Un joven se encontraba en la oficina más alta de Kiri, de cabellera color crema, ojos morados con una peculiar cicatriz vertical en el izquierdo, se encontraba admirando como la niebla engullía la aldea que se supone debe proteger. Era común en Kirigakure no sato el cubrirse con una densa niebla, que la salvaguarda y protege, de un color escarlata, no era extraño el escuchar gritos de dolor y sufrimiento en la lejanía, toda la aldea estaba acostumbrada, Yagura observaba su vida pasar, en su aldea natal el Mizukage se preguntaba que había ocurrido para dejar pasar tales acciones deshonrosas.
En la niñez, cuando se enteró sobre su condición de Jinchuriki, no le dio importancia, una duda menos era todo lo que dijo, comprendió el temor y odio de los habitantes, lo acepto como algo normal, sin embargo se esforzó para ser reconocido, aun si era negada su existencia, pasando a ser un fantasma para los demás, no se iba a permitir morir sin haber dejado una huella en su país. Tanta era su motivación que avanzó a convertirse en jonin a una edad muy joven, no es suficiente, los aldeanos lo miraban con más temor, aunque la facción shinobi, lo admiraban por su fuerza y dedicación. La siguiente meta autoimpuesta era el ser reconocido como habitante de Kiri, fue entonces que dedico más tiempo entrenado en solitario. Pasaron 2 meses, no era demasiado tiempo aunque si para un shinobi, el Mizukage actual, desesperado por haber perdido un elemento indispensable y valioso, por el sanbi, manda a llamar un equipo AMBU para su pronto reingreso, no es necesario, Yagura se asomaba en la única puerta de la oficina del Kage. Se encontraba bien, ignorando la extraña cicatriz vertical en el ojo izquierdo que antes no estaba, aparte del desastre y descuido de su persona, incluso de las constantes gotas de sangre cayendo a pique en el suelo, se encontraba bien, tanto que incluso dio un paso y directo al suelo dio a dar, para dormir tranquilamente.
Pasaron los años y el joven jinchuriki fue reconocido por toda la aldea de la niebla, había demostrado su valía como shinobi, al completar su entrenamiento y formación sin igual siendo según un niño, el domar su biju interior, tanto como para poder transformarse sin perder su conciencia, era ejemplar para cualquier Ninja, ahora alzaba su frente en alto para que el pueblo reconociera al nuevo Mizukage, aquel que gobernaría con sabiduría y poder. Yagura estaba contento, ignorando la extraña muerte de su antecesor, por una enfermedad no antes vista, así como algunos infectados que misteriosamente eran selectos del consejo que no aprobaban su nombramiento como sucesor a Kage, seguía feliz y lo hacía notar con una sonrisa en su rostro, nada podrá salir mal, – "¿En que te basas para dar tal afirmación?"– fue lo único que escucho en su oficina antes de caer en la obscuridad.
Pasaron los segundos, que inmediatamente se convirtieron en años, Yagura observaba como su aldea era consumida por la sangre de los inocentes, algunos excelentes shinobis, destacados por tener kekkei genkai, exterminados, clanes en extinción, todo el respeto, todo su trabajo, no sirvió para nada, furioso, exaltado, eran palabras suaves, una ira que de nada ayuda a contener, tengo que hacer algo se repetía innumerables veces, más no cedía su control sobre su propio cuerpo, no lograba ningún avance, su pueblo le volvía a temer, los compañeros, amigos que lo reconocieron como tal, se alejaron de el, si eran shinobis, lo obedecían por temor, los habitantes rehuían de el. No tenía a nadie a su lado y el no sabía ni el nombre ni el rostro del personaje que lo controlaba, estaba confundido en primer lugar, paso a ira terminando a miedo, su futuro ya estaba decidido.
En el interior de Yagura, una disputa se estaba dando, no era con gritos ni peleas, sino una conversación con el más tenso ambiente capaz de cortarse con un kunai. En un espacio aguamarina, con un océano interminable, se halla un joven Yagura sentado en el agua y debajo de el, una gigantesca sombra descansa en las profundidades de tan verdusco azuladas aguas.
– ¿Te rindes fácilmente? – una voz ahogada, proveniente de las profundidades, y elevado tono demostraba lo ancestral de su edad – No recuerdo haber sido derrotado por alguien débil de corazón.
– No eh perdido las esperanzas, – la templanza de su voz da a entender lo paciente que es, aunque en el fondo su ira no hace más que colmar su poco autocontrol que le queda – solamente eh desistido que tratar recuperar mi cuerpo, – el tono de lo susodicho comprendía lo cansado de gritar y forcejar que estaba –solamente trato de pensar otra manera de librarme del control mental.
– Hemos intentado todo, si creí que era un genjutsu, no estoy equivocado del todo, aunque es demasiado complicado para ser muy simple, – mientras hablaba Sanbi no Kyodaigame, Yagura analizaba todo lo que intentaron, – así como suprimir el chakra al mínimo, explotarlo de golpe, y demás derivados, nada funciono.
– Necesitamos ayuda – una vez terminado de hablar, todo el lugar se inundo de un estruendoso sonido, como si de un huracán se tratase, era el Sanbi que estaba riendo.
– Nadie nos ayudara, además tal sujeto no deja de vigilarnos, – un punto a favor, aun sin embargo no pierdo las esperanzas – estas tenso, tienes una idea.
– Cada 3 meses, cede un poco su control por 23 horas, lo eh verificado, cuando pude mover mi mano libremente, en 5 semanas tal día se cumplirá.
– Recuerda, siempre tiene un ojo sobre nosotros, no lograremos nada teniendo el control de un solo miembro, además ¿Qué podremos hacer?, – Yagura estaba parado sobre la superficie del infinito océano, observando al Biju de su interior, con unos ojos llenos de determinación, además de transmitirle un mensaje que el aun no captaba.
– Cuando fui nombrado Yondaime Mizukage, note las coincidencias de mi nombramiento antes de la muerte de mi antecesor, por lo que coloque sellos explosivos en toda la habitación, oculto aun para el ojo experto, y aun no han sido removidos, además tengo algunos sellos en mis manos, donde resguardo dos bou shuriken. – La tortuga de tres colas intuía lo que trataba de explicar.
