Hola! Ya sé que ha pasado... uff ni sé cuánto ha pasado... pero es que los exámenes me han tenido prisionera. Ahora que vuelvo a ser libre, he intentado empezar con tooodo lo que tengo pendiente. Sed considerados en estas primeras cosillas que os pongo porque: a) tengo que desoxidarme después de más de un mes en el que mi mente se dedicó únicamente a estudiar, b) el estrés me da ideas locas. Es así.
Esta es una de esas cosas que se me ocurrió mientras estudiaba, porque cuando tienes más de mil páginas de una asignatura que memorizar y esa asignatura va de procesos digestivos necesitas cosas que te hagan reír.
Tengo que ponerme al día con fics y ponerme a escribir como una loca, así que empezamos con esta cosilla a ver qué os parece y, con suerte, pronto me habré desintoxicado del todo de los exámenes y seguiré con más historias :)
Fancfiction para dos
Unos rudos golpes en su preciosa puerta le anunciaron compañía.
— Maldita sea, quién se atreve a despertar a la Reina en mitad de su sueño de belleza.
Si algo tenía Regina era… bueno, no era un buen despertar, eso seguro.
— Espero que alguien se esté muriendo. – Seguía murmurando mientras se ponía su bata de seda gris. – Y espero que esté siendo una muerte lenta y agónica y que sufra por haber sido la causa de que interrumpan mi sueño.
— ¡REGINAAAAA! ¡Regina!
Y, sin embargo, escuchar aquella estridente y poco melodiosa voz a las tres de la mañana y sin previo aviso dejó de causarle molestia e infundió terror en su cuerpo. Si Emma Swan estaba aporreando su puerta en la madrugada eso podía significar que…
— ¡Henry!
Si acordarse de anudar la bata que protegiese a los visitantes del espectáculo que dejaba a la vista su cómodo, aunque poco funcional, camisón negro, Regina bajó corriendo las escaleras y abrió la puerta de golpe, provocando un traspiés en Emma.
— ¿Qué ha pasado? ¿Es Henry? ¿Dónde está? ¿Qué le ha pasado?
— Jesús, Regina, relaja. Henry está bien. Está durmiendo en casa de mis padres.
— Entonces, señorita Swan, ¿se puede saber qué hace aporreando mi puerta a las tres de la mañana? Hay gente que trabaja.
— Lo sé Regina, pero es que he tenido el sueño más estremecedor, inquietante, perturbador y raro de cojones de mi vida. Necesito hablar con alguien. Déjame entrar, por favor.
Malditos ojos de cachorro suplicante.
— De acuerdo.
Emma entró con un pequeño salto de alegría y no tardó en acomodarse en el salón. Regina, no sabiendo exactamente qué era lo que le esperaba, pero sabiendo que podría ser cualquier cosa tratándose de la Sheriff, no tardó en aparecer a su lado con dos vasos de sidra porque… por qué no.
— Bueno, ¿y qué es lo que te ha traído a mi puerta, querida?
— Regina, he tenido una pesadilla horrible. He soñado que todo esto... Storybrooke, el Bosque Encantado, todo… era parte de una serie de televisión y nosotras somos solo personajes. Y hay dos guionistas malvados que manejan nuestros destinos y todo un colectivo de gente que está convencida de que somos pareja y nos llaman SwanQueen. Y luego… luego Regina están los fanfictions.
— Espera, espera. Recapitula. – Dijo la reina bebiendo de su sidra. – Has soñado que somos una serie de televisión, eso es una locura.
— ¿Lo es? Porque, por si no lo sabes todavía, tú ya eres un personaje Disney y de cuento de hadas. Oh, ¿y si esto es como el Show de Truman y todo es montaje para grabar mi vida? ¿Hay aquí cámaras? ¿Eres una actriz? ¿Me han grabado en el baño? —Emma miraba de un lado a otro frenética.
— Emma, cálmate. Esto no es una serie y no somos actrices. Ha sido solo una pesadilla.
— Sí, pero era todo tan real. Las Swens estaban por todas partes y había fanart y montajes y videos de cosas que yo nunca he hecho pero que parecía que estuviera haciendo, porque oh Regina, esas fangirls tienen una imaginación demasiado despierta.
— No estoy entendiendo nada…
— Y los fanfics, ¿cómo ha podido ser solo un sueño? Si recuerdo todos los fics que he leído mientras "dormía".
— ¿Qué es un fanfic? – Aquella iba a ser una noche muy larga…
— Oh, es un relato de ficción escrito por un fan, ¿lo pillas? Fan- fiction.
— Oh, claro, por supuesto.
Aprovechando que Emma parecía estar pensando, cosa que podría ser peligrosa pero que en aquel instante su cabeza más dormida que despierta agradecía, Regina tomó otro sorbo de sidra.
— Regina, tengo que saberlo, ¿se pueden crear penes mágicos?
Y adiós sidra… y alfombra limpia… y sueño.
— ¿Qué?
