Cuando el otoño acabó

El otoño fue lento y duró más de quinientos días. Hicieron casi cien desayunos con zumo de naranja, Autumn siempre dejaba un poco en el vaso y Tom lo terminaba. Vieron juntos cerca de setenta películas, la mitad francesas. Visitaron la tienda de discos diecinueve veces, solo para ver las mismas portadas antiguas de siempre. Cantaron en el karaoke en cinco ocasiones, en la última Tom cantó The light that never goes, a Autumn no le gustó. Fueron a Ikea dos fines de semana, el primero solo para ver y en el segundo compraron una mesilla de noche. Autumn insistió en que Tom debía quedársela. Tuvieron sexo en el suelo de la cocina una vez, descorcharon una botella de champán y las burbujas se rompieron en su ombligo. Nunca vieron la televisión, a ella no le interesaba. Tampoco escuchaba a Ringo.

Al despertarse, lo primero que vio fue la mesilla de noche. Lanzó el móvil contra ella, el cargador rebotó y se deslizó por debajo de la cama. No hubo zumo de naranja. Era el primer mes de su excedencia y seguía tomando café todos los días. Estornudó, varias veces. Recientemente le habían diagnosticado una alergia al polen, pero él sabía que era una alergia al romanticismo, a la primavera, a saber que en ese mismo momento millones de seres vivos se reproducían. Eso era lo que le hacía estornudar.

Y la gente se casaba en la treintena. Llegaban invitaciones cada semana. Parejas sonrientes que no sabían que el amor lo inventaron los vendedores de tarjetas, los de chocolate, el cine mudo, los malditos Beatles. El mundo necesitaba a alguien que lo dijese: ¡nuestra especie sufre de monogamia serial! ¡Siempre no es más que un momento! Todo era una conspiración para que las personas se sintiesen insatisfechas constantemente y gastasen más. Lo decidió, nunca más volvería a enamorarse. Y el destino era otro invento, solo existía para que la gente creyese que todas las desgracias de su vida se encaminarían a algo bueno y las salas de cine siguiesen llenándose mientras esperaban a dejar de ser espectadores. Qué ingenuo había sido.

Dedicó la mañana a rebotar la pelota mientras comía helado, viendo la televisión que tanto odiaba Autumn. Solo series de fantasía, porque al menos tenían la decencia de poner dragones, magia y muertos vivientes para que los espectadores no se confundiesen pensando que era real. La pelota dejó de rebotar y rodó hasta la puerta cuando escuchó la señal que necesitaba. Tres palabras. Winter is coming.

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Me vicié a Juego de Tronos y relacioné lo de las estaciones de varios años con el título de esta película, cosas de frikis. No pude evitarlo jaja lo siento por los lectores, si es que los hay.

En su día me fastidió el final de la historia, vi muy innecesario que pusiesen cómo conocía a otra chica y que esta se llamaba Autumn, hoy sigo pensando que terminaba perfecto con la conversación del parque. Pero al menos lo aproveché para un drabble.