Digimon no me pertenece. Esta historia surgió a petición de HC, en el topic: Mendigas fickeras del Proyecto 1-8.

A aclarar:

(1)No romance, no puro.

(2)Es un WI (qué pasaría si...). sucede antes de Tri, of course.

(3)Se supone no es una historia corta(3 capítulos como mucho), también podría ser considerado anticanon por algunos elementos que introduciré.

(4)A tener en consideración el episodio 48 de Adventure. Aunque no es necesario, solo lo digo por la escena donde se lleva a cabo la batalla.

(5) los 8 principales son protagonistas, a veces antagonistas(?)


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La ausencia de la luz.

capitulo I

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Un ruido llamó su atención, Taichi levantó la mirada, el eco provenía de uno de los túneles del subterráneo. Yamato le tomó de la mano, era necesario mantener la cautela, el otro asintió, consciente de lo que intentaba decirle su amigo.

―Agumon ―susurró.

La decisión surcaba sus miradas, fuego ardiente, la emoción de una nueva aventura. Los demás elegidos también buscaron entenderse con sus camaradas antes de continuar su andar. Los ocho originales estaban en una misión secreta, Gennai les había citado en el Digimundo, algo sucedía, aunque no se sabía el qué.

Les rodeaban pasadizos, túneles, pilares y muchos carteles con los nombres de las ciudades del mundo real.

Mimi dio un paso en falso, cayó al suelo, con el tobillo doliéndole.

―¿Estás bien? ―preguntó Yamato.

Ella asintió. El eco desde los túneles se volvió a repetir.

―¿Puedes continuar? ―Jou le decía, se usaba como muletas para la muchacha.

―No es nada, puedo seguir, Jou-senpai ―respondió.

Taichi regresó su concentración en el ruido.

Estaban debajo de la Ciudad de todo el mundo que hubo destruido Machinedramon hace un tiempo atrás. La misma que Takeru y Hikari de 8 años recorrieron al lado de Sora y sus respectivos camaradas. El subterráneo tenía todas las características de un laberinto, por eso se le dificultaba encontrar al Digimon del que Gennai les hubo advertido.

―Procuren no separarse ―ordenó el líder de todos―. Creo que estamos cerca, muchachos.

Un ruido estrepitoso seguido de un fuerte temblor en la tierra se sintió de repente. Luchaban por mantener el equilibrio y no caer, pero les fue imposible, Mimi fue la primera en darse cuenta de cómo una sombra se acerba hasta ellos.

―¡Cuidado! ―gritó, intentando esconderse debajo de sus brazos.

―¡Mimi! ―gritó su compañera.

El cuerpo del Digimon se iluminó de verde, al igual que el digivice de Mimi, Palmon se transformó en un abrir y cerrar de ojos a Lilimon.

―¡Cañón de flor! ―Seguido del grito de guerra, una fuerte energía salió de la rosa que sostenía en sus manos.

Hubo una gran explosión, el poder de Lilimon chocó contra una columna, las paredes del subterráneo se desmoronaban. Debían salir cuanto antes si deseaban no quedar sepultados. La sombra de lo que les atacó regresó hacia el túnel de donde se le vio salir.

―Maldición ―gritó Taichi―. Es una trampa.

―Lo mejor será regresar ―agregó Koushirou.

―¡Tailmon!

―Entendido, Kari.

El dispositivo digital de Hikari se alumbró de un fuerte rosa, el aparato vibraba dentro de sus manos mientras Tailmon pasaba de su etapa de adulto a la ultra progresivamente. Las alas resplandecientes de Angewomon vislumbraron en los ojos de los adolescentes, su presencia era imponente, ahora más que Tailmon había recuperado su anillo mágico, por lo tanto, la evolución de este era más poderosa.

La flamante Digimon lanzó su flecha celestial hacia el túnel de dónde venían los ruidos.

―Aprovechen para escapar ―les hubo dicho.

―Pero, Angewomon, no puedo dejarte sola.

Takeru tomó del brazo a Hikari evitando que un pedazo del concreto que se desprendía del techo le cayese encima. Los dos jóvenes cayeron al suelo, Patamon evolucionó luego y previno que otro de los escombros les aplastase a los jóvenes.

―¿Qué es lo que está sucediendo? ―preguntó Gomamon.

―No sabemos lo que nos está atacando. Deberíamos escapar ―respondió Tentomon.

―Es la mejor opción ―opinó Koushirou.

―¡No! ―se adelantó en negar Taichi―. Estamos tan cerca.

