojo con el reverso de la mano. Le dolía el corte en la cara pero la adrenalina y el miedo eran aún más potentes y le dieron fuerzas para seguir al asesino.
Lo primero que vio al entrar en los vestuarios fue una hilera de taquillas de color granate. Después unas sombras.
Peter se aproximó sigilosamente hasta que puedo identificarlas. El asesino había atrapado a la chica y la sostenía en el aire, agarrándola por el cuello con una mano y apuntándole a la frente con la otra. La joven tenía los ojos llenos de lágrimas y movía los labios sin sonido, como si quisiera gritar pero no tuviera voz. Unas gotas de sangre roja y espesa comenzaban a caerle pesadamente de la frente a los ojos.
Peter la reconoció en el acto como la chica de las viñetas. El mismo arco en las cejas, la forma de los labios, el tono del cabello. Había visto ese dibujo tantas veces que sintió como si ya la conociera y una intensa furia le corroyó. Sin pensarlo, sin hacer caso del escozor que le cruzaba la cara, se abalanzó sobre el hombre con todas sus fuerzas. Éste dio un par de pasos inestables hacia atrás antes de caer contra una taquilla, que se vino abajo por su peso. Quedó tendido sobre en el suelo, momentáneamente inconsciente, pero Peter apenas si le dedicó una mirada.
Se acercó rápidamente a la chica, cuyos pies habían vuelto a tocar el suelo y la agarró por la nuca, para poder mirarle el rostro. Ella se cubrió el cuello con una mano, intentando respirar, y sus dedos se rozaron por un instante.
—¿Estás bien?
Estaba llena de sangre pero parecía consciente y sus ojos azules brillaban como faros en el rostro ensangrentado. Estaban llenos de miedo y cuajados de lágrimas.
—¿Quién eres? —quiso saber ella.
—Me llamo Peter —dijo y la soltó, renuente, ahora que ya estaba seguro de que se encontraba bien.
—Yo soy Claire. Gracias por salvarme.
Ella esbozó una temblorosa sonrisa de agradecimiento y bajo su mirada, Peter Petrelli se sintió un héroe.
Sintió que ya había salvado al mundo.
o0o
—Entonces el asesino se despertó y Peter me pidió que huyera.
Claire nunca había contado a nadie lo que había sucedido esa noche de Mayo en su instituto. La noche que dejó de ser Claire Bennet para convertirse en Katie Summers (sólo le duró tres meses aquella identidad) y en que abandonó Odessa con un hombre alto y negro al que no conocía, con la promesa de su padre de que pronto se lo explicaría todo. No le había contado a nadie cómo consultó por Internet los periódicos locales que se hicieron eco de la noticia de su "supuesta" muerte a manos de un desconocido ni cuántas veces llamó a su casa y a Zach los días siguientes colgando en cuanto escuchaba sus voces al otro lado del hilo.
—El hombre que intentó matarme murió en la explosión en Nueva York, hace cinco años —su voz suena firme, casi neutra, como si no hablara de cosas que no le hubieran sucedido a ella, pero Claire no se atreve a mirar a Andy a los ojos mientras se lo cuenta —pero no era el único que me buscaba, así que tuve que fingir mi muerte y huir. Después de la explosión todo empeoró y ya sabes lo que le hacen a la gente como yo desde que se aprobó la Ley Linderman. Por lo visto han descubierto que en realidad estoy viva y por eso he tenido que huir y te he pedido que vengas conmigo —Claire al fin se atreve a mirar a Andy y los ojos le escuecen del esfuerzo por aguantarse las lágrimas sólo con ver la expresión de su rostro. Una mezcla de rechazo, decepción y miedo —No podía dejarte atrás.
Andy no dice nada por unos instantes, sobrecogido por toda la información que acaba de recibir y Claire aguarda, sentada en el borde de la cama con las manos enlazadas y apretadas entre los muslos, rogando interiormente que no la abandone. Los segundos pasan y ella casi puede oír el tictac del segundero del reloj de mesita, retumbando entre las cuatro paredes de la habitación que acaban de reservar. Ha perdido a tanta personas en su vida que no sabe como se recompondrá si pierde a otra más.
—Andy —susurra a media voz, casi con miedo.
Andy la mira y su rostro parece de granito. Sus ojos están apagados, como si estuvieran viendo a una desconocida, en lugar de a la mujer con la que planeaba casarse. Se levanta de la silla en la que Claire le pidió que se sentara antes de comenzar su relato y camina hasta la ventana, como si se sintiera encerrado en la habitación más barata del hotel, la única que pudieron pagar. Y Claire, Sandra, ya sabe todo lo que va a decirle aún antes de que lo haga.
—No puedo hacer esto —anuncia, sin mirarla, los ojos fijos en la ventana —no puedo seguir adelante con lo nuestro, no así. Te quiero, pero ni siquiera sé quién eres —esta vez sí, se gira para mirarla a la cara —No puedo dejar toda mi vida, no… —mueve las manos y niega con la cabeza, como si quisiera decir algo más, algo que lo suavizara todo, pero no lo encontrara. No lo había —Lo siento.
Andy duda y por un instante parece que quiere acercarse a ella y darle un beso de despedida, pero en el último minuto cambia de idea y recoge su bolsa de viaje del suelo. Camina hacia la puerta sin decir nada más pero al tocar la manilla se detiene un instante, agacha la cabeza y se vuelve un poco hacia la mujer con la que hasta hacía apenas una hora pensaba pasar el resto de su vida, y le duele tanto el pecho que apenas es capaz de mirarla.