– La velocidad necesaria para lanzar las dos shuriken para que esta se rocen y crear una chispa capas de hacer reaccionar las notas explosivas, no la tenemos, – Yagura seguía esperando su continuación con paciencia – por eso mismo has estado en modo pasivo todo este tiempo reuniendo las fuerzas necesarias, intentaremos de nuevo la explosión de chakra aprovechando el desconcierto del sujeto, ¿o me equivoco?
– No, es lo que tenía pensado hacer, todo este tiempo eh estado analizando y observando todo a mí alrededor para este día, necesitamos paciencia, además … de suerte, – lo único que se dispusieron hacer era descansa mentalmente para tal evento, que como todo, solo tenían que esperar unos segundos, el tiempo en la inconciencia no existía.
Era 1 de enero, año nuevo toda la aldea estaba expectante, rezaban por un cambio, así era desde el mandato de Yondaime, Mei Terumi, una kunoichi de rango jounin con 23 años, un logro en estos tiempos, cabe destacar que fue una de los aprendices del Mizukage, escondió su potencial desde el brusco cambio que tuvo su sensei así como su gobernante, siempre buscaba un porque de tal cambio, no encontraba una respuesta en especifica. La joven de cabellera castaña lisa, ojos verde claro, se encontraba entregando el informe de su misión a Yagura, siempre su atención estaba centrada en el única persona, viva, que sabía sobre su kekkei genkai, entonces ¿Por qué no la había matado, al igual que sus familiares, amigos y compañeros?, sabía que nada tenía que ver el haber sido su aprendiz, por mato, el mismo y sin piedad, a los demás que tenía a su mando, no era amor, nunca mostró interés en el sexo opuesto y, a Kami-sama se lo agradecía, tampoco del mismo sexo. Su cambio de actitud era la única variable, esa debía ser la clave, llevaba años buscando una pista, y lo encontró. Como todo buen Ninja, la observación y el engaño son herramientas indispensables para sobrevivir en este mundo tormentoso y salvaje, hace 6 meses observo una peculiaridad en la mano derecha de su Mizukage, esta reaccionaba abriendo y cerrando el puño, y ella sabia que el jinchuriki no tenía que ver, más aparento no saber nada. Era un indicio, uno que no sabía interpretar, y no volvió a repetirse.
– Yondaime-sama, vengo a entregar el reporte de la misión, – con voz monocorde, respetuosa y libre de sentimientos, se dio a presentar tan hermosa kunoichi. Se supone que era tradición de año nuevo el que cada shinobi hacia su propia Nagashi-bina y le transmitía sus pecados, para sí el río llevárselos, tradición sin sentido aunque quita algo de culpa que cargan en sus espaldas. Tales tradiciones, fueron eliminadas bruscamente.
Yagura se encontraba revisando los informes, escritos y demás papelería con una mirada vacía y carente de vida, lo que siempre preocupo a Mei, aunque nuca pudo decirlo, no perdería su vida por un comentario – Déjalo en el escritorio, – no levanto su mirada ni para de leer en ningún momento, por lo que Mei accedió, para lo siguiente retirarse.
Antes de retirarse, noto una presión en el aire, un sonido sordo, todo en menos que milisegundos, cubrió su rostro por instinto y se dejo caer pecho tierra, sin saber el porque, entonces lo escucho, toda la aldea lo escucho y contemplo, una explosión en la torre del Mizukage. – ¡Mizukage-sama! – el grito de Mei alerto a la unidad AMBU que se encontraba custodiando la seguridad del Jinchuriki del Sanbi, trataron de buscar al enemigo por medio de los sentidos, … nada. Al disiparse el humo, fue cuando se dieron cuenta que el Yondaime no se encontraba en la oficina, inmediatamente un grupo de dos escuadrones jounin fueron tras el rastro de ceniza que daban lugar al lago adjunto a la torre del Kage de Kiri, el equipo AMBU se movilizaron alrededor de Mei Terumi para buscar respuestas. Mei se encontraba sentada, al lado de lo que antes sería la puerta de la oficina de su señor, siendo atendida por unos medí-nin, mientras recordaba lo antes visto. En estos últimos, los ojos de su antiguo sensei y ahora líder eran vacíos como el de un muñeco, ahora después de la explosión y su pronta huida, se podía apreciar, incluso para un civil, furia, ira y locura, no sabia exactamente lo que ocurría, más algo en su interior le dijo, o mejor dicho le grito, que lo siguiera.
– Mei Terumi, – Mei no tuvo más elección que levantar su mirada al capitán AMBU, su tono de voz era mandatario sin lugar represalias, quien se arrodillo a su altura – dinos ¿qué sucedió a qui? – señalo golpeando con su puño derecho el suelo donde antes sería la oficina del líder de Kiri.
Mei no pudo más que sonreír, tenía quemaduras de primer y segundo grado tal acción le mataba lentamente de dolor más aun podía moverse. Ella sabia que, aun su ex sensei fomento la tortura y el desprecio hasta en la academia, seguía teniendo leales shinobis a su alrededor, como el caso de ella misma. – No lo se, – lo dijo con un deje de tristeza e impotencia visibles, el capitán AMBU, de nombre Harusame, no tuvo más remedio que esperar el informe de los equipos jounin que fueron a investigar. Harusame tendría que poner en custodia a Mei para su pronta interrogación, de pronto, cuando trato de levantarse, un temblor se sintió en todo el país del agua, solamente hubo una ocasión que sucedió algo parecido, – El Sanbi a despertado,– Mei comentó lo que muchos estaban pensando. – Y al parecer esta enojado –, nadie entendió el ultimo comentario de Mei antes de desmayarse.
Yagura estaba frenético, todo paso sorprendentemente rápido y sin contratiempos, en el momento que sintió como desistía un poco el control sobre su cuerpo el junto con el Sanbi reunieron todo el chakra en su mano derecha, se dirigieron al sello que tenían en el hombro izquierdo, sacaron los bou shuriken, lanzándolos en el dintel de la puerta de su oficina, sin fijarse si alguien estaba en la misma o no, ya vería como soluciona ese pequeño problema, lo primordial era ser libres. El sonido sordo, era el eco de su brazo derecho dislocarse en conjunción del corte de viento que provocaron los shuriken al ser lanzados en tan alta velocidad. No espero demasiado para que la explosión diera lugar, al parecer el plan funciono, recobro el sentido de su cuerpo, su primera acción fue el expulsar todo el chakra suyo y del Sanbi de golpe, lo siguiente que diviso fue a una persona frente suyo, era Mei, estaba dolida aunque viva, era todo lo que necesitaba saber, que unos de sus antiguos alumnos estaba bien, aunque se uno solo. No hay tiempo, se dirigió al lago, cerca de la torre, sabia que hay se encontraba aquel que lo manejaba como si títere se tratara, lo vio parado en el lago sin esperar respuesta de el, libero las tres colas inmediatamente y se dirigió a la pronta confrontación.
