Hola a todos los que ha decidido entrar a esta historia. Espero que les guste y que disfruten con ella. Os cuento un poco de ella. Comienza en el sexto año de Harry, sin embargo no sigue la línea del Príncipe Mestizo (exceptuando algunas cosas). Las parejas son Harry y Ginny y Ron y Hermione. También aparecen Neville y Luna como personajes principales.

Este es el capítulo piloto. Prometo hacer los demás más interesantes y divertidos. Por lo menos lo intentaré. Tanto si les gusta como si no, espero que me lo hagan saber. Recibo todo tipo de críticas y de sugerencias.

Gracias por leer.

1.- ENCONTRANDO SENTIMIENTOS

El Expreso de Hogwarts se puso en marcha. Las familias gritaban el último adiós a sus hijos, mientras saludaban con los brazo en alto. Algunos niños pequeños corrían a lado del tren agitando el brazo efusivamente para despedir a sus hermanos mayores. Cuando el tren aceleró, apenas se pudo echar un vistazo final al andén. Harry agarró su baúl y avanzó por el pasillo buscando un compartimiento. Los estudiantes saludaban a sus amigos con fuertes abrazos y con amplias sonrisas. Algunos de ellos, se volvían para mirar a Harry. Pares de ojos seguían fijamente a Harry mientras caminaba lentamente por el pasillo arrastrando su pesado baúl.

Pasó delante de compartimientos llenos de gente que murmuraban y cuchicheaban en cuanto Harry cruzaba por su lado. Intentando alejar esos extraños y, aún así, esperados comportamientos de su mente. Quería pasar, por primera vez, un año tranquilo; pero a la vista estaba que eso no iba a ser posible. Después de haber sido tratado como un psicópata trastornado y enfermo el pasado curso; pensó que este año iba a ser un poco mejor. Al menos, ya sabían todos que decía la verdad respecto a la vuelta de Voldemort. Ahora, nadie ponía en duda su palabra ni la de Dumbledore. Eso quizás le hiciera sentir un poco mejor. Sin embargo, estaba a punto de comenzar un nuevo curso en Hogwarts. Un nuevo curso donde volvería a jugar al Quidditch, donde era capitán del equipo y donde no volvería a ver la cara de Umbridge. Con ese pensamiento, aceleró el paso evadiéndose de su alrededor. Pero, volvió al mundo real cuando divisó una larga cabellera pelirroja casi al final de pasillo. Ginny hablaba animadamente con unas amigas. La miró sin saber qué hacer. Quería ir con ella a buscar un compartimiento, donde esperar a Ron y Hermione, y hablar sobre lo divertido que había sido el verano.

Sonriendo, se acercó a ella. Las demás chicas, al verlo, pararon de hablar y lo miraron, haciéndolo sentir incómodo. Ginny se giró:

-¡Hola Harry!- saludó sonriendo.

-¡Hola!- saludó él, intentado parecer amable, pero la verdad es que esas chicas y sus curiosas miradas lo estaban poniendo un poco nervioso- ¡Eh..! Voy a buscar un compartimiento…¿Vienes?

-Muchas gracias, Harry. Pero le prometí a Dean que iría a verlo- contentó ella- Quizás me pase luego.

- Bueno…está bien- dijo Harry desanimado- Hasta luego entonces.

Harry siguió avanzando por el pasillo. Dean. Genial. ¿Por qué el simple hecho de pronunciar ese nombre le dolía como si le hubiesen clavado un cuchillo en el estómago? ¿Por qué le dolía aún más cuando lo decía ella? ¿Cuántas veces habrá oído ese nombre durante el verano? Tuvo que soportar a Hermione y Ginny hablando del noviazgo de ésta última, mientras Ron y él jugaban al ajedrez. Aunque la mente de Harry siempre estaba más pendiente a la conversación de las chicas que a Ron cargándose a todos sus peones. La verdad es que Dean siempre había sido amigo suyo y se llevaban bien. Sin embargo, cuando Ginny dijo que había elegido a Dean en el viaje de vuelta, Harry creyó que era una broma. Que sólo lo hacía para provocar a Ron. Pero era a él a quien había provocado.

