DISCLAIMER: SAKURA CARD CAPTORS Y TODOS SUS PERSONAJES SON PROPIEDAD DE CLAMP


Capítulo 1

Misiva

"(…) testigos dicen que vieron a un hombre salir corriendo del edificio momentos después de que se escuchó el disparo, sin embargo no se han encontrado las suficientes evidencias en la escena del crimen para dar con el culpable, los familiares exigen justicia.

El jefe de policía ha…"

Un suspiro inundó la habitación, el dueño de la TV acababa de apagarla; se quitó las gafas y sobó sus adoloridos ojos, miró el reloj en su muñeca, las nueve de la mañana. Se había quedado dormido en el sofá la noche anterior con la televisión encendida en un volumen tan bajo que, por la mañana con el barullo habitual de las calles, era casi imposible escuchar.

Bostezó y se quedó observando por la ventana el cielo de ese día, estaba nublado y la poca luz que se asomaba a la habitación le daba un aspecto lúgubre, como de abandono.

Los muebles estaban ya gastados, el tapiz de las paredes raído, en el techo habían unas cuantas telarañas, en una esquina, montones de periódicos de fechas pasadas descansaban felizmente apilados, una capa de polvo cubría la mesita de centro; Se levantó del sofá con parsimonia, dispuesto a ir a la cocina de su modesto apartamento por una taza de café; la fiel cafetera, igual de decadente que todo, yacía inerte en su lugar designado, siempre encendida, siempre llena, esperando por su dueño. Las gruesas manos sirvieron la bebida con una gracia tal, que no parecía provenir de aquella figura tan desaliñada que se hallaba de pie allí, con la camisa a medio abrochar, una mancha de color oscuro en el pantalón, el cabello despeinado, y la barba sin afeitar.

Bebió un sorbo; desde hace ya unos años, el café no hacía el mismo efecto en él, no lograba despertarlo por completo, incluso si ingería más cantidad de lo que era sano.

—Un día de estos… voy a amanecer muerto —se dijo a sí mismo, y una sonrisa burlona apareció en sus labios, bebió el último trago en el momento justo en que se escuchó el timbre resonar en todo el lugar, una, dos, tres veces. Se echó el cabello hacia atrás con un deje de fastidio, se reacomodó las gafas y salió al encuentro de quien fuese que estuviera tocando tan insistente, atravesó el departamento en un par de zancadas y abrió la puerta de un tirón casi rompiéndola.

La figura frente a él era alta, delgada, y de un largo cabello rojizo…se sobresaltó un poco ante la presencia del hombre, pues tenía un rostro de pocos amigos…

—Eh, buenos días Eriol —saludó.

—Kaho—se limitó a responder él, hubo un pequeño momento de incomodo silencio en que la mujer paseó sus ojos de arriba abajo en la figura de Eriol hasta que éste enarcó las cejas

—Te traje el periódico de hoy—explicó ella, entregándole una de las copias que llevaba, él la tomo sin mucho interés y comenzó a examinarla por la segunda página —Ya leí tu artículo, me pareció muy interesante como…

— ¿Tienes algo más que decirme? —la cortó Eriol sin levantar la mirada

—No, nada… era todo —se dispuso a darse la vuelta para marcharse, pero enseguida giró nuevamente hacia su interlocutor —casi lo olvido —rebuscó en sus papeles y le entregó un sobre color blanco —estaba en mi buzón —y sin decir más, se marchó.

Eriol se quedó en el pórtico unos instantes observando la misiva, su dirección estaba impresa en ella, pero no se veía el nombre del remitente por ninguna parte. Entró a su departamento cerrando la puerta tras de sí, y colocó ambas cosas en la mesita de centro de la sala, se sentó en el sofá y se dedicó a observarlas…

Ninguna de las dos le inquietaban lo suficiente como para darse a la tarea de leerlas, o tal vez era que estaba demasiado inquieto por saber lo escrito, que prefería evitar el momento tanto como le fuera posible. Tomó la carta entre sus manos y comenzó a abrirla, en el papel se percibía un ligero aroma que no logró reconocer, extrajo el contenido del sobre y lo extendió, era una sola hoja, y justo en medio de ella, con una caligrafía finísima e impecable, estaban escritas las palabras:

Charlemos; Hoy a las 7 de la noche, el café que tú ya sabes.