– Vaya me sorprende el hecho que te hayas liberado – tal misterioso sujeto, detuvo el golpe del Jinchuriki sin el menor esfuerzo, vestía una capa de color negro y decorado con nubes rojas, una mascara cubría su rostro y el ojo izquierdo, era anaranjado con patrones negros, aludiendo al viento. Yagura estaba impresionado, había perdido toda su fuerza, se dejo caer, ya no tenía chakra, cuando creyó que se iba ahogar al no tener fuerzas, toco suelo fangoso, el lago había desaparecido, – créeme, estoy impresionado, sino detengo el golpe, capaz y no lo cuento, – el Mizukage se dio cuenta que el chakra que acumulo en el puño izquierdo salio teledirigido al lago, sin chakra ni miembro disponible más que sus piernas, ni energía para levantarse, estoy perdido, ya ni escuchaba a su interlocutor – era broma, jeje, – su risa fue haciéndose más estruendosa, convirtiéndose en una carcajada. Yagura estaba cansado, su respiración agitada, solamente miraba como el personaje se quitaba la mascara y revelaba su identidad. – Veo que no necesito presentaciones, tú me perteneces, ya arreglaremos cuentas en un momento.
Estaba enojado, asustado, confundido, desesperanzado, y otras emociones y sentimientos interconectados, más lo único que podía hacer era ganar tiempo, aunque sea unos segundos de vida – ¿Qué… pretendes… Madara?, – fue todo lo que se le ocurrió, el estar agotado no ayudaba a concentrarse – "cuanto falta" – le preguntaba internamente a su biju, su respuesta no hacia más que incrementar su desesperación – "cinco días para poder comenzar nuestra recuperación y tres meses, para ser completada", – tal era el daño que no contaba con el tiempo, primero preferiría morir, antes a ser un títere.
Estoico, era la actitud que mostraba su enemigo, tardo en responder, con una voz como comentando que cenara esta noche. – Una herramienta no necesita saber para que lo utilizan, así como un muñeco quien lo maneja –, lo comento, mientras lo miraba analíticamente con su único ojo visible, mientras de este aparecía un remolino que absorbió su cuerpo, dejándolo solo, esto dejo confundido y temeroso a Yagura, en espera de su muerte o posterior control mental, que nunca llego.
En unos momentos llegaron los equipos jounin al escenario nunca antes imaginado y visto, el lago que estaba en el centro de la aldea, junto a la torre del Mizukage, había desaparecido, como si el agua misma se habría evaporado al instante, debió ser el tremendo poder del Sanbi, más no vieron rastro de el, al llegar a la orilla del lago, en el fondo del mismo, se encontraba su líder, débil, temblando de miedo. Al principio creyeron haber entrado en un genjutsu, entonces trataron de disiparlo. Al no poder deshacer la supuesta ilusión, uno fue por ayuda, mientras el restante resguardaba el lugar, en busca del causante de tal evento, ya que sabían por lógica que el jinchuriki no temblaría como gelatina solo por destruir un hermoso lago, así como haber explotado su oficina.
Yagura no sabía si alegrarse o asustarse aun más, observo como llegaban shinobis en la orilla de lo que antes era el lago, en estos momentos se encontraba sin fuerzas para luchar y debía afrontar las consecuencias de sus acciones, aun si eran inconcientes, por lo que opto a cerrar sus ojos, estoy acabado, – aun no te rindas, lo peor ha pasado, si tenemos suerte, nos mataran en un segundo – al abrirlos se encontró adentro se si mismo, escucho las palabras de la gran tortuga, dentro de si se alegro por terminar su sufrimiento, más no quería morir aun, deseaba recuperar el respeto que se gano, – ya te habías rendido en el momento que Madara detuvo tu golpe, así que ¿Qué lamentas? – esa pregunta ya tiene respuesta. Dejándose llevar por el cansancio, comenzó a dormitar, cuando un grito lo altera y de inmediato, se despierte.
– ¡MIZUKAGE-SAMA!, – esa voz era de Mei Terumi, ¿viene a terminar el trabajo de Shinigami-sama?, entonces, que así sea. Observaba como Mei bajaba de un salto y corría hasta llegar frente de el, se arrodillaba, Yagura ya esperaba su final con los ojos cerrado, cuando empezó a sentir gotas caer en sus mejillas, al abrir los ojos vio a una mujer desvastada, viendo a su maestro sufrir, – ¿se encuentra bien, verdad? – estaba llorando, preocupado, por el, un asesino sin control ni remordimientos, soy un demonio.
– Nunca cambias, ¿verdad Mei?, – fue lo único que dijo antes de caer a los brazos de Morfeo, con una sonrisa en los labios, ya no le importaba morir, había luchado por conseguir la aceptación y respeto por su persona, aun si fuera de una sola. La kunoichi no sabía como reaccionar, sin embargo se sentía ¿aliviada?, a última vez que vio a su líder sonreír era en su nombramiento como Kage, al día siguiente comenzó la pesadilla de Kiri, aun así nunca tuvo rencor de el.
– ¿Qué sucedió? – la kunoichi preguntó con una voz afligida, casi un susurro, al jounin que estaba junto a ella, – Eras de los que salieron a verificar la seguridad de nuestro venerado Mizukage – siguió comentando, aun así no conseguido respuesta, por lo que opto a la lógica.
