Disclaimer: Tods los lindos personajes que aparecen aquí son propiedad de la maravillosa J.K. Rowling. No hago esto por ánimo de lucro, si no para entretenerles a ustedes.

Este fic está enteramente dedicado a Lord Black-Prewett, el cual tuvo el detallazo de dedicarme a su vez, una de sus historias, Miradas, la cual os aconsejo fervientemente que leáis Él fue el que me inspiró a dar el paso para escribir este Remus-Sirius que no me animaba a escribir. Va por tí, Lord. Y ahora ya sí...Disfruten. (:


-Remus es muy guapo.- la voz de Peter lo sacó de sus ensoñaciones. Desvió la mirada del cigarrillo que estaba liando y miró al rechoncho de su compañero.

-¿Cómo dices?- su ceño se frunció ligeramente sin que se diese cuenta. El otro asintió mirándole.

-Pues eso, que es guapo.- le contestó mientras devoraba una de sus innumerables ranas de chocolate. Una punzada atravesó el pecho de Sirius, el cual dejó olvidado el cigarro a medio hacer sobre su almohada.

-Y...¿porqué dices eso, Colagusano?- la voz de Sirius tenía un deje de molestia, el cual Peter no llegó a percibir. El muchacho se encogió de hombros, abriendo una nueva rana y mirándola goloso. ¿Es que ese chico no dejaba de comer nunca? A Sirius no le extrañaría en absoluto que, si lo empujasen en una cuesta, acabaría rodando como un tonel de cerveza de mantequilla. O de queso. Sí, le pegaba más ser un gran tonel de queso.

-Porque...-la frase murió en los labios del chico al ver entrar a Remus en la habitación, cargado de libros y con una sonrisa en el rostro.

-Peter, James te busca en la sala común, para no se qué sobre una deuda...

-¡Oh sí! Me debía una buena cantidad de queso por una apuesta en la que le gané. ¡Gracias por el aviso, Rems! -lo dicho, si abriesen a Peter en canal, descubrirían que en realidad estaba hecho enteramente de queso.

Peter salió a toda velocidad de la habitación en busca de su preciado premio, dejando a un confuso Sirius y a Remus solos. Pensando en lo que su rechoncho amigo le había dicho, prestó atención a Remus. Sirius miró detenidamente al otro chico, el cual dejaba sus queridos libros sobre su escritorio. Bueno, no era exactamente suyo, si no de todos. Pero como el resto de Merodeadores ni lo usaban, prácticamente se lo agenció para sí mismo. El castaño cabello casi dorado que normalmente cubría su rostro, estaba ahora recogido en una pequeña coleta, dejando varios mechones sueltos que le daban un aire despreocupado. Su rostro, surcado por un par de cicatrices lucía bastante pálido y ojeroso, pero aun y todo seguía siendo atractivo. La blanca camisa y la corbata amarilla y granate ocultaban la mayor parte de su cuello, cosa, que según Sirius, debería estar penada por la ley mágica. Un cuello así de apetecible debería estar expuesto a todas horas. Aunque solo para él. El fino chaleco gris se pegaba a su delgado pero bien formado torso de manera enigmática. Y qué decir de los ajustados pantalones que llevaba puestos. Algo descoloridos y desgastados, sí, ¿pero qué más daba si le sentaban de miedo? Sirius recorrió con la mirada a su mejor amigo de nuevo, no pudiendo evitar morder su labio inferior, en un intento de ahogar un suspiro que luchaba por salir.

Remus no solo era guapo, que lo era, y mucho. Era muy atractivo, y deseable, y jodidamente...

-Sirius, te estoy hablando. ¿Padfoot?- el moreno parpadeó varias veces al sentir el chasquido de dedos de Remus frente a su rostro.

-¿Eh? ¿Qué decías, Moony? -el chico de castaño negó con la cabeza sentándose a su lado en la cama, portando un libro entre sus manos.