"¿Esto es una broma?" pensó Eriol. Revisó el sobre, pero no estaba alterado, no parecía que hubiesen querido abrirlo, ni siquiera que lo hubieran tocado, de hecho el papel estaba tan blanco que pudo haber jurado que no había pasado por la oficina de correo, si no que "alguien" lo dejó directamente en el buzón. Reflexionó un momento, esa letra no le sonaba de nada, lo cual no era buena señal…

¿El café que tú ya sabes?, ¿A qué se refería? El solía comprar café siempre cuando estaba en la calle, y pedía café a su oficina cuando estaba trabajando, pero frecuentaba diferentes lugares en igual porcentaje, ¿A qué café se suponía que fuera?

Ahora, tomando en cuenta que la carta decía "hoy", eso reafirmaba la posibilidad de que alguien la hubiese introducido en el buzón esa misma mañana… o quizá la noche anterior.

Y había algo más, ¿Por qué en el buzón de Kaho Mizuki?, sea quien fuere que lo buscara, conocía su dirección, estaba escrita en la carta, y si esa misma persona la colocó ¿Por qué la pondría a otra persona?, ¿Sabía quién era Kaho y que relación tenía con él?, ¿Acaso estaba seguro que se la entregaría, sin siquiera leerla?, ¿o que se desharía de ella?

Muchas preguntas juntas comenzaron a asaltar su mente, la duda era el peor sentimiento que, según él, se podía tener, lo sabía de sobra, había vivido con dudas durante prácticamente toda su vida, no estaba asustado pero, dados los recientes acontecimientos, esa sensación de estar siendo vigilado que había tenido los últimos días puede que no fuera simple paranoia, si es que ese mensaje provenía de la misma persona que, según él, estaba tras sus pasos. Lo que era seguro es que aquel extraño confiaba en que podría descifrarlo, y que seguramente no quería que nadie más lo leyera, pero, si era así, había algo que no cuadraba: ¿Por qué entregarlo a Kaho?, no podía saber si lo leería o no, ¿Para qué arriesgar?

Eriol dejó la carta sobre la mesa, y se tocó la barbilla, pensativo…

Quizá hablar con Kaho le podría ayudar, no estaba seguro de cómo, pero era lo único que se le ocurría.

Se guardó la carta en el bolsillo de la maltrecha camisa y se dirigió a la puerta, al abrirla se encontró con una figura que le tapaba el paso

—Li —dijo con seriedad. El recién llegado lo observó ceñudo y con la mano aún levantada hacia el timbre; tenía el pelo alborotado y castaño y ojos de un vivo ámbar.

— ¿Pero y a ti que te ha pasado? —Interrogó viendo el desaliñado aspecto de su interlocutor, y el sudor que comenzaba a acumularse en su frente — ¿Si quiera has tomado un baño en la última semana?

Eriol, aún un tanto aturdido por una cosa y otra, hizo un ademán para indicarle que pasara, el castaño aceptó y colgó su chaqueta en el perchero junto a la puerta, mientras Eriol asomaba la cabeza por ésta, vigilando los pasillos y acto seguido la cerraba nuevamente, abandonando su empresa de ir en busca de Kaho.

—Estás raro —pronunció Li —digo, más de lo acostumbrado

—Ya —repuso Eriol —es que recién me he levantado— "si eso se nota" se escuchó decir a Li —y estoy un poco… cansado, es todo.

Li, poco convencido, pero nada dispuesto a seguir indagando (lo cual Eriol agradeció) se acercó al sofá y se dejó caer sobre él, enseguida tomó el ejemplar del periódico que la pelirroja había llevado a Eriol esa mañana y lo observó con atención.

— ¡Vaya!, ¡Ya han publicado tu artículo! —exclamó. Eriol, un poco ausente, asintió.

—Si, después de todo ha salido, se suponía que iba a estar en primera plana pero…

—Eh mira—le interrumpió Li —aquí hay algo sobre esa chica que asesinaron ayer. Eriol observó el periódico, su amigo se había pasado a la sección policíaca sin leer pizca del artículo de la página dos, pero no podía culparlo; Shaoran había estado leyendo aquello durante meses mientras él lo escribía, estaba seguro de que podía recitarlo de memoria si se lo proponía…

Miró el reloj en la pared y por un momento olvidó todo lo relacionado a la carta, al periódico y a los acontecimientos de los últimos días.