Ao, nunca entendió como algunos aun le eran fieles a Yagura, tantas muertes inocentes, aun había vestigios de sus horrendas acciones, la historia con cambiaría con un "perdón por todo, en estos momento haré un mejor trabajo", Kirigakure estaba marcada, todas las naciones los conocían como Chigiri no sato, la aldea de la neblina sangrienta. En esos momentos se encontraba frente a Mei, su compañera de equipo, abrazando con delicadeza al autor de sus pesadilla, no escuchaba lo que decía su compañera, solamente esta centrado en acabar con su vida, creyó en el, estuvo presente en su nombramiento, contemplo la felicidad en su rostro, entonces ¿eran mentiras?, tomo un kunai, sin que nadie lo viera, cuando iba a sacarlo y acabar con la vida de su líder, todo se volvió oscuro, pensó que se había enterado y ahora estaba muerto, entonces ¿Por qué tenía en su boca el sabor del lodo?
– Vuelve a intentarlo, y te mato, – Ao se levanto adolorido del suelo, limpiándose el rostro, observaba a su amiga, se había levantado en un momento, aun cargando a Yagura, sonriéndole, en esos momentos se empezó a empapar de sudor frío. Cuando pensaba una excusa para salvar su vida, aparece Harusame, en medio de ellos, ignorando a Ao, se centra en Mei, sin su mascara, se apreciaba su ceño fruncido, señal que deseaba una explicación – no se lo que paso – ya empezaba a cansarse de divagaciones, cuando se dio cuenta que la kunoichi miraba intensamente al jounin tirado en el suelo.
– Yo tampoco se que ha ocurrido, cuando llegamos lo encontramos tirado, templando, el lago ya no existía, mi equipo fue a investigar el posible causante de tales hecho, – había recuperado su voz, así como su valentía, aunque no duro mucho, – ¿no sería mejor deshacernos de…? – no termino ni de hablar ni de levantarse, cuando sintió, como la presión del lugar se hacia tan pesada como para asfixiarse, sin más se desmayo al no recibir el oxigeno demandado por su cuerpo.
– Necesitamos que atiendan sus heridas, – Mei fue la primera en hablar, no fue afectada por tan poderoso Ki, sea coincidencia o no iba dirigida a ella, no importaba – tiene los brazos fracturados, y los niveles de chakra están peligrosamente bajos, no se si aguante esta noche, – lo último no quería ni mencionarlo sin embargo era la verdad.
– Nuestro querido líder ha luchado y aguantado toda clase de peligros, no creo que por un poco de cansancio vaya a morir, – las palabras de Harusame, animaron un poco a Mei, aunque el también tenía sus dudas, no lo demostraría, estaba entrenado para controlar toda acción indebida. – Tengo en mi cargo shinobis leales que cuidaran de el con su vida, descansa, debemos encontrar al responsable de tal atrocidad. – "Vienen tiempos de cambio,… lo presiento".
En el hospital de Kiri, Yagura se encontraba tendido en una cama, toda la habitación de un color blanco, recorrió con la mirada todo el lugar, no había ni regalos ni presentes, nada, que lo motivara a mejorarse, aunque volteo a la mesa auxiliar que mantenía visible una maseta con una flor de loto incluida, no preguntare, como es posible tal hecho. Escucho la puerta abrirse, no se puso tenso, si lo mantuvieron con vida, es porque no lo van ejecutar, tan solo si nos quisieran torturar, ignoro tales comentarios negativos, lo menos que necesitaba era desmoronarse. Observo a la última alumna viva que tenía en frente, – Buenos días, Mizukage-sama, – sonreía, hacia tiempo que no veía Mei con una sonrisa en su rostro, sin embargo el seguía receloso, – no confía en su leal subordinada.
– Tantas cosas eh hecho, yo ni confió plenamente en mi juicio.
Voz pausada, templado y con unos ojos llenos de vigor y, ¿libertad?, era su antiguo sensei, alegría por haber recuperado a aquel que siempre admiro y se tentó a superar, – hace mucho que no lo veía y escuchaba Yagura-sama, – en esos momentos, varios shinobis entraron en la habitación, interrumpiendo la conversación entre maestro-alumno, más no importaba, algunos tenían una sonrisa, por el hecho de que Mei se quitara su mascara de indiferencia, sin embargo, igual que el jinchuriki, estaban expectante.
– Mizukage-sama, ¿se encuentra bien?, – Harusame, era el único de los AMBUS que sabe controlarse, además de no guardar sentimientos desleales a su actual Kage, – aun no encontramos el o los responsables de tal atentado contra su vida.
– Ni lo harán, porque el atentado, comenzó desde mi nombramiento a Kage, incluso creo que desde antes, – todos se sorprendieron con sus palabras aunque estas cayeron en oídos sordos ya sabía yo que nada conseguiría en explicarles la verdad.
– Continúe por favor Yondaime-sama, – Harusame, siéndole siempre leal, le dio el beneficio de la duda. Yagura no podía más que sonreír, aun tenía algunos de su lado, sus acciones impresionaban a los shinobis de Kirigakure, su actitud no era propia a la que estaban acostumbrados.
– Fue Madara Uchiha, – el actual Mizukage, comenzó a relatar todo su mandato desde su punto de vista, gano puntos de confianza de algunos shinobis, incluso más cuando se dio a conocer a todos lo efectivos militares, desde chunin a AMBU, necesitaba a compañeros que lo ayudaran en la averiguación de las intenciones de Madara, hablar de el era hablar de mal presagio, de lo imposible siendo posible, no se podía creer muerto a un personaje ilustre, aquel que estuvo en la creación de las primeras aldeas Ninja, además de poder controlar al Kyubi, ¿Por qué no controlar a un jinchuriki y de un biju de menor rango?, la pregunta era ¿Por qué Kirigakure?, – Madara desea el poder de los bijus, – su declaración se escuchó en todo la explanada, donde se encontraba la fuerza militar del país del Agua, – es una hipótesis que tengo en mente y no voy a negarla, el único jinchuriki que actualmente le dieron el privilegio de ser reconocido, de saber que existe, de tratarlo como un igual, ¡SOY YO! y a nadie mas, – sus palabras ya no eran calmadas ni pausadas, tienen el sentimiento perseverante, de sus años de antaño, – aun si fui controlado por el enemigo, me avergüenzo por haber tardado tanto en reaccionar, – no había pasado ni un mes en estar inconciente en el hospital, además de solo permanecer conciente una semana en la misma, para salir e informar sus nuevas acciones – estos son las primeras palabras que digo como su Mizukage, aun si ahora no tengo a nadie que confíe en mi, porque lo comprendo, – no me arrepentiré de nada – nombrare a mi sucesor en estos momentos, y ¡Nadie! Revocara mi decisión, – ningún sonido se pudo escuchar en todo el lugar, los aldeanos estaban esperando, con temor, lo acontecido lejos de la aldea, adentro de la seguridad de su hogar, – Mei Terumi, shinobi leal y confiable de Mizugakure no sato.
