Rated: M

Advertencia: Lenguaje obsceno, ligero Ooc, universo alterno y contenido lemon, no apto para sensibles :v

Declaimer: Shugo Chara © PEACH-PIT (#Respect)


~Voulez-vous coucher avec moi~

·

Tú sabes que quieres que estemos juntos y yo quiero pasar mi noche contigo. Ven conmigo esta noche y podemos hacer que dure para siempre.- The Veronicas.

·

—Lo siento, Amu-chan, debes haberme malinterpretado…

Lo miré sin poder creérmelo.

Sus ojos rubí estaban apenados y su rostro en sí estaba compungido.

— ¿Q-qué?

Él llevó su mano a su nuca y se rascó nerviosamente, mirando en otra dirección antes de suspirar.

—Tengo novia, Amu-chan.

Mi mundo se detuvo.

—Llevo ocho años con ella y estamos de novios hace dos meses… planeamos casarnos pronto.

Quiero irme de aquí.

—No podemos tener novio el primer año, la hermandad lo prohíbe, pero no quería dejarla así que mentí al respecto… Yo no quise que tomaras la impresión equivocada, sólo estaba siendo amable.

Mi vista se volvía borrosa, las lágrimas estaban por salir.

—Y-yo… Lo siento-o mu-mucho, Tadase-kun—dije como pude—. D-d-debes de sentirte muy incómodo en este momento, debes pensar que soy p-patética.

—N-no, Amu-chan yo-

Puse una mano en su delante sin dejar que terminara su oración.

—No tienes que explicarme nada, lamento esto y nos vemos—me despedí apresuradamente con una sonrisa forzada antes de dar media vuelta y salir del lugar.

Oí como el rubio llamaba por mí pero no me di la vuelta, no podía seguir en ese lugar, debía de irme y esconderme en algún hoyo en lo más profundo del mundo. Así que me escabullí entre la multitud, sin hacer mucho caso a las quejas/disculpas de alguna persona que pasaba, de esta manera me habría paso entre ellos y escapaba fácilmente.

Mi nombre es Hinamori Amu, tengo veinte años y estoy cursando mi segundo año en la Universidad de Kansai. Tercer ciclo de la carrera de Derecho… De sólo pensar en la carrera me dan ganas de golpearme contra algo. Había entrado a la Universidad con la idea de encontrar algo que me gustara… Y al conocerlo había sido persuadida a introducirme en las leyes. Grave error.

Hotori Tadase tenía veinte años igual que yo, desde el momento en que lo vi no dejé de pensar en él. Era amable, atento, caballeroso, sincero, dulce, honesto, solidario y entre otras cosas que describirían a una persona de cuentos de hada. Él y yo habíamos quedado infinitas veces en estudiar juntos, había buscado cualquier excusa para ello durante un año… Él siempre aceptaba incómodo, no me rechazaba, pero yo pensé que se incomodaba porque sentía algo por mí. Que equivocada había estado.

Mis piernas se movieron por si solas y cuando me di cuenta estaba corriendo,entre avenidas, calles y volteando esquinas. Quería huir, ir a casa y llorar a mi madre, decirle que tenía el corazón destrozado.

El celular comenzó a vibra en mi bolsillo pero no me importó, sabía que podía ser Tadase-kun o Rima, quien me había advertido. Mi mejor amiga me había dicho que pensara muy bien en lo que haría, porque era raro que un chico guapo, inteligente y simpático estuviera soltero. Debí haber ido contigo al concierto hoy. Ella había hecho de todo para que evitara esta locura, me había detenido muchas veces y ahora yo no sabía que hacer conmigo misma.

Cerré los ojos con fuerza evitando miradas, las lágrimas humedeciendo mi rostro, sin tomar mucha importancia de donde estaba… Había desperdiciado un año en una persona que no se fijaría en mí ni aunque yo le diese todo. Él ya tiene a alguien. No me importaba lo que me pasara, de verdad que no.

Y por esa misma razón terminé chocando contra algo cayendo sentada.

Me quejé en el suelo tocándome la cabeza ligeramente, aunque lo que más dolía era el trasero por el impacto con el suelo.

— ¿Qué no ves por dónde vas?

Por un momento olvide el dolor y levanté el rostro, no me había chocado con algo sino con alguien.

— ¡¿Disculpa?!—pregunté indignada.

—No te disculpo—soltó molesto—, tu cabezota me ha dolido.

Me puse roja de la furia que sentía.

— ¿Y tu crees que no me dolió a mí?

Sonrió de lado con arrogancia.

—Si te dolió fue porque aquí—dijo señalándose el pecho—hay músculo y está duro.

Abrí mi boca y la cerré nuevamente, quería callarlo de alguna forma pero no se me ocurría nada.

—Pues-

—Espera, estás llorando—agregó agachándose a mi altura.

Sentí aún mis mejillas rojas pero no sabía si era el enojo aún o los nervios que esos ojos azules me provocaban al mirarme fijamente.

—N-no.

