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Me tome muchas, demasiadas licencias de autor, mucho de lo que pasa me lo saque de la manga (tanto de Sherlock como de Person Of Interest). Para quien no ha visto la serie se las recomiendo ampliamente y para los que si espero no decepcionarlos.
Para ti que surgió esta maravillosa idea espero cumplir con tus expectativas y comentes si te gusto y que cambiarias.
Y como siempre: los personajes no me pertenecen, son propiedad de Arthur Conan Doyle y de la adaptación a la pantalla chica de la BBC (Te odio Moffat) Person Of Interest (Vigilados) tampoco me pertenece, la idea original es de Jonathan Nolan.
Muchas gracias a mi preciosa Beta Lena... Que haría yo sin ti cariño?
Sin más por el momento disfruta del festival y de la lectura que te ofrezco.
Capítulo I: Reinicio.
La biblioteca estaba vacía, se podía escuchar la respiración de los libros, los pasos de Bono desde el segundo piso asegurándose de que se trataba de mí y no de un extraño el que entraba.
Olía a hogar.
Algo dentro de mí se rompió durante mi frustrado intento de alejarme de él y la máquina, cuando volví a su lado mi alma se recompuso.
Hogar.
Cuando las puertas del elevador se abrieron, Bono salto sobre mí con una alegría inusitada en él.
—¿Me extrañaste pequeño?
—Se le extraño Señor Resse.
Detrás de la estantería más cercana a la pizarra, envuelto en un traje italiano, zapatos lustrosos y una mueca parecida a una sonrisa salió el hombre que había logrado traerme de entre los muertos, literalmente, dos veces.
—Finch.
No pude continuar. Su nombre salió más como un susurro, un aliento perdido de vidas pasadas. El nudo en mi garganta se apretó aún más y mi estómago dio un vuelco desesperado.
—¿Se encuentra bien señor Resse?
—Sí. Solo me siento diferente a la última vez que estuve aquí.
—De acuerdo.
Finch tomó unos documentos de su escritorio que comenzó a pegar en la pizarra, tres fotografías puestas en línea junto con una cuarta aparte, debajo de ellas.
Imposible.
El simple recuerdo me dio un escalofrió que me recorrió la espina dorsal hasta llegar a los talones.
Miedo, muerte, fuego.
—El número de esta mañana es el Doctor John Hamish Watson, ex militar, herido en combate, Afganistán. Ahora reside en Londres, Calle Baker 221B junto con su compañero de piso el Detective Consultor William Sherlock Scott Holmes.
—¿Quién es el tercero? ¿El pelirrojo?
—Mycroft Holmes, hermano mayor del detective. Trabaja en el Gobierno Británico, aunque la máquina no me ha revelado nada acerca de su puesto. El cuarto es…
—Finch lo conozco, está muerto.
—Señor Resse, la maquina me arrojo su número.
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—¡Maldición Sherlock!
De nueva cuenta me dejó a medio camino. Intenté seguir sus pasos, sus imposiblemente largos pasos, en vano.
—¿SHERLOCK?
La bodega a la que habíamos llegado me regresó el eco de su nombre. Furioso, cansado y completamente perdido me di media vuelta para encaminarme de nuevo a la calle Baker.
Al llegar un aroma particularmente familiar me recibió, uno de los experimentos de Sherlock había salido mal.
—Un día de estos me va a matar.
—Téngalo por seguro, Doctor.
Detrás de mí un hombre alto, de traje, me miraba fijamente como si el encontrarme en mi cocina a salvo le supusiera un gran alivio.
—¿Y usted es?
—Oh querido. Él es John, es un nuevo vecino. Oímos que gritaste y él corrió inmediatamente para ver qué ocurría. Cariño me asustaste.
La Sra. Hudson sonreía complacida con el comportamiento de su nuevo arrendatario. Supongo que era mi imaginación o todo olía tremendamente a Mycroft.
—Está bien, señora Hudson, no pasa nada. ¿Ha visto a Sherlock?
—No querido. Pero si necesitas algo estaré en mi apartamento.
Al dar media vuelta la dulce señora imaginé que se llevaría consigo al nuevo vecino, quien permaneció parado a la expectativa de algún comentario de mi parte, un momento realmente incomodo pero resulto que su presencia me hacía sentir tranquilo.
—¿Té?
Maldición, tengo que conectar la lengua al cerebro.
—Por supuesto.
Dios. Su sonrisa es radiante.
Mientras preparo mi té favorito, noto que mis manos tiemblan como no lo hacían en mucho tiempo.
Como cuando conocí a Mónica, mi primer gran amor.
Control Watson, no eres una adolecente.
Además estás enamorado de Sherlock[l1] .
Sacudo tan violentamente la cabeza que temo romperme el cuello. Me imagino a Sherlock recibiendo el informe de autopsia: se auto rompió el cuello, por idiota.
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—Señor Resse, le agradecería que no coqueteara con nuestro número.
Sonreí para mis adentros; aún a través del comunicador podía oír un poco de pánico.
—Es solo té Finch, ¿no es lo que los ingleses ofrecen como bienvenida?
—Tal vez podría también llevarlo a cenar[l2] .
—Es un hecho entonces, Harold.
La sala en la que estaba era un completo desorden – aunque el sillón individual era extremadamente cómodo. Temiendo quedarme dormido recorrí por décima ocasión la estancia y ahí, en el fondo a la izquierda, justo después de una biblia, el ojo de una cámara me observaba.
—Harold…
—Lo sé Señor Resse, acabo de entrar al sistema operativo, solo imagen no sonido.
—¿Quién?
—Aun no lo sé, está muy bien protegida la señal, aunque el mayor rebote de ésta es en el mismo corazón de Londres.
