Capítulo uno

Lechuzas

La carta de Hogwarts suele llegar a mediados de julio, ¿cierto? Luego de cumplir los once años, ¿verdad? Entonces, ¿quiere alguien explicarme por qué hoy, 28 de julio de 1991, mi carta aún no llega? Tal vez mamá esté en lo cierto, después de tanto tiempo, y yo no sirva para la magia. O al menos no soy apta para Hogwarts. Pero no quiero ir a Beauxbatons, allí son todas unas francesas fanfarronas, y yo claramente no podría encajar.

Pero tampoco puedo ser una squib;¡si cuando me enojo saltan chispas! Puedo hacer pociones simples con mis propias manos. Incluso a veces puedo alterar el aire o el agua. No sé si eso es normal, porque cada vez que pasa mi mamá parece a punto de explotar del enojo. Que demuestre signos de magia parece frustrarle todos sus planes de arruinarme la vida.

Mi hermana Paula dice, desde que tengo memoria, que yo no tengo el talento de una bruja, pero digamos que nunca le hice mucho caso. Ahora es cuando entro en duda. Hoy varias de mis hermanas me estuvieron refregando en la cara que se iban al Callejón Diagon a comprar sus materiales para este año. Y ni siquiera me dijeron si les habían llegado las cartas de Segundo y Tercer año, así que estoy en una nebulosa.

Afortunadamente, siempre tengo a mi primo Draco para consultarle. Ya mismo me dedico a escribirle una carta para averiguar si a él le llegó. Una vez que lo sepa podré sacar mejores conclusiones.

—¿Esperando tu carta, Leyla? —escucho que se burla Selene, quien acaba de entrar. ¿Olvidé mencionar que comparto cuarto con ella? Supongo que mi madre organizó la distribución de habitaciones—. No te gastes, nunca llegará. Ni siquiera eres digna de Hufflepuff.

—¿No estabas en el Callejón Diagon? —le pregunto fastidiada.

—Iba a ir, pero ya es mi tercer año. Ya he visto todo. En cambio, tú ni siquiera sabes cómo entrar. Pobrecita Leyla, te juro que me das ganas de llorar —se ríe.

—Y tú no sabes atarte los cordones, pero no te lo recuerdo día por medio. Vete, quiero estar sola.

—No, yo no me voy a ir porque quieres estar sola. Me iré porque te dejaré sola. ¿Entiendes, carboncito?

También me discriminan por no ser rubia como el resto de mi familia. Mi madre es la única con cabello negro, y se lo tiñe de dorado con una poción que yo podría hacer mil veces mejor. Ella proviene de la legendaria, purísima y no sé qué más familia Black, donde todos son altos, pálidos y con cabello y ojos negros. Y lo único que no tengo de ellos es la altura. Supongo que no faltará mucho hasta que empiecen a llamarme "enano".

Sí, me siento completamente fuera de lugar en mi familia. Incluso llegué a pensar que ellos me habían adoptado para cuidarme (o para hacer lo que sea que estén haciendo conmigo), y que mi verdadera madre era Bella, mi tía. Al menos me trata como si lo fuera, a pesar que solamente nos podamos comunicar por correo. No tengo idea de dónde está, solamente sé que tuvo que huir del país en la época del Señor Tenebroso.

Hace unos años tuve que aceptar que en realidad sí soy hija de Alesia Black y Joseph Blair, y pariente de mis trece odiosos hermanos. Soñar es lindo, pero no hay que olvidar que vivimos en la cruda realidad.

Ahora, basta de distraerme pensando en estos gusanos. Tengo que terminar de escribirle a Draco. Escribo unas cuantas líneas saludándolo y contándole mis problemas, y agarro a la lechuza de Selene para enviarle la carta. Yo no tengo lechuza, y siempre tomo prestadas las de mis hermanos… sin que ellos se enteren. Esa es una de las travesuras que hago para no sentirme tan mal conmigo misma.

Selene entra otra vez y casi me caigo del susto. Soy bastante torpe, sobre todo cuando hago cosas que no debería. Por suerte, en mi familia no me conocen mucho, así que piensan que soy una inútil todo el tiempo y ya.

El tiempo pasa y la maldita lechuza no regresa. Ya empezarán a notar que algo falta en la casa, y me echarán la culpa, como siempre. Y esta vez será una de las pocas ocasiones en las que están en lo correcto. Creo que empezaré a buscar por el bosque que hay en casa -oh, sí, tenemos un bosque lleno de criaturas, ya que papá trabaja en la división de Control y Regulación de Criaturas Mágicas– a ver si alguna pobre lechuza se cruza en mi camino.