—No te pregunte, estoy diciendo lo que veo—dijo moviendo la cabeza de un lado al otro, observándome bien—, ¿te han hecho algo? ¿Robado? ¿Asaltado? ¿Violado?

Negué con la cabeza más avergonzada que antes y miré en todas direcciones. ¿Tan mal aspecto tengo?

Me fijé recién en donde estaba, mitad de la calle, era de noche y no parecía una zona apropiada para caminar sola. Debido a esa razón él estaba preocupado.

—Oye—llamó poniendo una mano en mi hombro—, no debes callarte si es que te han hecho al-

— ¡Creo que se fue por aquí!

El grito femenino llegó a lo lejos, tal vez volteando la esquina de donde estábamos.

Su expresión fue de total fastidio.

—Carajo.

Rápidamente se puso de pie y se metió en el callejón más cercano, llevándome con él tomada del brazo.

— ¡Oye! ¡Qué mierda te pas-!

—Shhh. Cállate—ordenó abrazándome con fuerza, agachándose y a mí con él para quedar en cuclillas ambos del lado de un gran contenedor de basura.

El hedor me inundó casi por completo, de no ser por aquel perfume de hombre muy parecido al que recordaba de mi padre. Aquel aroma venía del desconocido que me tenía presa y con la boca cerrada, mientras él asomaba un poco la cabeza. Viendo hacia afuera del callejón.

— ¡HEY! ¡Dijiste que había venido por aquí!—exclamó una voz femenina.

— ¡Pero yo también vi a Ikuto-sama por aquí!

— ¡Pues no está!

Una discusión de un grupo de chicas comenzó, se oía bastantes voces, entre chillonas y otras no tanto, todas hablando de un tal: Ikuto-sama.

— ¡Justo cuando regresó a Japón!

— ¡Yo sólo quería tocarlo!

— ¡Y yo también!

La discusión entre las chicas fue aumentando, me hacían pensar que eran bastantes por el barullo que se había formado. Ellas ahora se echaban la culpa la una a la otra, temía porque pronto se comenzaran a pegar y hubiera heridos y-

— ¡CHICAS! ¡PODEMOS IR AL HOTEL DONDE ESTÁ HOSPEDADO!—gritaron algunas de las chicas al mismo tiempo.

Todas celebraron la idea, o al menos eso me pareció por el grito que escuché, rápidamente comenzaron a correr, se escuchaban bastantes pasos. Como un ejército en entrenamiento, pero este se alejaba cada vez más.

Pronto el agarré en mis hombros se fue liberando hasta dejar de existir completamente. Porque quien antes me tenía presa se asomaba hacia afuera del callejón de ladrillos mirando en todas direcciones.

Me puse de pie, acomodándome un poco la ropa que de seguro estaban mal puestas y caminé fuera del callejón a diferencia de él. Seguía viendo en todas direcciones.

En el suelo encontré carteles y cintas y demás papeles… Ikuto-sama es vida. Se leía en un cartel con letras azules, en otro había un número telefónico… ¿Qué mierda?

—Oye… esto… ¿cómo te llamas?

Me giré, observándolo aún en el callejón, como si temiera de algo.

—Amu.

—Amu, ¿alguna chica cerca?

—Pues yo—dije divertida, con las manos en mi cintura.

—Hablo en serio—soltó amargado—, Amu.

Mi nombre sonó tan extraño que me estremeció un momento, era eso o sus ojos fijamente en mí persona.

—Pues…

Me fijé en ambas direcciones, algo nerviosa aún por sentir su mirada en mí. Caminé hacia atrás para ver volteando la esquina, tal vez había alguien por ahí. Pero como supuse todo estaba desértico, una señora que sacaba la basura y un par de perros ladrando.

—Despejado, diría yo—aseguré volviendo a donde estaba él, quien me miró dudoso—. En serio—juré levantando mi mano derecha.

—Hmp.

Caminó entonces más tranquilo y miró por cuenta propia, llevó sus ojos al cielo y luego sacó su celular de su bolsillo… Ahora que me percataba, tenía puesto un traje de gala. Camisa, pantalón y zapatos negros y una corbata de lazo blanca. Tenía unos lentes de montura no muy gruesa en el bolsillo de su camisa, pero se veían bien hípsters.

Lo vi entretenido con el celular, parecía buscar algo, así que yo hice lo mismo. En vez de irme a otro lado, podía irme de ahí pero… ¡AJ! ¡MIRA ESE HOMBRE! Mis sentidos no se despegaban de él, así que preferí entretenerme con el celular… Quince llamadas perdidas, siete de Rima, cuatro de mi madre, dos de mi padre, una de Ami y la última de Tadase… Recordar la escena de hace unas horas me provocó una tristeza inmensa, llenándome los ojos de lágrimas, pero de rabia conmigo misma. Debí de haber pensado mejor las cosas, ni si quiera un modelo podía quitármelo de la cabeza.

