Disclaimer: Lo bueno del canon de Himaruya es que es casi imposible hacer OoC, aun más con personajes que solo ha dibujado un par de veces.
Ancients University III: Cuervos Vs. Águilas
¿Por qué Germania odia a Austria? De hecho odia más a Prusia por traición y a Austria porque no le gusta que esté aquí... como si a él le gustara tanto estar aquí, si no hay ni puto bosque.
Prusia protesta que eso es SÚPER injusto porque nunca lo escribimos… que no proteste, que sí escribimos cuando Prusia le dijo a su padre que le gustaba Roma y que se acostaría con él.
Estamos de acuerdo con Prusia en que eso no pasó del todo, le proporcionamos el beneficio de la duda. Prusia ríe nerviosito con esas declaraciones. Pero Prusia es el consentido y al que Germania más quiere, y no puede creer que sea capaz de joderle tanto.
Francia sugiere que Germania tome flores de Bach y haga Yoga.
Prusia dice que eso que le hacéis es muy injusto porque él quiere mucho a su vati pero es que joder, es que Roma... y es injusto que le hagáis elegir entre seguir siendo el favorito y poder decir lo que TODOS saben.
—Ya, claro... que es que te vas a tirar a Rom en la primera oportunidad que tengas —murmura Germania levantándose.
—Chico... hazme un favor y ve decirle a Roma que ya está la cena —pide Egipto deteniendo a Germania antes de que salga.
—W-was? —vacila Prusia.
—Primera oportunidad... bien, Preussen. Hazlo evidente, claro y que todos se enteren —le reta Germania de verdad hasta los cojones de todo esto.
—Ya —exige ella en uno de esos tonos y Prusia se levanta cagando leches agradecido que le hayan dejado largarse.
—Danke, Ägypten —murmura de veras de malitas, con el ceño fruncido y los puños apretados.
—Mira, normalmente me importas una mierda, tú, tus hijos y los líos en que te metes, pero últimamente estás insoportable.
—Bien, a mí me importa una mierda si piensas que estoy o no insoportable —responde agresivo.
—Estupendo, pero más te vale ir haciéndote a la idea. Tú... de alguna forma, sales con Roma y creo que no te has dado cuenta de lo que eso implica. Lo cual no me extraña en lo absoluto teniendo en cuenta tu nivel de raciocinio.
—Como me vuelvas a decir una sola cosa de esas... —protesta genuinamente tenso... no la mates, porfitas no la mates. La egipcia pone los ojos en blanco y el germano aprieta los ojos.
—Lo que ocurre es que todos están celosos, idiota. Y más te vale que sean sinceros y te digan lo que piensan de buenas maneras a que te odien por dentro y se vuelva envidia insana.
—Was? ¿Qué es lo que implica? ¿Un don de los dioses? ¿Algo que agradecer? Oh mira que bien que "salgo" con Rom porque... Was?
—Hablo de tus hijos. Es lo más normal que piensen eso y tú puedes tomártelo como una afrenta personal a ti mismo o como un halago por haber logrado lo que ellos quisieran.
Germania aprieta los dientes y bufa un poco... pero se lo piensa.
—De todos modos van a irse a acostar con él —asegura él suspirando—. Todos ellos, con sus celos, van a acostarse con él porque él va a permitírselos... de hecho va a buscarlo. Entonces no habrá celos. Habrá un vater idiota que sigue con el tipo idiota que los hizo sentir bien.
—Pero si serás imbécil... —niega ella con la cabeza.
—De verdad, Ägypten, no pruebes mi paciencia. Si tienes algo que decirme, dímelo.
—A ver, idiota, ¿cuántas personas conoces tú que después de acostarse una vez con él no quieran volver a hacerlo NUNCA más?
—Oh, maravilloso. ¡Ni siquiera termina en que se acuesten con él una vez! —sarcasmo histérico porque no sabe controlar lo que le ocurre con Roma.
—Exacto. Yo que tú se lo prohibiría, pero no de una manera desesperada, si no porque Roma es adictivo y créeme que si lo hacen, aun van a envidiarte más y aun va a ser peor.
—¿Prohibírselo? "Preussen... tienes prohibido acostarte con mi... con Rom". Claro, siempre tan funcional eso, prohibirles algo para que no les atraiga cuando además el otro imbécil está a mis espaldas... —aprieta los ojos de verdad histérico, temblando un poco.
