Advertencias: contiene un poco de occ por parte de Kanato.
Si vas a correr, corre rápido.
Si vas a mentir, entonces quema la basura.
Mírame solo a mí.
Sonríeme solo a mí.
Como un títere sumiso que es manejado por una cuerda.
Kanato se encontraba solo en el sótano, abrazaba fuertemente a Teddy mientras miraba a las bellas y eternas novias, a los antiguos sacrificios, siempre blancos y perfectos.
Ese día en especial el joven de cabellos lila estaba de mal humor, arriba hacia calor, a pesar de que ya era de noche, lo que hacía que la sangre de su nueva hermana vampiro tuviera un aroma más fragante de lo normal, le molestaba no poder ir a su habitación y beber de ella. Además eso no era lo único que lo tenía así, y era que también estaba aburrido.
-ne, Teddy, ¿qué podemos hacer ahora?, no quiero ir arriba, esta húmedo y caluroso, hasta podría jurar que las cosas brillan.
El sonido de la puerta hizo que volteara a ver quién se atrevía a acercársele cuando estaba de mal humor, eso pensaba hasta que vio quien era: la causante de parte de su enfado.
-Buenas noches Kanato-kun.
-Buenas noches Yui-chan.
Una sonrisita siniestra surgió de los labios del pelipurpura, ¡ya sabía qué hacer para dejar de estar aburrido!
-Toma Kanato-kun, te traje un poco de tus dulces favoritos. Los dio Reiji-san en la cena, como no fuiste te he guardado unos- dijo ella estirando sus manos en dirección a él.
Miro curioso aquel botín, sin embargo no los quería en ese momento, los tomo y los lanzo hacia la pared del fondo.
-Eres egoísta Yui-chan, yo lo que quiero es jugar.
-Pe..pero
Kanato fue hacia un antiguo reproductor de música que tenían en el sótano, aquel artefacto era de los que ocupaban discos de acetato y parecía tener una enorme flor de metal por donde salía la música. Movió algo de aquel aparato y comenzó a tocar una extraña canción. A Yui se le hacía conocida, podría jurar que era la misma que ponían en los carruseles de caballos en el parque.
-si vas a correr, este es el momento-dijo Kanato muy emocionado-pero debes ser rápida.
La rubia no sabía que iba a pasar, pero de algo estaba segura, las cosas que eran del gusto del joven frente a ella, la asustaban. Fue retrocediendo poco a poco, como un animal cuando se siente en peligro. Pero era muy tarde, el pelipurpura ya la había atrapado por la cintura y la jalo hacia él.
-¿Qué…?
No termino la frase, adoptaron una posición de baile y comenzaron a moverse al compás de aquella tétrica canción de carnaval.
La manejaba cual marioneta, moviéndola de forma elegante y un poco brusca. Kanato reía en voz alta, se estaba divirtiendo mucho.
-sonríe Yui-chan, estamos en una fiesta, las antiguas novias nos admiran-El enterró su cara en la curvatura del cuello de la joven de ojos rosas y lamio delicadamente provocando cosquillas en Yui.
-No me mientas y dime si lo que te hago te gusta.
-Yo, Kanato-kun, para, me molesta que lo hagas.
El ojipurpura movió las manos para aferrar fuertemente la cintura de la bella rubia y, sacando la cara de donde la tenía mordió el hombro de Yui, no saco mucha sangre, solo era para saborear.
No supo ni cuándo ni cómo, pero la había aprisionado contra la pared, atrapándola en un fuerte abrazo. Prosiguió con la tarea que hacia segundos atrás, sujeto la muñeca y la volteo, dejando el dorso hacia arriba.
-Quiero que me mires, eres un vampiro, para los vampiros esto es placer.
Rasgo con los colmillos la piel, dejando un gran tajo por donde salía la sangre a borbotones. Un grito ahogado salió de lo más profundo de la garganta de Yui, mientras que Kanato reía y comenzaba a beber. Los ojos rosas se encontraban abiertos, se sentía paralizada, aquel dolor le recordó a la daga en su corazón.
-Por favor, kanato-kun, déjame, no quiero- lagrimas se amontonaban en los ojos y comenzaban a caer, mojando parte del cabello purpura que estaba pegado a la cara de la joven vampiresa. El pálido vampiro miro sorprendido a la rubia.
-Yui-chan- dejo lo que hacía y quito una venda que tenía Teddy, enrollándola en la muñeca de ella para que parara de sangrar- Se sumisa a mí y volvamos a jugar pronto.
En ese momento Yui colapso, perdiendo la conciencia, Kanato la cargo y la llevo a la habitación que desde hace meses le correspondía, depositándola en la mullida cama.
-No te preocupes, mamá no te volverá a hacer daño, no lo permitiré. Gracias por pasar tiempo conmigo, suelo estar… muy solo.
Con un beso en la herida de la muñeca se despidió deseándole buenas noches.
