Escrito para el "Amigo Invisible navideño 2016-2017" del foro "La Noble y Ancestral Casa de los Black".
Es un regalo para Krmenxita Stark. A ver si te gusta
Capítulo 1. Operación Bond.
Margaret Thatcher vio como el tal Albus Dumbledore y Millicent Bagnold, su homóloga en el mundo mágico, desaparecían por la chimenea de su despacho en una columna de llamas verde brillante. Su antecesor en el cargo le había informado de ese mundo paralelo al suyo que no podía ver, habitado por gente con poderes que la mayoría desearía, capaces de hacer auténticos milagros y, sin embargo, anclados en lo que parecía ser el Siglo XIX.
Las noticias que le habían llegado de ese mundo durante los dos años de su mandato no eran positivas y le habían hecho reflexionar acerca de la necesidad de tener más información acerca de aquello que no podía ver pero que afectaba directamente a todos sus compatriotas. Muchas de las vidas perdidas dentro de Inglaterra en los últimos años se debía a la guerra en aquel mundo y eso era preocupante. Por suerte, acababa de ser informada de que esta había terminado debido a una extraña circunstancia trágica que rodeaba a una familia de aquel mundo. Aunque había preguntado por detalles acerca del suceso, las respuestas que había recibido dejaba a las claras que no sabían exactamente qué era lo que había pasado y que tampoco tenían mucha intención de investigarlo, al menos por parte de Bagnold.
La primera ministra era una experta en los equilibrios de poder y se había dado cuenta inmediatamente de que Bagnold podría ser la ministra, pero Dumbledore tenia poder e influencia igual o superior a la de la cabeza del gobierno. Ese detalle no debía de olvidarlo.
Decidida a poseer toda la información posible sobre el mundo mágico, no tardo en convocar una reunión con las principales fuerzas gubernamentales del país.
—Gracias por venir, señores —dijo la primera ministra mirando uno a uno a todos los reunidos—. Por si se les ha olvidado, les recuerdo que nada de lo que se hable en esta sala debe salir de aquí ni puede ser comentado con ninguna de las personas externas a esta operación. Cualquier filtración o desobediencia respecto de este particular será considerado alta traición y castigado con la muerte —ninguno de los presentes mostro ninguna duda visible o perturbación al ver a su primera ministra en modo "Dama de Hierro"—. Cedo la palabra al señor Jones que les informara de todo lo referente a la Operación Bond.
—Gracias, Primera Ministra —respondió el jefe del Mi5, antes de dirigirse al resto de los presentes.
Allí presentes se encontraban, además de la Primera Ministra y el jefe del Mi5, el Ministro del Interior, William Whitelaw; la representante de la corona para asuntos mágicos, Amanda Wallace, y la persona reclutada para infiltrarse.
—Buenas tardes a todos. Como ya saben, estamos reunidos para cerrar los últimos detalles de la Operación Bond u operación de infiltración y recogida de datos acerca del mundo mágico. En el dossier situado delante de ustedes están todos los datos, detalles y conclusiones alcanzadas en las reuniones anteriores y lo que vamos a tratar esta tarde. Por supuesto, todo esto será transmitido a la Reina a través de la señorita Wallace —comento señalándola— para que, tal y como ella nos ha pedido, mantenerla informada. Todos ustedes son una de las pocas personas que son conscientes de la existencia del denominado mundo mágico que no pertenecen a él. El secreto y la separación entre ambos mundos data de 1692 y ninguna de las dos partes tiene intención de romper el tratado que define el estatus quo actual. Sin embargo, los últimos sucesos acaecidos nos han forzado a desarrollar este plan para recopilar toda la información posible sobre esa sociedad paralela.
—¿Por qué no se pensó anteriormente en realizar algo similar? —pregunto el señor Wallace.
—No había necesidad —respondió la Primera Ministra adelantándose al jefe del Mi5—La situación estaba bajo control y no había efectos reseñables de la existencia del mundo mágico en el nuestro. Las medidas de control y seguridad aplicadas por ellos funcionaban muy bien y la mentalidad mayoritaria del mundo mágico era mantenerse al margen de nuestros asuntos.
—¿Qué cambio? —pregunto Whitelaw que no había asistido a ninguna de las reuniones anteriores.
El jefe del MI5 miro a la Primera Ministra que le dio permiso con un asentimiento de cabeza.
—Durante los últimos 10 o 15 años ha existido una guerra civil dentro del mundo mágico. Un grupo terrorista denominado "Los Mortifagos" y su líder, un tal Lord Voldemort, comenzó una campaña de ataques contra nuestra población y aquellos magos nacidos de gente no mágica para derrocar el Ministerio legítimo y comenzar una campaña de exterminio de todos aquellos que no encajaran en su ideal de pureza racial.