Egipto bufa exasperada. Germania abre los ojos y la mira frunciendo el ceño.
—No puedo creer que yo tenga que enseñarte esto.
—Bien, tómalo a cambio de llevarte y traerte de la escuela por un mes. ¿Enseñarme qué?
—A ver, voy a hacerte una pregunta muy seria y quiero que te pienses muy bien tu respuesta, porque como me exasperes más te juro que me largo y que te enseñe tu padre.
—¿Qué pregunta?
—¿Si pudieras elegir entre acostarte conmigo o con Helena, a cual elegirías? —le mira de manera penetrante como mira a sus alumnos, con cara de tienes cinco segundos antes de que te considere un completo desperdicio humano apto para NADA.
—P-Pues... es que... —cierra la boca con esa mirada penetrante mientras se sonroja porque es que Egipto tiene ese noséqué que además nunca se ha acostado con ella, pero es que decírselo... aunque Helena hace unas cosas que... ¿pero que no hablaban de Roma?
La morena BUFA por paciencia. Germania se arma de valor. Insisto, no se llega a ser el asesino de Roma sin valor, toma aire.
—Probablemente contigo —murmura con la boca pequeña, rojo como tomate.
—Probablemente eres imbécil —resuelve Egipto, aunque de repente Germania le cae un poco mejor.
—Pero estábamos hablando de Rom —Egipto le da un poco de miedo en realidad.
—Sí, por qué creí que serías más o menos inteligente como él y podrías entenderlo. Helena. Helena era la respuesta correcta. ¿Pero cómo consigo que Roma se acueste conmigo cada vez que quiero y me elija a mí antes que a ella? Porque voy a por él. Roma no sabe decir que no y no puedo creer que no te hayas dado cuenta todavía.
Germania la mira unos instantes desfrunciendo el ceño.
—Si no quieres que vaya con tus hijos, ve con él. No te va a decir que no a ti y tus hijos, supongo, serán lo bastante listos para retirarse ellos a favor tuyo.
—No puedo estar yo con él como una ostra todo el tiempo —indica el rubio con un tono de voz considerablemente más suave y menos agresivo, pensando aun.
—No, por Ra, sólo se supone que lo hagas cuando tus hijos estén realmente cerca de estar en peligro —bufa de nuevo.
—Como un... animal. Marcar territorio —murmura—. ¿Y a quien le debo prohibir qué? ¿A mis hijos?
La chica le fulmina con eso.
—Se acabó la lección.
—Ägypten.
Egipto le mira con desprecio.
—No, no voy a acostarme contigo —se larga. El sajón levanta las cejas y se sonroja porque NO se puede decir que no le haya pasado por la mente (es un boy). Carraspea un poco.
—Rooooom!
—Quiiiiiiiiid?
—¿Dónde estáaaas?
—¡En el talleeeeer!
—¡Trae cervezaaaa! —ese es Prusia.
Germania se humedece los labios, se mete una mentita a la boca (recomendación de Helena...), nerviosito camina hasta el taller con zancadas largas, abriendo la puerta de golpe.
Roma está con una maza y un cincel, golpeando un pedazo de mármol enorme que aun no se puede saber qué es. Prusia le mira. Germania fulmina un poquito a Prusia, no vamos a negarlo, pero se acerca a Roma con decisión.
—¿Qué hacen? —la voz más tranquila que puede.
—Ave, mi amor —le sonríe mirándole por encima del hombro—. Esculpo mientras tu hijo me cuenta una historia de guerra.
—¿Qué esculpes? —pregunta deteniéndose tras él y rodeándole la cintura con un brazo, mirando a Prusia fijamente.
—Aun no lo sé —levanta las cejas con la mano en su cintura y se le echa un poco encima, limpiándose la frente de sudor.
—Quizás podrías esculpirme a mí —le mira de reojo y sabe desde YA que va a arrepentirse de proponerlo, pero momentos desesperados llevan a acciones desesperadas. Le abraza un poco contra sí. Roma le mira a los ojos y sonríe.
—Y... ¿posarías para mí?
—No estoy del todo seguro —confiesa sosteniéndole la mirada y apretándole un poco más.
—¿Por qué no? —desconsolado.
—Porque ya te conozco, vas a querer que pose desnudo y va a ser vergonzoso... —carraspea—, aunque no he dicho que no.
