Nota: Los personajes de Saint Seiya no me pertenecen a mi si no a Masami Kurumada, esto es sin ningún lucro.

Capitulo 1: Recuerdos de ellos.

El tiempo de la tranquilidad después de la incertidumbre cayó sobre la Tierra. No había rastro de algún dios, de Athena, ni de sus caballeros, pero tampoco había recuerdos de sus nombres entre el mundo, solo pocos los guardaban en sus memorias y anhelaban su regreso en el cielo.

Los nudos en las gargantas y los abrazos de consuelo se habían reunido en un lugar que fue importante para esos héroes: la mansión Kido .Y otros tantos se habían quedado en Grecia esperando que su aliento regresara.

Aquella pequeña oriental se había apegado a la fundación Graude los postremos meses desde la última vez que se tuvo rastro de aquel hombre que llevaba grabado en sus pensamientos. La tierra tenia su curso, el mundo entero volví a ser tal cual, menos el suyo junto a la intensa mirada parda del caballero dragón.

Aquella noche estaba inquieta en su habitación como otras tantas, y es que su ansiedad la estaba volviendo loca al no saber absolutamente nada del chino. ¿Acaso regresaría o era mejor su olvido?

No, no podía engañarse, jamás lo olvidaría al caballero dragón pues su mente y corazon él se los había llevado.

Y necesitaba hacer algo, descargar aquel sentimiento de vacio en alguna actividad. Entonces sus pensamientos la arrinconaron hasta dejarle sin muchas alternativas. Precisaba ser libre de los recuerdos aunque fuera por un instante, así que sin poder más con esa ansiedad corriéndole en el cuerpo, salió de aquella gran mansión sin pensar y camino sin rumbo dejando que el aire violento de la noche le reanimara y le mostrara que estaba viva.

Sintió una necesidad por dejar espontáneo su cabello prisionero, desatando su trenza y dejando que sus ojos se llenaran del brillo de la noche entre pequeñas luces doradas.

Caminó entre las grises calles de Japón mientras la oscuridad la cubría, a cada paso reía de memorias absurdas a lado del caballero de Libra y dragón, sintiendo como el aire golpeaba su rostro dándole un respiro de aquellos sentimientos de los cuales eran botín, libre de recuerdos, de la pérdida, del desconcierto. Y entre sonoras carcajadas, la de cabellos negros detuvo su risa recordando que solo lo hacia así las veces en las que Dohko y Shiryu se sentaban a su lado a platicar, contagiándola de la alegría de ambos. Los extrañaba demasiado, eran un pensamiento recurrente a cada instante y se preguntaba ¿Cómo, cómo lo había perdido todo en tan poco tiempo? El amor de Shiryu y también, al que consideraba padre, su familia, su mundo.

Y después de minutos de dejar que su mente viajara a voluntad, regresó a la realidad encontrándose en un lugar totalmente desconocido y supo entonces que era tiempo de retornar a ésa que había fungido como su casa.

En sus primeros pasos de regreso, un auto de color negro se le acercó y continuo siguiéndole un par de segundos, alterando a la china que le intrigaba el porqué ese carro la importunaba.

De pronto la ventanilla del carro bajó y un hombre le abordo con gran acoso:

—Hermosa ¿no quieres que te lleve?—dijo el hombre que conducía, que por su tono de voz, venia alcoholizado.

La chica no presto atención y caminó mas rápido, de pronto maldecía haber llegado a esas calles desoladas y a esas horas de la noche por sus propios impulsos. Seguramente si Dohko se hubiera enterado, se hubiera molestado bastante por exponerse de esa manera.

—Vamos linda, sube al auto, no te hare daño—continuo el hombre satírico mientras penetraba su mirada en la silueta de la china.

La chica no pudo más y con coraje en sus puños, volteó ofendida a punto de insultar al joven castaño que la acosaba. Su sorpresa creció al ver a un chico conocido al cual jamás se lo hubiera imaginado en tal situación.

— ¡Shunrei!—gritó el caballero del unicornio perturbado.

— ¿Jabu?—pregunto la chica con asombro.

El castaño al reconocer a aquella oriental y saberse descubierto, paró de inmediato el carro y confuso, se bajó a ofrecer disculpas. Ella por un momento sintió alivio al ver que era un amigo y no un extraño.

— ¿Shunrei, qué haces aquí?—pregunto intranquilo el caballero argelino.

La chica se fijó en aquel estado desfachatado del unicornio y se sorprendió de tal aspecto, respondiendo sin mucho afán—Salí a caminar, pero no esperaba encontrarte y menos de esa manera.

El castaño ante el comentario, intentó reparar su aspecto pasándose una mano en el cabello y sacudiéndose su ropa—Perdona mi imprudencia, es que así con tu cabello suelto jamás te hubiera reconocido, es que te ves tan diferente, tan linda que...