Sí, modelo, no hay otra razón por la que se estaba escondiendo de una multitud de fanáticas enloquecidas, enamoradas y muy desesperadas. Porque si lo miraba bien no podía ser actor… Veo suficientes películas y novelas con Rima como para no reconocerlo. Un cantante tampoco, Yaya ama el J-Pop y J-Rock como para no saber si era uno muy conocido… No tenía pinta de deportista, así que era imposible en mi opinión-

—Utau, no volveré—dijo de repente—, hay un grupo de locas persiguiéndome… ¡Sí! No sé en dónde mierda estoy y… ¡Exacto! Pero de verdad que no llegaré, cenen ustedes, trataré de compensarlos mañana, lo prometo… No, no, no es necesario. Encontraré la manera pero hoy no llego, es muy peligroso para mi integridad física y… ¿Me estás arremedando?—guardó silencio por unos instantes y me miró, descubriéndome mirándolo, miré en otra dirección y fingí luego mirar algo en mi celular—. Lo que sea loca, buen provecho… No jodas—soltó antes de alejar el celular de su oreja.

Volví mi mirada al mío antes de que me atrapara mirándolo nuevamente.

—Sabes… Creo que me debo ir—dije sin mirarlo otra vez, buscando en Google Maps mi ubicación actual—, es algo tarde y de verdad que debo regresar…

— ¿Puedo ir contigo?

¡Reacciona, Amu! ¡El modelo quiere ir contigo!

— ¿Conmigo?

—Hmp.

Lo miré sin entender, esos monosílabos no me decían nada.

—Ya sé que es raro, pero juro que no soy un violador, no intento aprovecharme de nada.

—Bueno, un modelo debe ser muy aclamado, ¿no?

Me miró extrañado antes de comenzar a reír galantemente. ¿No era modelo entonces?

— ¿No eres modelo?—pregunté mientras él seguía riendo, negando con la cabeza—. Lo siento, es que eres bastante… apuesto.

Sus ojos azules me miraron nuevamente y sentí que me congelaba, como las veces anteriores.

—Gracias—dijo tomando aire, con lágrimas pequeñas en sus ojos ahora cerrados.

— ¿Entonces por qué tantas fans?

Se encogió de hombros y miró en otra dirección.

—No lo sé, creí que la música clásica ya no era el último grito de la moda.

…traje, música clásica, fanáticas locas, Ikuto-sama…

— ¿Eres Tsukiyomi Ikuto?

Su sonrisa ladina me hizo sonrojarme violentamente, mis mejillas ardían con fuerza.

—Mucho gusto.

No era su fan, de hecho que nunca he escuchado más música clásica que: El Cascanueces o Para Elisa. Sabía quienes eran Beethoven, Bach, Chopin y algunos más, pero era algo de cultura, no porque fuese a escucharlos en la ducha. No conocía algún músico de mi siglo, no estaba interesada en ese rubro. Y no conocería a Tsukiyomi Ikuto de no ser por Rima, quien me quería llevar al concierto que daba esta noche. De esa manera había atado cabos sueltos.

—I-Igual, creo—dije insegura. Rima, ¡no sabes cuánto me envidiarás!

—Hmp.

Nos quedamos en silencio por unos segundos en los que él no dejó de mirarme. Oh. Cierto.

—Deberemos tomar un taxi hasta algún hotel para que… te quedes…

El chasqueó la lengua y desordenó un poco sus cabellos.

—Sé que no hay confianza pero… ¿no puedo quedarme en tu casa?—preguntó, sin vergüenza alguna y sin ningún tipo de expresión en el rostro.

Muy por el contrario, el mío hacía mil y un muecas.

— ¿D-de veras…?—pregunté casi gritando, digo eso porque mi voz había sonado chillona.

Asintió seriamente al mismo tiempo que su celular sonaba, parecía un mensaje.

—No tengo… una casa muy grande.

—No hay problema—desestimó—. No quiero molestar, así que me quedaré en en algún sofá si no te molesta.

No creo que a mi madre, ni a Ami les desagrade.

—No, claro que no, mis padres son muy comprensivos—comenté asintiendo efusivamente.

Él pareció sorprendido.

— ¿Segura? ¿No es raro que una quinceañera lleve a un chico a su casa?

Fruncí el ceño un poco fastidiada.

—Tengo veinte—solté avergonzada.

—Oh. No parece, disculpa.

Asentí ahora yo antes de llamar un taxi.

Este llegó en pocos minutos, no hubo más conversación entre nosotros y no pude despegar mi vista del panorama después de dar mi dirección. No podía darme el lujo de que me encontrara mirándolo nuevamente, aunque de seguro que sabía muy bien el efecto que causaba entre las de su sexo opuesta y algunos del mismo pero de otro bando.

—Gracias—dije al momento de salir del taxi después de haber pagado.

La calle de mi casa estaba vacía como lo podía estar a las once y cuarenta y cinco de la noche.

Busqué mis llaves en el bolsillo de mi chaqueta y abrí la puerta de mi hogar, me sorprendió encontrar las luces apagadas. Lo usual era ver a mi madre en la entrada con una cara de: ¿Por qué no llamas si llegarás tarde?

