Siento tener que volver a colgar este historia desde el principio, pero la autora ha modificado algunos pequeños detalles y me ha pedido que lo hiciera. Ahora sí espero poder arrancarla de cero y hasta el final. El texto que aparezca en cursiva significa que son recuerdos y/o sueños sobre el pasado de la protagonista, que ayudarán a entender su presente. Al principio puede resultar algo confusa, pero a medida que avancen los capítulos se irá aclarando la trama. Espero que la disfruten! (El mundo y los personajes conocidos pertenecen a JK Rowling, sólo la idea y el personaje protagonista pertenecen a la autora de esto).
...
Todo estaba oscuro, mi cabeza daba vueltas, sentía como las ramas de los árboles giraban a mi alrededor y ni siquiera era consciente de tener los pies sobre el suelo. Busqué a tientas mi varita, tenía que defenderme. Hundí los dedos en la fría y húmeda tierra, aferrándome a la última oportunidad que tendría para intentar salir con vida de aquel infierno.
–¡Sectumsempra!
Una nueva brecha se abrió a la altura de mi vientre haciéndome retorcer de dolor. No podía soportarlo más, ya había perdido la cuenta de las heridas que cubrían mi cuerpo. Estaba muy débil y no paraba de perder sangre, mis ojos se fueron cerrando inevitablemente, indicándome que ese era mi final. Sentí una última punzada de dolor, pero esta vez en mi cabeza y luego... nada. Silencio. Vacío.
Cerré los ojos y me dejé llevar.
...
Unas manos frías se posaron sobre mi vientre mientras escuchaba murmullos en otra lengua, quizás en latín. Intenté incorporarme, pero mi cuerpo no respondía. Lo mismo ocurrió con mis párpados y mi boca, era como si todo hubiese dejado de funcionar, sentí como mi respiración se entrecortaba y, de nuevo, todo se volvió negro. Me sumí en un profundo sueño.
…
La mayor parte de mi cuerpo estaba cubierto de vendajes. Sentía un fuerte nudo en el estómago a la vez que unas sutiles lágrimas comenzaban a resbalar por mis mejillas. De pronto, noté como unas garras se aferraban a mi muñeca.
Pegué un grito con el que mi cabeza ensordeció. Una bestia de ojos negros me miraba fijamente, su cuerpo estaba totalmente rodeado de un pelaje extenso y de color plateado. Su mirada se clavó en la mía mientras permanecía inmóvil. Me soltó la muñeca poco a poco y en ese instante retrocedí, mirando hacia ambos lados, en busca de una salida.
Estaba metida en una cueva, la única luz que iluminaba aquello era la que se filtraba entre las rocas. No tenía escapatoria y en mi estado no sería capaz ni de caminar más de diez metros. Retrocedí nuevamente hasta que me choqué con una pared rocosa.
La criatura seguía inmóvil, escrutándome desde la distancia. Comencé a fijarme más en sus facciones, sus garras parecían de hombre lobo, pero no eran tan agresivas, semejaban casi humanas. El pelo plateado cubría todo su cuerpo como si de una manta se tratase, dejando al descubierto en la parte posterior un largo rabo como el de un mono. Su cara estaba, al igual que el resto de su cuerpo, recubierto de ese pelaje marfil que dejaba entrever aquellos profundos y grandes ojos negros. Sentí como me perdía en ellos, noté que de alguna forma, destilaban tristeza. No parecía una bestia salvaje.
Di un paso al frente, pero la criatura no se movió. Fue entonces cuando vi el reflejo de una mujer en sus ojos que se estaba moviendo exactamente igual que yo. Un gemido ahogado escapó de mi garganta al comprenderlo, ¿era yo esa mujer? ¿Cómo había llegado allí? ¿Qué estaba ocurriendo? Me acerqué más a la criatura para ver las facciones de mi cara. No me reconocía, ¿Ese era mi rostro? Tenía el pelo corto, moreno, mis labios eran carnosos y mi entrecejo estaba fruncido dejando constancia de mi profunda desorientación. ¿Cuál era mi nombre? Las preguntas empezaron a acumularse en mi cabeza y entonces noté como mis piernas empezaban a flojear, había consumido las pocas fuerzas que me quedaban y estaba a punto de caerme… cerré los ojos esperando el impacto contra el suelo.
…
Me desperté confusa y con la respiración acelerada. Miré a mi alrededor, pero todo estaba oscuro y hacía frio. Intenté ponerme en pie, pero fue inútil. Impotente, sentí como mis ojos se cerraban otra vez cayendo de nuevo en un profundo sueño.
…
El reflejo del sol sobre mi rostro me hizo despertar, ¿todavía seguía allí tendida? ¿Cuánto tiempo había pasado? Sentí la brisa sobre mi piel y automáticamente giré mi rostro dejando que poco a poco mis ojos se fueran abriendo, ¿dónde me encontraba? ¿Qué era aquel lugar?
Ahora ya no estaba oscuro, una luz se filtraba por el techo… ¿acaso había despertado en la pequeña cueva que apareció en mi sueño? ¿O es que todavía estaba soñando?