—Por supuesto que voy a querer que poses desnudo —se ríe.
—¿Y si me da frío?
—Apuesto a que sabré perfectamente como calentarte —ese toooono.
—Entonces no vas a esculpirme. Se pierde el objetivo —responde apretando los ojos.
—Oooh... —decepcionado.
—Vale, vale... ¡posaré para ti! —responde nerviosito—. Rom...
Roma le sonríe.
—Llevo demasiados días demasiado enfadado contigo —admite abriendo la mano que tiene en su cintura y que tenía cerrada en un puño hasta hace un segundo, se la pone extendida sobre la cadera, presionando un poco con los dedos.
El romano se mueve hacia donde le empuja, girando hacia él y el sajón le abraza. Roma le abraza de vuelta del cuello, sonriendo. Germania le abraza más fuerte aún, escondiéndose un poco en su cuello y su temperatura sube repentinamente unos cuantos grados. Empieza a sudar.
—¿Qué pasaaa? —susurra, sonriendo de lado y abrazándole más fuerte.
Germania tiembla un poquito y suelta el aire lentamente, apretándole más.
—Venga —le acaricia la espalda—, Ya está, no quería hacerte sentir mal. Nunca quiero hacerlo, realmente te quiero mucho —asegura a modo de disculpas. El sajón suelta otra vez el aire, y absorbe por la nariz ruidosamente, abrazándole con cierta desesperación—. Mmmm... —susurra sonriendo y abrazándole también y le hace una caricia en la cara con la barba.
Germania hace fuerza con el abdomen y aprieta los ojos, aguantando un sollocito completamente silencioso.
—Yo también te echaba de menos —asegura.
—Yo quiero dejar de querer matarte... —confiesa.
El latino cierra los ojos y suspira sin saber qué responder a eso. Germania suelta el aire, haciendo un esfuerzo por calmarse a sí mismo, sin soltarle.
—Ven a la cama conmigo... —propone un ratito más tarde.
—Vamos —susurra y asiente. El rubio le suelta, limpiándose un poco los ojos con la camiseta, sin mirarle—. No sé qué te has hecho hoy que estás súper guapo —asegura sólo soltándole un poco, para andar abrazado a él. Germania sonríe un poco, de lado.
—Tú... —vacila un instante y se sonroja más—, no te ves mal. Tampoco. Nunca, es decir...
Roma se ríe con toda esa vacilación y se lleva un empujoncito en el hombro.
—Aun así soy más alto que tú —asegura Germania.
—¡Ha! ¡Como si eso tuviera la más mínima importancia! —claramente picado con el comentario.
—La tiene toda... darías medio centímetro de pene por ser más alto que yo —asegura sonriendo más porque sabe que le ha picado.
—Non, eso nunca, mi verga es sagrada.
—Tu verga NO es sagrada... un pedacito así nadie lo notaría —le mira.
—YO lo notaría.
—¿Cómo podrías notarlo? Hablo de un pedacito así —señala con los dedos y le mira a los ojos mientras sube las escaleras. Prusia ha quedado perdido en algún lado, ubicación desconocida.
Prusia se ha quedado en el taller al notar a su padre abrazando a Roma de esa forma como te ha prometido Egipto que haría.
—Pues lo notaría en que entonces yo sería como tú, más alto pero con la verga pequeñita —se ríe ahora Roma.
—¡No tengo la verga pequeñita! —protesta agachándose y levantándolo de detrás de las corvas de las rodillas, sin soltarle del torso—. Será que tú no me gustas lo suficiente para que se me ponga todo lo grande que se puede poner —muchachooos.
Roma se mueeeere de la risa dejando que le levante, abrazándole del cuello.
—Los que no saben bailar se quejan del suelo.
—¿Ahora me estás acusando de no saber... bailar? —levanta las cejas picado con eso.
—Quizás...
—Dije hace rato que quería dejar de querer matarte... ¡no quererte ahogar en la pileta esa de agua que tienen en el baño! —protesta y el latino se muere de la risa otra vez y le da un beso en la mejilla—. He pensado en dejarme la barba —anuncia acercándose a la cama y cerrando la puerta tras él.
—Ah, sic? —le dibuja la mandíbula con un dedo—. ¿Por?
—Me ahorraría tiempo en rasurarme todas las mañanas y puede que a ti no te gustara pero sí a las chicas —asegura poniendo la rodilla en el colchón.