—Lo siento, Sandra —repite. Y aunque Claire le ha contado cual es su nombre real, aunque le ha dicho que escogió el nombre con la que él la había conocido porque cuando está triste le consuela ver alguna de las películas de la Bullock y atiborrarse de helado de chocolate con trocitos de galletas, Andy la llama Sandra. La llama como a la chica que quiere y que ha querido durante el último año y medio pero a la que tiene que dejar.
Después sale y cierra la puerta, despacito. Y Claire, Sandra, se queda en el sitio, mirando a la nada e incapaz de llorar. Ya gastó todas sus lágrimas de despedida en algún viaje anterior.
o0o
Peter regresa a Las Vegas con una costra de sangre seca en el cuello y el alma aún más oscurecida. Hiro ha muerto, los dos Hiro, el pasado y el presente, y también Ando, otra vez. Incluso Mohinder y Parkman han dejado de existir, y él ha escapado por los pelos de un edificio lleno de soldados antes de que Nathan apareciera. Por un momento llegó a creer que había una posibilidad de cambiarlo de todo, de reescribir el pasado y modificar el futuro, de modo que no hubiera explotado cinco años atrás, destruyendo la mitad de Nueva York y las vidas de miles de personas. Destruyendo su propia vida y de paso la de Nikki.
Nikki. Peter entra en su camerino y lo encuentra vacío. Ni rastro de su vestuario, de sus pinturas, ni un simple bote de esmalte de uñas. No queda nada. El tocador y el armario están vacíos y ningún objeto personal revela la más mínima señal de estar ocupado. Los ojos de Peter se deslizan hacia la puerta, donde ya no hay ninguna placa rodeada de estrellas en la que se lea el nombre de "Jessica".
No necesita preguntar a Marco, el camarero de su local, para saber que esa misma tarde se ha marchado sin mencionar a dónde. Le dejó desde el momento en que cruzó esa puerta a pesar de que ella le advirtió que si lo hacía no se molestara en volver. Nikki se marchó para empezar de cero, sola, por toda esa mierda que Jessica le enseñó sobre no confiar en nadie, sobre no apegarse a nada para no tener nada que perder.
Y ahora Peter está solo, ya no quedan otros cómo él en los que pueda confiar. Y Nathan…hace tiempo que no es Nathan.
o0o
Claire no sale de la habitación hasta que anochece, horas después de la marcha de Andy. En un bolsillo de su mochila siguen los documentos e identificaciones de su nueva identidad. Ahora se supone que se llama Tracy Callaway y que es de Colorado. Encuentra también el resguardo de una reserva para dos noches en un motel de Arkansas, hacia donde debería estar viajando. Una vez llegaran las nueve de la noche, debía buscar una cabina desde la que llamar a Noah para que él le diera información sobre su próximo destino, y aunque lo único que le apetece es meterse en la cama y pasarse allí los próximo veinte años, Claire sigue el plan fijado. Sale del edificio del hotel y entra en el casino anexo, lleno de locales y salas de juego. En el hall hay varias cabinas y Claire se dirige a una al azar. Inserta una moneda y pulsa los dígitos del número personal de su padre. Aguarda impaciente, enroscándose el cable del teléfono en los dedos mientras espera respuesta. Al tercer tono empieza a asustarse y un extraño presentimiento le sube por la garganta y se le queda en la boca. Noah nunca tarda más de tres tonos en responderle, menos aún cuando ella está en plena reubicación –"mudanza" sonaba demasiado trágico, le decía él siempre -. Cuarto tono. Quinto tono. Sin respuesta. Buzón de voz.
Claire le deja un mensaje corto ("¿Papá? ¿Dónde estás? Volveré a llamarte en una hora") y cuelga el auricular, sintiendo un nudo de nervios en el estomago. Es la primera vez que Noah no responde a su llamada y Claire empieza a sentirse asustada. Debería cenar pero la sola idea de meterse algo en la boca le produce nauseas así que decide regresar a su habitación. Se sube la cremallera de la sudadera hasta el cuello, baja la cabeza de manera inconsciente para taparse las facciones con el pelo, y atraviesa lentamente el hall de vuelta a su habitación, ignorante del hombre invisible que la observa.
Peter Petrelli desliza una mano dentro de su abrigo largo y extrae un pequeño recorte de periódico, en blanco y negro. Es una noticia de hace más de cinco años sobre la muerte de una joven en un instituto de Odessa, asesinada por un misterioso hombre sin identificar. Junto al artículo aparece una fotografía un poco desgastada y aclarada por el paso del tiempo y el roce de los dedos, que retrata a una adolescente rubia y de ojos azules.
Peter alza la vista del recorte y la posa de nuevo en la pelirroja que se aleja, y la cicatriz que le atraviesa la cara empieza a arder.
No sé cuántos capítulos tendrá, pero por el bien de la humanidad serán pocos, muy pocos. Si alguien quiere partirme el cerebro a la mitad lo entenderé.
Estoy acabando el Vol.3 de la serie (he visto hasta el 3x10) así que si alguien quiere comentar la serie conmigo, estaré encantada (sobre todo si queréis hablar de Peter, Paire, del capullo de Kring, de Hiro y Ando, de lo guapísimo que era Isaac y Mohinder hasta que destrozaron al personaje...lo que sea). ¡Gracias de antemano!
Con cariño, Dry (Poder especial: poner a parir a los guionistas).