7 años después
– Yagura-sama, ¿esta usted seguro que desea hacer lo inimaginable?, – Mei con ahora 30 años de edad, se encontraba en la oficina del Kage de Mizu, con su ahora cabello tan largo, que llegan a los tobillos, con un moño atado con una banda azul encima de su cabeza, vestida de manga larga azulado, cubriendo la parte superior de sus brazos, así como la inferior de sus pechos, – incluso me dejo a cargo la villa, que usted tanto ama – debajo, lleva una camisa de malla que cubre más de su cuerpo superior, solo un poco, de su vestido, al igual que lleva pantalones cortos del mismo color que el vestido – tengo en cuanta su gran fuerza y determinación, aun así, ¿no fue todo inútil? – y debajo de ellas leotardos de malla, que baja sobre sus rodillas, alrededor de su cintura, lleva un cinturón con una bolsa – se da cuenta que aun tiene leales servidores, incluyéndome, que podemos arriesgar nuestras vidas por la de usted – además, lleva sandalias de tacón alto y espinilleras que alcanzan a los largo de sus rodillas, toda una mujer, lastima que sea soltera.
– Mizukage-sama, – a Mei nunca le gusto que su sensei lo llamara tal formalmente, la ponía incomoda, – debe saber que el motivo por el cual no me lance a una guerra sin sentido hace ya siete años, era por lo débil que me encontraba, y porque incluiría, aun sin querer desear, a todo el país del Agua, – su voz característica, templada y pausada, daba a entender que nada cambiaria su decisión, aquella que tomo hace mucho tiempo – si de por sí nuestra relación con el feudal del Agua es delicada en estos tiempos, la aldea se esta reponiendo por el gasto que Madara le ha hecho, a mi tierra natal, – Mei miraba preocupada a sus sensei, era la misma que le dirigía desde esta mañana, – no es venganza, es preocupación, es cierto que aun teniendo el poder del Sanbi, soy débil ante un oponente que incluso venció a la muerte, por lo mismo necesito ayuda, – La Gondaime Mizukage iba hablar, pero Yagura no le dejo interrumpir, – necesito compañeros, de mi misma condición, – era la parte que más odia la actual Kage del Kiri, escuchar, – se que será difícil, sin embargo, ya he pasado dificultades mayor, el descubrir lo que siente un biju encerrado sin poder hacer nada, – tal broma no le gusto a Mei, frunciendo el ceño, alertando de una posible reprimenda.
– ¿Cual será su primer movimiento Yagura-sensei?, – si le gustaba molestar, ella atacaría en donde más le dolía, – tenga en cuenta que usted no sabe nada de Madara Uchiha.
– Se sobre una organización, llamada Akatsuki, tal organización era independiente al gobierno de Amegakure no sato, mas sin embargo, gano gran poder últimamente, me he enterado de un posible rapto, por parte de la misma organización, al jinchuriki del Gobi, – la Mizukage estaba sorprendida, no tenía conciencia de tal información – fue fallido, mas me dio a entender que mi hipótesis ya es ley, necesitan de los Jinchurikis, más bien a los nueve Bijus, no permitiré que la semilla del mal germine, – Mei no tenía palabras para detener a su antiguo sensei, lo unico que podía hacer para velar por su seguridad es el apoyarlo, se encargaría que toda la aldea tenga confianza en el, nuevamente.
– ¿Qué desea que haga yo por uste,… Mizukage-sama? – a Yagura no le gustaba que lo llamaran así, no desde su fracaso como gobernante, sin embargo se alegro de tener una aliada más para su causa.
– Necesito que envíes un mensaje, que estipulen la urgencia de mi comunicado, a cada aldea shinobi, que mantenga, por lo menos, un Jinchuriki, Konoha, Taki, Iwa, Kumo, Suna – la seriedad de su voz, el tono mandatario, ponían a Mei nerviosa, era como volver a los viejos, y hermosos, tiempo, – ¡Utakata!, – en ese momento pareció el ya retirado shinobi Harusame, junto con su aprendiz, Utakata, jinchuriki del Rokubi, quienes iban vestido por el uniforme y la chaqueta de color gris, así como el distintivo antibalas gris, reglamentario para los jounin. Mei se sorprendió en el momento de su aparición, como Kage de una aldea, no podía permitirse el mostrar sus "armas" al mundo entero, aunque se prometió el ayudar como sea a un amigo que lo necesite, – nos vamos, – la Mizukage seguía reticente a dejar que Yagura luche solo, que al parecer pudo leer sus pensamientos – no estaré solo, solamente estaré fuera del país por tiempo indefinido, – ella sabía que ni el se lo creía.
– Si los objetivos son los Jinchurikis, ¿Por qué reunirlos en un solo lugar?, estarás sirviendo a Madara con bandeja de plata, – aun por su comentario sarcástico, su ex sensei no se inmuto para nada, – por favor cuídese.
– Lo haré, – en ese mismo momento se marcho de la aldea, "talvez para siempre", fue el pensamiento de Mei, cuando los sacrificios humanos salieron de su oficina, cuando volteo hacia su escritorio, se encontró con dos protectores con el símbolo que Kiri.
– Mizukage-sama, no se preocupe, estarán bien, – Harusame lucía indistinto, aunque en su interior estaba nervioso, desde el comienzo del mandato de Mei Terumi, se enfoco a entrenar su pupilo, al punto de poder superar cualquier obstáculo, su control sobre su biju era cuestionable, ya que nunca tuvo la oportunidad de saber si lo podía acceder al chakra del Rokubi sin dificultades, más no tenía duda que lo lograría. Mei observaba por la gran ventana de su oficina, ella también tenía sus demonios, y como su sensei no se iba a rendir.
– El papeleo que tendré que revisar y leer, estaré muerta antes que el vuelva a la aldea – la broma calmo el ambiente tenso del lugar, – a veces pienso que me dejo como Kage, porque sabía que no podría con esto – con ese mismo pensamiento, mando los mensajes a sus correspondientes destinatarios.
