"ESTRELLAS DE ORIENTE"

EN CONTRA DEL DESTINO

Serena Tsukino es una muchachita de 21 años poco ha cambiado desde sus días de estudiante de secundaria. Pero su mundo sí ha cambiado. Hace cuatro años Amy se marchó a Japón para hacer sus sueños realidad, este verano regresa y con ello la posibilidad de que las chicas y Serena vuelvan a estar juntas. Pero las cosas no salen como Serena quiere, parecen perfectas desconocidas bajo mismo techo y entonces, la chica planea lo más descabellado, volver a ser Sailor Scout. No se pierdan el primer capítulo de esta nueva aventura. Descubran cómo Serena volverá a ser de las suyas a favor del amor y la justicia. Hoy presentamos:

1. ¡Amy regresa!

Me he preguntado muchas veces si existe un destino, si realmente estamos ya predestinados para algo o alguien, muchos seres humanos creen que venimos al mundo para un fin en especial, una tarea y al cumplirse ésta nuestra labor termina... Quisiera pensar que esa línea de destino no existe, porque así yo me sentiría dueña de mi ser, de mis acciones y de las reacciones que conlleva mi vida. Pero si existe un destino ya escrito entonces ¿qué caso tendría lo que yo haga o deje de hacer? Al término de la lucha estaría ya escrito el final de mi libro... mucho antes de que éste empezara, tal vez. Quisiera recibir respuestas, quisiera por una vez en mi vida sentir que yo puedo dirigir mi vida y así sentirme dueña de mi ser, dueña del mundo entero.

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Su nombre es Serena Tsukino, tiene 21 años. Es una hermosa jovencita universitaria, no ha perdido mucho de sus características físicas de adolescente, sigue conservando su rostro infantil, sus ojos azules son grandes y expresivos, usa el cabello un poco debajo del hombro. Suspira dejándose caer en la cama, este año ha decidido tomar para proyecto crear una novela pero es perezosa, como lo era de adolescente, toma el control remoto de la televisión pensando que ese aparato podrá inspirarla. Y miles de imágenes viene a su mente mientras el ruido de la televisión la arrullan, sus pensamientos corren a velocidades imperceptible. Darien, lejos de ella desde hacía cuatro años dos meses cinco días, él prometió venir a verla pero las promesas se las lleva el viento, como se llevaba muchas otras cosas. Mina, absorta en su labor por ser una gran artista, tan absorta que en el baúl del olvido habían quedado sus amigas. A Lita aún seguía viéndola, disfrutando de charlas y de una amistad que se afianzó más de lo que pudo imaginar. Rei, a ella la extrañaba mucho, debía reconocerlo, la extrañaba demasiado. Rei había decidido asistir a una Universidad privada y a veces Serena creía que los humos se habían apoderado del cerebro de su amiga. Siempre tan elegante, tan pretenciosa, vanidosa... inteligente, hermosa... cómo la admiraba. Y al final Amy quien partió a Canadá hacía cuatro años para estudiar y desde entonces no la veían. Serena se sentía sola, tan sola que a veces sentía la imperiosa necesidad de pedir a gritos volver a su vida de Sailor Moon, unir al equipo y vivir las aventuras de su adolescencia, pero eso era ser egoísta y ahora debía estar contenta, este verano sería distinto, este verano Amy regresaría a Tokio y de nuevo se reunirían

- No creo que el televisor te ayude a realizar tu tarea – le gritó su gata Luna

- ¿Eh?

- ¡Apaga la televisión!

- Intento hacer mi tarea – chilló la joven rubia – Necesito inspirarme

- Necesitas ser más responsable – la gata frunció el ceño – Ya estás en Universidad, ya estas muy crecidita para que sigas...

La puerta se abrió de improviso. Luna dejó su boca abierta mientras la mirada del intruso le helaba la sangre. Serena quiso decir algo pero sus pensamientos se cruzaron ante la posibilidad de pensar que Luna sería descubierta ¿Cómo explicaría a una gata parlante?

- ¿Con quien hablabas? – Aquellos ojos cubiertos por las gafas oscuras traspasaban con su férrea mirada. Miró de cerca de la gata mientras el pobre animal retrocedía aterrado

- ¡Jordane! Qué parte de toca la puerta antes de entrar no te ha quedado clara... Toca...Toca... Toca... ¿Y si estuviera desnuda?