—Mierda, es tarde —exclamó. Li no le prestó atención —voy a darme una ducha, no rompas nada —y dicho esto, literalmente corrió hasta el baño.

Eriol solía ser una persona sumamente reflexiva, había estado por varios minutos escarbando en su mente en busca de una respuesta factible, quería hallar coherencia a la dichosa misiva que había recibido. Sin embargo, después de la repentina aparición de su compañero de trabajo, aquellos pensamientos se esfumaron de su mente y estaba más concentrado en arreglarse y no llegar tarde al trabajo.

Después de todo el alboroto aseándose, y eligiendo el primer conjunto de ropa que había en su armario, salió nuevamente a la sala de su apartamento, donde Li estaba esperándole. Eriol recordó la carta que se había dejado en el bolsillo de la camisa y regresó a su habitación para recogerla con el pretexto de buscar su billetera (que ya se hallaba dentro de su pantalón).

Cuando regresó, Shaoran ya tenía puesta la chaqueta, él tomó su gabardina de color caqui y salieron, bajaron las escaleras del edificio con paso apresurado, y Li aprovechó para fastidiarle un poco

— ¿Dónde te metiste anoche, eh? —preguntó con la voz algo agitada por el movimiento —te estuve llamando al móvil y no respondiste

—Venga Li, estás comenzando a parecerte más a una madre que a un amigo —respondió el ojiazul. Su interlocutor bufó, y murmuró quien sabe qué cosas sobre la madre de Eriol, él no le prestó atención, estaba concentrando en advertir la presencia de Kaho, pero la pelirroja no apareció.

Seguramente se habría ido ya al trabajo, tal vez de regreso a casa podría hablar con ella sobre su correspondencia. Aunque para ese entonces sería un poco tarde, la cita era a las siete, y él, con suerte saldría del trabajo a las diez. Definitivamente no había manera humana de descifrar aquel misterio a tiempo. Después de un corto viaje en el desvalijado auto de Shaoran, y escucharle parlotear acerca de la chica con la comenzaba a salir, una tal "Suzuka Nakamoto" o algo así llegaron hasta su lugar de trabajo, la agencia de noticias Bell&Co.

Nada más entrar se encontró con una lluvia de felicitaciones por parte de sus compañeros.

"Eh Eriol, que buen artículo"

"Bien hecho muchacho"

"¿Quieres venir a celebrar esta noche a mi casa?"

Ese último comentario lo omitió, pues la mirada insinuadora de esa chica rubia le hizo sentir náuseas, y no es que fuera su aspecto, estaba bastante bien para su edad, pero no era él el primero ni él único al que le dirigía tal invitación, incluso lo había hecho con Li el mes anterior.

Llegado hasta su oficina (casi exclusiva, pues los demás, a excepción de Li y otra chica llamada Vanesa, todos trabajaban en cubículos). Se sentó frente al escritorio y cayó en cuenta de que ni siquiera había tenido tiempo de leer su propio artículo, y no es como que sintiera curiosidad, al igual que Li, se lo sabía de memoria. En realidad lo único que deseaba era imaginar el rostro de las personas implicadas en él cuando lo leyeran, ¿Qué sentirían?, rabia, seguramente, después de todo, desprestigiar a toda una empresa hablando sobre las peores cosas que se puede hablar de sus líderes no era de poco peso; sonrió para sí, y encendió la computadora.

Por unas horas dejó de lado todo pensamiento para concentrarse en el trabajo, pues, como decía Li, no trabajo, no dinero, y eso no quería decir que tuviese un sueldo exorbitante, pero sí que le rendía para cubrir sus gastos básicos, pagar el alquiler, comprar comida y darse alguno que otro gustillo.

Aunque no había podido conseguir un coche, pero era más por falta de interés, pues tenía ciertos ahorros de años destinados precisamente para eso; lo que sí es que, cuando consiguiera uno sería mejor que el de Li, pues ese olor a gasolina por el mal estado del automóvil le tenía harto, después de unos meses había terminado por acostumbrarse, pero no era para nada agradable. Y justo esa mañana se sintió incluso mareado, no sabía porque hasta que recordó que apenas y bebió algo antes de salir de casa.