Sunagakure no Sato
En el extenso desierto del país del Viento, se encuentra un gran cráter, mismo que protege a una de las grandes aldeas shinobis, Suna, sus fronteras están protegidas por grandes rocas y acantilados, que poseen sectores de vigía especializados. Una de las más altas torres del lugar, con la insignia de la aldea, aludiendo a un reloj de arena, así como el kanji de viento, se encontraba el poderoso Gondaime Kazekage, Sabaku no Gaara. El Kazekage, leía con atención el mensaje traído por una águila mensajera, frente su escritorio, se encontraban, expectantes sus hermanos y antiguo sensei, una vez terminada de leer, quemo la nota, para así nadie se enterara sobre lo que concernían a nueve personas especiales.
– Gaara-sama, ¿sucede algún problema?, – era Baki su antiguo mentor, ahora fiel shinobi de Suna. Ya antes había leído con anterioridad el mensaje, más aun no entendía su contenido, por lo mientras se arriesgaría por el futuro de su aldea.
– Baki, quedas cargo, – con esas palabras estoicas, se levanto de su escritorio, dejando su protector que lo identifica como shinobi de Suna, su indumentaria como Kazekage, además de dejar su sombrero, – dejo la aldea a tu cuidado, protégela con tu vida, – sus hermanos estaban en shock, cuando empezó a dar dos pasos, directo a la salida, sus hermanos le bloquearon el camino.
– ¡Gaara ¿Qué sucede contigo? – En su voz se lograba notar la preocupación y desesperación por una respuesta clara, – ¡¿era una amenaza, un enfrentamiento?, ¿Qué..?,! – no pudo terminar, por la risa de su hermano menor, aun si era discreta, no era natural ver al jinchuriki del Ichibi reír. – ¿Gaara, por qué nos abandonas?, – una vez calmada, Temari era dócil, como doncella debe ser.
El antiguo Kazekage, reitera su forma de ser, serio y calmo, – no abandono mi tierra natal, solamente trato de protegerla en la sombra, – sus hermanos no entendían sus palabras, por lo que opto lo más sencillo, – vendrán conmigo, si así lo desean.
Tales palabras no tenían lugar a "intento de razonamiento", aunque sus hermanos lo quisieran detener, nada lograría parar su determinación, algo que aprendió muy bien de Naruto, – Entonces, ¡En marcha! – Kankuro, salio sonriendo y gritando a los cuatro vientos su caminata, hasta que se detuvo al abrir la puerta, – ¿A dónde nos dirigimos, eh?, – si no fuera por la delicada situación, Temari mandaría a volar a su hermano Kankuro, más nadie la detendría de golpearlo en la cabeza, capaz y se le acomoda su cerebro.
Mientras los hermanos mayores peleaban, el menor se dirigió al actual Kazekage, – Rokudaime-sama, – Baki nunca imagino que algún día llegaría a ser Kage, por lo que el titulo lo ponía nervioso, – ¿podría hacerme un favor?
– Lo que usted desee Kazekage-sama – aun seguía impactado, aunque ahora era el nuevo líder de una de las grandes naciones, tenía que actuar como tal.
En su momento, el ex Kazekage, saco de su pantalón, un rollo de forro negro, – en este pergamino, – dijo, mientras se lo entrega, – contiene mi opinión de mi auto-destitución como shinobi, y por lógica de Kazekage, solamente puede ser abierto una vez, pasados 10 minutos, se autodestruirá, nadie debe de saber que ya no soy Kage, no hasta que llegue a Konoha, – al mencionar el lugar del arribo de su viaje, los hermano de Gaara, detuvieron su pelea y ponían más atención en su hermano, – cuento con usted, Kazekage-sama.
Baki enderezo su espalda, y se despidió de su antigua pupilo, recordando su pasado hasta el momento de hoy, aun no entendía los sucesos que en estos momentos estaba presenciando, más los tendría que aceptar, "no hay de otra", cuando volteó, a ver lo que sería su escritorio, se encontró con una pila de papeles que archivar, "Gaara-sama no sería capaz de abandonar solo por simples papeles, ¿verdad?", ese día, Baki conocería lo que significaba ser Kage, humillarse ante un enemigo que nunca caería, papeleo.
Más adelante se encontraban los hermanos Sabaku, dos de ellos estaban emocionados por volver a Konoha, aunque intrigados del descenso como shibobi de Gaara, mientras el estaba igualmente emocionado, aunque no lo aparentaba, estaba nervioso, – Conoceré a los restantes 7, me pregunto ¿Cómo serán?, – mientras repasaba mentalmente la nota, su nerviosismo se acrecentó, era verdad que la situación es delicada y de urgencia, mas sería una oportunidad para así conocer, a todos los jinchurikis, – ¿serán igual que Naruto? – sin darse cuenta, la pregunta lo dijo con suficiente volumen, para ser escuchado por sus hermanos, que se preguntaban, de que estaba hablando.
Iwagakure no Sato
En el país de la Tierra, en un hermoso anillo de rocas, formada por cadenas de montañas, se encuentra la aldea oculta de las rocas, uno de las más temidas aldeas shinobi, participe de la Tercera Guerra Ninja, en la torre del Tsuchikage, se encontraba Onoki no Ryoutenbi, el Sandaime Tsuchikage, uno de los ancestrales que pudo pelear contra Madara Uchiha y sobrevivir para contarlo, – ¡esto tiene que ser una broma! – no entendía el mensaje en sí, tenías sus dudas e iba a dejar que unas cuantas especulaciones sin sentido. En la misma habitación se encontraban los dos Jinchurikis del Yonbi y Gobi, además de ser su hijo y nieto, respectivamente. – ¡¿Me dan a entender que creeré esta basura, solo por que el nombre de Madara se encuentra escrito? –comento mientras tiraba al aire dicho mensaje y utilizaba su Kekkei Genkai, Jinton, para hacer convertirlo en polvo.
Roushi analizaba la carta con sumo cuidado, lo encontraba todo sumamente difuso y complicado, más no encontraba engaño alguno, además que tenía algo de veracidad, tenía que ver con su hijo, – iremos, – tal comentario fue la gota que colmo el vaso de la paciencia del Tsuchikage, más este no le dejo hablar, – sabrás del intento de secuestro de mi hijo, ¿verdad Ouki-sama?, – cuando su hijo le hablaba con respeto, era por que la situación ameritaba una urgencia por ser atendida inmediatamente, – ¡Han!, – su hijo lo observaba atentamente, el también ponía especial atención al contenido del mensaje, sin embargo no lo tomaba seriamente.