- Me infartaba de verte, imagina si verte con ropa ya es un espanto… sin ella – pero su mirada seguía sobre la gata como en otras veces mientras la pobre seguía pegada a la pared sin posibilidad a huir

- ¡Cállate! Eres tonto

- Y tú fea... Sabes, en estos dos años de vivir contigo bajo el mismo techo he llegado a una conclusión…

- ¡No digas disparates! – Serena estaba aterrada ¿Cómo explicaría a un gato parlante? – Mejor dime qué se te ofrece

- Te hablan por teléfono

- Quítate – y el pobre chico fue atropellado por la efusiva muchacha

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Amy Mizuno con sus veintiún años y su vida en vuelo. A veces se preguntaba si lograría satisfacer todas aquellas expectativas que la gente hacía sobre ella. Se había ido de su tierra a los diecisiete dejando a familia, amigas, conocidos, pero costaba mucho realizar los sueños, costaba demasiado llenar las expectativas de su madre y al final regresaba a Tokio, volvía para sentirse una extraña. Su casa había cambiado mucho, al igual que Tokio pero qué más pudo esperar después de cuatro años. Tocó el timbre con pesadumbres, esa especie de inquietud que varias veces había logrado aplazar su regreso volvía a inundarla. Tuvo la intención de huir, demasiado tarde, ya estaba allí. Inspiró profundamente para aguantar por fracción de segundos la respiración y la puerta se abrió tan lentamente que el momento le pareció eterno

- ¡Hija! – gritó la mujer ya envejecida

- Mamá

Su habitación permanecía tal y como la había dejado. Su escritorio caoba con los mismos libros que dejó al partir, tomó uno al azar, empezaba a sentirse de nuevo en casa. Estaba su libreta de notas, el reloj que le obsequiaran de niña. Aquella habitación había permanecido quieta en el tiempo, suspendida en la nada impidiendo que el tiempo la tocara.

- Fueron sólo cuatro años – rió pensando que estaba exagerando

- Pero hasta el acento se te descompuso – renegó su madre llevándole una bandejita de emparedados

Aquella perfección que sólo en sueño pudo imaginar, aquella quietud le trajo la calma a la desazón que en su corazón residía. Se miró al espejo, claro que había cambiado, el pelo le llegaba debajo de la oreja y los mechones delanteros eran más chicos, un corte que le sentaba de maravilla haciéndola verse más juvenil, ahora usaba sus lentes permanentemente. Se los quitó. Sí, su madre tenía razón, cuatro años fueron suficientes, hasta su mirada cambió, ahora reflejaba más edad de la que tenía

- Los ojos son la ventana al alma

- ¿Quién…?

- Yaél

Yaél tenía apenas quince años, su cabello lacio negro le llegaba a los hombros y se mostraba algo rebelde, sus ojos eran verdes y lo que más impactó a Amy fue ese vacío misterioso que mostraban como si ningún sentimiento residiera en ellos. Tenía algo de misterioso que atraía la atención, un no sé qué que fascinaba. Amy echó la cabeza atrás intentando pensar quién era Yaél o de dónde había salido.

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- Qué – gritó al celular con la mirada llena de asombro y el rostro ensombrecido – Gracias

- ¿Y? – preguntó Lita ansiosa

- Que la muy ñoña ha llegado ayer así que perdemos el tiempo. Qué niña

- Pero Rei dijo

- Al diablo con Rei – Contestó Mina llevándose las gafas oscuras a la cabeza

Se apresuraron a subir al automóvil de Mina y Lita marcó a Rei cuando el auto se puso en marcha. Miró con cautela a su amiga, cada vez se volvía más ajena y cada vez le parecía más una extraña que la Mina que conoció. Por fin contestaban

- Si llegó ayer... ¿Y ahora?... Si pero ¡No grites! Ya te pareces a Mina

Y la aludida le lanzó una mirada colérica.

- ¿Y a dónde?

- A casa de Amy

De dos en dos peldaños subieron hasta el departamento. Tocó frenéticamente el timbre. Tenía muy buena condición física desde que se dedicaba a la actuación. En cuanto vio a su joven amiga, la abrazó y sin darle tiempo a recuperar su respiración normal, la arrastró hasta el auto.

- ¿A dónde vamos?