-Te preguntaba que de qué hablabais Pete y tú. Parecías interesado en lo que te iba a contar...-Remus, el muy jodido y curioso de Remus, abrió el libro por una página marcada, dejando a Sirius con la boca seca.

-Pues...-¿Qué narices iba a decirle a Moony? Como no se le ocurrió nada lo suficientemente bueno para contarle, decidió arriesgarse. Total, era normal entre tíos comentar que uno de sus amigos estaba bueno...¿no?

-Pete me decía que le parecías guapo. -Sirius sonrió torcido al ver como el otro se atragantaba con un pedazo de chocolate que se acababa de comer. ¿De dónde narices sacaba ese chico tanto chocolate?

-Ah. Guau. Que...Halagador.-Remus hizo un adorable y gracioso gesto con la nariz, luciendo avergonzado.

-Viniendo de Pete...No sé si debería darte asco mejor. -rió el pelinegro, ganándose un suave empujón por parte del otro.

-Sirius, no seas cruel...-Remus volvió a su tarea de saborear aquella deliciosa tableta de chocolate que había salido de la nada. -Y tú...¿Qué piensas de eso? -murmuró el hombre lobo con la vista clavada en el libro, en la frase que llevaba ya un rato leyendo una y otra vez.

-¿Qué pienso sobre qué? -preguntó el animago contrariado. Remus alzó esos grandes y expresivos ojos dorados que tenía, clavándolos ahora en los suyos.

-Ya sabes, lo que dijo Peter.- James seguramente se hubiese carcajeado de la cara que Sirius tenía en ese momento.

-Bueno, eres mi amigo, y...Ya sabes, no sé. -respondió rascándose la oreja, gesto que únicamente hacía cuando se sentía nervioso.

-Claro, tu amigo. -Remus sonrió, pero la sonrisa no llegó ni de lejos hasta sus ojos. Aunque el nerviosismo no dejó a Sirius darse cuenta de ese detalle.

-Será mejor que vaya a molestar a Snivellus. Hace días que no le gasto una broma. Seguro que las echa de menos...-el pelinegro se levantó de la cama, dejando a un algo cabizbajo Remus sentado.

-Por supuesto.-murmuró sin saber muy bien lo que el moreno acababa de decir. Dolido, Remus observó como su amigo se marchaba, dejándole solo. Había sido un estúpido al soñar que él, Remus Lupin, el chico lobo, ojeroso y pobre podría tener una mísera oportunidad con Sirius Black. Frunció el ceño y cerró el libro sin marcar siquiera la página en la que se había quedado. Dió un enorme mordisco al chocolate, sabiendo, que ni si quiera su adorado dulce favorito lograría alejar aquella tristeza de su corazón.

Lejos de allí, más concretamente camino de la gran escalera, Sirius Black caminaba malhumorado, con ganas de patearle el culo al grasoso de Snape para así calmar su frustración. ¿Qué narices le pasaba? Acaso...¿Acaso sentía algo más por Moony? Sacudió la cabeza. Él no era de esos...No tenía nada en contra de los homosexuales, pero a él siempre le habían atraido las mujeres. "Hasta ahora", murmuró una voz en su cabeza. Gruñó levemente a la voz, la cual no calló. Asúmelo, te gusta Remus. Siempre te ha gustado pero has sido lo suficientemente estúpido como para no darte cuenta de ello...Sirius volvió a gruñir a la voz, que curiosamente tenía la voz de Evans, la amiga de Remus y "diosa" de su hermano James. "No puede gustarme Moony. Es Moony" le contestó a la voz de la pelirroja, la cual rió en su cabeza. "Por eso mismo te gusta"

Y discutiendo consigo mismo Sirius prosiguió su búsqueda del pobre Slytherin, el cual no se esperaba en absoluto el terrible sufrimiento por el que iba a ser sometido en cuanto el animago lo encontrase. Pobre de él. No sabía lo que se le venía encima.


Continuará...