—Nah, hay que recortarla igual y es más complicado que te quede igualada con un mismo largo que si simplemente te la quitas... y yo no he dicho que no me guste.
—Barba larga, como la que solía usar en los inviernos crudos. Tampoco hacía tanto para que quedara igualada —recuerda acostándole en la cama y acostándose un poco encima de él.
—Barba larga y desaliñada así como de sabio de la montaña en... ¿aquí en un invierno crudo cuantos grados tenemos? —le acaricia las mejillas.
—Le quitas a todo la emoción —protesta—. Podría hacerme entonces una perforación en algún lado...
—¿Qué me dices de un tatuaje aquí? —mano en el culo.
—Podría hacerme uno más arriba. Algo mitológico... —se sonroja apretando los ojos pero sin quitarle la mano del culo.
—¿Cómo qué? —tampoco parece especialmente interesado en quitársela.
—¿No eres tú el artista?
—Podría dibujártelo yo, en realidad, creo que una corona de laureles aquí en esta nalga... —magreoo. Ahora sí le detiene la mano, sonrojado, apretando los ojos.
—Tendré que pedirle ayuda a Helena entonces, si pretendes que te dejaré dibujarme encima una corona de laureles indeleble. Si se borra, puedes dibujar lo que sea.
—Quítate la camiseta y túmbate cara abajo.
—¿Vas a dibujarme algo? —ya se está quitando la camiseta... eso sí.
—Sic.
Sonríe de lado, porque en realidad se le ha ocurrido a él la idea. Roma busca alrededor y toma un bolígrafo de la mesita de noche, junto a un bloc de notas junto al teléfono, que tiene para apuntar si le llaman, todo muy ordenado. Habitación germana tiene que ser.
Germania se acuesta boca abajo, relajándose un poco porque esto además le da tiempo para hablar con Roma y no SÓLO para sexo.
—¿Qué vas a dibujar?
El romano se sienta sobre su culo y le aparta el pelo con suavidad.
—Ya lo verás, lo he visto perfecto.
Levanta los brazos para acostarse en sus manos y se le deben marcar bastante bien los músculos... Porque ahora, bendita universidad, nada y hace ejercicio otra vez. El romano se los resigue con los dedos suavemente antes de nada... porque le gustan. Piel de gallina a su paso.
—¿Cómo has cambiado de idea sobre tu enfado? —pregunta empezando a dibujar en la nuca. Germania suspira un instante antes de cerrar los ojos.
—Ägypten.
—¿Aja?
—Me explicó algunas cosas...
—¿Cuáles? —inclina la cabeza sin dejar de dibujar, pensando que eso es raro.
—Cosas sobre ti y me dio una idea de lo que podría hacer al respecto —resume.
—Oh, ¿no me vas a decir qué cosas?
—No voy a dejar que te acuestes con mis hijos —afirma.
—Ya... —sonríe un poco y suspira, sin dejar de dibujar.
—Lo digo en serio. Lo tienes prohibido —como no entendió esa parte, ha decidido hacerlo igual.
—Anda... ¿y qué pasa si no cumplo la prohibición?
—En realidad... Nada. Seguramente me enfadaré mucho si me entero o seré un idiota si no me entero, es igual. Sólo es algo que te estoy pidiendo a ti. No te tires a mis hijos, bitte.
Roma deja de dibujar un momento y le da un beso en la nuca.
—Preferiría enfadarme… A ser un idiota —confiesa girándose un poquito a mirarle.
—Quieto —le empuja para que no se mueva, volviendo a dibujar—. Sabes cómo funciona ese asunto con ellos, ¿verdad?
—Les gustas y me tienen celos y van a tenerme más celos si se acuestan contigo una vez —responde más o menos lo que entendió de Egipto. El moreno levanta las cejas porque no iba por ahí él.
—Ehm... bueno, sic, en realidad esa teoría es posible...
—¿No es correcta? —se mueve.
—No te muevas. No he dicho eso... es una teoría y seguramente sí tiene parte de razón.
—Explícame cómo funciona con mis hijos —pide y debe notar la tensión que aumenta considerablemente en su espalda.
—Me dan curiosidad...
—¿Te has acostado ya con alguno? —pregunta lo que no ha querido preguntar directamente hace días.
—¿Me vas a creer si te digo que no?
