Han pasado cerca de cinco años desde aquel mítico primer concierto de Houkago Tea Time en Budokan, donde aquella banda de chicas universitarias dio su salto definitivo al estrellato, y donde una joven e ingenua Yui Hirasawa le propuso matrimonio a su novia, Azusa Nakano, frente a las aproximadamente 20 000 personas que asistieron al show aquel día. Azusa aceptó, llevada por la emoción del momento. Pero, cuando ese sentimiento finalizó, comenzó a pensar las cosas de una manera más objetiva.
Y no, no era que dudase del compromiso adquirido con Yui. Simplemente era más realista que su novia. Azusa sabía que, en una sociedad tan conservadora, parejas como las que ellas conformaban no eran del todo bien vistas. Ella consideró como buena suerte el hecho de que la mayoría de los fanáticos de la banda apoyen su relación, y lo agradecía. Pero, ¿realmente podrían ser una familia legalmente establecida? Ninguna conocía la respuesta, pero de algo estaban seguras: lo intentarían hasta el cansancio.
Comenzaron a vivir juntas cuando Yui se graduó de la universidad, viviendo como cualquier otra pareja. En los buenos momentos todo era armonioso, disfrutaban de la compañía mutua y eran cariñosas la una con la otra. En los malos momento se apoyaban y consolaban, mostrándose al mundo como la pareja sólida que eran. También tenían discusiones, como todo el mundo. Incluso una vez cierta discusión desembocó en una pelea, de la que aún conservan cicatrices. Esto generó que ellas estuvieran distanciadas por varios días, hasta que Yui se disculpó con Azusa por haber dado el primer golpe, prometiéndole que eso nunca volvería a suceder. La joven Nakano también pidió excusas; fueron sus duras palabras las que habían originado todo.
Algunos meses después de ese incidente, poco después de la graduación de la joven Nakano, la verdadera lucha de ambas dio inicio. Yui le pidió ayuda a su siempre confiable amiga, la abogada Nodoka Manabe, para poder legalmente ser la esposa de Azusa. Nodoka creyó que esto era una broma, unas simples palabras cuyo significado era desconocido por la cabeza hueca de su amiga.
—Estoy hablando en serio, Nodoka-chan —insistió la guitarrista—. Quiero unir mi vida a la de Azu-nyan para siempre, y quiero que todo sea legal. Por eso pido tu ayuda.
—Yui, ¿estás completamente segura de esto? Estos trámites pueden llevar bastante tiempo, sin contar con lo conservadores que pueden llegar a ser algunos jueces. Es una ardua batalla y no muchas parejas lo logran.
—No importa lo duro que pueda parecer. Estoy segura de que lo lograremos, tarde o temprano. Confío en ti, Nodoka-chan. Sé que podrás llevar nuestro caso a buen término.
Nodoka suspiró, sabiendo que, cuando a Yui se le metía algo en la cabeza, era prácticamente imposible que lo dejase a medias.
—Acepto, pero no prometo nada.
Esta sola respuesta bastó para que la abogada se viera envuelta por los brazos de su vieja amiga, quien agradecía como si ya hubiesen salido victoriosas. Aun así, Yui sabía que no podía quedarse quieta a la espera de que todo se resolviera, así que actuó por su cuenta.
Azusa se llevó una gran sorpresa cuando descubrió lo que planeaba su novia: una ceremonia simbólica en el santuario Fushimi Inari-taisha. Debió suponer que la autora de Gohan wa Okazu iba a escoger el mayor centro de culto al espíritu del arroz para ese fin, pero no dejaba de preguntarse cómo consiguió que le permitieran eso.
—Conozco al kannushi de ese santuario —explicó Yui—. Es nieto de la abuela Tomi, fanático de nuestra banda y tiene algunas ideas liberales. De hecho, dijo que, si de él dependiera, nuestro matrimonio sería legalmente válido.
Azusa sonrió, comenzando a ayudar a su amada con los preparativos para esa ceremonia, que representaba un gran paso en su vida. Aunque fuese algo simbólico, a partir de ese día estarían unidas a los ojos de las deidades. Para muchos, ese acto podría ser tomado como un sacrilegio, pero ellas confiaban en que los dioses aceptaran su amor más fácilmente que los humanos.
Durante el último concierto de su segunda gira, las chicas de HTT anunciaron que se tomaría un breve descanso antes de entrar al estudio para grabar el que sería su tercer álbum. Durante ese lapso se llevó a cabo la ceremonia simbólica de Yui y Azusa. Si bien ellas querían que la celebración fuese algo íntima, resultó inevitable que la prensa hiciera su aparición aquel día. A la vez, varios invitados se tomaban fotos y las subían a las redes sociales. «El precio de la fama» comentó Ritsu al notar lo sucedido.
Tanto Yui como Azusa vestían tradicionales trajes de boda, compuestos de unos kimonos shiramuko blancos con algunos encajes rojos, adornados por unos llamativos gorros blancos conocidos como wataboshi. Ambas eran chicas y se sentían orgullosas de serlo. Por esta razón, rechazaron tajantemente la idea de que alguna de ellas se vistiera como lo haría un hombre en esas circunstancias.
Aki y Ayana, las madres de las guitarristas, habían soñado con vestir a sus hijas de esa forma algún día, aunque nunca pensaron que sería de esa forma tan particular. Cuando las jóvenes revelaron su relación, ambas señoras vieron esa fantasía derrumbarse, creyendo que ellas no querrían "formalizarse" bajo este rito. Sus hijas supieron mostrarles lo equivocadas que estaban.
De la mano de sus respectivas madres, Yui y Azusa cruzaron los numerosos arcos torii que adornan el sendero principal del santuario, seguidas por sus padres, familiares y amigos. Tras realizar el ritual de purificación y el saludo al altar, el kannushi elevó una oración, pidiendo por el bienestar de la pareja. Luego, las novias hicieron sus votos, jurándose mutuo y eterno amor y fidelidad duradera.
Cuando Yui y Azusa intercambiaron anillos, el kannushi dio la autorización para que ellas hicieran el rito de san san kudo, consistente en que cada una bebe tres sorbos de tres vasos diferentes de sake, haciendo así una promesa matrimonial ante el Gojonzon, un objeto sagrado del sintoísmo, finalizando de esta forma la ceremonia.
Continuara..