Aún recordaba ese sentimiento que le había asaltado una mañana de agosto en la Madriguera. Harry bajó a desayunar. La cocina estaba vacía, aunque el desayuno estaba en la mesa. Harry se acercó a la ventana y pudo ver a la Señora Weasley tendiendo la ropa en el jardín.

-Sírvete lo que quieras, Harry- le había dicho con esa sonrisa maternal que la caracteriza. Él le respondió con un simple asentamiento de cabeza. Se sentó a la mesa y cuando estaba a punto de coger la jarra de zumo de calabaza, una lechuza entró por otra ventana de la cocina. Era una lechuza que él nunca había visto. Era de color pardo, con grandes ojos amarillos y llevaba una carta atada en la pata. La lechuza se posó sobre la mesa y estiró la pata. Harry miró alrededor, pero no acudió nadie, así que desató la carta. La lechuza echó a volar y salió por la ventana.

Harry miró la carta. Era para Ginny de Dean. De repente, una rabia incontenida recorrió a Harry de arriba a abajo. Sintió unas ganas enormes de romper la carta en mil pedazos, de echarla a la chimenea, de enterrarla en el jardín a mil metros de profundidad. La tentación de abrirla era demasiado grande. En ese momento, Ginny apareció en la cocina sobresaltando a Harry.

¿Había hecho lo correcto al habérsela dado? ¿Quizás podría haberle dicho que era para él? Pero… ¿quién le iba a escribir a él ahora que Sirius no estaba? No, se dijo Harry, había hecho lo que debía, aunque le molestara.

-¡Harry!- alguien lo llamó. Harry sacudió la cabeza, intentando borrar esos pensamientos de su cabeza. Neville le saludaba con la mano al final del pasillo.

Ron cogió el baúl de Hermione y lo puso en la rejilla portaequipajes con bastante dificultad.

-Hermione ¿se puede saber a quién has matado y por qué lo has metido en el baúl?

-Ronald. No te quejes tanto-protestó Hermione- ¿Has sido tú el que se ha ofrecido a llevarme el baúl? Además, sólo son libros.

-¡Ah!- dijo Ron frotándose la espalda y sentándose al lado de Hermione en el compartimiento de los prefectos- No sabía que habías comprado la librería entera. No te basta con tener una biblioteca llena de libros en el colegio.

-No seas exagerado. Los necesito- repuso Hermione- Tú también deberías llevar algunos. Te vendrían bien.

-No Hermione. Gracias, pero con los del colegio son suficientes. Y si llevará el baúl lleno de libros, no tendría espacio para las cosas verdaderamente importantes.

- ¿Cuáles son esas cosas tan importantes para tí?-preguntó Hermione encarándolo.

-Bueno, pues…mi escoba-contestó Ron- Sin ella no podré entrar en el equipo de Quidditch.

-¿Te importa más el Quidditch que tus estudios?-dijo Hermione- Bueno, no debería escandalizarme. Está claro que es lo único que os importa a los chicos.

- ¿Qué?- se indignó Ron- A mí me importan más cosas a parte de Quidditch.

-¿Cómo qué?

- Pues…- De repente Ron se sonrojó. ¿Qué iba a decirle? Que para él, el Quidditch no era nada comparado con ella. Que prefería mil veces pasar las tardes a su lado que ir al entrenamiento. No…No podía hacerlo. Aún no. En ese momento, la puerta del compartimiento se abrió y entraron los demás prefectos. Ron volvió la cabeza y miró por la ventanilla intentando esconder el sonrojo de su cara.

