Prologo:
Alli estaba una vez más, de rodillas en el suelo maldiciendolo una y mil veces más a él, ese despreciable y sucio hombre responsable de todas sus desgracias,del dolor, odio, amargura e impotencia que ahora sentía en cada minúscula fibra de su ser. Alzo la mirada, apretando sus puños con rabia, sólo para toparse con aquellos frios e inhumanos ojos que expectantes seguían todos y cada uno de sus movimientos, a la espera de que sacara su arma como todo buen oficial y que en un arranque de furia tratase de matarlo ¿Por qué? pues por ser el desgraciado que sin un ápice de duda fuere el que le arrebato la vida a su compañero.
— ¿Eso es todo? —Musito aquel hombre visiblemente decepcionado por aquella lamentable alma que sólo lo fulminaba con la mirada sosteniendo el cuerpo sin vida de su compañero entre sus brazos— Me temo que me has defraudado enormemente.
— ¡Callete! —Grito fuera de sí sintiendo deseos de descargar su arma en ese maldito infeliz, pero no podía hacerlo porque el peso del cuerpo de su amigo y compañero entre sus brazos era suficiente para frenar sus ansias asesinas ya que no se atrevía a soltarlo, a dejarlo alli tirado en el suelo como si fuera un saco de basura, simplemente no podía hacerlo— Sólo... Callate.
El asesino bajo la mirada respirando hondamente a la vez que le daba la espalda a la dolida inspectora que al igual que un gato acorralado lo miraba con rabia maldiciendolo por lo bajo con toda la impotencia que sentía en ese momento, hizo un leve movimiento con su mano apareciendo por arte de magia una pequeña caja de madera. La dejo en el suelo frente a ella y sin decir o hacer nada más desapareció entre las sombras de aquella abandonada edificación cuando el silencio entre ellos fue quebarabtado por el sonido distante de las sirenas de las patrullas acercandose cada vez más a la escena, ella mordiendose el labio inferior lo maldijo una vez más en su fuero interno a la vez que por inercia estiraba el brazo para alcanzar lo que su enemigo le había dejado. La observo por un instante conteniendo el impulso de romperla y noto que ésta estaba sellada de una manera muy extraña y que al parecer no había manera de abrirla, pero hallo algo en el pequeño objeto que la dejo helada; en la parte inferior de la caja se encontraba ocultos por una delgada placa de cobre una lista de nombres de tallados en la madera de los cuales algunos estaban tachados. No entendió el significado de esto hasta que reconocio uno de los nombres tachados en la lista... Saguro Hakuba.
— No puede ser —Murmuro desconcertada volviendo la vista al cuerpo inerte y sin vida de su amigo. El cuerpo de Hakuba— ¡¿Qué demonios significa esto?!
— ¡Aoko! —El grito desesperado de su padre subiendo buscandola desesperadamente la hizo dar un respingo
Dió un vistazo a la caja y luego al cuerpo de su amigo, entrecerro los ojos y finalmente ocultó el pequeño objeto en uno de los bolsillos de su saco antes de que su padre y sus subordinaron llegaran a ese piso. Todos se sorprendierón al ver al joven detective inerte en los brazos de la joven oficial Nakamori. Preocupados y entristecidos todos se acercarón a ella para ayudarla, la hicieron soltar el cuerpo y se la llevarón lejos de ese lugar, a la comisaría para ser exactos donde le tomarón la declaración sobre lo ocurrido esa noche y ella relató todo lo que sabía desde que ella y Hakuba atendieron al llamado hasta el instante donde Hakuba salvo su vida interceptando con su propio cuerpo la bala que un principio iba dirigida a ella. Contó todo, salvo el detalle de aquella caja de madera que ese miserable le había dejado, oculto la verdad para poder resolver el misterio que se oculta dentro de esa caja, como lo hubiera hecho de seguro su compañero de estar en su lugar. Lo había decidido, encontraría a ese malnacido y lo haría pagar por todo lo que había hecho en su vida así fuese lo último que hiciera en su vida.
