I. SOBRE SERPIENTES Y LEONES: está claro que tu debes estar en...Gryffindor!

Podría decirse que su código genético era 99% Ron Weasley y 1% Hermione Granger.

Y no sólo porque había heredado la marca pelirroja Weasley. Era testaruda y ruda, impulsiva y a veces absurda, como su padre. Por no añadir que engullía todo lo comestibe.

Él estaba orgulloso de su hija porque creía que había heredado la inteligencia de su madre. CREÍA.

Ambas, Hermione y Rose, sabían que lo único que compartían entre ellas –aparte de su profundo amor mutuo- era el incesante espíritu ávido de curiosidad. En el caso de su madre éste se enfocaba en los conocimientos, pero Rose...bueno, en todo lo que no tuviera que ver con libros.

De hecho, todos los actos de Rose estaban enfocados a triunfar en el Quiddich.

Con esto no quiere decir que la chica fuera un copia femenina de Ron; había muchas cosas que le diferenciaban de él, aunque la falta de tacto no era una de ellas.

Pero eso ya lo iremos descubriendo...de momento, situémonos en su primer año...Gran comedor...Sombrero Seleccionador.

Albus ha sido llamado, y se está sentando en el taburete, delante de miles de miradas.

Harry le había revelado ése mismo día que podía hacer una pequeña sugerencia para acabar en Gryffindor...mas para Albus, las palabras más importantes que le había dicho su padre "–llevas el nombre de Severus, el hombre más valiente que he conocido"- eran las que en el fondo de su corazón él sabía que valían la pena:

"No se es más valiente por estar en Gryffindor ni más malvado por acabar en la casa de las serpientes. Tampoco más inteligente por estar en Ravenclaw", pensó. Estaba dispuesto a aceptar la casa en la que, según el criterio del sombrero, él fuera a estar más a gusto; en el fondo no se impartían enseñanzas distintas por pertenecer a una u otra casa, así que todo se debía reducir al simple hecho de agrupar a personas que, debido a sus principales motivaciones, iban a congeniar de forma más mágica entre ellas.

Por eso, cuando el sombrero gritó "Gryffindor!" sin que Albus le hubiera pedido que lo hiciera, él se quedó atónito. Casi se había visto ya enfundado en corbata verde, siseando por los pasillos!

Fue recibido por los de su casa entre vítores, y unos primos y hermano orgullosos.

Tras unos cuantos alumnos más, le llegó el turno a su prima.

Rose se sentó en el taburete, sabiendo que no era tan inteligente para acabar en Ravenclaw –al contrario de lo que su padre creía- y sabiendo que Gryffindor era ya su casa.

-Vaya, otro Weasley...si, eres igual que tu padre! Y... tienes una gran aspiración –la pelirroja sonrió, pensando en el Quiddich y esperando que el sombrero gritase por fin el nombre de su casa- veamos...si, tu debes estar en indudablemente en...Slytherin!

Rose se quedó congelada. Tanto, que hasta su sonrisa previa a la catastrófica noticia se había quedado ahí, impresa en su faz, congelada.

La boca de James se había abierto tanto que un elefante podría bailar la macarena ahí dentro sin problemas.

Ella tardó unos segundos en bajar del taburete, y luego se quedó descolocada al no saber a dónde dirigirse. Quería irse de allí corriendo, pero por algún extraño motivo sus neuronas no acababan de conectarse bien:

"Oye, cuerpo! Sal corriendo, YA!" diría la neurona número1.

"No lo intentes, neurona 1, no te oye." Diría su compañera, la número 2.

"Si que os oigo, cerebritos! Pero Rose no me hace caso ni a mi!"

"Menos mal –diría la nuerona 1- Albus viene hacia aquí"

"Si, -diría el cuerpo- con un poco de suerte me sube a caballito y así no tendré que arrastrar a ésta petarda hasta su mesa."

Bien, vista la posible conversación entre mente y cuerpo de Rose –la hija de Granger, con sólo dos neuronas?- pasemos a relatar cómo Albus supo reaccionar y llevarse de allí a su prima, hasta sentarla en la mesa de Slytherin:

-No me dejes aquí –logró articular débilmente Rose.

-Me quedaré contigo, no te preocupes –anunció su primo, sujetándole la mano, mientras otros alumnos desfilaban por la clasificación.

-Mira, ahí va Malfoy –escucharon decir entonces a James, juguetón- no hace falta que pase por el sombrero, su rubio pollo le delata –dijo, al más puro estilo James Potter, su abuelo- ¡A Slytherin! –añadió, imitando al sombrero.

Lo hizo para calmar los nervios y romper la tensión creada, pero sólo consiguió que Rose se sintiera aludida y odió a su primo, odió a Malfoy porque iba a estar en la misma casa que ella, pero por encima de todos, se odió a si misma.

Las carcajadas resonaron en los oídos de Scorpius, que se sentó resignado esperando su sentencia de serpiente. Siempre había luchado por lo que creía: que él no era aquello definido por las palabras "Malfoy" y "Slytherin", y así acostumbraba a enfrentarse a los prejuicios, aunque con esa actitud de osadía avergonzara en muchas ocasiones a sus padres.

-Veamos Malfoy...vaya! Qué extraña situación! Pero no hay ninguna duda...–exclamó el Sombrero- está claro que tu debes estar en...Gryffindor!

La sala se hizo silencio de nuevo. Tan solo aplaudieron algunos profesores, mientras Scorpius bajaba del taburete, satisfecho de poder demostrar desde el primer día quién era y quién no era.

Encantada, mi nombre es Lia! Soy nueva en todo esto, así que necesito críticas!

Llevo algún tiempo leyendo, pero es mi primera historia y no soy para nada una entendida en el tema de Howarts ni sus personajes...por eso mismo quiero compartir con vosotros mi punto de vista, espero que disfrutéis!

Saludos!