Cerca de las 12 llegó el café, como habitualmente pasaba desde hace dos meses, el frío de la época acrecentaba y un buen café cargado y caliente no solo evitaba que se congelara el cuerpo, si no que mantenía alerta.

Eriol salió de su oficina únicamente para ir en busca de su vaso y un bagel, y regresó a seguir trabajando, pues aquello lo mantenía lo suficientemente distraído. Sentado frente al computador, bebiendo de tanto en tanto y mordisqueando el pan, se detuvo un momento, con el vaso en la mano y lo observó casi instintivamente.

Ahí estaba… Coffe Seven Night, El nombre del lugar a donde pedían el café, un nombre al que jamás le había prestado atención, "Seven Night", siete de la noche… buscó la ya arrugada carta en sus bolsillos y la leyó de nuevo:

Charlemos. Hoy, siete de la noche. El café que tú ya sabes

Por un momento pensó que todo aquello era producto del cansancio que tenía ese día, pero luego al revisar el sobre, vio algo que no había notado antes, el sello postal tenía el dibujo de un gato, y hasta donde recordaba, el local de ese café, tenía uno parecido en su anuncio, que se iluminaba con luces de neón multicolor por las noches.

Se quedó ahí por un rato, asimilando todo aquello… desde el principio había dado por sentado que era imposible saber quién había enviado la carta y a dónde tenía que ir. Sintió curiosidad, pero en ningún momento estuvo seguro de que pudiese conocer a la persona detrás de todo ese misterio.

No sentía miedo, pero el sentimiento de inquietud lo embargó. Dejó la carta de lado, decidido a ignorarla, convenciéndose a sí mismo de que era una estupidez y siguió trabajando.

La una, las dos, las tres, las cuatro, las cinco, cinco y media

El tiempo transcurrió mientras Eriol escribía incansablemente, con unas cuantas interrupciones casuales de Li y sus otros compañeros, entre ellos esa rubia que daba miedo (y usaba demasiado perfume) y solo levantándose del asiento si era absolutamente necesario. Cuando por fin decidió estirar un poco los brazos y las piernas, se fijó en el reloj de su muñeca: 5:45 pm

Pronto comenzaría a oscurecer, pronto las calles se iluminarían, y el Coffe Seven Night encendería las luces de aquel ridículo felino en su anuncio. Dudó unos segundos, tomó la carta entre sus manos, la gabardina colgada en el respaldo de la silla y salió de su oficina dispuesto a llegar al fondo del asunto.

Li, no tan diligente como su amigo, se hallaba sentado en su oficina, lanzando bolas de papel al basurero en la esquina contando cuantas acertaba (cabe mencionar que no era muy bueno), se encogió de hombros y suspiró, de un tiempo para acá el trabajo le era pesado, su mente estaba más bien distraída en otros asuntos, y sentía que si le ponía demasiada información, explotaría.

Siempre había admirado a Eriol por su capacidad de concentración, podía trabajar horas y horas seguidas casi sin parpadear, de hecho, ese día fue así, quiso interrumpirlo varias veces por lo aburrida que le resultaba su propia ocupación, sin embargo el ojiazul respondía con monosílabos o no respondía en absoluto, ni siquiera se inmutó cuando le dijo exaltado que había una horrible araña en su cabeza (no era verdad, pero si lo fuera seguro que tampoco habría reaccionado) pero no podía culparlo, desde que lo conoció, poco más de dos años atrás, se dio cuenta que era una persona de pocas palabras. Aún recordaba el día que llegó a la agencia, el director lo aceptó de inmediato, pues llevaba una carta de recomendación personal de vaya-dios-a-saber-quién, pero lo suficientemente importante como para que ni siquiera lo pusieran a prueba.