Pero no estaba, ni su cara ni ella.

Mi celular sonó y leí: Madre.

¡Amu-chan! ¡Por fin contestas!

Me despegué un poco del celular por el grito y volví a ponérmelo a la oreja.

— ¿Dónde están?—pregunté mientras me quitaba la chaqueta.

Tu padre tuvo un viaje de último minuto y como no llegabas y sigues en clase pues… Nos hemos ido Ami, tu padre y yo. Espero no te molestes.

Oh vaya, madre. De lo que te pierdes.

—No claro que no.

Solos él y yo.

Aww… Sabía que entenderías, Amu-chan—dijo antes de escuchar otras voces del otro lado de la línea—. Ami-chan dice que te dejó un poco de curry, hay para hoy y mañana. Volveremos en tres días.

—E-está bien—respondí nerviosa.

¿Pasa algo?

—No, pues… Tsukiyomi Ikuto está en la casa y no deja de mirarme… Sólo los voy a extrañar—mentí antes de dejar de mirarlo.

No te preocupes, se pasan volando tres días… ¡Oh! Papa te manda saludos y nos tenemos que ir. Ja ne~

La llamada se cortó y me giré inevitablemente a encararlo, pero él ya no miraba en mi dirección. Estaba de pie, mirando un par de fotos en las paredes, era bastante alto ahora que lo notaba.

—M-mi papá es fotógrafo—dije a su lado, en mi casa habían demasiadas fotos de Ami y de mí.

—Hmp.

—Eto… Ellos se han ido de viaje, así que… Estaremos solos.

Él asintió antes de mirar otra fotografía.

— ¿Tienes hambre?

—No realmente—suspiró, parecía cansado—, pero si hay algo-

—Sí—interrumpí yendo a la cocina—, curry.

—Está bien—dijo yendo a la mesa.

Calenté la comida en el microondas y luego serví en dos platos, un poco más para él.

—Está bastante bueno…—admitió sorprendido mirando su plato.

—Gracias, hago lo que puedo—mentí.

De todas formas, Ami no estaba como para desenmascarar la realidad: no sé ni freír un huevo. Sólo podía vivir de arroz y lo acompañaba siempre con pescado enlatado, claro que siempre está la sopa instantánea.

—De veras, mi madre es la única que sabe cocinar en mi familia así que… es sorprendente—dijo mirándome antes de volver a comer.

Mis mejillas tornaron un color bermellón, lo sentía, me sentía bastante nerviosa y esos halagos no me ayudaban.

— ¿Y… acabas de llegar?

Asintió antes de comentármelo, dejando sus lentes y celular en la mesa.

Tsukiyomi Ikuto tenía veinticinco años de edad, con un gran futuro por delante hasta donde pude entender. Sabía por Rima que había entrado al conservatorio con tan sólo diez años de edad, era un prodigioso violinista a la fecha. Razón por la que era bastante conocido y respetado entre los músicos de su edad, era bastante tedioso según me contaba. Habían bastantes sacrificios que debía hacer para poder llegar hasta donde estaba, pero feliz haciendo lo que más lo llenaba, el violín. Escucharlo hablar de este era como escuchar a un niño en Navidad, recibiendo un juguete que había querido y esperado con ansias… Tenía la misma sonrisa, los mismos ojos brillosos y el mismo gesto en el rostro cuando hablaba. Me di cuenta de que yo no podía hablar así de mi carrera.

— ¿Quieres una copa?

— ¿Segura?

Balanceé la cabeza un poco antes de sacar las dos botellas de sake, tal vez de no estar él igual tomaría una por mi corazón hecho pedazos.

Habló sobre su hermana, de quien Yaya era fanática, Tsukimi Utau, más conocida como Hoshina Utau. Con quien había hablado después de salir del… "escondite".

No pude resistirme a preguntarle sobre el escándalo farandulero entre ella y el futbolista de la selección japonesa, de ellos si estaba enterada. Tenía curiosidad sobre además, me gustaba esa pareja y hasta les aseguraba un buen futuro.

Me dijo que la pareja se conocía de años y sólo los habían grabado yendo a un hotel, un descuido de ambos en un reencuentro romántico. Tomé nota mental sobre comentárselo a mi amiga pelirroja el día de mañana, ambas éramos team Kutau.

— ¿Y tú?

Le conté que vivía pendiente de la Universidad, no tenía mucho tiempo para mis amigos últimamente porque se me complicaba estudiar. Me preguntó si estaba feliz con lo que estudiaba, porque se suponía que eso ayudaba bastante a la hora de estudiarlo. Por primera vez en mi vida me pregunté si era feliz con Leyes, sabía que no era planeado pero… Nunca me había preocupado por mi felicidad, sólo me había adentrado por Tadase-kun.

— ¿Estás bien?

Me había quedado en silencio y con la mirada perdida, su preocupación tenía fundamentos.

El alcohol me estaba haciendo efecto.

—No—admití mirándolo.

Tomó de su botella y asintió.

— ¿Llorabas por eso hoy?

