Disclaimer: Los personajes narrados a continuación no me pertenecen, hacen parte de la maravillosa obra Card Captor Sakura del grupo CLAMP y es hecha con fines de entretenimiento.
EL INICIO
- Niños, el día de hoy se unirá a nuestro grupo un nuevo compañero, viene de China y espero sean buenos con él, pasa por favor.
Hacía seña la amable profesora a un pequeño niño de seis años que se acercaba tímidamente al frente de la clase con su uniforme perfectamente ordenado, unos preciosos ojos pero una expresión demasiado seria para un niño de su edad.
En una de las mesas de en frente, se encontraba una niña de ojos verdes y sonrisa cálida que miraba con curiosidad a su compañero recién llegado.
- Te sentarás aquí al frente para que puedas ponerte al corriente pronto, Kinomoto, tú serás la encargada de ayudarle.
La pequeña niña de nombre Sakura asintió a su maestra con una sonrisa, el chico nuevo estaría a su lado y ella se había propuesto como meta que se sintiera bienvenido y disfrutara su experiencia en la escuela tanto como ella.
Entre tanto, la profesora había salido por un momento del salón.
- No se preocupen señores Li, les aseguro que su hijo estará bien.
- Por favor ténganle paciencia, es la primera vez que está en una escuela, siempre recibió clases particulares y su dominio del Japonés no es muy bueno.
- Reitero, no se preocupen, lo deje a cargo de una de mis mejores alumnas, ya verán que todo estará bien.
La pareja de origen chino optó por abandonar la institución confiando en las palabras de su maestra y esta última regresaba con los alumnos para dar inicio a las clases.
- Lo primero que haremos hoy será una actividad de matemáticas – El grupo era de primero de primaria, así que las metodologías empleadas eran muy didácticas para los pequeños con el fin de facilitar el aprendizaje, cabe destacar que era una de las clases favoritas de Sakura y ¡se notaba!
Estaba feliz haciendo su actividad cuando notó que el nuevo compañero solo permanecía quieto en su pupitre recostando su cabeza en la fría superficie.
- Oye… Li, ¿te pasa algo?
El niño la miró con impaciencia – Es solo que olvidé traer algunas cosas, no traje mi cartuchera, lo mejor será hablar con la maestra.
- ¡No te preocupes! Yo tengo suficiente para los dos – dijo ella con una sonrisa mientras acercaba su pupitre al de aquel pequeño.
Ella continuaba feliz haciendo su actividad mientras él la miraba un tanto sorprendido ¿acaso así eran todos los niños? ¿Qué tipo de persona podía verse tan feliz haciendo… La tarea? Vaya si esa niña era extraña, pero todavía no estaba seguro si eso lo asustaba o le agradaba.
El caso es, que sin darse cuenta, terminó conversando con ella mientras terminaban las actividades y llegaba la hora del descanso; en ese momento la niña se levantó de su asiento, tomó la pequeña caja de almuerzo y buscó reunirse con sus compañeras.
Antes de salir del salón se percató de que su nuevo compañero permanecía sentado en su lugar, así que decidió acercarse.
- Oye Li, ¿no vienes?
- No, gracias, prefiero quedarme aquí.
- ¡Vamos! Hace un día hermoso y hay un lugar muy cómodo bajo la sombra de un árbol. No querrás quedarte aquí todo el tiempo.
- Kinomoto, de verdad prefiero quedarme aquí.
Ella comprendió que no serviría de mucho insistir, así que retomó el puesto en su pupitre, abrió su cajita de almuerzo y agradeció por la comida ante la mirada curiosa de su compañero.
- ¿Qué haces Kinomoto, Por qué no sales con tus amigos?
- No quiero que te quedes solo Li, entiendo que eres nuevo y no conoces a nadie y el primer día siempre es difícil, yo tampoco tenía amigos cuando llegué, así que estaré a tu lado.
Al ver la decisión en los ojos de su pequeña compañera, Li suspiró pesadamente y accedió a salir del salón. Todavía se debatía entre si era prudente hacerlo, es decir, no estaba acostumbrado a la presencia de otros niños, y ¿si los demás eran tan… Alegres como ella? O por el contrario, ¿si no lo aceptaban o lo hacían sentir incómodo?
- Mira, es allá – interrumpió sus pensamientos mientras señalaba un hermoso y frondoso árbol en la parte trasera de la escuela, el lugar estaba por completo desierto.
- Pensé que iríamos con los demás… - dijo sorprendido Shaoran
- Perdón, es que pensé que podrías sentirte incómodo, pero si quieres podemos ir a buscarlos.
- No, no, prefiero así.
Se sentaron bajo el árbol y cada uno empezó a sacar su almuerzo en total silencio. Él no quería hablar, la verdad se había percatado de que era más tímido de lo que pensaba, los demás siempre pensaban que era antipático y huraño, pero la verdad era otra.
Sakura, por su parte, lo miraba de reojo; no se sentía muy cómoda con tanto silencio pero era preferible darle su espacio y permitir que se sintiera un poco más tranquilo y afortunadamente para ella, funcionó.
- Kinomoto, ¿sueles venir mucho a este lugar?
- Sí, me gusta mucho disfrutar el viento y el canto de los pájaros, entonces, a veces estoy con mis amigos y otras veces, estoy sola.
- Ya veo.
- Li, decía la maestra que vienes de China, nunca he ido, ¿podrías decirme qué tal es?
- Bueno, yo vivía en Hong Kong, es una isla con un clima muy agradable, vinimos aquí por unos negocios de mi padre – en ese momento el niño se tornó serio
- ¿No te gusta estar aquí?
- No me siento del todo bien, no conozco a nadie, si bien, allá no tenía muchos amigos, si compartía con mis primos, aquí estoy totalmente solo – decía el pequeño un tanto cabizbajo.
- No te preocupes, no voy a dejarte solo – respondió la niña con una sonrisa tan dulce que hizo que las mejillas del pequeño junto a ella se tiñeran de un leve sonrojo.
Él sin saber en realidad qué decir, solo alzó sus hombros – Como quieras.
- Ya verás que nos llevaremos muy bien – terminó diciendo ella extendiendo su mano que el pequeño frente a ella no dudó en tomar.
Terminaron su almuerzo conversando un poco más acerca de sus vidas, Sakura le hablaba de lo mucho que amaba las matemáticas y la música mientras Shaoran era especialmente hábil en los deportes.
Aquella jornada académica culminó sin mayores contratiempos, siendo Sakura, la única con quien hablaba el tímido Shaoran Li.
El timbre sonaba dando a entender que ya era hora de regresar a casa, cada uno tomó sus pertenencias y de nuevo el pequeño Li lo hizo en completo silencio, mientras Sakura era rodeada por un grupo de niños entre risas y juegos.
Cuando esta última se percató, su compañero ya no estaba, se sintió triste, pero supuso que debía esperar hasta el día siguiente para seguir conociéndolo un poco más.
En realidad, no fue necesario, se encontraron justo a la entrada de la escuela.
- ¡Li!
Cuando el chico se volvió, pudo verla corriendo hacia él mientras agitaba su mano. En otras ocasiones le habría parecido absolutamente molesto, pero extrañamente, había algo en esa niña que lo hacía sentir cómodo, así que solo se quedó en su lugar viendo como ella se acercaba
Se detuvo agitada apoyando sus manos en sus rodillas y tratando de recuperar el aliento.
- Pensé que ya te habías ido.
- No, debo esperar que pasen por mí.
- Yo igual, mi hermano está en la secundaria y suele tardar un poco.
- Ya veo.
- ¡Sakura! – se escuchó a lo lejos, era la voz de un adolescente alto y que no era muy parecido a la pequeña niña de ojos verdes.
El joven llegó y observó con desconfianza al niño chino, pero de inmediato volvió su mirada a ella.
- Monstruo…
Cabe anotar que Li abrió desmesuradamente sus ambarinos ojos intentando retener una carcajada.
- Tengo que hacer un trabajo y lastimosamente no regresaré a casa aún, tendrás que quedarte conmigo.
Para Shaoran no fue oculta la expresión de tristeza que se posó en el rostro de su pequeña compañera, pero justo una voz irrumpió a su lado.
- Disculpe joven, no pude evitar escucharlo; soy el mayordomo del señorito Li..
- Wei… No me digas señorito
Sakura soltó una risita divertida al ver la expresión de Shaoran.
- En todo caso, no será ningún inconveniente para mí llevarla a su casa, si usted así lo permite. Incluso, podría quedarse en casa y así estudiar con mi joven amo, él acaba de llegar al país y seguramente su hermana podría serle de ayuda.
Touya observó al señor con duda, no encontraba nada que le resultara sospechoso y aunque no los conocía, tampoco podía pensar en que hicieran algo malo, además, era mejor que Sakura pudiera estar en un lugar donde pudiera descansar, hacer sus tareas y estar tranquila en lugar de seguirlo de un lado a otro en la escuela mientras él hacía sus deberes.
- Con permiso.
Sin decir más, el hermano de Sakura la tomó de la mano y la llevó un poco más aparte.
- Quién es ese niño, no lo había visto.
