FIRST
Prologo
En la tenebrosidad propia de la noche, una imponente mansión se erguía floreciendo envuelta por los brazos de la más perfecta oscuridad; sus habitantes dormían, y el silencio que reinaba sobre cada rincón, acentuaba los hipnotizantes sonidos de la tormenta, confiriéndole así la apariencia de una solitaria casona embrujada. Sin embargo, no todas las criaturas en aquella casa habían sucumbido ante el hechizo de Morfeo. La esbelta figura de Lord Hellsing contrastaba contra la oscuridad, en una de las sillas del amplio comedor, y las largas sombras que mas allá de su espalda parecían agitarse como si intentaran cobrar vida.
Lord Hellsing, Integra, como sus padres la habían llamado, había ostentado el titulo desde hacia ya casi diez años y en estos momentos, aquellos diez años le parecían una eternidad…
Integra apoyó los codos sobre la mesa y oculto el rostro entre sus manos ahora desnudas y ensangrentadas, sosteniendo el peso completo de su cabeza con los brazos. Estaba exhausta y la mesa del comedor era lo mas lejos que sus cansados miembros habían conseguido llevarla.
"Aquí no hay alfombras y la madera será fácil de limpiar": Proporcionó su cansado cerebro tratando de ser racional aun en esos momentos. Sabía perfectamente bien que si se molestaba en mirar el suelo encontraría un rastro de lodo a lo largo del corto recorrido que había efectuado desde la entrada de la mansión hasta la silla en la que estaba sentada. Sus botas estaban llenas de aquel légamo, sus ropas también, Dios sabía que toda ella lo estaba.
Su camisa y su pantalón estaban inservibles.
"Un traje más a la basura."
No había caso en conservar una camisa o un pantalón llenos de agujeros, rasgaduras, manchas de sangre, lodo y otros tantos fluidos corporales. Sus guantes blancos, olvidados por una vez, tenían el aspecto de un trapo viejo y sucio que asomaba desde el bolsillo derecho de su pantalón. Había conseguido rescatar el broche en forma de cruz que siempre llevaba al cuello y ahora se encontraba resguardado de manera segura en el fondo del mismo bolsillo bajo sus guantes estropeados; la mascada que este sujetaba, en sí, era otra historia completamente diferente. En algún momento de la noche también se había desecho de su chaqueta (la cual no dudaba se encontraría en igual o peor estado que el resto de su atuendo); ahora no lograba recordar el punto exacto en que le había sido colocado, ni quien lo había hecho, pero su abrigo descansaba sobre sus hombros tratando de brindarle un poco de calor y algo de modestia ante los insistentes ojos que habían intentado mirar a través de su ropa desgarrada y húmeda; probablemente había sido Walter quien la había cubierto con él; su viejo guardián, siempre pensando en todo…
"Walter"… Integra soltó un suspiro cansado al pensar en él mientras cambiaba posiciones, apoyando la frente en sus manos y cerraba los ojos, sus brazos exánimes aun sosteniendo el peso de su cabeza.
Su cuerpo no se encontraba en mejor estado que su ropa. Múltiples golpes y pequeñas heridas cubrían sus piernas, brazos y torso, estaba convencida de que necesitaría unos cuantos puntos de sutura por aquí y por allá. Tenía la cara y las manos llenas de arañazos y raspones donde las ramas de los árboles y arbustos la habían alcanzado al pasar muy cerca de ellas, o donde alguna piedra ó incluso el mismo suelo la habían recibido más de una vez al resbalar por el terreno inestable. Mas de un moretón ya había comenzado ha hacer su aparición, le dolían partes del cuerpo que ni siquiera sabía que podían doler y sabía que le costaría mucho moverse por un par de días. Tendría suerte si no pescaba por lo menos un resfriado después de haber pasado tantas horas bajo la lluvia y expuesta al frío aire nocturno, eso, y que la mayoría de su ropa (o lo que había quedado de ella) se le había secado encima. Hasta la suave y larga cascada de cabello pálido como la luz de la luna, usualmente peinado cuidadosa y meticulosamente, ahora se escurría frente a su rostro, entre sus brazos y por sus hombros, en sucios mechones enmarañados, cubiertos también de una mezcla entre lodo y sangre. Y de seguro todo este chiste iba a costarle por lo menos otros dos días mas de inactividad, porque si en algo conocía a Walter, y vaya que lo conocía(suspiro de nuevo), era en lo sobre protector que podía llegar a ser a veces, no la dejaría mover un solo dedo siquiera, y para cuando lograra convencerlo de que estaba en perfectas condiciones para ir a pasar las horas del día sentada en su oficina, las pilas de trabajo y papeleo en su escritorio de seguro estarían alcanzando niveles estratosféricos.
