Los personajes, lugares y situaciones, así como todo lo relacionado al Potterverso pertenecen a J. , tomé prestados algunos elementos con fines de mero entretenimiento, sin intenciones de plagio ni fines de lucro.
Este Fic participa en el reto "Los libros de Hermione" del foro "Las cuatro casas"
La frase que me tocó es "Primero mírale a los ojos. Procura no parpadear. Los hipogrifos no confían en ti si parpadeas demasiado..."
UNA NUEVA VIDA
Harry se encontraba escondido junto a Hermione detrás de un grueso roble, esperando que Macnair y Fudge llegaran a la cabaña. Siguiendo los consejos de Hermione, quien le había explicado que el ministro y el verdugo debían asegurarse de que Buckbeack se encontraba en la cabaña al llegar –para que así no pudieran acusar a Hagrid de haberlo liberado- esperaba el momento oportuno para liberarlo.
Mientras esperaban se oyó a sí mismo y a sus compañeros de siempre saliendo de la cabaña. Recordó que en aquel momento no tenía idea de todo lo que ahora sabía.
Sabía que su padrino no era un asesino.
Sabía que, aunque sus padres habían sido traicionados, no lo habían sido por el hombre que acababa de escapar de Azkaban tras doce años de condena.
Sabía que había una persona en el mundo que lo ligaba a su pasado.
Sabía que, a pesar de que sus padres habían muerto, había una persona que lo quería como a un hijo.
Sabía que era posible comenzar una nueva vida con una familia de verdad. Tal vez no una familia completa, pero al menos una familia donde él era apreciado.
Sabía, por primera vez en su vida, que a veces las segundas oportunidades existen.
Tal como ese hipogrifo de ojos anaranjados que estaba sentado tranquilamente en el huerto -y cuya vida, aunque él no lo supiera, pendía de un hilo- Harry tenía una segunda oportunidad. Solamente tenía que saber aprovecharla. Todo estaba en sus manos.
Tres personas bajaron por el sendero y entraron a la cabaña de Hagrid. Una vez que Macnair se hubo asomado por la ventana para verificar que Buckbeack se encontraba en el huerto, harry salió disparado de detrás del árbol, saltó la valla del huerto de calabazas y se acercó con lentitud a Buckbeack. "Primero mírale a los ojos. Procura no parpadear. Los hipogrifos no confían en ti si parpadeas demasiado..."- recordó las palabras de Hagrid en clase de Cuidado de Criaturas Mágicas. Evitando parpadear, Harry miró al hipogrifo a los ojos e inclinó la cabeza. Cuando el animal hizo una especie de reverencia, Harry supo que todo saldría bien. Se apresuró a desatar al hipogrifo y tirar de la cuerda. El animal no se movió, sin embargo la esperanza de Harry no mermó ni un ápice. Hablándole en susurros y tirando de la cuerda, logró que este comenzara a moverse.
A pesar de la resistencia inicial, Buckbeack lo siguió –mostrándose un tanto irritado- hasta ponerse a resguardo detrás de los árboles.
Todo había salido bien. El hipogrifo había salvado su vida. Harry respiró, aliviado. Faltaba salvar una vida más. Dumbledore lo había dicho, y él confiaba ciegamente en el director. Salvaría a Sirius. Todo se aclararía. Ambos irían a vivir juntos y serían libres. Él, de los Dursley. Su padrino, de Azkaban.
Harry ya no lo dudaba: una nueva vida comenzaba para Buckbeack, para Sirius y para sí.