– Es verdad que me atacaron una pareja extraña, con el mismo uniforme descrito, sin embargo, al final pude remediarlo, no negare que casi ni la cuento, si no fuera por que su compañero se salio de la pelea, un tal Orochimaru, – en ese momento el Sandaime recapacito sus palabras, era verdad que habían utilizado a Akatsuki en varía tareas que sus propios shinobis no podían manejar, sin embargo, tratar de robar a las mas poderosas armas del país de la Tierra, era algo que no podía perdonar, aunque el nombre de Madara, recordaba ese nombre, todo el mundo Ninja lo conoce, no le gustaba la dirección de los eventos.
De pronto en el escritorio de Ouki, dieron a aparecer los protectores correspondientes de los dos Jinchurikis, – ¡¿QUIÉN LES DIO EL PERMISO DE RENUNCIAR A LA VIDA SHINOBI? – estaba estresado, y su familia lo empeoraba todo, estaba a punto de matarlos, antes de entregarlos al enemigo, cuando las palabras de su hijo, lo detuvieron.
– No quería hacer esto, aunque, ¿desea que le diga a madre sobre la situación? – Lo que menos quería era que otra vez le gritara y culpara por la muerte de otro de sus hijos, por casi 2 años, primero suicidio – puede que sea una trampa de Konoha, puede que no, sin embargo, ellos no pueden hacer movimiento hostil contra nosotros, son los que menos quieren una guerra se desate en tiempos de paz – buen punto, sin embargo, su nerviosismo no cedía, y estaba ganando terreno, se sentía igual de indefenso que un niño, en mitad del campo de Guerra.
– Bien, ¿Por qué, tienes que mencionar a tu madre?, – tal vez hasta me deje en paz – irán, si sobreviven, volverán a ser activos shinobis de Tsuchi.
– ¿Por qué ya estas matándonos padre?, – preguntó su hijo, de 45 años de edad y ni una sola cana en su cabellera y barba de color rojo, con su distintivo cabezal en forma de corona y su armadura negra, corriendo por sus mejillas y el puente de su nariz es el jinchuriki del Yonbi – si Han pudo sobrevivir, – en ese momento sintió el instinto asesino salir de su hijo, más no le dio el gusto, – no debe ser tan difícil.
– Estúpido humano, ¡te mataría si no fueras mi padre!, – su hijo que apenas y tenía 22 primaveras contadas, era uno de los shinobis más fuerte que la aldea oculta de las rocas pudo haber producido, vestía un blindaje rojo, que cubría todo su cuerpo, así como su cabeza por medio de una kasa, al parecer, del mismo metal escarlata, en su espalda se ubicaba el horno de vapor, la indumentaria era la famosa jouki no yoroi, "blindaje de vapor", – ¡¿Por qué debería ir contigo en primer lugar?, – la única parte de su cuerpo que se podía observar era sus ojos marrones, marcados con el odio que siente por todo ser humano existente, además de los muerto.
– Por que eres mi hijo, por eso y nada mas, – su voz sería y sin dudas de su padre, sentenciaron la decisión de reunirse con los demás sacrificios humanos, – no se preocupe Tsuchikage-sama, regresaremos con bien, aun si somos los únicos que queden vivos - Ouki estaba orgulloso de los dos, aun si eran sus armas predilectas, seguían siendo su familia, más no demostraría afecto alguno, no cuando su madre no estaba presente junto con ellos.
En el momento que se fueron a directos a Konoha, se enlazo con su amante, aquella que hacía su corazón templar y lograba quitarle las penas de la vida, el papeleo. El no entendía que prejuicios tenían los antiguos y ahora kages, por lo menos era una excusa para no ver a esa vieja horrenda gritarle solo por existir, siempre se tomaba su tiempo en leer cada reporte.
Kumogakure no Sato
En el país del rayo, la aldea oculta de las nubes, formada por montañas, siendo la cima de las mismas el hogar del pueblo y la facción shinobi, aun teniendo escasa población, su poder económico y militar, supera a grandes rasgos a las demás naciones elementales. En la parte más alta se encuentra un gran edificio color marrón con contornos amarillos en donde reside el Yondaime Raikage, A. El Yondaime trataba de averiguar lo que en realidad sucedía aunque, por más que leía el susodicho mensaje, no comprendía las intenciones de Yagura, además de tener que ceder de sus Jinchurikis, su hermano y un elemento valioso como lo es Yugito. Al parecer lo estaban infravalorando, si creían que dejaría salir a esos dos de la aldea, mejor era declararles la guerra a Kiri.
- Oí hermano, tas loco como el toro del rebaño ou, que sucedió que te han atacado-dijo o trato de decir Killer Bee preguntando el porque del enojo de su hermano, además de tener a Yugito junto a el, esperaban la última palabra del gran gobernante de Kumo.
– ¿Cuál es su orden Raikage-sama? – Nii estaba preocupada por su líder, en verdad la situación era delicada, para ellos, ya que la oficina del Raikage estaba hecha un desastre, si no estuviera en el momento cuando vio a su líder destrozar el lugar, creería que la guerra ya había comenzado.
Lo peor de todos, es que la reunión de los sacrificios humanos será en el lugar más inoportuno de todos, Konoha. Conociendo los jinchurikis de Iwa, iba a ser una guerra de monstruos más que una presentación. – Eh decidido que irán, como las demás naciones, dejaran su insignia de Kumo en la aldea, no significa que dejaran de ser "nuestros" Ninjas – a pesar de no estar de acuerdo, debía de hacerlos, conocía la leyenda de lo que es Madara, además que los reportes mencionados son perturbadores. En lo que era su escritorio, se encontraron con los protectores correspondientes de Yugito y Bee – además pueden aprovechar para que conocer el poder de los demás Jinchurikis y, si tienen suerte, averiguar información de las ratas de Konoha, su poder militar se a debilitado, así que no habrá problemas.
– ¡HAI! –Nii, siempre será una leal kunoichi, y no le preocupaba enviarla a ella, su preocupación era…
– Yeah, al fin escapare, con un buen sake lo acompañare, divertido estaré, por lo lado de la montañas me iré – dijo rapeando Killer Bee, el Raikage se enojo que una vena se le asomo por la frente, Yugito con miedo se refugio en una de las equina de la habitación.