"Incluyendo todo lo relacionado con este fiasco, pensó sobriamente para sus adentros".
Integra trató de corregir su postura; se enderezo lo mejor que pudo e irguió la cabeza y la espalda, así finalmente descansó los brazos sobre la mesa. Esa era una posición mas adecuada para alguien de su estatus, incluso si mantenerla le costaba un poco de esfuerzo.
Sobre la mesa, sus manos comenzaron a moverse de manera ausente.
Todos los miembros de la Real Orden de Caballeros Protestantes de la Mesa Redonda debían someterse a todo tipo de pruebas físicas y mentales una vez al año; eso evitaba que alguno de los caballeros se "oxidara" o se volviera demasiado flojo y dependiente de su escolta o de su personal y terminara por descuidar sus obligaciones. Como miembro de la Orden, Integra debía someterse a dichas pruebas, y eso estaba perfectamente bien para ella, sin embargo, ser directora de un organismo tan importante para la Orden como lo era el Instituto Hellsing, también significaba que debía someterse a una prueba especial cada dos años, una especie de simulacro a manera de ejercicio. El simple hecho de pensar que debía ser puesta a prueba cada determinado tiempo sólo para demostrar su valía como líder la hacía estremecerse de rabia, sobretodo por que Integra sospechaba que toda esa "demostración" tenía mas que ver con su sexo y el hecho de ser el caballero mas joven de la Orden. Por supuesto, sobraba decir que más de un integrante de la Orden se mostraba ansioso de comprobar y corroborar que ella era capaz de mantener y controlar la casa Hellsing bajo cualquier circunstancia o situación; o verla caer de cara en el lodo al intentarlo. Pero a medida que los años iban pasando las pruebas se volvían mas estrictas, los simulacros menos ficticios, los ejercicios mas extenuantes y el peligro mas tangible.
Este año, Sir Hamlyn, uno de los miembros más nuevos y jóvenes de la Orden se había ofrecido para organizar y monitorear los retos a los que Integra debería enfrentarse para ser examinada. La prueba había consistido en liderar una cuadrilla de doce hombres a través de un terreno hostil, superando algunos obstáculos. Sorprendentemente algo que, para la habilidad y la experiencia de la joven Hellsing, resultaría más que sencillo y ante lo cual su mayordomo se había mostrado satisfecho y complacido y su sirviente desinteresado y aburrido.
Los resultados…
El pequeño escuadrón no había sido nada más que un grupo de patanes armados hasta los dientes, con más habilidad para las frases baratas que para manejar sus propias armas, y de todos ellos no se hacía ni un solo soldado decente. El terreno hostil era una zona aislada en medio de ningún lugar y supuestamente 'desierta'; después de todo¿¡Quién iba a saber que un reducido grupo de marginados como aquellos elegiría un lugar como ese para asentarse? O algo así había espetado el idiota de Hamlyn. Los obstáculos se habían convertido en una pandemia de ghouls, un par de vampiros demasiado arrogantes y mas o menos la mitad de la panda de patanes que le habían sido asignados. Y claro, por si la prueba no se volvía lo bastante complicada por si misma o mediante la ineptitud de 'Sir' Hamlyn, el clima se las había arreglado para soltarles una lluvia interminable. Por supuesto, todo esto en conjunto también había dado como consecuencia un mayordomo mortificado y un sirviente sádico poco contentos, ambos listos para infligir la mayor cantidad de daño posible sobre el ó los responsables del numerito. Sin embargo, las órdenes de Lord Hellsing habían sido muy claras: Nadie iba a dañar a nadie… Al menos de momento; ya se vería cara a cara con los miembros de la Orden, y a juzgar por el gesto dibujado en los rostros de Sir Island y Sir Pendwood ellos lo sabían también.
La actitud e ineptitud de Sir Hamlyn frente a los eventos de la noche habían dejado mucho que desear y tendrían sus repercusiones; un miembro como aquél no le servía a la Orden para nada. Como sobreviviente a la experiencia que Sir Hamlyn representaba y con lo cual se veía ratificaba en su puesto como cabeza de Hellsing, Integra estaba en todo su derecho de demandar el castigo pertinente y necesario.
"Muchas gracias Sir Hamlyn", pensó ella mientras sonreía perversamente y ocupaba sus manos con el minúsculo objeto que había encontrado en la mesa. Bajó la mirada hasta sus dedos de manera distraída.