Asentí también tomando de la mía, sólo recordar al rubio que me había rechazado me hacía sentir terrible.

—No hablemos de eso—dijo sonriendo.

JODER. ESA. ES. UNA. SONRISA.

—No—negué volviendo a tomar de mi botella, atrayendo mis rodillas para abrazarlas—. Quiero hablar.

Él me miró y dejó su botella vacía en la mesita de la sala.

Se giró un poco, doblando una de sus piernas, estábamos sentados en el mismo sillón.

—Tadasa-kun—dije con dificultad—, está en la misma facultad que yo. Y me enamoré de él—le conté mirándolo, él tenía una expresión indescifrable en su rostro—, en la facultad… bueno, la hermandad donde estamos, nos prohíben tener enamorados así que pensé que éramos ambos solteros…

—Ya veo… Tiene enamorada.

— ¡NOVIA!—grité, ya con los efectos del alcohol afectando mi cerebro—. ¡Se van a casar dentro de meses!

Dejó una perfecta "o" en sus labios y asintió.

— ¿Acaso los vistes?

—No—negué efusivamente con mi cabeza, tomando otro sorbo a mi botella—, me lo dijo él…

—Se dio cuenta de que-

—No, no, ojalá él se hubiese dado cuenta, tal vez se había alejado… Él es tan amable y lindo…

—Los gatos son lindos, pero no por eso quiero estar con ellos.

Lo miré sin entender, el alcohol no me ayudaba.

—Me refiero a que… no te puedes enamorar de alguien porque es lindo—dijo riendo—. Sólo estabas atraída por este príncipe de Disney.

—Claro que no, a mí me gusta porque… Porque…

Me miró esperando que respondiera con una arrogante sonrisa.

— ¡Ay, ya! ¡El punto es que me le declaré!

—Las jóvenes de ahora son bien mandadas, ¿no?

Rodé los ojos terminándome mi botella.

—Di lo que te dé la gana—solté dejando la botella vacía al lado de la de él—. ¿No se te ha mandado alguna?

— ¿Hablas en serio?—preguntó con sorna—. ¿No viste a las chicas de hoy?

—Cierto. ¿Alguna te interesó?

—Hubo una, hace años, pero era tímida.

—Ehh… Te gustan las chicas tímidas.

Asintió recostando su cabeza en el respaldar del sillón.

—Entonces yo… ¿no te intereso?—pregunté divertida, gracias sake.

Me miró con un ojo, el otro estaba cerrado.

—No pienso aprovecharme de una joven universitaria borracha.

— ¡Pero yo no estoy borracha!—grité.

—Hmp.

— ¿Qué onda con los monosílabos? Creí que los habías dejado—me quejé arrodillándome a su lado.

No volvió a hablar.

Pero no sé si fue el alcohol o lo que sea pero yo quería preguntar algo ansiosa…

— ¿En serio no eres un violador?

Rió divertido.

— ¿Quieres que lo sea Amu-chan?—preguntó picarón, mirándome a los ojos fijamente.

—No me llames así~—pedí—. Así me llama él~

—Sólo Amu, entonces.

—Nooo~—canturreé golpeándolo en su brazo—. Todos me dicen Amu, Amu-chan, Amu-chi… Hinamori-san.

— ¿Entonces cómo carajos te llamo?

—Como tú quieras—dije riendo, mordiéndome el labio inferior.

—Gatita.

— ¿Por qué gatita?

—Porque me acabas de arañar con tus uñas, gatita—se quejó él sonriéndome.

Mordí mi labio inferior. Sentía que si no lo hacía iba a soltar una barbaridad, pero no pude seguir de la misma manera mucho tiempo.

—Me gustaría arañar otra cosa.

Alcohol.

—De verdad que estoy pensando muy seriamente en lo de ser un violador aprovechador de menores.

—Oye—me quejé volviéndolo a arañar—. No soy ninguna niña.

—Esos pechos no dicen lo mismo—dijo divertido mirándome descaradamente el busto.

— ¿Por eso no me violarás?—pregunté.

El volvió a reír.

—Creí que chicas como tú solían decir más algo así como… Hacer el amor.

—Entonces hagámoslo—dije apoyando mi cabeza en su hombro sin mucha vergüenza, aunque sentía mucho calor. Alcohol.

—Yo no hago el amor, gatita.

—Entonces… ¿Qué procede?—pregunté mordiéndome el labio.

— ¿Enserio dejarás que te folle?

Sus palabras fueron tan directas y sus ojos se vieron tan oscuros que no pude responder, sólo me perdí en su mirada azulada. Follar. Esa palabra me había encendido de mil maneras que estaba segura él sabía.

— ¿Duro?—pregunté al fin, tan segura que me sorprendí a mí misma.

— ¿Así te gusta?—preguntó acercando más su rostro al mío.

—Quiero saberlo—admití antes de acortar la distancia entre nosotros.