Intenté incorporarme y el dolor de mis costillas me constató que realmente estaba despierta, ¿cómo había llegado allí? ¿Qué era todo aquello? ¿Por qué no era capaz de recordar nada? Estaba completamente sola y perdida en aquella caverna. Aterrada, intenté alejar todas esas preguntas de mi cabeza para aferrarme a mi instinto de supervivencia. Caminé desesperada en busca de una salida, con la sensación de que alguien me vigilaba desde la distancia.
Tras varias horas dando vueltas, encontré una brecha entre las rocas, a través de la cual y no sin dificultad, conseguí salir al exterior. La luz me cegó y mis ojos tuvieron que esperar unos segundos para acostumbrarse a la claridad.
Un hermoso y frondoso bosque se alzaba ante mí, caminé lo más rápido que pude, aunque sin rumbo. Todo aquello me parecía absolutamente desconocido, por lo que el miedo continuó apoderándose de mi mente, ¿quién me había llevado hasta allí? Estaba exhausta y sedienta por lo que decidí parar a descansar cerca de la orilla de un río, no podía seguir con aquel ritmo. Revisé mis vendajes comprobando que ya empezaban a mostrar un tono rosado, por lo que supuse que algunas de mis heridas se habían abierto de nuevo. Hundí mis manos en el agua para saciar mi sed, ignorando la idea de que si estaba vendada era porque alguien me había curado, cuando mi reflejo me devolvió la mirada, ¿realmente ese era mi aspecto?
Me paré en seco y mi miedo se agudizó, ¿todo había sido cierto? Aterrada, mire a ambos lados en busca de la bestia de ojos negros, podría estar escondida tras los árboles observándome, esperando el momento propicio para atacar mientras se camuflaba entre la maleza. Me levanté e intenté seguir mi camino, sentía que allí no estaba segura.
Agilicé mis pasos ignorando el dolor que todavía sentía en mi abdomen hasta que vislumbré lo que parecía una vieja casa, su exterior estaba decorado con una espesa hiedra haciendo que esta pasase desapercibida. Me acerqué con cautela hasta que encontré una escalinata que daba acceso a la puerta principal. Decidida, me dispuse a subir la primera escalera cuando un ruido ensordecedor me hizo retroceder.
Un gigantesco pájaro gris bajó desde el cielo agitando estrepitosamente sus alas e impidiéndome avanzar. Tal fue la fuerza con la que las batió que mi cuerpo salió proyectado varios metros hacia atrás.
Desde el suelo pude ver mejor la magnitud del animal, tenía el aspecto de un águila gigante aunque sus extremidades parecían las de un fuerte caballo. Enojado, se puso a dos patas mientras se acercaba a mí. Me cubrí el rostro con los brazos, aunque de nada valdría, pues estaba a punto de aplastarme.
–¡ATRÁS!
Un hombre con túnica negra se había interpuesto entre aquel inexplicable bicho y yo. Hacía gestos con los brazos, mientras poco a poco el animal retrocedía.
–¡ALÉJATE, BUCKBEAK! –gritó mientras le tiraba lo que a mí me pareció una perdiz muerta. –¡GUISS! ¡TE ORDENÉ QUE LA VIGILARAS!
¿Guiss? ¿Quién más había allí? Busqué a mí alrededor hasta que di con él. Ahogué un grito de terror. La bestia plateada de profundos ojos negros estaba a escasos metros de mí. ¿Qué era todo aquello? ¿De dónde salían todas aquellas extrañas criaturas?
–¡MÉTELA EN LA CASA! ¡YA HEMOS LLAMADO DEMASIADO LA ATENCIÓN!
Me arrastré por el suelo intentando escapar de allí pero la bestia se movió más deprisa que yo, levantándome y envolviéndome en su regazo. Pensé en gritar o en intentar zafarme, pero irracionalmente al estar entre sus brazos me sentí segura. Caminó unos cuantos metros y se introdujo en la casa para, minutos más tarde, depositarme sobre un confortable sofá de cuero envejecido. A causa de la caída, la herida central de mi abdomen se había abierto y la sangre comenzó a salir con más fluidez.
–¿COMÓ HAS DEJADO QUE SE ACERQUE HASTA AQUÍ, BESTIA ESTÚPIDA? –exclamó el hombre de la túnica negra mientras entraba furioso al salón. –¡TIENES SUERTE DE QUE NO PUEDA MATARTE!
La criatura salió ágilmente del lugar y desee poder hacer lo mismo, ya que después de escuchar las palabras de aquel hombre me sentía más insegura que nunca.
–¡Y TU, INGRATA DESAGRADECIDA! –gritó mientras se dirigía a mí. –¡Poco aprecias tu vida si te atreves a salir de la cueva en tu estado!
–¿Cómo sabía que estaba...? –intenté articular mientras la pesadez me hacía cerrar poco a poco mis ojos.
–¡Yo te dejé allí! –contestó evitando que terminase mi frase. –¡Tienes suerte de que te encontrara, de lo contrario ahora estarías muerta!
Luché con todas mis fuerzas, pero fui incapaz de mantener los ojos abiertos mientras notaba como aquel hombre deshacía mis vendajes y me untaba con algo que hacía disminuir el dolor.
Continuará...