La chica dejo de prestarle atención al unicornio y apenada por ese detalle, se tomó rápido el cabello intentando amarrarlo—No te burles.

El unicornio puso una mano sobre la de la chica que sostenía su cabello impidiendo su acción:

—No es enserio, te ves muy distinta, creo que tu cambio te sienta bien, pero ¿por qué no me dejas llevarte de regreso a la mansión para disculparme?

La chica creyó que era buena idea, después de todo, ambos iban rumbo al mismo lugar y era demasiado tarde para caminar sola de regreso a la mansión. No deseaba pasar una situación como la de unos segundos antes.

La chica asintió resignada y subió junto con el caballero hacia su auto. Dentro del carro, la china pudo observar latas de cerveza en el asiento del caballero de unicornio, quien inmediatamente las trató de ocultar y Despues ambos trataron de serenarse. Al emprender rumbo, una música romántica de pronto empezó a sonar en la radio, trayendo recuerdos a la chica con aquellas estrofas de amor. El unicornio pudo observar como los ojos de la china se empezaban a llenar de pequeñas gotitas a cada nota de los violines, así que para sacarla de sus pensamientos, le cuestiono:

— ¿Por qué saliste a estas horas de la noche, te sientes bien?

—Si, es solo que...ellos.

El unicornio lo comprendió todo y como consuelo pronunció:

—No te preocupes, ellos volverán algún día y entonces si, no podrán escapar de tu belleza ni ternura, asi que sonríe linda.

La chica solo sonrió nerviosa ante aquellas palabras que sonaban comprometedoras mientras el caballero le analizaba divertido.

—Vamos Shunrei, eres muy linda, es mas, deberías soltarte el cabello siempre, te veras mas bonita y así sorprenderás a Shiryu cuando te vea.

Aquel nombre le cambio el semblante la china casi de inmediato, enmudeciéndola por completo durante ese camino. Shiryu, su constante sueño entre pesadillas, entre noches de desconsuelo, de soledad.

El unicornio se supo imprudente y decidió no cuestionarla más en el trayecto dejándose llevar por la música de la radio. Segundos después otra canción que empezaba a resonar le cimbró al caballero, pues era la misma que le dedicaba entre sueños a la chica que había amado en silencio desde pequeño pero que ahora era más que un ideal.

— ¿Es difícil amar a alguien y no ser correspondido, verdad?—pregunto intuitivo el castaño.

— ¿A qué te refieres?—le pregunto la chica mirándolo mientras él conducía.

—A que no le importes a esa persona que amas, que se vaya lejos sin importar lo que te pase o peor aun, si podrás vivir sin él.

—No lo se...—respondió ella desviando su mirada al exterior.

—Yo amo a una chica que es un imposible para mí, así que hoy he decidido olvidarla en otra piel y buscar a alguien que se entregue por completo.

La china de pronto se sintió incomoda con las palabras del caballero y solo musitó una frase para no ser descortés. —Algún día la encontraras, estoy segura.

El castaño se empezaba a perder entre los azulados ojos de la chica, y a pesar de que la había visto infinidad de veces, esta vez algo le atraía de sobremanera. Su perfume, su cabello meciéndose con el viento de la ventana, su suave piel entre ese traje rojo. O quizá el alcohol lo estaba traicionando a voluntad.

Y de metro a metro, por fin habían llegado ante la puerta de la mansión. Se detuvo la marcha del auto y la radio con él. Entre el silencio, el caballero suspiró sin dejar de mirar a la joven que le acompañaba. Era tan tierna, tan delicada que no podía entender como el dragón la había dejado así tan expuesta al dolor ¿acaso estaba loco?

—Bueno ha sido todo, gracias Jabu, buenas noches—termino la chica dispuesta a salir del auto, cuando la mano del caballero le detuvo inesperadamente y la tomó presa.

—Shunrei—el castaño le tomó su rostro en ambas manos y sin pensar, rozó levemente sus labios contra los suyos uniéndose en un beso efímero. La chica se mantuvo inmóvil un par de segundos mas al recordar al dragón, empujo al unicornio de su pecho y salió con prisa del coche. Y como si hubiera traicionado el recuerdo del dragon, sus ojos se llenaron de lágrimas traicioneras tanto corría lejos del chico argelino.

El unicornio salió intempestivamente de su auto y busco alcanzar a la chica que corría desesperada hacia la mansión .Y con determinación, la atrapó del brazo y la atrajó hacia su cuerpo con fuerza antes que ella pudiera tocar la perilla de la entrada .Ella, intimidada por la actitud perturbadora del caballero, le otorgo el permiso a su garganta para gritar exasperada que la soltara.

— ¿¡Olvídalo, hazlo, él no te ama si no ¿Por qué crees que se fue, acaso crees que le importabas?—decía el caballero mas para él que para la oriental.

— ¡Jabu, suéltame, me lastimas!

Entre aquel escándalo, Geki y Nachi salieron inmediatamente de sus habitaciones y se dirigieron al exterior de la mansión.