¿Una hebra de hilo?
En efecto, era una hebra de hilo y, al parecer, había estado jugando con ella de manera ausente durante varios de los últimos minutos, pero ¿De donde la había sacado? Cogió el hilillo firmemente entre su pulgar y su índice y se lo acercó a la cara.
Su visión se volvió levemente borrosa, especialmente cuando trató de enfocar mejor la fibra entre sus dedos¿Dónde estaban sus lentes?
"De seguro otra cosa mas que tendré que reponer."
Dejó caer pesadamente el brazo sobre la mesa nuevamente mientras entornaba los ojos hacia arriba y soltaba otro suspiro; esto se estaba volviendo tedioso: Tantas perdidas y tan poca ganancia, si es que realmente se le podía llamar ganancia a aquello; tanto trabajo y tanto papeleo por hacer y ella, sentada ahí, perdiendo el tiempo nada mas y nada menos que, de entre todas las cosas, con un montón de perturbaciones superfluas y una simple hebra de hilo. Bajó la mirada y trato de enfocar de nuevo al ofensivo hilillo que aun se encontraba prisionero entre su dedo pulgar y su dedo índice. Por un instante froto la hebra entre sus dedos sintiendo el suave material del algodón deslizarse por sus yemas experimentando entonces, un toque de placer dentro de todo su malestar. Luego, de forma mecánica separó ambos dedos dejando que el hilo flotara hasta la superficie pulida de la mesa y reposicionando sus brazos para sostener el peso de su cuerpo, volvió a suspirar y se inclino hacia adelante, concentrando de nuevo su atención en la solitaria hebra.
"¿Que más da? No es como si hubiera algo mas para hacer a estas horas… Y en la mas completa oscuridad… "
Sonrío esta vez, maliciosa pero tímidamente, a pesar de que solo las sombras que había ahí eran capaces de presenciar aquel acto (o quizás precisamente a causa de ello), mientras contemplaba aquel pensamiento, permitiéndose por un instante que la imagen de otra de las pocas 'cosas' que parecía cautivar por completo su interés y la idea de las posibilidades que la noche ofrecía asomaran de manera perversa a su mente. Por supuesto que 'eso' no se comparaba con el objeto de interés actual; 'aquello' era mucho más siniestro y oscuro que un simple hilo. Desafortunadamente, de momento, lo que ahora tenía a la mano era el hilillo y tendría que conformarse con él; sacudió la cabeza para aclarar sus ideas.
"¡Que estupidez, divertirse con una hebra de hilo y encima de todo compararla con 'eso ´…!"
¡Dios! Realmente estaba cansada y, a juzgar por su nuevo y ridículo pasatiempo, los eventos de la noche finalmente parecían estar alcanzándola, hasta la última gota de adrenalina y vitamina evaporadas de su sistema. Y aparentemente con ellas también mi raciocinio.
Spalsh, splash
Algo detrás de ella estaba goteando. Integra cerro los ojos y meneo la cabeza lenta y cansadamente. "¿Mi casa tiene goteras…?" Eso era mas de lo que podía soportar por una noche; "Al demonio". Se dijo a si misma, dándose finalmente por vencida, dejando de lado el intento de conservar su apariencia digna; a estas alturas y en su estado, pretender conservar su dignidad únicamente mediante su postura no era más que un vano intento por engañarse a sí misma y disuadir a cualquier posible enemigo ó, en el caso de Integra Hellsing, a cualquier posible aliado, subordinado, colega o colaborador; pero en una habitación oscura y vacía ¿Cuál era el punto? Relajo el cuerpo y lo echó hacia atrás, permitiendo que su peso y la fuerza de la gravedad la guiaran hasta el respaldo de la silla, su nuevo acompañante, alejándose por completo de la mesa de roble macizo enredado entre sus dedos. Sus manos ahora descansaban en su regazo y en ellas aun el hilillo. Inconscientemente comenzó a jugar con él nuevamente, retorciéndolo aun más entre sus dedos, intentando romperlo esta vez, pero el hilillo no se rompía. Exasperada ante la resistencia de aquella simple hebra, bajó la mirada para admirarla solitaria entre sus dedos. Cierto, no había conseguido romperla y en su lugar solo había logrado mancharla con la sangre seca y la suciedad de sus manos. Frunció el seño por un instante y luego volvió a alzar la mirada clavándola en un punto invisible en la oscuridad de la habitación, recargando la cabeza contra la silla. Así en esa postura se le había ocurrido de repente, una idea bastante ridícula, para ella, pero muy interesante a la vez.
