Disclaimer: estos personajes no son míos ni su escenario tampoco. Este escrito sí.
Nota de la autora: he comenzado otro nuevo proyecto, porque como son momentos sin correlación alguna, puedo escribirlos cuando quiera, lo cuál es genial. ¿Nunca ha habido una canción que os recordase a un momento o a un personaje en especial? A mí, me pasa constantemente. Por eso, me he atrevido con esta serie de drabbles basados en aquello que a mí no me pued faltar: la música.
Musique
Back in Black-ACDC
El primer día de Noviembre, en el año 1981,-un día frío y lluvioso en la nebulosa Londres-, Sirius Black fue detenido por el asesinato de Peter Pettigrew. Más tarde, mucho más tarde,- de hecho, casi quinze años más tarde-, se sabría por fin la verdad. No sólo Sirius Black no había sido nunca mortífago, sino que tampoco había traicionado a la adorable familia Potter. Ni siquiera había sido el culpable de la muerte de Pettigrew, muerte que, por otra parte, nunca había acaecido.
Sin embargo, nos concentramos ahora en la noche en la que el inocente Black, -o no tan inocente-, huyó de la prisión de Azkaban. Tan delgado como estaba y adoptando la forma de un perro, se había deslizado entre los barrotes de su celda, burlando a los dementores. Fuera por la ausencia de pensamientos felices de los que se alimentaban sus carceleros o porque su mente se hubiera vuelto más animal, éstos no parecieron notar la fuga. No fue hasta la mañana siguiente, cuando un oficial del Ministerio hacía su ronda, compadeciéndose de su mala suerte al haber caído en el área de máxima seguridad, que se dio la alarma. Para ese tiempo, Sirius Black habría recorrido ya cinco kilómetros, dándole una ventaja importante, y, según sus superiores, la oportunidad de haber acabado con mucha gente. Y es que había sido una jugada maestra.
Seguramente, si no hubiese visto la foto de los Weasley, no habría intentado escapar. No habría tenido sentido. Su vida hacía tiempo que lo había perdido. Sin embargo, allí estaba, confiriéndole un motivo más de lucha y una razón para seguir viviendo, a pesar de que, el día en que terminó la carrera vital de su hermano putativo, James, se hubiera acabado la suya propia. Porque James había sido el motor de su vida desde que le conoció.
Y cada día se despertaba más seguro y más decidido: iba a cometer por fin el homicidio (si así se le podía llamar) por el que había sido encerrado.
Cuando salió de la cárcel que había sido su morada durante doce años y medio, Sirius se sentía lleno de energía y de la adrenalina que concede la venganza. Oh, sí. Había vuelto. Había vuelto al mundo que una vez le dio la espalda tras escupirle a la cara. Había vuelto a un día a día que no era el que había dejado y que se le antojaba sucio y vacío. Pero había regresado, y esto con un objetivo claro y un instinto asesino que nunca había sido suyo anteriormente.
No le importaba cuántas puertas habría que derribar, cuánta comida habría que robar. Ni siquiera cuánta gente habría que encantar, ni cuántas personas habría que matar. Su temporada en Azkaban había hecho renacer su bagaje genético, y se encontraba totalmente dispuesto a pasar por encima de todos. Nada tenía ya importancia, aparte su misión. Su misión de enterrar a quién había dejado a su ahijado sin padres, a quién se había reído de la confianza que le habían brindado, a aquél que antes fue su amigo, su hermano y su protegido. Por el que habían librado tantas batallas y al que habían ayudado infinitas veces.
Era como renacer. Tenía la impresión de no haber envejecido ni una arruga y sentía en sí la fuerza y la vitalidad de la juventud, combinada con la amargura que sólo el sufrimiento produce. Y eso hacía de él alguien imparable. Imparable porque si moría, saludaría a la muerte como se saluda a un viejo amigo al que habías estado mucho tiempo esperando ver. Imparable porque vivía por su misión, respiraba por su misión, y no habría comido sino fuese por esa misión.
Sólo habría podido detenerle James, y Merlín sabía que ya no se encontraba en el mundo de los humanos, aunque su recuerdo siguiera ahí como si no hubieran pasado los años. Pero lo habían hecho, sin duda alguna.
No obstante, el día que vio a su ahijado por primera vez en doce años, realizó su equivocación, ese chico que andaba lanzando juramentos y maldiciones agarrado a un cofre demasiado grande para él; era James. Cuando le regaló la escoba, era un presente que le habría hecho a James. Le oyó hablar aquel día en que estuvo a punto de perder su alma, y era James. Y lo era tanto, que cuando el pequeño Potter, delgado y miope, le dijo que no matara a Peter, que no valía la pena convertirse en un criminal por ese individuo, fue como si lo hubiera hecho James. Y cualquiera sabe que Sirius Black sólo le hace caso a James Potter.
Por mucho que hubiera vuelto. Porque para él, en principio, esta vuelta había supuesto un final, y ahora, era un comienzo. El paso de dejar atrás a James,-aunque no muy atrás-,y darle la bienvenida a su hijo Harry, que era como él y al mismo tiempo no lo era.
Es una de las cosas más cortas que he escrito, pero como hace poco que me he introducido en el mundo de los drabbles/viñetas (¿Cuál es la diferencia?), supongo que tendré que acostumbrarme. Espero que os haya gustado y que lo disfrutéis. También podríais comentar ;)
Doux câlins para todos,
Sirop de Framboise