– ¡NO TE ESCAPARAS! – Sabía que su hermano sería el problema, ya podía ver el papeleo que haría por los destrozos del hogar, no sabía si Konoha estaba involucrada, ya que ellos no gustan de conflictos, – ASÍ QUE PARTIRAN HOY MISMO –, la jinchuriki del Nibi, se llevo a rastras a su compañero Bee, el Raikage en estos momentos se compadecía de Konoha – solo un poco.
Takigakure no Sato
En una aldea desprovista de un Kage, se encuentra quien sería el líder de la aldea oculta de la cascada, Shibuki, quien acompañaba a Fuu, jinchuriki de Nanabi, los dos estaba afuera de su tierra natal, el esperando una respuesta de su compañera en armas y amiga.
– Ya veo, – una vez terminado de leer los reportes, analizaba cuidadosamente sus opciones – bueno, me dará un poco de tiempo en alejarme de esta aldea pútrida sobresaturada de asquerosos humanos, – tiene el velo verde y ojos de color rosado, sus peculiaridades son las que más problemas le ha dado en toda su infancia, y el ser jinchuriki no ayudaba en nada. Su traje de Ninja consistía en una camisa blanca, brazaletes blancos y un cinturón de red, sin más arrojo su protector al suelo, cerca de los pies de Shibuki.
– No digas eso, – Shibuki, no podía detenerla, era su decisión, por lo que deseaba su bienestar, ya demasiado a sufrido – muchos te extrañaran, además conocerás a Konoha, me han comentado que… – no pudo terminar la oración, por el ruido de un árbol caer, siendo específicos, en donde es recargaba Fuu.
– Ya callate, – no era un grito, aunque venía cargada con odio y rencor, – en esta maldita aldea, nadie me extrañara, además ni notaron que ya han tratado de secuestrarme – recordaba como una planta humanoide estaba apunto de llevársela, luego de haberla derrotado, era suerte que tenía "cosas que hacer", hace ya 7 años.
Shibuki sabía que ella tenía miedo, de estar sola, y peor aun, de morir sola, no se podía hacer nada, no dejaba que nadie se le acercara, no después del incidente, que el si estaba enterado. Si no podía subirle los ánimos, por lo menos, se despediría de su amiga, ellos sabían que tal vez no se encontraran de nuevo. – Salúdame a Naruto, – fue todo lo que dijo, mientras se dirigía a su aldea. Fuu, no dijo más, solamente observaba aquel quien siempre la apoyaba. Agarro sus cosas y se encamino a Konoha. Tenía sus dudas, aunque no dejaría que nadie volviera hacerle mal alguno "mejor los mato antes que ellos a mi".
Konohagakure no Sato
En la oficina de la Godaime Hokage se asemejaba a un campo de guerra, todo el lugar estaba destruido, su escritorio deshecho además de tener los papeles regados en toda la habitación. – Mierda, se acabo el sake, – lo único que se divisaba en la derruido oficina era un sofá, donde se encontraba recostada la Sanin que lideraba lo que sería la aldea más poderosa, sobre poblada, de las grandes grande naciones elementales.
– Tsunade-sama, no sería mejor darle más prioridad a la llegada de los Jinchurikis – en realidad Tsunade estaba nerviosa, "más Narutos", aunque la realidad era otra, por un descuido, Konoha ardería en llamas, si por el Kyubi no la cuentan, por los nueve juntos, era una pesadilla.
– Apenas recibí el mensaje, acepte por lo referente a Madara Uchiha, – cuando su voz se tornaba sería, era signo de estar conciente de todas sus acciones, – el consejo esta extasiado, me puede costar mi titulo de Kage, incluso mi vida, aunque también Naruto esta en todo esto, no podemos dejar que el idiota número uno de Konoha pelee solo.
El atentado contra Kiri, es cuasi secuestro del jinchuriki del Gobi y nieto de Ouki, además del rumor que Fuu, una de las kunoichis que está dejando su huella en el mundo Ninja, fuera derrotada como principiante se tratara, "necesito más sake", – Tsunade-sama, ¿se encuentra bien?
– Si Shizune, no te preocupes, – levantándose del sofá y sin nada más que hacer, se recostó en el suelo, aun si su pupila y amiga la mirara con extrema preocupación, empezando sobándose la sien – manda a llamar a Naruto, debe de enterarse, más será su decisión el participar y dejar sus sueño a un lado – ya vendría los gritos y criticas sobre su edad, más le valía estar sobria antes de eso.
– Hai, Hokage-sama, – una vez Shizune saliera de la habitación, Tsunade recogió la botella de sake que tenía bajo el mueble, "tu si me entiendes ¿verdad?"
Los reportes de Akatsuki, su poder, he influencia en las guerrillas, era un hecho, el que Orochimaru estuviera en tan peligrosa organización, ya ir con cuidado, demás de poder vencer a cuando quisieran un jinchuriki, eso era un nivel nuevo de desesperación, – solamente espero que Naruto lo tome para bien.
En algún lugar cerca de los límites de Konoha, se acercaban a paso apresurado, dos de los nueve personajes que cambiarían el curso de la historia. – Esta usted seguro de esto Yagura-sama, no sabemos si colaboraran con nosotros o solamente nos utilizaran como armas, – Utakata, estaba serio, como siempre lo ha estado, un caballero que no muestra sus emociones cuando no es necesario.
– Se cuales son los riesgos de mis actos, he estado planeando cuidadosamente nuestro encuentro, con los posibles desenlaces, – Yagura iba enfrente, pensado, elaborando estrategias, para poder manejar a siete posibles dolores de cabeza, no conocía a ninguno, más se imaginaban su vida, – es la misma, solamente de un ángulo diferente.
Sin más que hablar apresuraron el paso, a cada segundo, se acercaba el encuentro de las nueve más poderosos shinobis del mundo. El poder de los sacrificios humanos.
Hola mi nombre es toaneo y vengo a decirle que reedite el cap., y espero que le haya gustado
Además tengo una ayuda muy importante, es mas el me ayudo casi en todo y le estoy muy agradecido Froz Min End y bueno el es genial
Dejen su review porf
bye
