05/08/2007

"Asalto nocturno"

Era noche cerrada en la división 13, y por raro que pareciese hoy no había fiesta. Principalmente porque durante los 4 días anteriores se había producido una maratón de comer helado, varios conciertos de distintos grupos del Rukongai, dos excursiones a la playa, la segunda de ellas debido a que la gente estaba tan borracha que no se habían enterado que habían ido ya… y otras muchas locuras rutinarias.

El caso es que todo el mundo había terminado por ceder al cansancio y la división 13 dormía placidamente ajena a los peligros de la noche.

En plana oscuridad, dos ojos sedientos de sangre observaban a Melange que dormía placidamente en su cama abrazada a la almohada. El agresor salio de las sombras y avanzó tanteando el terreno. La oficial se encogió en sueños. Esos ojos dieron varias vueltas mientras se relamía con su futura presa. Se situó encima de Melange preparando su ataque definitivo.

"Taichou… no… no… yo no le he cogido las sandias a Mizu…ha sido xevg…" – Me-chan se levantó sobresaltada. – Ah… solo una pesadilla… - suspiro relajada sin percatarse que su agresor se había marchado por la puerta entreabierta.

El agresor encontró una nueva puerta abierta y sin dudarlo, detectando el aroma de su nueva presa, se adentró silenciosamente. En ella estaban Michiyo y Hiroe, ambas durmiendo a pierna suelta con la televisión encendida. El agresor cruzó el haz de luz y por un momento la sombra del agresor cubrió a ambas chicas.

Después de haberse saciado de sangre joven, el agresor se desplazó pesadamente por los pasillos hasta que se encontró de frente con Kage, que mas borracho que dormido no se percató de su presencia hasta que lo tuvo encima.

¡Kage!, ¡no te muevas! – gritó una voz a sus espaldas. Kage se giró torpemente para ver quien le había avisado. Milésimas de segundo después, una mano le cruzó la cara de lado a lado.

Kaiden joder, ¿a que ha venido eso? – Dijo Kage aun con todo dándole vueltas.

Mira tío, que pedazo de mosquito iba a picarte… ah… al final se escapó… era enorme…

Ya… ya lo veo… no te muevas… ahora no se escapa fijo. – anunció Kage cerrando el puño.

Kaiden atravesó la puerta, rodó por el suelo y tiró la televisión de Michiyo al suelo y salió despedido por la ventana.

Que ha sido eso, ¡Hiroe despierta que se nos han colado! – Gritó Michiyo mientras zarandeaba a su compañera.

Eh… que… ¿que?... ¡QUE! ¡Kage!, ¡largo de mi cuarto! – respondió tirándole la almohada al ver que Kage intentaba entrar en el cuarto.

La almohada imbato en la cara de Kage, que tropezó y se calló encima de Michiyo que intentaba ponerse bien el camison.

Ahhhh, ¡cerdo! ¡¡Largo!! ¡¡Quitate de encima!!

¡Michiyo! – Hiroe acudió rápidamente al rescate de su compañera y con una llave lanzó a Kage por la ventana.

Las dos chicas se asomaron para ver que había sido de Kage. Pero se contraron con otra persona distinta.

Eh… Buenas noches sempai. Buenas noches, Michiyo-san – saludó Kaiden agarrado al alfeizar de la ventana.

Kaideeeeeennn… - se contuvo Hiroe

¿Si sempai?

Hiroe sonrió. Segundos después un Shakkahou sacudió la fachada.

¿Que ha sido eso? - se incorporó Aiolos justo a tiempo para ver como el pie de Kaiden atravesaba al ventana poniéndose a salvo de una lluvia de cascotes y kidoh y se estampaba en mitad de su cara.

Lo siento Aiolos, ¡pero mi vida corre peligro! – se excusó Kaiden mientras salía corriendo por el pasillo.

¡Ahora más que nunca! – explotó Aiolos volviendo a incorporarse y lanzandose a la persecución.

Algo mas abajo Kage recuperaba la conciencia justo a tiempo de ver como una lluvia de cascotes le caía encima. Intentó rodar para ponerse a salvo pero en el proceso chafó varias matas de sandia.

San Ukitake me asista… - rezó mientras los escombros se abalanzaban sobre él.

Una explosión sacó a Mizu de un placido sueño de playas caribeñas, millones y millones de billetes y varios macizos no precisamente del tipo geográfico.

- ¿Pero que demonios ha sido eso? – se preguntó asomándose a la ventana. Lo que vio la dejó blanca, luego se puso roja, después morada, verde, a lunares de colores, rayas, espirales…

- ¡¡¡¡¿Quien está bombardeando Mi Huerto?!!!! – explotó hecha una furia.

Manta ya no podía dormir, había soportado las 25 primeras explosiones. Mucho mas de lo que habían aguantado los cuadros que anteriormente colgaban de sus paredes.

Se llevó el vaso de agua a los labios pero una nueva sacudida derribo su puerta a la vez que entraban por ella Aiolos ahora perseguido por Gatou y Kara que no dejaban títere con cabeza a su paso.

La única reacción que tuvo fue la lógica. Le lanzó el vaso a Aiolos y después lo agarro en volandas y lo tiró de nuevo al pasillo. Rompiendo otra puerta que se encontraba enfrente suya.

Rápidamente se arrepintió al percatarse del letrero que anunciaba a su ocupante.

Aiolos levantó la cabeza del suelo y contempló su situación. No tardó en reconocerse en peligro. El látigo enrollado en la pared, la capa de capitán tirada sobre una silla y un mar de botellitas de sake a los pies de una cama. Hacían fácilmente reconocible el carácter de la capitana Ela. El shinigami se encogió intentando salir en silencio de la habitación, pero en la oscuridad un par de ojos brillantes se abrieron de par en par.

Ta… taichou… eh… puedo explicarlo…

"Aiolos… cariño… no quiero explicaciones…" – Dijo Ela con una voz de ultratumba.

¿No?

¡¡¡¡Quiero SANGRE!!!!!!! – bramó Ela.

El mosquito Ajeno a todo el revuelo deambulaba aun pesadamente por los pasillos y entró en otra habitación a buscar refugio. Se posó lentamente sobre una mesita y cerró los ojos para descansar de todo ese alboroto.

¡¡PLAS!! –

"Que asco de mosquito, menos mal que lo vi a tiempo" pensó xevg mientras apuraba el ultimo trago de su botella de sake. Después cerró la puerta de su habitación y tras colocarse un par de tapones para los oídos se metió en su cama y soñó placidamente con explosiones, gente huyendo, un huerto de sandias destrozado, y una taichou diabólica que perseguía a los demás oficiales mientras ella estaba en una playa con unos macizos que se encontró mientras buscaban a una chica que se llamaba Mizu que desapareció de repente.