KHR! No me pertenece.
El sonido del cerrojo de la puerta al ser corrido la alarmó. Se levantó fugazmente de la cama, y tomó una bata de los pies de la cama con qué cubrirse el cuerpo, ante el inminente frío. Salió de la habitación, totalmente apresurada hacia el vestíbulo de su casa y, lo que vio, la dejó sin habla.
Yamamoto le sonrió torpemente, de su sien escurría un chorro de sangre que goteaba contra el suelo, y tenía la pierna derecha cojeando. Sus ojos estaban agotados, y Haru pensó que nunca lo había visto de tal manera, tan herido.
—T-takeshi...—.
Haru se tapó la boca con las manos, evitando gritar de horror y asombro. Sus ojos se llenaron de lágrimas instantáneamente y corrió hacia él.
Takeshi gimió de dolor cuando se recargó contra el cuerpo de la fémina, mientras que ella lo conducía hacia el sofá de la sala. Lo recostó sobre este, y amagó a incorporarse para buscar vendas. Yamamoto estiró su brazo hábil y la tomó del codo. Miura se giró sorprendida, y entornó sus ojos hacia los suyos, castaños, amables. Levemente sorprendida, se quedó quieta, mirándole fijamente.
—Lo siento, Haru. — Dijo en un hilo de voz, ronco y grave. La atrajo hacia sí mismo y la envolvió entre sus brazos. Haru enrojeció suavemente, teniendo presente en su mente que eso estaba mal, que Yamamoto estaba herido.
Él enredó sus dedos en el corto y suave cabello castaño de Haru y le besó la cabeza, como si de una niña se tratase. Ella levantó la mirada, buscando soltarse para atenderlo. Se mordió el labio inferior al verse como una idiota, forcejeando para huir de sus brazos, de aquél abrazo cálido, tierno, amoroso.
Finalmente, desechando la idea de soltarse, enterró su rostro en el pecho de él, ensangrentado y soltó unas cuantas lágrimas, humedeciendo la camisa blanca raída de Yamamoto.
—Lo siento. — Repitió. Acarició el cabello con parsimonia, dejando tras de sus caricias un tacto cálido. Haru cerró sus manos en puño, y con fuerza, se separó. Yamamoto ensanchó su mirada, con sorpresa.
— ¡N-no!— Exclamó, con su voz temblorosa. — ¿Q-qué hubiera hecho Haru si...si...Yamamoto no volvía?— Sollozó, tragó en seco la bilis que le subía por el esófago y volvió a mirarlo, profundamente. — ¡Haru no quiere quedarse sola! ¡Y tampoco quiere que Yamamoto-san sea herido!— Finalizó, las lágrimas caían por sus mejillas, y ahora ella tenía el pijama blanco, manchado de la sangre de su esposo.
Yamamoto tan solo sonrió como siempre solía hacer. Levantó su mano y le acarició la mejilla con cuidado.
—No es posible, Haru. —Su voz apacible escondió una verdad tan fuerte, una verdad que él había entendido hace años. Y era hora, de que Haru sea consciente de esa verdad.
Ella sollozó volviéndose a recargar contra su pecho, abstraída por la situación, negándose a creer en las palabras de su marido.
Él era un mafioso. Ella era la esposa de un mafioso. No había ninguna verdad más que esa.
N/A: Últimamente, solo puedo escribir de Haru y X xDD Esto es para el reto ese que tengo, y aunque ahora me puse en campaña para avanzar. Nunca lo voy a terminar, por que es interminable. Pero...bueno.
No me gusta mucho como quedó, pero así lo subo C:
Gracias por leer C:
