La lluvia era torrencial completamente, la visión se me encontraba nublada, cada paso que daba para alejarme él lo acortaba, mi respiración era sumamente irregular entre jadeos y gimoteos no podía parar. Corrí esforzando mis piernas que se mostraban temblorosas, pero no era lo único, todo mi ser parecía ser de gelatina tambaleante, el estruendo de su risa hizo eco alrededor de la arboleda donde me hallaba, estaba atrapada con los pinos imponentes que se alzaban, las hojas secas que crujían bajo mis pies y las ramas que partía en mi huida. Paré en seco para tratar de orientarme, miré al cielo para ubicar el sol, quizás así podría saber a donde tendría que ir, el firmamento se encontraba gris y nubloso incluso grandes truenos y rayos comenzaron a aparecer solo pude estremecerme para ponerme en marcha, el suelo lodoso no hacía más fácil mi trabajo cada paso era un esfuerzo significativo tratando de no resbalar o hundirme en el fango.
La risa, la detestable risa volvió a resonar, pero había una ligera diferencia esta vez, fue en un susurro justo en mi oído. Me paralicé de pies a cabeza, mis ojos se abrieron lentamente, la sangre abandonó mi rostro, quería gritar pero mi garganta se encontraba seca, no tenía saliva. Podía sentir que sudaba aunque me háyase empapada de pies a cabeza, podía sentir esa sensación, aquel vértigo. Lentamente tomó un mechón de mi cabellera con delicadeza su manos comenzaron a acariciar mi rostro, me ardían los ojos por retener el llanto, su pulgar limpió con cuidado la lagrima que comenzaba a salir recorriendo el camino que las gotas de lluvia habían aperturado Mezclándose con las mismas para caer a sus pies. Con cuidado tomó mi barbilla, el agarre era fuerte y difícilmente podría escaparme, vi en sus ojos que solo se divertía conmigo, que simplemente era un cazador y yo la presa.
Poco a poco sus manos se deslizaron a mi cuello, sus dedos comenzaron a dibujar pequeños círculos sobre mi piel, yo solo podía verle sin poder hacer nada, volvería a ser su muñeca de trapo. No supe en qué momento me encontraba en el suelo, el barro manchaba mi cabellera, las hojas y ramas se pegaban a mi cuerpo, unas cuantas piedras se encontraba debajo de mi lastimándome, sus palmas cubrieron mi cuello, la lluvia se ameno, el ulular del viento se hizo presente, aquellos que serian testigos en este día, los únicos que sabrían la verdad de los hechos y que no podrían hacer nada… nada para salvarme.
̶ Eres la única para mí ̶ murmuro con deje de tristeza, pero en su ojos bailaba la excitación, poco a poco el aire comenzó a faltarme, mi visión se oscurecía con manchas que iban desde el negro hasta el rojo de forma súbita, tosí varias veces sintiendo el aire volver a entrar en mis pulmones él solo se levantó y comenzó a caminar dejándome sola ¿acaso sería libre?
Me quede mirando el cielo, las gotas acariciaban mi rostro, quería moverme pero ya no tenía fuerza, pero no quería que acabara todo allí, aun no… solo un poco más, solo un último esfuerzo valdría la pena. Me voltee para comenzar a arrastrarme, a pocos centímetros se encontraba algo curioso. A gatas comencé a avanzar adentrándome, apenas iba cruzando cuando él jaló mi cabellera. Puse resistencia, él se carcajeaba de mi dolor mientras yo luchaba con mis fuerzas para avanzar un poco más. Un dolor profundo atravesó mi espalda, comenzó a patearme sin contemplación, el sabor metálico comenzó a surgir por mis labios, su zapato aplastó mi rostro y la tierra se desprendía de su suela mientras la presión seguía. Estiré mi mano en busca de algo que pudiera lanzar. Una cálida brisa jugó con mis dedos, la calidez que sentí invadió mi ser y por un momento todo quedó en blanco, cerré los ojos tratando de protegerme de la brillante luz.
Un olor a hierba recién cortada invadió mis fosas nasales, abrí con cuidado tratando de adecuarme a la tenue luz que me rodeaba. Frente a mí se encontraba un lugar desconocido, un cálido resplandor se desprendía por el lugar era algo casi mágico, me reincorporé lentamente apoyándome con las piernas, en un vano intento caí de bruces haciendo un gran estruendo, todo mi cuerpo me dolía, me quedé en el suelo, la adrenalina dejó de funcionar y rompí en llanto. El dorso de mis manos trataban inútilmente de limpiar las lágrimas que caían, retrocedí lentamente hasta chocar con la pared ¿había muerto y no me había enterado? Mis gimoteos fueron en aumento, varios pasos se escuchaban, el sonido seco se escuchó cuando la puerta fue abierta y varios pares de ojos hicieron contactos con los míos, me aferré aún mas a la pared, casi tratando de fusionarme con ella, tenía espasmos. El cansancio hizo mella en mí sin poder evitar perder la conciencia llevándome como recuerdo unos ojos ámbar.