— Es que en muchos de los fics que recuerdo haber leído en mi sueño podemos hacer penes mágicos, ya sabes, que nos crezca uno solo para… y luego se va. Y, no sé, sentía curiosidad. ¿Existe un hechizo para eso?
— Pues… no… no sé, nunca lo he pensado.
— Oh. ¿Y bebés mágicos, se pueden hacer?
— No lo sé, ¿por qué?
— Porque en muchos de los fics te embarazo. Ja, embarazo a una mujer, soy lo mejor del mundo. Una diosa del sexo.
— Lo dudo mucho querida, yo no puedo tener hijos, un antiguo hechizo. En todo caso, te embarazaría yo a ti.
— Ya veremos.
Se miraron por un segundo, como si acabasen de comprender lo que estaban diciendo sin querer decir.
— Y, dime, Emma, qué más pasaba en esos fics de tus sueños.
— Ah, pues de todo. Mucho sexo, sobre todo, no te voy a mentir. Hay uno en el que soy una especie de diosa del sexo; otros en los que una de las dos es stripper, otros en los que me conviertes en tu esclava sexual…
— Vale, vale… he captado la idea.
— Pero los hay más tiernos también. Como por ejemplo uno en el que eres madre soltera y yo soy tu niñera y te enamoras de mí, o algunos en los que estamos en Storybrooke y te enamora mi encanto de encantadora.
— Pero no entiendo por qué alguien pensaría que tú y yo somos parejas si, en fin, tú estás con Garfio. Ni siquiera te gustan las mujeres.
— Bueno, eso no es del todo cierto… O sea, estuve en una cárcel de mujeres con hormonas de embarazada excitada. Um… hice… cosas.
— Oh. – Regina no sabía qué más decir.- Eso está bien. Yo también hice "cosas" en mis tiempos de Reina Malvada.
— Oh, bien.
— Bien.
— Sí, muy bien. Así que las dos hemos estado con mujeres. – Repitió Emma para confirmar.
— Sí.
— Sí… muy bien.
— Emma, querida, ¿te has enganchado?
— ¿Eh? No, me ha sorprendido es todo. En fin. – Carraspeó para aliviar la tensión- De todas formas esos fics de mis sueños no están bien porque según la mayoría tú solo estás con Robin por su tatuaje y una mujer tan guapa y perfecta como tú no saldría con un tío solo por un tatuaje y un poco de purpurina verde voladora, ¿Verdad?
— Mmm, bueno yo…- Regina desvió la mirada.
— Regina, no.
— Regina, sí. – Confirmó.
— ¿Por qué? ¿No sientes nada por él? ¿Sales con tipo que no conoces por un tatuaje? ¿Y si es un psicópata?
— Es Robin Hood.
— Bueno, es no es excusa, es un ladrón. Y, en otra vida, fue un zorro.
— Emma, tú no lo entiendes.
— No, no lo entiendo.
— He perdido a todos los que he amado: Daniel, mis padres, incluso Henry me odió por un tiempo y lo perdí temporalmente. Y me duele mucho cada vez que pasa, tanto que no me sentía capaz de arriesgarme a amar de nuevo. Cuando vi el tatuaje y recordé lo del polvo de duende pensé que era como un seguro, algo que me garantizaba que todo iba a salir bien y no iba a sufrir más.
— Sí, pues no te ha salido muy bien.
— Lo sé.
— O sea, ¿en qué libro de Honores se supone que es más honorable engañar a dos mujeres, estando con una que no amas y dejando a la que sí amas, en vez de seguir tu corazón? No entiendo esa lógica.
— Ni tú ni nadie.
— Y además el tío no sabe guardar las flechas en el carcaj, mira lo que ha pasado con Zelena.
— No me lo recuerdes. – Regina intentó sonar herida pero no pudo evitar una sonrisa ante el comentario de Emma.
— ¿Sabes que en mis fanfics había muchas teorías sobre lo del tatuaje? Como, por ejemplo, que como yo no había nacido el polvo te llevó a lo más parecido: un antiguo ladrón rubio con un hijo y un tatuaje en la muñeca relacionado con leones.
— Tú no tienes tatuajes.
— Claro que sí, tengo una preciosa flor en mi muñeca que me hice en una memorable noche de borrachera y me acabo de enterar, gracias a los fics de mis sueños, de que está relacionada con los leones.
— Ya veo. — Dijo Regina sin demasiado convencimiento.
— Es en serio, Regina. Mira — Y Emma aprovechó para ponerle la muñeca a dos centímetros de su cara. —Tengo una flor llamada "diente de león" o algo así… bueno, no me acuerdo de todas las teorías sobre mi tatuaje. Pero también decían algo sobre que el polvo de hada solo te guiaba hacia tu destino y que, quizás, tu destino era que no entraras a esa taberna, te convirtieras en Reina Malvada, hicieras todo esto de la maldición para que acabáramos teniendo la misma edad y a Henry.