Empezó escribiendo unas cuantas columnas sin importancia, y haciendo reportajes de poca monta, pero todos (incluso los que le odiaban) estaban de acuerdo en que tenía un talento nato para la escritura, sus artículos, aunque pequeños, tenían una esencia tan propia de él, y eran tan interesantes que el jefe Takeda no tardó en darse cuenta y lo ascendió, ahora sus artículos eran muchas veces los principales del diario, y ganaba bien por ellos, incluso más que Shaoran y no es como que lo envidiara, él estaba lo suficientemente contento con su sueldo, pero nunca entendió la aversión de Eriol hacia la fama y el reconocimiento, todos sus artículos estaban firmados con las siglas E.H., así que los lectores no sabían de quién se trataba. En opinión de Li, era estúpido no querer darse a conocer, pues eso pudo haberle acarreado mejores ofertas de trabajo y, obviamente, ingresos más grandes; como sea que fuere, siempre se decía a si mismo que era su vida y su decisión y no le importaba.

La última bola de papel entró en el cesto y Li celebró una pequeña victoria, tan ensimismado estaba que dio un respingo cuando alguien entró en su oficina sin avisar, para su alivio, se trataba de Eriol.

—Li, me voy temprano, ¿Vienes conmigo?

Los dos amigos se hallaban dentro del coche, aparcado a dos cuadras de distancia del dichoso café al que Eriol debía asistir en menos de una hora; acababa de contarle a Shaoran todo lo relacionado con los sucesos de la mañana, la carta y el cómo había descubierto a dónde tenía que dirigirse. El castaño lo observaba con una mezcla entre preocupación y confusión.

— ¿Tienes alguna idea… de quién podría ser? —preguntó por fin, con las manos tensas sobre el volante y atisbando al frente

—No —respondió Eriol sin mirarle.

Ambos permanecieron callados un rato más, sumidos en sus propios pensamientos sobre el asunto; hasta que Eriol rompió el silencio haciendo amago de salir del coche

—No piensas ir de verdad, ¿o sí?... ¿Eriol? —pero Eriol no respondía, Li desesperó —no sabes quién es ni que es lo que quiere, podría ser peligroso, tú mismo me has dicho que las cosas están raras desde hace unos días, que tenías la impresión de que alguien te seguía, ¿Y si resulta ser la misma persona qué…

—Es obvio que es la misma persona —lo cortó Eriol —pero no sabré de que va todo esto si no aceptó encontrarme con quien quiera que sea. Dicho esto, abrió la puerta del coche, salió y se dirigió al lugar, no sin antes pedirle a su amigo que no se acercara por si resultaba peligroso.

Los primeros pasos fueron firmes, pero al irse acercando más a su destino, Eriol experimentó una extraña sensación en su cuerpo… ¿miedo?, no, no podía ser eso. Era lo suficientemente fuerte y hacía mucho tiempo que ese sentimiento no representaba nada, si bien era una persona cautelosa (y paranoica se podría decir) eso distaba mucho de sentirse amedrentado. Entro con decisión al local y se sentó en la mesa más cercana a la salida, junto a la ventana; era su costumbre, pues así advertía rápidamente la presencia de una persona extraña; faltaban cerca de 20 minutos para las siete, pidió un café y se dedicó a esperar centrado en las personas que transitaban por la calle iluminada por los múltiples postes de luz, los anuncios de los negocios, y los faros de los automóviles.

Por fin, Eriol pudo distinguir una figura que entró en el café, llevaba un sombrero que le cubría el rostro y una chamarra de piel que a leguas se le veía lo costosa. Se dirigió a la mesa y el ojiazul entró en estado de alerta, aquel hombre (porque era más que obvio su sexo) se sentó frente a él, y se quitó el sombrero revelando su identidad.

—Buenas noches, Hiragizawa…


NOTAS:

Hola, ¿Cómo están? quiero empezar diciendo que me siento complacida de haber empezado con este proyecto, es la primera vez que publicó un long!fic aquí en FF, esta idea llevaba mucho tiempo, en realidad, al principio eran dos ideas totalmente distintas que terminaron por combinarse (aunque todavía tengo en mente las otras historias).

Este primer capítulo nos da una ligera visión del mundo en el que vive Eriol, siendo distante, distraído y poco interesado en las cosas que lo rodean. En los siguientes capítulos espero poder explicar algo más acerca de lo que sucedió los días previos a este encuentro y por supuesto, introducir a Tomoyo en la historia, desde ya pienso que esto ira más o menos lento, así que no desesperen.

Gracias por llegar hasta aquí, nos estaremos leyendo :D

(Si te gustó, déjame tu opinión en un review, para mí es más importante saber lo que piensan que estar en sus historias favoritas)