- Ya verás

Amy se quedó asombrada, el templo había sido adornado hermosamente, pequeños faroles de papel maché colgaban por todos lados, banderitas multicolores con su nombre y rostro desfilaban por árboles y ventanas, globos, serpentinas y sus entrañables amigas. La añoranza, los recuerdos, el reencuentro. Simplemente hoy sentía que sus mundos colisionaban

- ¡Bienvenida!

- Te extrañé mucho – como siempre Serena fue la primera, llorando abrazó a su amiga

- Ya déjala – la regañó Rei como siempre

- Te extrañamos – secundó Lita

De antemano sabía lo que aquellos cuatro años había sucedido en las vidas de sus amigas pero aún así no titubeó en preguntárselos, deseaba escuchar sus relatos de sus labios, aquellos mismos relatos que cartas de cuatro o seis hojas le habían llegado a Canadá. Aquellas cartas que con tanto recelo guardaba

- Te quiero Amy

- Ya déjala en paz Serena – le reprendió de nuevo Rei

Por fin la chica contrajo los músculos de su rostro y enojada se lanzó por el último panecillo de la bandeja ante las risas de sus amigas.

- ¡Es mío Rei¡Soy tu invitada!

- Y qué ya comiste demasiados

Como en los viejos tiempos peleando por todo y nada. Viviendo, sonriéndole a la adversidad. Juntas de nuevo. Juntas como Serena lo deseaba.

- ¿Y Nicolás? – preguntó Amy extrañada de no haberlo visto en toda la tarde

- Se ha largado hace como dos años y medio por un desplante de nuestra querida Rei – contestó Mina en tono juguetón

- ¡Desplante ninguno!

- De eso todo – interrumpió abruptamente la defensa de Rei – Le has hecho tantos y el último ha sido el peor, el pobre estaba enamoradísimo de ti – sonrío con ironía Mina

Rei se sonrojó y de un libretazo calló la risita burlona que Serena producía detrás de ella.

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Hotaru Tomoe no podía creerlo, casi quería darse de topes contra la pared. Se recargó en la reja de la escuela y con ansiedad apretó su lápiz. No podía creer que su suerte fuera tal, hoy era el último día de escuela y sus ansiadas vacaciones se desvanecían sin miramientos

- Un cuatro – musitó suspirando

Hotaru había crecido mucho, por extraño que pareciera la adolescencia le sentaba de maravilla, se había estirado mucho aunque seguía conservando su delgadez junto con ese aspecto demacrado y enfermizo que tuviera de niña. Bajó su vista observando con cautela cada línea que se formaba en la banqueta. Suspiró y dando un saltito volvió a maldecir su suerte

- Un cuatro ¡No iré a Paris!

Sacó de su mochila su examen de matemáticas, con horror se fijó en aquella espantosa calificación pintada con tinta roja. Pensaba en la expresiones que su padre haría al ver la nota, y pensaba más en cómo se esfumaron sus vacaciones en un segundo.

- Adiós vacaciones

- No, me llamo Naomi – le contestó la chiquilla que en ese preciso momento pasaba por ahí

- ¡No te hablaba a ti! He reprobado matemáticas... Tengo un siete, cuatro cincos, seis seis y un horrible cuatro

- Eso te deja con un promedio de 5.58

- Y me manda directo a curso de verano ¡Es un martirio¡Un martirio!

- Aliviánate, lo tomaremos juntas

- ¡Pero yo iba a ir a Paris!

Y después de eso de verdad que Iba porque su padre la tendría castigada todas las vacaciones. Tal vez hasta navidad. Hotaru se esforzaba pero la escuela se había vuelto detestable y su atención hacia la clase se desvanecía rápidamente. Se trataba de la edad o quizás de la apatía que sentía por su vida aburrida y monótona. Llegó a casa encontrando que su padre regresaría tarde. Subió gustosa a su habitación aún le quedaban horas de libertad, tiempo que aprovecharía muy bien. Al entrar en su habitación se fijó que en su mesita estaba una carta, seguramente sería de Haruka o Michiru. Desde hacía tiempo ellas le escribían muy lacónicamente. Siempre fueron un poco cortantes pero aquello ya llegaba al extremo de lo insuperable, lo que era evidente era el talento para dar rodeos y expandirse lo suficiente para que Hotaru se entretuviera y ellas no dijeran nada.