Misión fracasada. Tenemos hipogrifos, pero ni una maldita lechuza. Voy a hablar seriamente con mi padre… en cuanto la lechuza de Selene haya vuelto, no vaya a ser que me delate a mí misma con mi petición. Oh, ya estoy hablando como Violetta e Isabella. Ellas dos son todas unas diplomáticas al hablar. Me enferman.

Ocho y media de la noche vi una mancha en el cielo y creí que era la lechuza, pero era simplemente mi hermano Leon en su escoba. Ahora que el animal -la lechuza, no mi hermano- se acerca volando y distingo su figura, no me lo creo. Lleva una carta atada a la pata.

Para mi sorpresa, la remitente es mi adorada tía Bella. Por suerte las lechuzas conocen su ubicación.

Querida Leyla:

Recibí tu carta hace unos días, pero no he podido contestarte antes. He estado más que ocupada, y lamento no haberte escrito más rápido. ¿Ha llegado tu carta de Hogwarts? Seguro que sí, y estoy muy orgullosa de ti. Demuéstrales a esos inútiles que tienes de familia –padres y hermanos– que vales más que ellos. ¡Sé que serás Slytherin! Es la mejor casa de todas, y los magos más notables y poderosos salieron de ella. Cómo lamento no ser yo tu madre, así podría darte la mejor educación del mundo, y sabrías lo que es una buena familia. Y si tu abuela siguiera entre nosotros podrías aprender tantas cosas... Pero la imbécil de tu madre te tiene ahí todo el día y desperdicia sus oportunidades. Y en cuanto a ese tarado de padre que tienes… Bueno, creo que dije todo lo que puede decirse de él en las últimas ocho o nueve cartas. Oh, por el S. T., no estoy cambiando de párrafo.

Listo. Que tengas un maravilloso año escolar, y envíale mi odio especial a los quince.

Tía Bella.

¿A que no es la mejor mujer del mundo? Siempre me levanta el ánimo con sus palabras.

Otra mancha en el cielo. ¡Tal vez esta vez sea la carta de Hogwarts! Por las barbas de Merlín, espero que sea eso…

No. Reconozco al instante la lechuza de mi hermana. Es un poco decepcionante, pero al menos ya no me castigarán... por un tiempo. Ya encontrarán otra cosa para echarme la culpa. Es la respuesta de Draco. Pero, sorprendentemente, es tía Cissy la que me contesta. Cuando termino de leer estoy cerca de estallar de felicidad. ¡Voy a pasar el resto del verano con ellos! Y lo mejor: ¡sin mis hermanos! Tal vez Abby, Maddy y Debby no sean tan malas, pero no son suficiente para equilibrar el malestar que me producen mis otros diez hermanos. Y mi madre. Y la ausencia de mi padre.

Oh, si tan sólo mi madre trabajara y pudiera estar menos tiempo cerca de ella… Estoy cansada de su mirada asesina.

Respondo rápidamente que sí, y esta vez utilizo la lechuza de Paula. Genial, una carta inesperada, una respuesta… Pero nada de Hogwarts. Tal vez mamá tenga razón después de todo.

Momento depresivo.

No, no, no, fin de momento depresivo, ¡a lo lejos veo una tercera lechuza! Es parda y parece un águila por lo majestuosa que es. Y lo mejor de todo es que lleva atado a la pata un sobre blanco escrito con tinta esmeralda.

¡Qué emoción! Ja, ¡tráguense esa, mamá, Karen, Natalie, Leon, Thais, Paula, Selene, Violetta, Isabella… ! Oh, creo que terminaré desmayada sobre el piso…

Quince minutos después ya estoy relajada y puedo permitirme abrir el sobre.

Leyla Kerstin Blair Black

Habitación de la izquierda, segundo piso

La Morada del Hipogrifo

COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA Y HECHICERÍA

Director: Albus Dumbledore

(Orden de Merlín, Primera Clase,

Gran Hechicero, Jefe de Magos,

Jefe Supremo, Confederación

Internacional de Magos).

Querida señorita Blair Black:

Tenemos el placer de informarle de que dispone de una plaza en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Por favor, observe la lista del equipo y los libros necesarios.

Las clases comienzan el 1 de septiembre. Esperamos su lechuza antes del 31 de julio.

Muy cordialmente, Minerva McGonagall

Subdirectora

Oh, Merlín, sostenme porque me caigo.