—¿Me vas a decir que no?
—Sic.
—¡¿Con NINGUNO?!
—¿Tanto te sorprende?
—Ja —responde sinceramente quitando el pensamiento de Italia de su cabeza.
—Bueno, no puedo negar que son bastante insistentes y que lo han intentado arduamente.
—Was?! ¡¿Ellos lo han intentado arduamente?!
—Mi amor, no creerás que si YO quisiera que sucediera no habría pasado ya.
—¡Pero tú te acostaste con Deutschland! —insiste —. Por que llevas días haciéndome creer que al menos a él y a Preussen...
—Non —se ríe—. Le besé, es cierto y llegué bastante cerca, pero nunca fue más allá de un beso y un poco de toqueteo. Ni siquiera llegué a quitarle la ropa.
—¿Y Preussen? Y Österreich... ¡Seguro has intentado tirártelo a él! Aunque puede que Schweiz te arranque algo.
—Non, sinceramente probé antes con Svizzra y me sorprendió.
—¿Por?
—Es muy fuerte, creo que es la primera persona que ha logrado aguantarme un beso.
—Nunca le gustaste mucho. Me alegro con Schweiz.
—Sviza es, de tus hijos, el que más me respetaba, Germaniae —corrige.
—¡Qué te iba a respetar! Pero es que... No puedo creer que no te hayas acostado con ninguno.
—Claro que me respeta, yo le enseñé lo que ahora es su vida. Y ya te he dicho que los otros dos lo han intentado con ahínco.
El germano toma aire y lo suelta.
—Me alegra saberlo... —asegura.
—Y luego está Austria... no deberías preocuparte de él tampoco —sigue dibujando.
—¿Por qué? —se mueve un poco oootra vez para intentar mirarle.
—Quietooo —se ríe—. No hará nada.
—Schweiz?
—Ninguno de los dos, he ayudado un poco a Suissa con él.
—Pregunto si no hará nada por Schweiz... Aunque siempre me ha dado la impresión de que... —vacila un poco—, con todo era Schweiz el que necesitaba más de Österreich.
—En realidad... non, no creo que sea por Svisse propiamente.
—Evidentemente tampoco es que no le gustes. Quizás te teme... —y creo que Austria es el único de sus hijos del que no le importa suponer eso. Aún le sigue viendo a veces como el hijo suyo que lloraba por todo.
—Non, non, no es temor lo que veo en él.
—¿Entonces?
—No te pongas nervioso si te lo cuento, ¿vale?
El sajón gruñe un poco como respuesta.
—Pasa lo mismo que con mi hijo y con Prusiae.
—Oh... Es extraño eso que dices que pasa con Preussen que sólo tú ves... ¿Con qué hijo tuyo pasa? ¿No estuvo casado con el que es igualito a ti?
—Sic, me refiero a Franciae.
—Él es tan terrible como tú desde que era un mocosito que parecía niña —escalofrío. El romano se ríe—. ¿Qué vas a hacer si terminas acostándote con ellos? Van a volver...
—En realidad... no lo sé —confiesa.
—¿Con cuantas personas puedes tener... algo? ¿O pretendes matarles?
—Non, non... por supuesto que no... —suspira.
—No lo pregunto por lo que crees que lo pregunto —murmura.
—¿Por qué lo preguntas?
—Porque quiero entender por qué lo haces... Antes era tu trabajo y ahora no lo es, pero el resultado que vas a obtener es el mismo.
—Ya lo sé... y siempre pensé... SIEMPRE pensé, "en el momento en el que todo el mundo sea mío no voy a volver a hacerlo. No voy a volver a hacerlo nunca" me lo repetía a mí mismo todas las noches, créeme. Y volver a estar vivo y ver que los demás estáis aquí también fue como... ¡limpiar mis culpas y remordimientos! ¡Seguís con vida! Y además yo ni siquiera tengo esa carga ahora, es tan maravilloso que no puedo creerlo... pero...
—Es que... ¿qué crees que pase con Preussen? ¿O con Deutschland? No sé del resto del mundo y... bueno, me dan lo mismo los demás, pero... es que te conozco, Rom, nos has hecho lo mismo a todos. Preussen va a hacer lo que todo el mundo, enamorarse. ¿Y después?
—Ya lo sé, ya lo sé —se echa para atrás y se lleva las manos a la cara.