- Veamos ¿Dónde estarán ahora? Cómo me gustaría ser como ellas y no tener que ir al curso de verano

Allí estaban intrépidas historias, lugares lejanos, exóticos y misteriosos. Hotaru creía fielmente que todo aquello de verdad les pasaba a sus amigas aunque su padre alegara que la imaginación, sobretodo de Michiru, era tan extraordinaria que rebasaba lo creíble y factible. Ella seguía pensando que era muy posible que Michiru sí hubiera estado en Transilvania y hubiera conocido al famoso conde Drácula, sacado de su tumba por la esplendorosa belleza de la joven. Claro su padre no pensaba igual y a pesar de haber visto sus poderes seguía afirmando que aquello era una vil mentira.

- Papá quiere aguadarme la fiesta siempre

Y ciertamente ¿qué razones tendría Michiru para mentirle? Además, la vida de Haruka y Michiru siempre fue lo bastante extraña como para que ellas ocuparan de mentiras para hacerla interesante. Lo que le preocupaba más, fue que de pronto las cartas que recibía juntas y de mismos sitios, hasta a veces en el mismo sobre, de repente se hubieran separado, ellas alegaban que sus asuntos las separaban de vez en cuando pero a Hotaru no le parecía que eso fuera real... Y su padre le llamó suspicaz.

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Las personas cambian, evolucionan y muchas veces cuando estamos junto a ellas no nos damos cuenta de esos sutiles cambios, quizá porque cambiamos con ellas o porque simplemente son en dosis minúsculas que lo asimilamos con mayor facilidad. Pero para las Sailor Scouts eso no sucedió, los cambios eran más que evidentes, se mostraban con tanta fuerza que era imposible no hubiera choques entre ellas. Cuatro años con Amy ausente, tres años más en que sus vidas propias tomaron rumbo, y ahora de nueva cuenta juntas. Fue Serena quien más lo resintió y quizá porque ella poco había cambiado y tal vez, porqué no decirlo, su soledad la estaba matando. Nueve de la mañana y por extraño que pareciera Serena ya estaba levantada y frente a la puerta del apartamento de Lita tocando el timbre frenéticamente ¿Razón?

- ¿Serena? – Amy estaba impresionada de verla

- ¿Ya está el desayuno¡Lita! – saludó a su amiga que asomaba la cabeza

- La comida era el único motivo que podía impulsar a la perezosa rubia a levantarse temprano y más si sería hecha por Lita

- Pasa Serena ya casi está

Más se tardó Lita en invitarla que en tenerla a su lado, como un rayo cruzó la sala hasta llegar a la cocina para probar el betún del pastel. Lita sonrió. Entonces los ojos azulitos de la chica se fijaron en la delgadita figura que se sumía en el sillón

- ¿Y esa niña de dónde salió?

- Es Yaél... Está viviendo con mi madre y esta mañana me pareció de muy mala educación dejarla sola en casa...

- Así que vives con Amy

- Sí – sonrió Yaél hipnotizando a Serena. Había algo tan peculiar, exótico y fantástico en su sonrisa, en sus brillantes y juguetones ojos verdes. Serena se sintió nerviosa, algo intimidada, se rascó la nuca y al ver el video juego de la chica sonrió – ¿Quieres jugar? – dijo Yaél al ver los inquietos ojos de la chica

- Yo soy buenísima

- Claro ¿Comparada con quién?

Y el juego comenzó, en menos de cinco minutos Serena ya estaba gritando enloquecida por haber perdido. Gimió y siguió gritando mientras Yaél reía encantada con aquella niña.

- Llaman a la puerta otra vez – refunfuñó Lita

- Es Mina y Rei – informó Amy

Era la segunda vez que se reunían. Rei comenzó la charla discutiendo con Amy sobre teorías científicas que ninguna de las otras entendía. Serena estaba demasiado concentrada en el juego con Yael como para hacer caso a sus pelitos

- Te digo que la clonación es un avance científico – gritó Amy por primera vez en su vida

- Y yo te repito que es creerse dioses

- Y qué, Mina Aino es Diosa del Amor y nadie la puede clonar, ya olvídenlo ni que fuera tan importante

- Lo importante para ti es la actuación, si yo te dijera que tus escenas son ridículas y risorías

- ¿Piensas eso Amy?