Mis inexpertos labios se movieron sobre los suyos, sintiendo al instante una corriente eléctrica recorriendo todo mi cuerpo. Sus labios se movían sobre los míos suavemente, como si se diera cuenta de mi falta de experiencia y quisiera enseñarme. O eso pensé al principio (si es que aún funciona mi cerebro para pensar todavía). Sentí su lengua sobre mis labios y dejé que esta se adentrara en mi boca, invadiéndome poco a poco con más demanda. El aire se me hizo necesario segundos después y me tuve que separar antes de ahogarme. Estaba agitada, bastante, él no tanto, pero si seguía su mirada sobre mí con fuerza sin despegarse.

— ¿Hace cuánto que no besas?

Me mordí el labio avergonzada.

—Un año o más…

— ¿No tienes enamorado desde hace un año?

Negué con la cabeza.

—Nunca he tenido enamorado—admití mirándolo algo apenada.

— ¿Es chiste?—preguntó tomando mi rostro entre sus manos, se sentía tan cómodo mi rostro entre las manos del violinista… Tanto que derretiría.

—No lo es—sinceré sin despegar mis ojos de él—, él último chico al que bese me dijo que no sabía besar…

—No es que no sepas… Es que eres algo tímida—dijo con la voz más ronca.

Sonreí.

—Eso te gusta, ¿no?

Sonrió él antes de volver a juntar nuestros labios nuevamente, esta vez fue más agresivo, dejando que mi lengua chocara con la suya. El sabor a sake era fuerte, pero no desagradable en su boca, me gustaba, para sorpresa mía.

Su boca abandonó la mía para besarme el mentón e ir bajando por mi cuello, dejando besos en el camino hasta el cuello de mi polo.

— ¿Te lo quitas tú o te lo quito yo?—preguntó divertido.

—Yo—dije levantando la parte inferior de mi polo hasta quitármelo por encima de la cabeza torpemente por el estado etílico—. Discúlpame por ser plana—pedí con un puchero.

Acercó sus labios al valle de mis senos, por encima del lazo del brasier y depositó un tierno beso.

—Los pechos grandes están sobrevalorados—dijo volviendo a atrapar mis labios con los suyos, como si tratara de consolarme—. Y bien gatita, ¿lo haremos aquí o…?

Me lo pensé un par de veces antes de tomar mi polo y su mano.

—Mi cama.

Él me siguió sin soltarme escaleras arriba, cuidando de que no me cayera con algún escalón, más porque había apagado las luces del primer piso y ninguna alumbraba el segundo, ninguna alumbraba en realidad. Llegamos a mi habitación de alguna manera, porque no se me ocurrió prender las luces del pasadizo. Mi cuarto estaba con un poco de luz porque las cortinas estaban abiertas, un viento helado chocó contra mis vientre desnudo. Ikuto lo notó y me abrazo de la cintura, llenándome de calor instantáneamente. Fue inevitable sentir algo duro rozar mi espalda, tragué grueso antes de pensar en cómo sería… Si tan sólo estuviese consciente.

— ¿P-prendo la luz?—pregunté en lo que él se acercaba a cerrar el ventanal del balcón.

— ¿Quieres?

—No lo sé—admití cerrando la puerta detrás de mí.

—Déjala así—dijo acercándose a mí, me quitó el polo de las manos y lo lanzó a quién sabe donde—. Ahora gatita, quiero follarte y duro—declaró soltando mis cabellos de mi improvisado moño, acomodando unos mechones rebeldes detrás de mis orejas. Yo me sentía desfallecer con sus palabras, quería saber qué tan lejos llegaría.

— ¿Y qué esperas?—pregunté melosa, enroscando mis brazos en su cuello para besarlo.

Seguí el ritmo del beso que había grabado en mi memoria, empinándome con las puntas de mis pies por la diferencia de estaturas.

Rápidamente me correspondió el beso antes de enroscar sus brazos en mi cintura desnuda. Me elevó de tal manera que nuestros rostros estaban a la misma altura, pero cuando yo creí que me llevaría a la cama, mi espalda chocó con la pared. Sus manos bajaron de mi cintura, por mis caderas, acariciando mis nalgas por encima de la tela del short y luego terminando en mis muslos. Levantó uno por uno e hizo que enroscara mis piernas en su cadera aún con mis medias largas puestas. Sentí como mi centro chocaba contra algo duro, muy duro… Me tensé y preocupé, o eso último se supone que pasaría si estuviera sobria, pero el sake hacía su efecto… Nublando algunos de mis vergonzosos pensamientos.

—Oye…—llamé—… Ikuto… Aún tienes tu camisa—me quejé al separarnos del beso más largo hasta ahora.

Lo vi sonreír y me sentí más caliente que antes. ¿De verdad estamos otoño?

—Quítamela—ordenó mientras besaba mi cuello subiendo un poco hasta el lóbulo de mi oreja.

—Ahh…

Mierda. Se siente genial.

