abro los ojos, apreciando la hermosa luz del sol, la emoción siento que me va a matar, pues se acerca el día de mi cumpleaños, el día donde por fin cumplo 14 años, miro a mis al rededores, dándome cuenta de que yang sigue dormido, me pienso si debo despertarlo, jugandole una pequeña broma, pero mejor no, ya que el maestro yo se encargue de ello, me levanto, a su vez me dirijo corriendo hacia la sala, al llegar, ahí se encuentra el maestro Yo, preparando algo qué no tengo ni la más remota idea de lo que pueda ser

— ¿y tú hermano?—

— sigue dormido, ya lo conoces, tarda en levantarse el perezoso—

— ya veo, bueno, será mejor que lo vallas a despertar, pues el desayuno está casi listo—

sin decirle nada más me doy la vuelta para regresar a nuestra habitación, con algo de suerte no me gastará una de sus típicas bromas.

al llegar, me llevo la sorpresa de que aun continúa durmiendo, — Yang, despierta, el desayuno está casi listo—, le hablo con un tono de voz bastante elevado, esperando que me escuche, pero no parece inmutarse, — ¡despierta de una buena vez!-, le grito, pero no hay respuesta, con mi magia levanto uno de mis cojines, a su vez empiezo a golpearlo repetidas veces, hasta aventarlo contra la pared, este sale gritando

— ¿qué te sucede?—

— no tendría que hacer eso si te levantaras cuando te hablo—

— lo siento, pero de verdad, no te había escuchado—

— lo que digas—, finalizo en tono sarcástico, — el maestro Yo quiere que vallas a desayunar—, le digo a la vez que me dirijo a la salida, de pronto, agua me cae de la nada, volteo atrás, observando a mi hermano muriéndose de la risa, no le presto mucha atención, pero para mi mala suerte, resbalo por pisar mal, chocándome contra una de las paredes del lugar, oyendo como el se ríe más fuerte

— ahora sí estamos amano hermanita—

— vas a ir o me vas a seguir molestando—

— no sé déjame pensar, un rato más—

dice mientras que me tira una almoada a la cara, con mi magia la transformo en un martillo, dándole en la cara, tumbándolo de repente, — ahora sí estamos a mano—, comento soltando pequeñas carcajadas, tras ver que no se levanta por ahora, me reincorporo, para dirgirme al baño, estando ahí, tomo una toalla, secándome, el estómago me comienza a rugir, sin perder más el tiempo me voy con mi maestro...