- Bueno basta chicas – intentó Lita calmar la situación – Ayúdenme con la mesa

- Que te ayude la floja de Serena – gritó Rei enfadada

- Me asquean sus chiquilladas – renegó Mina con ese tono soberbio que se había vuelto parte de su ser

- ¿No creen que es una tontería? – volvió a intentar calmarlas Lita sin mucho logro

- Un momento – levantó Serena la cabeza dándose cuenta de un detalle importante – Lita dijo que sólo invitó a desayunar a Amy, así que ¿Qué hacen ustedes dos aquí?

- Es que – tartamudeó Lita

- Cabeza de chorlito quedamos todas en venir a desayunar con Lita ¿No te lo dijeron?

- ¡No! – gritó Serena al punto del llanto – ¿Se olvidaron de mí?

- Bueno – y Mina se quedó pensando – Nos hicimos bolas y creo confundimos quién te diría sobre reunirnos… Pero no te lo tomes a mal Serena si no hubieras llegado te hubiéramos ido a buscar

Pero Serena no oyó todo, ya que salió corriendo a la calle. Era evidente que la amistad se esfumó dentro de aquellos años. Habían cambiado, Amy tenía acento extraño, a veces se le escapaban palabras en inglés que ella no entendía y los modismos ni decir simplemente pelaba sus hermosos ojitos azules tratando de comprender a su amiguita, Rei siempre fue dura y la Universidad la hizo más, parecía que mostrar un poco de sentimiento o humanidad era un delito capital, Mina estaba tan concentrada en todo que simplemente acababa sin nada y Lita se había vuelto la balanza de equilibrio y a veces la nana de todas. Fuera eso, o únicamente el vacío que se agudizó en los últimos meses Serena no pudo más. Sentía que se volvía una parte dispensable en los seres ajenos, tal vez y como decía Jordane estorbaba en las vidas de los que amaba... y también de los que odia. Llegó a casa con el rostro empapado de lágrimas, Jordane la invitó con un ademán a ver la televisión.

- Me aburre la vida sedentaria –comentó el chico al cabo de media hora

- Sí

- ¿En qué piensas?

- ¿Eh?

- Caray Serenita estás en la luna – dio unas palmaditas a su espalda y Serena obligatoriamente sonrió

Sí allí vivía, dormía y comía después de todo ella había sido Sailor Moon. Sonrió, seguía siendo la misma niña tonta y despistada de siempre

- ¿Crees que algún día cambie Jordane?

- No – sonrió el chico sin perder de vista el televisor – Siempre serás mi encantadora Serena

- Me siento muy sola – masculló con voz imperceptible

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Lo que vino después fue peor. Su mente se ensoñó, volcó fantasía y realidad para perder su razón en el espacio vacío. Serena sabía que podía recuperar a sus amigas, que cuatro años estuvieron desapartadas pero seguían conservando lo que las unión, mas cometió el error de ver lo evidente y no lo real, puro y secreto. Si ser Scout las unió una vez, serlo de nuevo las volvería unir; la pregunta era ¿Cómo? Y el televisor le dio la respuesta Madame Fang: Lectura de cartas y adivina podía solucionar todos sus problemas y hacer sus sueños realidad.

- ¿A dónde vas Serena? – interrogó Jordane al verla pasar como un bólido

- A rescatar a mis amigas

- ¿Te ayudo? – pero la rubia ya se había esfumado

Le tomó toda la tarde dar con la casa de Madame Fang pero la pena valdría, sus amigas lo valían todo. La casa era una respetable mansión escondida en lo profundo de Tokio, había gente en la salita esperando y una atenta secretaria que se apresuró a servirle galletitas y té.

- Quiero recuperar a mis amigas – decía con la boca llena

- ¿Cuántas amigas?

- Cuatro

- Bueno, eso le costará... dos mil pesos por adelantado y tres mil más cuando esté hecho... No se preocupe tenemos póliza de garantía, si en dos meses no se cumple lo prometido usted recibirá un reembolso de cuatro mil pesos – sonrió la secretaria

Pero Serena estaba estupefacta. Su ojo tintineo y su sonrisa se quedó congelada ¡De dónde sacaría tanto dinero! Alzó el dedo índice, lentamente lo bajó hasta señalar la puerta y en un segundo salió huyendo. ¿De dónde sacaría tanto dinero?

- Ellas lo valen – decía observando el pavimento, pensó en vender sus cosas, algo debía obtener por el televisor, la grabadora, el espejo...

