1.

Todavía recuerdo aquellos días en los que, siendo yo tan joven, podía entender lo que estaba pasando. Hoy, después de todo lo que he visto no puedo creer como llegué hasta aquí. A pesar de tantos prejuicios, yo, en mi posición puedo decir que no a todas las mentiras que los demás inventen. Miralo de esta forma :tu destino es ser feliz.

La felicidad la puedes tener, no en las cosas materiales, sino, compartiendo tu vida y tantos momentos hermoso con ese alguien tan especial.

He aquí mi historia, si aprendes algo, bien por ti. Lo que yo aprendí es que, lo que hoy odias, mañana lo amarás. Créeme…

Así empieza :

Desde nacimiento, yo ya tenía entendido que en cada especie, hay una pareja, una pareja ideal, por lógica tu te enamoras de alguien de tu misma especie, había escuchado casos en los que un animal se ha enamorado de otro, de distinta especie, por lo general, herbívoro – herbívoro o carnívoro – carnívoro.

Pero cuando las cosas se dan vuelta, la gente se escandaliza.

Estaba yo en secundaria, una de mis mayores prioridades era el estudio ¿verdad?

Cada día era igual, llegaba cada mañana, tomaba mis clases, presentaba mis proyectos, hacías las actividades impuestas, al final salía con mis amigos. Otras veces solía variar, algún problema, una mala nota, pero lo que yo más detestaba era cierto compañero de otra sección, un zorro cuyo nombre jamás podré olvidar : Gideon Gray. Era un idiota realmente, pero difícil de tratar, siempre fui lo más tolerante con él, hasta que un día, pues, como que me sacó de quicio y me enganché en una pelea con él.

Me expulsaron del instituto, igual que a Grey.

Logré entrar a una nueva escuela, aunque condicionada, esta vez prometí que no volverá a pasar.

En los primeros días me sentí tan sola, pues ya no tenía mis amistades de antes, mucho fué lo que me costó. Supongo que estoy divagando demasiado…

Fué como en Octubre cuando me lo encontré, si no me dí cuenta de su existencia es por que estaba muy deprimida como para fijarme en mi alrededor.

Me había reunido con mi grupo de amigas conejos, estaba en mi casillero sacando los libros para la siguiente clase de ciencias. Sonó mi celular, he recibido una notificación en Facebook por parte de un amigo, me detuve a leer la noticia, y justo antes cuando iba a comentar, di un par de pasos hacia atrás para cerrar el casillero…

*Paf! *

No atiene a decir otra cosa que - ¿Cual es tu problema?- alguien me había golpeado, del empujón se me cayó mi teléfono y libros. En el fondo estaba enfurecida, y me di la vuelta para confrontarle.

-Hey, calma. No sabía que los conejos son tan temperamentales –

El que me lo decía no era otro sino un zorro, fue justo en ese momento cuando me acordé de Gideon, para mí, todos son iguales. Este chico se agachó a recoger mis cosas, intenté levantarlas antes que él, pero iba a parecer muy grosera. Me las entregó con cierto aire de cínico, pero igual le acepté el gesto.

-Gracias –

-No hay de qué – me contesta amable.

-Vamos Nicky, se nos hace tarde – le dice un amigo suyo impaciente.

Él se va con las manos en los bolsillos con menuda serenidad, tanto que me incitó a detestarle más.

Al final de el día, estaba segura de algo, ya tenía un nuevo imbecil en mi vida cotidiana, algo así paso con en anterior, fingió humildad y termino siendo un gilipolla.

Casi he terminado un proyecto de Seminario acerca de las ramas de las ciencias sociales, llevé toda la semana pasada preparándome para el día de la exposición, me siento un poco más relajada por lo del otro día.

Cuando llegué a clase, me senté en la primera línea para pasar primero. Saqué los cuatro carteles y los extendí sobre mi mesa, junto con una cinta adhesiva, meticulosamente fui sacando pedacitos de adhesivo y los pegué en cada esquina de los carteles. Y pude jurar que vi a alguien familiar de reojo cuando intentaba pegar la esquina del último cartel, en la puerta del aula paso casualmente aquel zorro del otro día, yo sólo lo ignoré hundiendo mi vista en el informe de mi trabajo, fingiendo que lo analizaba severamente.

Bien pude darme cuenta de que el zorro pasaba una y otra vez, él creía que no me iba a dar cuenta.

-. ¿Qué es lo que quiere?- me dije.

Comenzó la clase, mi maestro vió mi entusiasmo y me dejó pasar primero. Pegué los carteles al pizarrón, me presenté y dí por iniciada mi exposición.

Mientras hablaba, no pude dejar de notar un par de orejas asomándose por el dintel de la puerta.

-¡Ush! – pensé cuando aproveché una rápida mirada al mapa conceptual del último cartel, pasando mis ojos por la puerta abierta, efectivamente aquí estaba el susodicho, arrimado de brazos cruzados, volví a ver a mi audiencia, cerré los ojos unas fracciones de segundos, través y continué, hasta que fui detenida justo cuando iba a comenzar a hablar de la sociología, mi maestro me excusó.

-¿Y que acaso ustedes no tienen nada que hacer? ¿No tienen clase?-

Miré a la entrada, había varios alumnos fisgoneando, inmediatamente se retiraron, excepto el zorro.

-¿Nicholas, ya te vas? – continuó el maestro, el zorro volteó los ojos y se retiró. La verdad es que me sentí muy incómoda con ello, seguí con mi explicación, aunque no con la misma fuerza que con la que inicié.