La terquedad de aquel estúpido hilo le había hecho pensar en si misma y la había llevado a comparase con él; cómo ella también a veces se aferraba a algo incluso hasta la estupidez, aun cuando aquello a lo que se aferraba amenazaba con sobrepasar sus propios limites y la forzaba a recordar que no era más que humana; en la soledad con que la presentaban momentos como aquel podía permitirse la indulgencia de admitir esos pequeños malos hábitos. Y se sorprendió a si misma cuando curiosamente se halló pensando que no solo ese hilito, sino que todos los hilos que se desprendían de las diferentes rasgaduras de su camisa y su pantalón, podían ser comparadas con muchas de las personas que conocía, no, no solo con las personas que conocía, sino con la gente en general. Algunos hilillos se habían mantenido limpios, puros, mientras que muchos otros se habían llenado de lodo y sangre; la eterna ambivalencia ante la cual la mayoría de las personas que conocía tarde o temprano se habían visto enfrentadas y arrastradas de un extremo a otro sin un punto medio entre ninguna de las dos. Otros hilos, siguiendo la tendencia humana a rendirse ante la más simple adversidad se habían roto y otros, al igual que escasos pero memorables espíritus humanos que se sublevaban y se negaban a rendirse, habían resistido, intactos.
Definitivamente, los humanos eran tan semejantes a aquellos hilos; pero no era solamente eso. Por un instante, nuevamente, volvió a frotar el hilillo entre sus dedos sintiendo de nuevo el suave y resistente material del algodón. Un sin fin de pequeñas fibrillas entrelazadas entre si para dar origen a ese único hilo que bien podría haber sido el primero en entretejerse con otros cientos, quizás miles de hilillos similares para formar un lienzo de tela. Sin pensarlo siquiera, otra idea había aflorado a su ente.
"Justo igual que las fibras de mi alma, entrelazadas entre si, formando resistentes hilos. "
Aptitudes; actitudes, enseñanzas y experiencias, ilusiones, desengaños, triunfos y fracasos, tantas y tantas cosas entretejidas, desde hacía tantos años, para dar origen a su vida, a la persona que era hoy en día…
Splash, splash
Splash, splash
El sonido se intensifico a sus espaldas y enmascarado con el sonido de la lluvia poco a poco se iba deslizando, acercándose cada ves mas a ella; pero sus oídos ya no escuchaban aquel sonido y su mente generalmente aguda se encontraba nublada mientras aun intentaba discernir sus propias ideas:
Si aun la manta más corriente o la seda más fina necesitaban de un primer hilo, un simple hilo capaz de originarles y crear lienzos completos ¿Qué clase de lienzo formaban los hilos de su vida¿Qué tan resistente sería aquel 'lienzo' realmente¿Se encontraría manchado, dañado más allá de cualquier restauración?
Todos aquellos pensamientos perdieron sentido mientras el suave beso de la inconciencia la seducía y se dejaba envolver finalmente por el manto de la atrayente oscuridad; Su respiración volviéndose más suave y regular, el agotamiento jugando su carta final.
Splash, splash
Splash, splash
Splash, splash
El sonido se acerco por un costado de la silla donde la joven caballero descansaba pasivamente, ajena por completo al mundo conciente que la rodeaba, y se detuvo justo a su lado.
Afuera, la tormenta aun estaba en su apogeo, dejando al viento y la lluvia flagelarse sin disimulo alguno, una tormenta hermosa pero brava a la vez, se hacia presente, mientras uno de sus rayos bañaba de luz fugitivamente la habitación en forma momentánea, iluminando así los suaves rasgos de la mujer que dormía placida y ajena en la silla, un hilillo aun enredado y olvidado entre sus manos inertes y una sonrisa macabra repleta de afilados colmillos a su lado.
Continuara…
Nota de la autora:
Este prologo esta dedicada con mucho cariño:
- Para todas aquellas personas que escuchan con atención todas mis locuras y ocurrencias y aun así nunca me han abandonado y siempre están alentándome, ustedes saben quienes son y gracias a ustedes esto es posible hoy… Mil gracias amigos.
- Con una mención especial para mi Beta, Andy quien me tiene infinita paciencia y de quien siempre aprendo algo nuevo. Evergreen, amiga.
- Y para todas aquellas personas que se tomen el tiempo de leer esto, "First" es la primera historia que publico, espero que puedan ser pacientes y tolerantes con los errores de mi inexperiencia y ojala lo que lean sea de su agrado.
Comentarios, flamas, todo se agradece y es bien recibido.