- Su nombre es Li Shaoran, acaba de llegar de China y se sienta a mi lado en el salón de clase; es un poco serio y muy educado.
De nuevo se acercaron al amable hombre que acompañaba al Chino.
- Señor, disculpe en inconveniente, pero entenderá que es necesario que hable de esto con mi padre.
- No hay problema, si gusta puede llamarlo, nosotros esperaremos.
Touya corrió hacia las oficinas buscando un teléfono y cuando por fin lo discutió con su padre regresó presuroso hacia el lugar donde le esperaban.
- Sakura, papá dice que puedes ir, cuando termine lo mío pasaré por ti.
De manera que el amable hombre le dio todos sus datos y la dirección de la casa donde vivían y así ambos chicos subieron al auto que los conduciría al hogar de los Li.
La expresión de Sakura no era otra sino de sorpresa al verse frente a la gran mansión donde habían ingresado.
- ¿Es tu casa Li?
- Si
- ¡Es muy hermosa!
- Supongo
Ambos ingresaron al lugar y aunque parecía demasiado serio, en realidad le entretenía la expresión de su pequeña compañera, en realidad era demasiado diferente de los otros niños que había conocido en China; todos de su misma clase social, acostumbrados a la ostentación y lujos, desde pequeños siendo enseñados a llevar a una vida frívola y materialista.
Sus padres habían luchado siempre por mantenerlo al margen de ese estilo de vida, aunque a veces, era simplemente inevitable.
Se dedicaron a hacer sus tareas aunque el silencio era interrumpido por las constantes conversaciones y preguntas de Sakura, que a él en realidad, no le molestaba mucho en contestar y de vez en cuando solía preguntar algo también.
Así, al final de la tarde, podían decir que se conocían mucho mejor; Shaoran se mostraba un poco más desinhibido y Sakura, seguía siendo tan parlanchina como al principio.
- Eres muy rara Kinomoto.
- ¿Por qué lo dices?
El pequeño se encogió de hombros – No lo sé, acercarte de esa manera a alguien que no conoces, ofrecerle tus cosas y realmente insistir en convertirte en su amiga… Eso no es normal.
- Bueno, en realidad no soy amiga de todo el mundo… O por lo menos no pretendo serlo, solo me gusta que las personas se sientan felices, tengo muchos compañeros, pero mi mamá dice que no necesariamente son mis amigos.
- No comprendo.
- Si, el hecho de compartir con otras personas es simplemente compañerismo, pero una amistad verdadera es algo muy difícil de encontrar… Eso creo.
- Y ¿cómo es una amistad verdadera entonces?
Ahora fue ella quien se encogió de hombros mientras observaba un punto inexistente entre los árboles del inmenso jardín – Creo que un amigo, es una persona con quien te sientes feliz, que no te da pena ser quien eres y puedes reírte y llorar y hacer locuras… Es una persona realmente valiosa, y no es que mis compañeros no lo sean, pero con ellos solo comparto en la escuela, por lo demás, siempre estoy sola en casa con mi familia.
Esa pequeña revelación si sorprendió al castaño, no imaginaba a una Sakura tímida o retraída y mucho menos encerrada en su casa y en su propio mundo; en realidad, eran más similares de lo que hubiese imaginado.
Se sorprendió a sí mismo, cuando de la nada, simplemente preguntó.
- Entonces… ¿Quieres ser mi amiga?
La niña lo miró con aquellos grandes ojos verdes sin decir nada, ahí él se dio cuenta de la magnitud de sus palabras sonrojándose profusamente agachando su rostro y mucho más al percibir el silencio de su compañera.
Se sintió tonto al haber dicho eso, el hecho de que ella fuera amable con él no significaba que estaba dispuesta a ser esa persona "especial" de la que ella hablaba, pero de pronto vio frente a sus ojos el pequeño dedo meñique de Sakura.
- Es una promesa – respondió la ojiverde.
Ante eso, Shaoran levantó su rostro y la vio sonreírle de una manera cálida y sincera así que imitó el gesto, levantando su dedo meñique y uniéndolo al de ella.
- Es una promesa.
Hola! Buenoooo supongo que no puedo estar tan alejada de esto...
En fin, esta pequeña historia (por lo menos espero que lo sea), no será nada del otro mundo ¿han escuchado alguna vez que el cerebro de las mujeres disminuye su tamaño durante el embarazo? Pues así me siento (bruta), en fin, como les digo: esta no será una historia compleja ni con cosas raras, solo un par de chicos que crecerán uno al lado del otro con todo y lo que eso implica.
Espero que no se aburran y puedan acompañarme como lo han hecho siempre.
Les envío un caluroso abrazo.
Ale-San