Ginny miraba con aspecto aburrido a su novio y a Seamus mientras conversaban sobre sus vacaciones. Lavender y Parvati estaban sentadas enfrente de Ginny, comentando los últimos cotilleos del verano. El arrepentimiento de Ginny por haber rechazado la invitación de Harry le hacía sentir fatal. Había hecho lo correcto ¿no? Estaba con quien debía estar. Con su novio. Aún no se acostumbraba a eso. Dean Thomas, su novio. El chico con el que bromeaba y reía en la sala común, el chico que la invitó varias veces a ir a Hogmeade, pero que había rechazado porque ya se había comprometido con Michael. A Ginny le dolía verlo resignarse y alejarse de ella con cara triste y apagada. Sin embargo, él estuvo con ella cuando cortó con Michael. Dean la acompañó en sus largas noches en vela, cuando solía discutir con su novio. Dean la animaba con sus chistes malos y sus preciosos dibujos. Fue Dean quien la besó una noche en la vacía sala común hacia final de curso. Fue él quien le pidió salir. Y ahora no podía negarse a su compañía. Ginny no podía negar que le quería mucho y que sentía un profundo cariño por él. Pero muchas veces se había preguntado si era amor. Si realmente estaba enamorada.

-¡Ginny! ¿Me escuchas?- dijo Dean mirándola extrañado. Ginny levantó despacio la cabeza y lo miró- Te estaba diciendo que si quieres jugar a los naipes explosivos conmigo y con Seamus.

-Claro- le contestó Ginny sonriendo. Tenía que hacer un esfuerzo. No quería hacerle daño. Ginny se acercó a ello y cogió la baraja.

Hermione recorría el pasillo del tren y miraba cautelosamente los compartimientos, buscando algún comportamiento que se saliera de la más estricta legalidad. Ron, por su parte, prefería quedarse apoyado en la pared del vagón vigilando.

-Hermiones, ¿quieres parar?-dijo Ron- Me estás poniendo un poquito nervioso.

-Ron, no podemos quedarnos quietos. Hay que vigilar bien- dijo Hermione- Sino que hacemos aquí. Somos prefectos y debemos ser responsables.

-Ya. Pero tú te pasa de responsable. Has pasado por ese compartimiento siete veces. Déjales un poco de intimidad.

-No me fío-repuso Hermione- Los he visto entrar con una caja de Sortilegios Weasley y eso no augura nada bueno.

Ron resopló y echó la cabeza hacia atrás. A veces, Hermione era una causa perdida. De repente, la puerta de un compartimiento cercano se abrió y por ella salió un muchacho alto, corpulento y apuesto. Miró a ambos lados del pasillo y cuando vio a Hermione, le sonrió seductoramente. Hermione le respondió de forma automática con otra sonrisa. Después volvió a entrar y cerró la puerta. Hermione se quedó estupefacta. Ni siquiera se había dado cuenta de que se había sonrojado bastante y que su sonrisa estaba grabada aún en su rostro.

Ron la miró espantado. Un fuego ardiente recorrió todo su cuerpo y apretó fuertemente los puños. Se acercó a Hermione y la cogió por el brazo. Ella se asustó y borró la sonrisa.

-¿A qué ha venido eso?-preguntó Hermione.

-Eso debería preguntarlo yo. ¿Quién era ese?

-No lo sé. No le conozco.

-¿Ah no? Y a que vienen esas sonrisas estúpidas.

Hermione empezó a enfadarse y se soltó del brazo de Ron.

-Solo ha sido por educación. Él me ha sonreído a modo de saludo y yo le he contestado.

-Y si es tan educado, ¿por qué a mí no me ha saludado?- comentó Ron.

-Mira, Ronald. Déjalo ya. ¿Vale? No sé porqué te importa tanto esta tontería. Y te repito que no lo conozco- miró su reloj y dijo- Ya ha acabado nuestro turno. Me voy al compartimiento con Harry.

Hermione se alejó dando zancadas y con la cabeza alta. Ron la miró mientras se iba. Aún con la cara roja y nervioso, la siguió pero manteniendo la distancia.