De alguna manera, mis manos jugando, lograron deshacer el moño de la corbata blanca y la dejé caer. Movía nerviosamente mis manos con cada botón, se me dificultaba un poco… bastante. El rió al ver mi desesperación con cada botón y tomando mis manos me ayudó con cada uno, porque sólo había abierto dos. Una vez su camisa abierta estaba, pasé mis manos por su torso, sintiéndolo tan duro como el mismo había dicho después de chocar. No era musculoso, pero se sentía marcado…

—No te emociones—dijo divertido.

Reí con él antes de besar su cuello e ir quitándole la camisa, poco a poco fue cayendo brazo por brazo. Yo estaba apoyada en la pared y con mis piernas enroscadas en sus caderas así que no me caí o algo parecido.

—Oye…—gruñó cuando mis dedos pasaron por una de sus tetillas.

Reí nuevamente, con mi boca pegada a su cuello presionando ligeramente los pequeños puntos en su pecho con ambas manos.

Se pegó más a mí, lo que me llevó a mirarlo cara a cara nuevamente, ambos torsos juntos, sólo separados por la tela de mi brasier. Llevó una mano a mi espalda, parecía haber pensado en lo mismo que yo, pero para su mala suerte no daba con el broche, chasqueó la lengua fastidiado. Yo reí y juguetonamente me acerqué a su oído.

—El broche está adelante.

—Odio estos brasieres.

Se demoró un poco pero logró abrirlo y se deshizo de éste con agilidad.

Esta vez agachó un poco su cabeza en el valle de mis pechos y me besó dulcemente, dejó besos ahí y por los alrededores, bordeando el montículo. Con una de sus manos estrujó el izquierdo al mismo tiempo que su boca aprisionó el derecho.

—Ikutooo…—gemí con fuerza al sentir con mordía mi piel y su lengua jugaba con mi pezón, su otra mano seguía jugando con el otro, presionando también el punto rosado.

Su lengua se movía hábilmente, escuchaba como sus labios succionaban mi seno y me excitaba saber que aun por el tamaño lo seguían divirtiendo. Me sentía desfallecer, cuando cambio de pecho y le dio el mismo trato al otro, que se sentía tan duro que dolía cuando sus dientes lo aprisionaban con fuerza. Pero no dejaba de sentirse bien… ¿Me estoy volviendo masoquista? Mi vista nublada por el placer que sentía miraba sus cabellos azulados, a los que dejaba suaves caricias mientras lo llamaba por su nombre.

En mi entrepierna sentía algo más caliente aún, se sentía demasiado extraño y mojado. ¿En qué me he metido?

Su mano libre bajó por mi espalda dándome caricias hasta el borde del short, bordeó este hasta adelante y desabotonó los tres pequeños botones. Bajó lentamente el cierre para dejar caricias en mi vientre después.

Yo estaba abrazada a su cabeza y mis piernas seguían en su cadera, mientras él seguía atendiendo mis pechos y con una de sus manos acariciaba mi vientre con delicadeza. Su otra mano jugo un poco con el elástico de la ropa interior antes de pasar por encima, internando su mano en dentro del short pero por encima de la prenda más delgada…

—I-iku… to…—gemí abrazando más fuerte su cabeza.

Sus dedos habían comenzado a pasar una y otra vez por encima de mi entrepierna, acariciándome suave, lenta y tortuosamente. Sentía que cada vez me iba humedeciendo más y más…

—Estás bastante húmeda… Gatita—dijo con su frente pegada arriba de mis pechos, de alguna manera sentía su sonrisa contra mi piel.

Sus dedos seguían acariciándome, pero iban más hacia un lado de la tela, pronto sentí como hacían ésta hacia un lado e internaba dos dedos en mí. Se movían con algo de dificultad.

— ¡Ahhh…!

Su sonrisa otra vez sobre mi piel mientras estos dos dedos intrusos acariciaban dentro de mí. Sentí como me corría y de seguro que sus dedos ya debían estar bastante húmedos conmigo en este estado. Metió otro dedo y grité su nombre, llevando mi cabeza hacia atrás. Se sentía jodidamente bien.

Sentí que estaba cayendo, pero me di cuenta de que él se estaba agachando lentamente, dejando mis pies en el suelo. Dejó mi centro y lo miré mordiéndome el labio, mi vista nublada por lágrimas de placer y acalorada por la actividad.

— ¿P-pasa-a… al-?

Mi pregunta se quedó en el aire el verlo arrodillado entre mis piernas lamiendo sus dedos sin despegar sus ojos de mí. Sonrió antes de acercarse a mis muslos y lamer el líquido que estaba corriéndose por estos, gemí complacida por como besaba y limpiaba cada rastro de ambas.

Sus manos se dirigieron al short y lo bajaron, una vez en el suelo me lo quitó pie por pie mientras besaba mis muslos. Subiendo hasta llegar a la tela ya húmeda, por la que pasó su lengua un par de veces, logrando que gimiera nuevamente cuando hundió un poco su lengua aún con la tela ahí. Bajó esta al fin, con tal lentitud que me desesperó bastante, él sólo me sonreía divertido. Qué sínico.