—¿Te has acostado con alguien desde que volvimos? —pregunta sin estar seguro de querer saberlo—. Nein, de hecho... ¿con quienes te has acostado desde que llegamos?
—Quid?
—Acá... a estos tiempos. Britania, Galia, Helena, Egipto... todas ellas quedan fuera, ya saben bien de lo que eres capaz, se sabrán defender. Hablo de los de aquí... —baja una mano y se la pone en la pierna, intentando girar un poco la cabeza para mirarle.
Roma le deja darse la vuelta, apartando la mirada. Germania le mira inclinando la cabeza y humedeciéndose un poco los labios.
—Sólo quiero saber qué ha pasado con ellos...
—Con los que te importan, nada —responde un poco más agresivo ahora. Germania parpadea, notando el tono y se incorpora un poco.
—Espera...
Roma le mira a los ojos sin sonreír.
—Estoy intentando entenderte... y esas preguntas son las que se me ocurren.
—Entender quid?
—¿Por qué te enfadas?
—¡Porque a ti no te lo permito, idiota! —golpecito en la frente con la base de la mano.
Germania se revuelve un poco. ¿Permitirle qué? ¿Cuestionarle esas cosas? El latino le mira fijamente, aun de rodillas entre sus piernas y el rubio suspira, sosteniéndole la mirada.
—Me acabo de dar cuenta de que tú tampoco lo sabes, ¿vale? De hecho me estoy dando cuenta de que a ti también te afecta...
—Justo eso es lo que no te permito, ¿cómo puedes ser que no se te ocurra pensar ni por un momento cómo me puedo sentir yo? Entiendo que no tengas ni puñetera idea de cómo me siento porque eres así como... una puñetera pared de ladrillos a nivel emocional, pero de ahí a ni plantearte que yo también pueda sentir al respecto...
—Porque creo que tú sabes hacer muy bien todas estas cosas...
—Sic, sí las sé hacer muy bien, pero me siento igual que tú muchas veces. Tú no tienes una casa qué defender, ni unos bosques en los que cazar, ni necesitas sobrevivir ni parece que sirva de nada ninguna cosa de lo que sabes hacer. A las chicas les pasa lo mismo... ¿y no has pensado que a mí también me pasa? Que al final, a pesar de todas mis promesas, pasé tanto tiempo haciendo eso que es lo que se me da bien y... igual que cuando tú montas a caballo o nadas en los lagos helados en casa de Svizza por unos instantes sientes que todo vuelve a tener sentido y vuelves a estar en casa, a mí me sucede lo mismo cuando hago lo que a mí se me da bien.
Germania traga saliva y se arregla un poco el pelo, inclinando la cabeza y escuchándole.
—No lo había pensado así —admite.
—Por eso... por eso non, no quiero matar a nadie. Non, no necesito tampoco acostarme con ellos. Non, no quiero hacerte daño... Y non, no sé qué va a pasar ni qué voy a hacer luego.
—Vamos a... vale, puedes no saber nada y lo entiendo. No estoy habituado a que tú no sepas qué hacer, por esa... esa manera que tenías antes de hacerlo todo y ser un imperio enorme y... perfecto —explica con su voz grave y calmada.
—Antes hubiera sabido exactamente lo que estaba haciendo porque tenía un motivo que sujetaba todo cuanto hacía —sonríe de lado.
—En realidad... no creas que eras el único. Yo también tenía motivos para salir corriendo... incluso motivos para querer matarte.
—Lo sé —inclina la cabeza.
—Rom, tú y yo... seguimos juntos, ¿verdad?
—¿A qué viene esa pregunta? —levanta las cejas.
—A veces todo esto me confunde y necesito confirmarlo.
—Sic, eso creo yo —estira la mano hacia él. El sajón sonríe un poco, tranquilizándose.
—Verás, si es así... es decir, ya sé que estás con otras personas también, pero creo que esto... —vacila y el moreno le toma la mano.
—¿Aja?
—Me es complicado entender ESTO, especialmente sin ese pretexto de "no quiero anexarme a tu imperio". Tú sales con todos, te acuestas con todas ellas y no termino de entender... nada. Si me ayudas a entenderlo, quizás no esté enfadado todo el tiempo.
—Bien, ¿qué es lo que no entiendes? —le aprieta la mano.
—Pues una cosa que no entendía era esa... en realidad. ¿Qué demonios es lo que haces, o qué vas a hacer? —se encoge de hombros.