—¿Pureza racial? —pregunto Whitelaw, visiblemente horrorizado. Aunque la amenaza nazi había terminado hace más de 30 años, las heridas no cicatrizarían nunca y cualquier cosa que recordara mínimamente a aquella época de terror, provocaba profundas reacciones en cualquiera que hubiera vivido la guerra.
—Afirmativo. El tal Voldemort y sus seguidores se consideraban superiores a todos aquellos que no pudieran demostrar su pureza de sangre, es decir, que todos sus antecesores eran mágicos. El resto sencillamente… debían ser eliminados.
—¿Qué ha ocurrido desde entonces?
—Rápidamente. Los ataques ya comentados, chantajes a gente con puestos importantes en el Ministerio para que no hicieran nada que pudiera detenerlos y un desarrollo de la guerra similar a como fue la Segunda Guerra Mundial.
—Entonces, ¿ya ha acabado?
—Así es —intervino la Primera Ministra tomando la palabra—. Hace unos cuatro meses fui informada por la mi homóloga mágica qué, tras unos sucesos ocurridos alrededor de una familia, Lord Voldemort, el líder de los terroristas, murió y la organización quedo descabezada sin él.
—Clásico —apunto el señor Jones.
—Menos mal —suspiro Whitelaw relajándose. Aunque, según la información que acababa de recibir, la separación entre ambos mundos era deseable y buscada por ambas sociedades, la idea de tener a un terrorista con los supuestos poderes de estos individuos mágicos en libertad no era nada tranquilizadora.
—No podemos permitir que esto vuelva a pasar. No podemos permitirnos estar tan desinformados. Así pues y para evitar que nos mantengamos en la ignorancia, se ha decidido comenzar la Operación Bond. Señor Jones, ¿sería tan amable de presentarnos a nuestra primera infiltrada en el mundo mágico?
—Por supuesto, Primera Ministra —el director del MI5 carraspeó levemente para aclararse la voz y se giró hacia la única de las personas presentes en la reunión que no había pronunciado una sola palabra y que apenas se había movido salvo para tomar algo de agua de los vasos llenos frente a cada uno de los presentes—. Sin más preámbulos, les presento al primero de nuestros operativos de la Operación Bond, la señorita Anna Zabini.
Tras unos instantes de silencio en los que, a pesar de estar siendo observada por cuatro de las personas más poderosas de todo el Reino Unido no parecía sentirse intimidada, Anna se limitó a sacar una funda de piel marrón y situarla encima de la mesa frente a ella.
—Bien… de acuerdo… —dijo Wallace rompiendo el silencio—. ¿Por qué se ha elegido a la señorita Zabini?
La nombrada miro al director del MI5 que confirmo con la cabeza. Anna estiro el brazo, movió la funda hasta dejarla al alcance de Wallace y se le quedo mirando fijamente como si estuviera retándole a que comprobara lo que había en el interior. Esta, consciente de que todo el mundo le miraba, intento no mostrar su desconcierto ante toda la situación y abrió la funda de cuero, sin poder dejar de admirar internamente la calidad de la piel.
—¡Es una bruja! –exclamo reconociendo inmediatamente aquel palo largo y fino de color gris oscuro.
—¿Acaso eso le supone una sorpresa o inconveniencia? —pregunto la Ministra, algo sorprendida por la reacción de alguien que era consciente de la existencia del mundo mágico.
Wallace volvió a mirar la varita que seguía apoyada en la mesa medio fuera de su funda y comprobó los rostros del resto de la sala, intentando descubrir que pensaban de ella tras su reacción. Solo la ceja izquierda levantada de la señorita Zabini le ofreció parte de la información que buscaba.
—No, señora Ministra —respondió Wallace—. Es una gran decisión.
—No me haga la pelota, Wallace —replico dejando a las claras que estaba decepcionada por la actuación del representante de la corona. Era ampliamente conocido entre los integrantes de las altas esferas británicas que la Ministra Thatcher consideraba que la señora Wallace no estaba preparada para un cargo de tal responsabilidad como el que ostentaba—. Era la única decisión posible. Cualquiera de nosotros sería incapaz de infiltrarse en el mundo mágico, ya que ni siquiera somos capaces de verlo.
—Además, la señorita Zabini forma parte de una familia ampliamente respetada por parte de la oligarquía mágica que controla una importante cuota de poder, riqueza e influencia —añadió el señor Jones.
—Por lo tanto, es la persona ideal para recalar información de cada parte del mundo mágico británico —concluyo la Ministra dando a entender que o no habían encontrado otra posibilidad o que era cierto que aquella era la mejor opción.
Al fin y al cabo, daba lo mismo cual era la causa. La consecuencia era que la señorita Zabini iba a ser la primera infiltrada y punto.