Y echó a correr. Agumon, Gabumon y Yamato les siguieron, también Hikari, Takeru, Sora y sus respectivos Digimon. Antes de que los demás pudiese hacer algo, el techo se desplomó por completo, evitando el paso hacia el túnel.

―Se han marchado ―dijo Mimi.

Palmon regresaba a la etapa bebé.

―Tentomon, digievoluciona, no podemos dejar que los demás luchen solos. Es muy peligroso, no sabemos a qué nos enfrentamos.

―Pero Izzy ―intervino Jou―. Tanto Tentomon como Gomamon tiene evoluciones de gran tamaño, en el caso de evolucionar…

―Tienes razón, Jou, todo el lugar terminaría de colapsar.

―Y yo no tengo energías ―Tanemon corría hacia los brazos de Mimi.

―Lo mejor será esperar que regresen con bien ―Los demás asintieron ante las palabras de la muchacha.

Del otro lado del montículo, Taichi y Agumon correteaban la sombra que solo se notaba en las paredes. Con movimiento ágil y veloz, la sombra brincaba de un muro al otro, difícil de capturar por la mirada humana. Taichi era obstinado, no dejaría que se escapara. Corrió, con los puños apretados y el aliento faltándole con cada paso.

Llegaron al final del pasaje para encontrarse con que la sombra ya no estaba y con un callejón sin salida. Yagami comenzaba a irritarse.

―Maldición, Izzy, ¿busca una nueva salida? ―Al no tener respuesta se giró―. ¿Izzy?

Pero solo Agumon estaba detrás de él.

―¿Qué pasó con los demás?

―No lo sé, Tai, estaban corriendo junto con nosotros.

Un nuevo sismo sacudió los cimientos. El temblor les hizo caer al suelo. A lo lejos, el líder de los elegidos escuchaba la voz de su hermana y amigos gritar su nombre.

―¡Estoy por aquí! ―les advirtió―. ¡Oigan!

Pero lo tomaron por los tobillos y le hicieron caer, sintiendo la rudeza del suelo por donde fueron arrastrados. Sus uñas se cernieron al suelo, Agumon pidió evolucionar, pero un aura oscura y repentina les impidió hacerlo. Al final ambos seres resultaron llevados a rastras por una fuerza invisible. Sus gritos no hicieron más que preocupar a Hikari, que corrió detrás del eco que se formó a lo lejos, sin embargo, este se distorsionó tanto que parecía salir de cualquiera de las tres entradas que tenían al frente.

―No tiene caso, uh ―Piyomon habló―. Estamos en un laberinto.

―Si actuamos impulsivamente nos perderemos como ha sido el caso del compañero de Agumon.

―Gabumon tiene razón ―dijo Yamato―. Será mejor regresar, Izzy podría…

―¡Pero ¿y mi hermano?!

―No podemos dejarle, Yamato―habló Sora―. No sabemos contra quien se enfrentará.

―Estar aquí sin hacer nada es peligro ―opinó Angewomon―. Debemos decidirnos rápido.

Yamato pareció estar pensando en una solución. Mientras Taichi estuviera ausente, su trabajo sería el de guiar a sus amigos, y, sobre todo, el de sacarles sanos y salvos. No sabía qué hacer, porque tampoco quería dejar a Taichi a su suerte. Se encontraba en un dilema.

―¡Demonios! ―musitó. Su puño dio contra la pared―. Tai sigue igual de imprudente. Pensé había madurado.

―No sirve de nada buscar un culpable, hermano. Debes entender que llevamos casi dos semanas buscando la pista de este Digimon, de no haber sido Taichi posiblemente tú o yo estaríamos en su lugar.

―TK tiene razón… ¿¡Ah!? ―Angemon quiso decir algo, pero los gritos de Taichi volvieron a alertarlos.

―¡Fue por aquí ―gritó Sora, dirigiéndose hacia la entrada del medio―. Mi digivice también nos guía hacia este lugar.

Las dos chicas corrieron tras la pista, adelantándose a Yamato y Takeru. Los gritos de Taichi se hacían más sonoros a medida que se acercaban. Gabumon digievolucionó a Garurumon, Yamato se subió en el lomo del Digimon, junto a Sora y Piyomon, Angewomon y Angemon también llevaron a cuestas a sus camaradas. Cuando llegaron hasta donde estaba Taichi, se percataron que el lugar era más amplio y alto. También notaron como Wargreymon luchaba contra un individuo invisible.