—No hago nada y lo hago todo como todos —sonríe y tira de él para que se acerque.
—Nein, no es como todos... ¡nadie hace las cosas así de complicadas, yo veo al resto del mundo tan tranquilo con sus parejas! —protesta un poco, acercándose igual y mirándole a los ojos. Roma se pasa una mano por el pelo—. ¿Te pongo nervioso con eso?
—Sic.
—Bien, tú me pones nervioso con TODO lo demás, me parece justo —asegura sonrojándose un poco—. ¿Vas a seguirme pintando la espalda?
—Casi he acabado.
—Más vale que me guste... ¿qué es? —pregunta intentando mirarse.
—Unas letras que dicen cuanto me quieres, adornadas con flores y lazos.
—¡No me habrás puesto un SPQR en la espalda! —protesta un poco mirándole con las cejas levantadas.
—"Propiedad de" —sonríe.
—¿Propiedad tuya? —sigue con las cejas hasta el techo—, ya, claro... lo que no lograste en años de lucha lo vas a lograr con un bolígrafo. Ahora te dibujaré yo algo. ¡Dámelo!
—NOOON! —se ríe apartándolo de su alcance.
—¡Ah! ¡Cómo no! ¿Por qué? —protesta intentando quitárselo igual.
—¡Porque tú no sabes dibujar! —se lo sigue alejando.
—¡No voy a dibujar! Voy a escribir —y no es que lo haga tan bien, pero ha mejorado.
—¿Que te pertenezco?
—Ja! —sí, no estamos pensando.
—Te dejo que escribas eso... en mi verga.
—¡¿En tu verga?! —se detiene... y se sonroja—. W-Was?
—¿Quieres hacerlo o no? —sonríe de lado y el germano traga saliva.
—Ja.
Roma le tiende el bolígrafo.
—Pero quiero escribir otra cosa además de eso... —murmura más sonrojadito aún, toma el bolígrafo igual.
—¿El qué?
—Date vuelta...
El romano lo hace... y se baja los pantalones. Luego los calzoncillos, dejándole justo el culo.
Germania se sonroja, no lo duden ni un poco, quedándose paralizado (e idiotizado) unos segundos antes de sacudir la cabeza y carraspear. Hace una línea de unos centímetros, extendiendo la... raya que tiene por naturaleza en el culo.
Hace dos rayas inclinadas en la punta de la línea que acaba de dibujar, de manera que queda una flecha apuntando directamente al... centro del culo del romano. Saca un poco la lengua frunciendo el ceño. Escribe en el polo opuesto de la flecha, en la baja espalda del romano con trazos firmes, no tan perfectos como los de Alemania, Prusia o Suiza, pero bastante claros.
Roma le mira hacer por encima del hombro.
—¡Deja de mirarme! —protesta dándole un golpecito en el culo... y sonrojándose al notar lo que está haciendo, tratando de concentrarse.
—Eh, azotes no valen —se ríe mirando igual.
"Conquista y propiedad de GERMANIA". Roma se ríe, porque además ni siquiera le ha escrito eso a él.
—Was? —levanta la cara y le mira una vez que termina de subrayar el Germania.
—¡Habíamos dicho que sería en la verga! —protesta.
—También será en la... también será ahí. Sólo que esto también... pues aquí también, no es nada más eso de adelante, ¡cualquiera que te viera diría que sólo haces tú y yo no hago!
Roma se ríe de eso.
—Ahora... date la vuelta —cuadrado alemán. El latino lo hace—. Esto... es muy pequeño, no caben todas esas... letras —asegura con todo y la vergüenza, intentando molestarle un poco.
—Ya sabes cómo se hace para que sea más grande... —sonrisa maligna.
—En realidad, en tu caso no hay que hacer nada más que esperar a que pase algo que se mueve... —responde un poco cruelmente en realidad.
—Quid?
—No esperarás que te chupe el... nein —aprieta los ojos.
—¿Por?
—¡Porque no! Anda... haz... algo, piensa en algo o... algo —mira el asuntillo de reojo, sonrojado.
—Creo que no será propiedad germánica.
—ES propiedad Germánica —aprieta los ojos, sube una mano y se lo toma un poco bestialmente.
—¡Ah! ¡Con cuidado! —protesta y se ríe.