— ¿Qué sucede aquí?, —gritó primero el caballero del leoncillo al ver aquella escena violenta entre la oriental y el argelino— ¡suéltala Jabu!

—No, no quiero, tiene que abrir los ojos y entender que Shiryu jamás será para ella y que debe ser feliz con alguien más—vociferaba el unicornio mirando fijamente a los ojos a la china.

Nachi al ver tal actitud reacia del caballero de unicornio, decidió separarlo a la fuerza de la chica.

—Te han dicho que la sueltes Jabu ¿qué acaso te has vuelto loco?—cuestionó Nachi al castaño mientras Shunrei escapaba los brazos de Geki.

—Cálmate Jabu, mira en que estado vienes, si Saory estuviera aquí...—le dijo Geki con preocupación.

—Pero ella no esta, así que no importa—musitó más calmado el unicornio.

—Geki lleva a Shunrei a su habitación, yo me encargo de Jabu—ordenó Nachi mientras se arrodillaba el caballero castaño sin poder sostenerse.

— ¿Estas bien Shunrei?—le pregunto el santo del leoncillo a la oriental mientras entraban ala mansión, temblando involuntariamente.

—Si Geki gracias, solo quiero descansar.

En otra parte de esa ciudad, una silueta rubia camino entre luz sombría de un hotel, con sus ojos hinchados de testigos y su cuerpo cansado. Se había secado de tanto llorar, de perderle la pista a su amado y sobretodo, de haber sido tan cobarde para no enfrentarle antes de su partida al Hades. Y es que si tan solo hubiera tenido el valor de gritarle en la cara todo aquello que le provocaba cuando sus cristalinos ojos le miraban en sus sueños, quizá no tendría ese vacio en el pecho que le estaba quemando. Y quería remediarlo pero, ¿cómo? como si ya no había rastro de el.

Así que lo único que la calmaba era sollozándole al cielo indiferente aunque no lograba nada. Tenia que hacer algo, era una digna amazona aun y se avergonzaba por tener tanto miedo a enfrentarse a su corazón. Sus pasos esos días la habían llevado hasta Japón en busca de algo, quizá recuerdos y sanación para su alma.

Y como si esa noche el universo hubiera conspirado un milagro y algunos lamentos hubieran llegado hasta las estrellas, cinco destellos aparecieron en el cielo y se disiparon en dirección inesperada.

El reloj marcaba esa nueva mañana las ocho y Shunrei casi no había podido dormir al recordar lo que había vivido anoche, así que envuelta entre sus sábanas, una pregunta la atormentaba ¿Y si acaso Jabu tenía razón en sus palabras?

No, el dragón le había prometido que regresaría a ella pero ¿cuándo, después de la muerte?

Habían pasado días enteros en la incertidumbre y se confundía, se perdía en un mundo de fantasía lado del dragón y entre el real sin su presencia. Desesperada, se levanto de su cama y se dirigió al baño a continuar esa rutina diaria que tenia más que aprendida.

Ya arreglada, bajo hasta el comedor y encontró algunos de aquellos que se habían convertido en su familia temporal. Y entre ellos, aquel hombre con el cual había discutido la noche anterior.

Saludo a todos cortésmente y se dirigió ala cocina en busca de algún panecillo y un poco de mermelada. El argelino la siguió discretamente, sin embargo Geki y Nachi le miraron con inquietud.

Entró a la cocina, encontrando la oriental buscando un vaso en la alacena cuando se le acerco con detenimiento.

— Shunrei—dijo el caballero sosegado sin recibir contestación ni mirada por parte de la china.

—Perdóname por lo de anoche, no tengo ni cara para mirarte, es solo que...

La chica pensó que era mejor olvidarlo para no tener conflictos ni hostilidades con aquellos caballeros con los que vivía, así que interrumpió al caballeros—Acepto tus disculpas Jabu pero no te metas en mis asuntos, solo eso.

—Yo solo quiero que estés bien—dijo entre suspiros el unicornio.

—Y lo agradezco pero jamás entenderás lo que siento, así que solo dejémoslo así.

Y mientras en el comedor de aquella gran mansión se llevaba un gran festín armonico, el singular timbre resonó alertando a todos los presentes. Nachi se levanto de su asiento, dispuesto a abrir la puerta, cuando al girar la perilla encontró a una cara conocida:

— ¡June!

En otra parte del mundo, entre columnas blancas y llenas de energía, la nostalgia de una joven de cabellos de tintes violetas bajo la luz del sol llenaba aquel lugar donde cinco cuerpos increíblemente lastimados yacían postrados en el suelo, inconscientes.

Continuara...

Tengo tantas ideas en mi cabeza sobre los chicos de bronce que creí prudente plasmarlas en este fic que abordara situaciones románticas con sus amadas tradicionales, espero les guste y de una vez agradezco su tiempo.