Apenas pasaron la entrada, Angemon y Angewomon se miraron sorprendidos por el fuerte halo de energía negativa en el lugar; sus compañeros, al ser sensibles al tema, también sintieron el aura maligna. Takeru y Hikari se apresuraron en ordenar a sus Digimon que ayudaran a Wargreymon para salir cuanto antes de ese nido de oscuridad pura.

―¿Estás bien? ―preguntó Yamato una vez cerca de Taichi.

Este asintió, mirando hacia su compañero y de vuelta a Yamato.

―Pero no sabemos qué es lo que nos está atacando —mencionó.

―Ahora que estamos todos, debemos de salir de aquí.

Piyomon intervino, volando muy cerca de su camarada.

―Sora tiene razón, tengo un mal presentimiento. Este Digimon no parece ser un Digimon común y corriente.

―¿De qué hablas, Piyomon? ―Taichi preguntó.

―Creo que este no es un Digimon ―respondió―, su energía es muy oscura. Estoy segura de que los demás también lo sintieron.

Taichi regresó la vista hacia donde estaba luchando Wargreymon y los otros dos ángeles. Supo que algo malo sucedía cuando en un principio Agumon no pudo digievolucionar. La pelea tampoco tenía mucho sentido, a sus Digimon se les veía algo torpes, a veces amedrentando los unos contra el otro cuando creían saber la ubicación de su atacante.

―Es que estamos tan cerca ―murmuró para sí mismo, sabiendo que retirarse era la mejor opción, sin embargo…, apretó la mandíbula al darse cuenta de que debían dejar escapar la única pista que en meses de búsquedas no econtraron.

Tuvo que morder el labio para no decir nada más. Le costaba dar marcha atrás.

Garurumon secundó el miedo de Piyomon diciendo que él también intuía que algo fuera de lo común ocurría. Yamato no dijo nada, el tono serio de sus ojos azules advertía más de lo que las palabras podían. Muy a su pesar y consciente de que nada podían hacer, Taichi se decidió en abandonar el campo de batalla. Estuvo a punto de gritarlo cuando un nuevo ataque salió en dirección hacia ellos. Garurumon lanzó al suelo a los dos jóvenes sobre su lomo y se adelantó al ataque, sirviendo como un escudo para sus amigos. La evolución se perdió y Gabumon tirado en el suelo sin poder moverse era señal de problemas.

―¿Estás bien, Gabumon?

El Digimon no le respondió al camarada:

―Maldición, ¿qué demonios está ocurriendo en este lugar?

Los problemas apenan comenzaban.

Sora pegó un grito al sentir cómo le arrebataban al Digimon rosa de sus manos. Piyomon levitaba por los aires gritando, sus alas pegadas al cuerpo como si algo le apretase con fuerza. Sora corrió tras el ave que se retorcía y Taichi tras Sora.

―Espera un segundo, no podemos… ―Yagami cayó al suelo de golpe.

Otro estruendo, una ola de polvo se sacudió evitando la visibilidad de todos. Taichi tapó su rostro con el brazo, intentaba ver, pero las partículas arremolinándose por todo el lugar le golpeaban los ojos. En ese momento, una risa malévola retumbó fuertemente. Alguien les observaba desde lejos y se divertía con el sufrimiento de los presentes. Sora cayó arrodillada en el suelo, sus manos tapaban sus orejas, su frente en dirección al piso. Lejos, Hikari pegaba un grito poderoso, también se tomaba la cabeza como si esta quisiera volarle en mil pedazos. Wargreymon juntó sus brazos y comenzó a girar el cuerpo como si se tratase de un tornado. Todo el polvo acumulado se disipó; Taichi carraspeaba por culpa de ello, mientras tocía, buscó con la mirada hacia distintas direcciones. No había ningún rostro del enemigo aún; Hikari pegó un nuevo grito que lo alarmó por enésima vez ese día.

Cuando logró dar con la hermana esta seguía en la espalda de Angewomon, ambas féminas pegadas contra la pared, Angewomon daba la impresión de estar luchando contra alguien que le aprisionaba contra Hikari y la pared.

―¡Sora! ―gritó Yamato.

Taichi atendió al llamado, alternaba su visión entre la pelirroja y la hermana. Al encontrarse con Sora, le vio en el piso quejándose del dolor en su cabeza, sobre ella, el cuerpo vencido de Piyomon hacía mucho que había dejado de resistirse a lo que le atacaba y ahora estaba desmayada, flotando sobre el cuerpo de su camarada.