La antigua reina permaneció pensativa, mirando con más concentración de la necesaria a su vaso de sidra, hasta que abrió sus labios para dejar escapar un largo suspiro.
— Yo también lo he pensado alguna vez. Que mi destino era lanzar la maldición para tener a Henry y a ti. Vosotros me hacéis felices.
— ¿Nosotros dos? ¿Dos como en yo también, no solo Henry?
— Sí, los dos.
— Oh.
Un nuevo silencio. Aunque esta vez, era Emma la que parecía concentrada en algo, tanto que Regina casi podía escuchar el ruido de sus engranajes al pensar.
— ¿Sabes? —Dijo por fin. —Hay otra cosa de esos fics de mis sueños que está mal. Y es que en ellos casi siempre te persigo yo.
— ¿Y qué hay de malo en eso? Yo nunca perseguiría a nadie, fui una reina. Tomo lo que quiero.
— Regina, yo he sido una huérfana toda mi vida. Una huérfana a la que nadie quiso, a la que los que creyó sus padres durante los primeros años de su vida devolvieron por tener un "hijo de verdad" y que se ha pasado la vida de un lado a otro sin nadie que la quisiera de verdad. Y no importa que ahora tenga a mis padres, que sepa que siempre me quisieron, que tenga a Henry… En el fondo, ya nunca podré dejar de ser esa niña que está convencida de que nadie podrá amarla realmente. ¿Cómo voy a creer, sinceramente, que alguien tan perfecta como tú puede quererme?
— Emma, yo soy muchas cosas, pero perfecta seguro que no está entre ellas.
— Lo eres. Eres preciosa, inteligente, elegante, buena madre…
— Y una antigua Reina Malvada, y cruel, vengativa, rencorosa…
— Ya no eres todo eso, Regina. Has cambiado.
— Al igual que tú ya no eres una huérfana, Emma. Y, sin embargo, una vez que nuestro corazón cree firmemente algo es imposible hacerle cambiar de opinión. A ti te cuesta creer que alguien pueda amarte y yo nunca me consideraré merecedora de tu amor tras todo el mal que he hecho.
— Eso es una idiotez. —Repuso Emma.
— Nadie ha dicho que los corazones sean sabios.
— ¿Sabes? La única razón por la que estoy con Garfio es porque me persiguió y persiguió, me hizo sentir deseada, amada… pensé que con eso sería suficiente.
— ¿Y no lo es?
— No lo quiero. Pero es agradable sentirse amada.
— Sí, lo entiendo.
Ambas, Salvadora y ex Reina Malvada separaron sus miradas sin saber qué decir. ¿Y si eran valientes por una vez y se decían esas cosas que nunca se habían atrevido a decir? Mas, cómo hacerlo, cómo podrían dos mujeres tan dañadas por la vida atreverse a exponer su corazón de nuevo.
Y aún así…
— Dime, Emma, ¿qué pasaría ahora si esto fuera uno de esos fanfics con los que has soñado?
— Oh, pues probablemente nos acercaríamos un poco más. — Movida por una valentía que creía extinta, la falta de sueño y, probablemente, la sidra, Regina se acercó más a ella.
— ¿Y luego?
— Luego entrelazaríamos nuestras piernas, me perdería en tus ojos. — Emma iba realizando los movimientos al tiempo que los enunciaba. — Te acariciaría. Te diría que eres la única persona a la que amo y por la que quiero ser amada, que quiero ser tu final feliz. Tú asentirías. — Regina, dejándose llevar, movió la cabeza afirmativamente al tiempo que sonreía y devolvía las caricias de Emma. —Y, entonces, te besaría.
— Pero esto no es un fanfic —Dijo Regina, casi para asegurarse.
— No.
— Es la vida real.
— Sí. — Aunque Emma apenas era consciente de lo que decía, perdida en los ojos de Regina.
— ¿Y qué vas a hacer entonces?
— Besarte.
Dicho y hecho, sus labios se encontraron por primera vez, con pasión y sabor a sidra y una sonrisa formándose con cada beso. No pasó demasiado tiempo antes de que ambas mujeres se lanzaran a explorar el cuerpo de la otra, queriendo memorizar con avidez cualquier curva y detalle del mismo.
Ninguna habría sabido decir el tiempo que pasó antes de que sus pulmones les reclamaran el oxígeno que ya les debían y tuvieran que separarse.
— Y, entonces, ¿qué más has aprendido en esos fanfics de tus sueños? —Preguntó Regina con una maliciosa sonrisa.
— Oh, muchas cosas Regina… muchas, muuuchas cosas.
La antigua Reina reprimió a duras penas un escalofrío, presa de la excitación del momento. Tomó la mano de Emma con el fundamental y obvio propósito de llevársela a su cama. Podía notar las aceleradas palpitaciones de su corazón en su cabeza y… otras partes de su anatomía. Pero aún así, logró escuchar la voz de Emma.
— Y, sobre ese hechizo para crear um…partes del cuerpo mágicas…
Sí, iba a ser una noche muy larga.
;)