Miles de estrellitas llovieron frente a sus ojos, cuando recuperó la vista se fijó que se había impactado contra Yaél, la chiquilla estaba tendida en el suelo frotándose la frente y repitiendo sin cesar que Serena tenía la cabeza demasiado dura.

- Lo siento – titubeo Serena, finalmente le extendió la mano – No me fijé

- Me dolió – chillaba la niña – ¿Siempre eres tan despistada?

- No

Pero sus ojitos azules la delataron, estaba triste y hasta melancólica, una mirada distinta a la que Yaél vio en casa de Lita y claro que después del altercado la muchachita pudo darse una idea de qué era lo que la atormentaba, con el puño le dio un golpecito en el brazo. Serena se lo sobó quejándose de la brutalidad de la joven y Yaél sonrió.

- Tontilla

- ¡Mira quien lo dice!

- ¿Qué te pasa? Si me dices tal vez te pueda ayudar

- Si me puedes prestar cinco mil pesos... Dos mil en este instante seré feliz – sonrió ampliamente la joven

- Bueno, eso es mucho dinero ¿Y para qué lo quieres?

- ¡Qué te importa!

- Si no eres buena conmigo no te presto nada – le sacó la lengua buscando provocarla – En serio ¿Le debes a alguien¿Drogas¿Un chantaje¿Compraste tu calificación¿Protección?

- ¡No! Olvídalo, sólo bromeaba – cómo explicarle que una adivina le regresaría a sus amigas, hasta para Serena sonaba desquiciado

- Supongo que todos tenemos secretos oscuros y con tampoco tiempo de conocernos no confías en mí... No tengo tanto dinero pero puedo ayudarte

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La idea de Madame Fang fue algo inesperado, y poco creíble pero Serena tenía su Póliza de garantía y en menos de una semana eso sucedería. Se estuvo desde las seis de la tarde afuera de una joyería. Según Madame Fang y las especificaciones de Serena seres maléficos de otro mundo atacarían allí para practicar un ritual y traer el mal al mundo. Perfecto para reunir a las Sailor Scouts o morir en el intento. La chica se quedó dormida. Justo a las cuatro de la mañana las alarmas de la joyería la despertaron estrepitosamente de su sueño

- Perfecto

Hacía tanto tiempo que no luchaba por el amor y la justicia que su aparición cayó en risoría. Estando parada frente a ellos olvidó su típica presentación y mientras improvisaba los seres maléficos huían despavoridos con las joyas.

- No se vayan – lloraba Sailor Moon

- ¡Alto allí monstruos! – se oyó la poderosa voz de Sailor Júpiter

- ¡¡Fuego de Marte!!

- Sí – gritó Sailor Moon encantada de ver al equipo reuniéndose

- Esperen por favor – gritó uno de los demonios de rodillas

- Que tienes que decir – Se acercó Sailor Venus y el gato Artemis

- No me maten, no soy un demonio

- Tienes garras, colmillos y... a menos que seas un animal salvaje que no conozca – se interrogó más para sí que al demonio Sailor Venus

La historia fue corta, los cuatro ladrones se deshicieron de sus disfraces, entregando lo robado, eran actores pagados. Sailor Júpiter no entendía, hasta que Sailor Venus preguntó cómo terminaron contratados. Una mujer los contrató para simular un ataque y así jugar con sus amigas

- O algo así, no preguntamos mucho... Nos pagaron

- ¿Y cómo se llama la persona¡Dilo o te frío! – gritó Marte apuntándoles con el dedo índice

- Tsukino Serena – gritaron los actores al unísono

Graciosamente Sailor Moon salió a hurtadillas y cuando sintió los ojos de Sailor Marts sobre ella emprendió la carrera de su vida, irónicamente para salvar la propia.

En el Próximo Capítulo:

+ Un nuevo ataque destruye la ciudad pero después del engaño de Serena las chicas dudan de ella, ahora Serena enfrentará sola al enemigo.

+ Kael Fox es un hombre muy rico, que siempre ha vivido bajo la sombra de un poderoso padre, ahora ha encontrado el amor en los ojos azules de Michiru, ha encontrado más poderosas razones para desear triunfar en la vida que el simple hecho de sobrevivir. Suele el destino hacer jugadas extrañas y la manera como Kael y Michiru se conocen resulta muy peculiar.

CONTINUARA