―Yo iré por Hikari, Tai ―dijo Takeru―. Ayuda a mi hermano y a Sora.

Pero el líder dudó, no por falta de valor, dudó porque se trataba de Hikari, se trataba de su hermana. ¿Cómo abandonarle?

―¡Taichi! ―Yamato se ponía de pie.

―Ten mucho cuidado, Takeru, por favor ―pidió el hermano―. Protege a Hikari, te lo encargo mucho.

El elegido por la Esperanza asintió. Angemon surcó por los aires llegando hasta Angewomon, Taichi fue a resguardar a Sora. Cuando estaba llegando hacia ella, la calma antes de la tormenta les precedió: Piyomon cayó al suelo inconsciente, Angewomon volvió a ser Tailmon y ya no estaba luchando contra nada, Takeru y su Digimon evitaron que se dieran de bruces contra el suelo. Fuese lo que fuese que les atacaba había cesado. Sora ya no se quejaba, ni tomaba de la cabeza.

―¿Te encuentras bien? ―inquirió Takeru.

―Estoy bien, Takeru ―respondió Hikari, sonriendo como si acabara de despertar de una pesadilla.

En tierra, Taichi llegaba hasta donde la amiga, justo en ese entonces el suelo se desmoronó debajo de Sora, delante de Taichi, tragándose a la pelirroja arrodillada en él. El desespero le hizo correr con vehemencia, se lanzó y deslizó hasta el borde del precipicio en potencia tomando del brazo a Sora, Piyomon dentro de su abrazo.

El muchacho hacía un terrible esfuerzo en no resbalar ni dejar caer a Takenouchi.

―Si sigues ayudándome… —Taichi pudo jurar que Sora tenía lágrimas en el borde de sus ojos—, caeremos los tres.

―No te dejaré, Sora. No lo haré.

El suelo seguía agrietándose. Figuras extrañas, borrosas, creadas por una neblina creciente les rodeaban a los ya no tan niños elegidos. Sus ojos rojos, sus dientes afilados, el misticismo de sus caras no visibles. Angemon perdió la digievolución regresando a Patamon sin previo aviso.

―La oscuridad… ―Hikari la sentía calar sus huesos―. ¡La oscuridad!

―Debemos salir cuanto antes de aquí ―avisó Patamon.

Yamato con Gabumon en brazos corrió a ayudar a Taichi, pero la neblina que les rodeaba a los muchachos era eléctrica y tan densa que parecía un muro de plomo electrificado. La confusión reinaba. La risa mórbida de un ser que no se dejaba ver zumbaban en los tímpanos de Agumon y los demás.

―No quiero caer ―El miedo reflejados en aquellos exóticos ojos color se reflejaron en el iris de Taichi.

―No dejaré que caigas ―Su agarre se resbalaba, pese a sus palabras de esperanza, sabía que si no hacía nada la perdería.

―Pero es inevitable, ¿no? ―Su labio temblaba, anunciaba un llanto.

Taichi negó, preso de la incertidumbre que crecía en el ambiente; el borde de donde se apoyaba se iba comiendo poco a poco. Si no pensaba en algo, ambos caerían, pero ¿qué podía hacer?

―Por favor, Tai ―La voz suplicante antes del grito desgarrador se iba en un hilo—. Ta…

Taichi perdió el agarre, Sora resbaló, cayendo hacía un mar de tinieblas.

―¡Sooora!

Y de pronto, todo se apagó, como si se tratase de un televisor al que le han dado mute. Las figuras extrañas, la neblina llena de corriente, la risa malvada… todo se esfumaron en un instante. Los ojos desorbitados del líder, al no poder ayudar a la amiga para que no cayese, mostraban su estado catatónico.

―¿Dónde está Sora? ―preguntó Yamato, al acercarse―. ¿Dónde está? —preguntaba, sabiendo que no importaba cuanto gritase, ella no volvería así de fácil.

Se acercó hasta él y le obligó a girarse, todavía sin reaccionar, lo cogió por el cuello de la camisa. El cuerpo entero de Taichi temblaba, sus ojos comenzaban a derramar lágrimas.

―Se fue… —dijo, su voz pareció emerger de otro mundo, uno muy lejano.


Editado: 31/5/2017

Debo revisarlo, pero creo que me voy de viaje y quería dejarlo listo. A ver si le doy el toque mañana en la mañana.

HC, espero lo disfrutes.

Para quién lea, también.

Ciao!