—Es mío, puedo hacerlo como quiera.
—Pero hombre, te dará mejor resultado —y me lo fulminan.
—¿Algo más que quieras que haga?
—Suave y con ritmo —le guiña un ojo, cínico.
—No voy a... ¡no voy a toquetearte así como si fueras yo!
—¿Como si fuera tú?
—Pues... sí. Es decir...
—¿Cómo te toqueteas?
—¡No me toqueteo! —chilla. Bien, Roma, siempre consigues sacar la parte tsundere del hombre. El latino se ríe—. ¿Tú cómo lo haces?
—¿Entonces? —el romano le mira a los ojos con cara de "voy a buscar a Egipto y..."—. Pensando en ti.
—Eres un mentiroso —protesta dándole un golpecito en el abdomen—. Te detesto, ¿sabes? Pero no se dirá que no es propiedad de Germania tu estúpida verga.
Vuelve a reírse y de hecho, con el tiempo que lleva Germania vacilando con ello en sus manos, ya no va a necesitar hacer demasiado.
—Ponte de lado... —murmura el rubio, poniéndose de tal manera que le abrace por detrás si rueda un poco y el romano lo haceeee, claaaro que lo hace—. No sé cómo siempre consigues que haga este tipo de cosas... —murmura moviendo la mano de manera apropiada, si no es que no sepa... de verdad.
El romano echa la cabeza atrás y cierra los ojos sonriendo con un "mmmm" de satisfacción en general, levantando las manos para buscarle y disfrutando en general.
Germania se sonroja un montón y sigue haciendo los movimientos... más o menos precisos. Al menos son los movimientos que a él le gustan. ¡Protesta por lo bajo y en realidad de hecho Roma debe notar que funciona para ambos! Vamos… que Germania está también… ejem.
No regatea en gemidos, suspiros y espasmos con algunos comentarios sobre lo mucho que le gusta lo que hace. Hasta que Germania... se detiene súbitamente y Roma parpadea y protesta.
—Tú te metiste en este lío solo —murmura Germania con voz GRAVE poniéndole la palma de la mano en el abdomen para que se ponga boca arriba.
—¿Y-Yo? —se mueve como le pide.
—Ja. Tu dijiste que querías que te dibujara en la estúpida verga —murmura en protesta, buscando el bolígrafo en la cama.
—Ah, eso —se pasa una mano por el pelo súper incomodo. Es que es germano cuadrado, parece que no le conoces. Repta un poco por la cama acercándose a la cosa en cuestión —. Como me hagas acabar con el bolígrafo vas a flipar...
—Como termines con el bolígrafo voy a matarte —asegura acercándose más y... bueno, es que si que Roma no es pequeñín y ahí en todo su esplendor…
—Entonces no tiembles demasiado...
—No tiemblo —murmura humedeciéndose los labios y tomando el... asunto.
Germania empieza el "con quis ta" acariciándole un poco. Roma tiembla mordiéndose el labio y riéndose, echando la cabeza atrás.
—No te muevas —susurra nervioso también por la proximidad, porque la piel es suavecita y calieeente, porque nunca se lo ha revisado de tan cerca.
—No es tan fácil, mi amor —se lleva el puño a la boca para morderlo.
—Como te sigas moviendo voy a meterte la pluma por ahí a ver si sigues —el bestia.
Respira como si viniera de correr. "y Propiedad... " la levanta hacia su abdomen para escribir por la parte de atrás por se ha puesto a escribir en horizontal y no en vertical. El moreno golpea con el puño en la cama.
—Laputamadremecagoentusmuertos.
"Germa... "
—Te juro que te mato si te vienes ahora —murmura Germania.
—¡Yo te arranco la cabeza como vuelvas a pararte para decir eso!
—N... i... a —susurra sonriendo de lado mientras escribe las últimas tres letras, sonrojado, ¡incomodo pero vencedor!
Roma se incorpora y le salta encima para besarle. Germania en realidad lleva un buen rato con ganas de beso, le deja hacer, abrazándole de la cintura y cerrando los ojos. Y nada... Ejejem.
Y creo que más bien Germania va a ser propiedad de Romita. Es bastante probable.
Tenia medio planeada esta historia desde hace un montón, pero ha sido bastante complicada de organizar y conseguir que tenga sentido, espero haberlo logrado :D ¡No olvides agradecer a Josita su beteo y edición!