Acercó su rostro a mi entrepierna y miró hacia arriba antes abrir mis labios con una de sus manos e introducir tres dedos esta vez. Si dos dedos se movían con dificultad… tres eran… excitantes.

—Ikutoooo… ahh…

—Estás mojada…

—E-es… p-por ti…—dije como pude, tratando de no cerrar mis ojos para no dejar de mirarlo.

Pero mis ojos se abrieron cuando vi como hundía su rostro en mi entrada, llevé mis manos a su cabeza tratando de alejarlo… Hasta que sentí su lengua dentro. Las piernas me flaquearon y tuve que sostenerme de su cabeza para no caer, mientras su lengua se paseaba por mi interior. De igual manera me sentía avergonzada, quería que se detuviera pero al mismo tiempo no.

—I-Ikuto… no…

Por respuesta siguió lamiendo dentro de mí, mientras acariciaba mis piernas aún con mis medias negras puestas. ¿Tendría algún fetiche con las medias largas?

Cualquier pensamiento abandonó mi cabeza en segundos cuando sentí un ligero temblor en mí, como me llenaba de placer. Y me dejaba totalmente exhausta ahí, de pie, apoyándome con la poca fuerza que me quedaba. Así que esto es un orgasmo.

Mas su lengua, luego de lamer cada líquido que salía de mí, no abandonó el lugar, sino que siguió ahí. Parecía estar buscando-

— ¡IKUTOOOOO!

El segundo orgasmo llegó cuando mordió un pequeño punto dentro mío, había sido perfectamente excitante. De lo más delicioso que había sentido hasta ahora y eso me había llevado a correrme por segunda vez en poco tiempo… Esta vez si no pude sostenerme de pie, pero él me sostuvo antes de caer sentada y cargándome entre sus brazos me llevó a mi cama. Depositándome con tanta delicadeza que en serio creí que me rompería con tan sólo chocar contra el edredón rosado.

—Todo es rosa aquí…—dijo antes de depositar un beso en mi frente, yo sonreí agitada, tratando de recuperar el aire y las energías.

Jadeó antes de quitarse el cinturón que lo tenía preso, se quitó las medias tan rápido como el pantalón y los boxers… Yo no podía quitar mi vista de su perfecta anatomía… Hasta que lo vi. No pude evitar abrir mis ojos y tragar grueso. ¿Eso va a entrar en mí?

Me senté algo inquieta. Tal vez la consciencia había vuelto junto con mi sobriedad… Mierda.

—No me pidas que me detenga…—susurró antes de besarme, no me negué a corresponderle, mientras sus hábiles manos bajaban a mi entrepierna para comenzar a estimularme nuevamente.

No pasó mucho para que mis paredes comenzaran a contraerse como las dos últimas veces… Inconscientemente moví mis caderas sin mucha vergüenza. Tal vez no estoy inconsciente o tal vez me he vuelto loca de placer.

Colocó su miembro donde habían estado sus dedos antes, se hundía poco a poco a mí… pero sólo un poco, llenándome de más calor. Sentí mis labios cerrarse alrededor de su miembro y lo miré a los ojos, que aún parecían guardar un poco y sólo un poso de cordura.

—Espero no estarte obligando…—dijo de repente.

Me enterneció la forma en la que lo dijo y besé su nariz.

—Lo necesito—declaré besando sus labios esta vez—, te necesito…

Se mordió el labio y sus ojos se oscurecieron por completo.

Tomó ambas de mis manos y las llevó encima de mi cabeza, inmovilizándome, provocando que me recostara nuevamente. Abrió un poco más una de mis piernas y se internó por completo descubriendo la realidad junto con mi grito de dolor. Él había sido el primero.

Me soltó las manos de golpe. Su expresión de sorpresa e incredulidad se hicieron presentes en su rostro el cuál no veía bien por mis lágrimas de dolor. Joder… dolía más de lo que había pensado.

—Qué carajos, Amu, tu-

Como pude con una mano tapé su boca.

—La noche no ha terminado—sentencié.

¿Fin?


De verdad, si no termina aquí deberá ser Tree-Shots, no sé, de ustedes depende. Tenía que hacer un lemon porque he perdido práctica y estaba escuchando Lady Marmalade. Por eso el título :9 Que en español significaría: ¿Quiere dormir conmigo esta noche? Aunque según mis fuentes, no siempre se expresan así los franceses amablemente, no para algo sexual, pero la canción... Sí lo es XD

Espero les haya gustado y me den sus opiniones. Lo dejaré como completo por el momento.

Attn. Kiriha-chan

Pd. Hay un link en mi perfil para que visiten mi nuevo nido de amor -?- Nah. Mucha wea. Es un blog muy bonito y hecho con mucho cariño donde ya están colgadas las actualizaciones que colgaré aquí... Mi hogar: Soy azul, ¿y qué? (Link en el perfi). Están mis proyectos, historias que quizás no he colgado aquí. Visítenme p', no sean malitos T3T. Recién he estado actualizando ese blog para que esté decente xD Así que... ¡Vamo a prostituir la página \ :V /!