DISCLAIMER: Los personajes de Naruto así como el universo donde se desarrolla la historia original no me pertenece ni son creaciones mías, todo es obra de Kishimoto Masashi.

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Una nueva historia a la vista. Doy inicio a un nuevo proyecto, ¡cruzó los dedos para que le vaya bien a este nuevo short-fic! Espero desarrollarla bien en pocos capítulos.

Nuevamente me incursiono en el universo AU, tal vez porque me es más sencillo desarrollar las tramas por esta línea que alterar la creada por Masashi Kishimoto. Cabe advertir que habrá OCC, no del todo, en realidad, trató de apegarme todo lo que puedo a las personalidades originales porque son las que tienen la esencia.

En verdad, espero que disfruten del primer capítulo de esta nueva entrega.

Sin más, yo paso a retirarme y desearles una buena lectura, también, sus comentarios son bien recibidos.

¡A leer!

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El amante roto

Shekb ma Shieraki anni

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"Alguien como tú no puede tener dueño, le perteneces a la vida, le perteneces a tus sueños, a lo mucho que necesitas un compañero de vuelo, con quien compartir la vida, con quien disfrutar del cielo…"— Albert Kazak

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Capítulo 1

Había degustado con delirio la ambrosia de la gloria. Probó las mieles del éxito, convirtiéndose en un adicto a su cruel merced. Con el paso de los años, la dosis se extinguió, su sueño fue tan rápido y corto cual suspiro de una amante. Como una droga vagando en su sistema, era difícil mantenerse en la etapa de abstinencia.

Vivía con un ajustado capital, periodista de profesión y escritor de ocasión. Veintisiete años bastaron para lanzarlo a los lobos sin temor, una fascinante obra llamada "Seda en las piedras" le adjudico el reconocimiento mundial. Plasmaba la historia de una mujer exiliada por su país y familia, relatando en sus más de novecientas páginas la fatídica historia de aquella dama ausente. Otorgó un contraste al mundo ante las diferentes culturas, aquella fémina se transformo en una heroína para las nuevas generaciones y colocó en las manos del escritor la recompensa más alta.

Su nombre era Uchiha Sasuke. Habían transcurrido ocho años desde ese suceso, el galante periodista yacía reducido en un mar de deudas, preocupaciones y decepciones. Trabajaba en su labor periodística, el horario dominical le pertenecía, publicando una columna respecto a las situaciones más trascendentales en el mundo; política y todo lo que derivaba de esta. La paga no era del todo buena, cubría sus necesidades, eso estaba claro pero nada podía compararse con las dulces mieles de la gloria.

La idea lo obsesionaba, estaba encarnada a su cerebro y no existía poder humano que pudiese arrancarla, pisotearla y delegarla. Lo necesitaba tanto como respirar, cada segundo se sentía como una tortura, una cruel y vaga agonía que no le permitía vivir libremente.

Buscaba día y noche una historia como "Seda en las piedras" que le otorgara regalías adecuadas, premios y le devolviera el reconocimiento mundial. No podía vivir así, no más. Emprendió viajes, tratando de localizar a una musa o una ínfima idea. La inspiración lo había abandonado, era cruel, despiadada y maldita.

Ofuscado, se auto confinó en el exilo social. Nada le parecía interesante, todo era bardo, absurdo, monótono. Interpretaba el papel de una víctima sin salvación, un fortuito individuo que era abandonado por su gran amor, digno de alguna obra de Shakespeare o un poema dramático.

Caminaba bajó el cielo gris de la ciudad, con las manos ocultas en la chaqueta y el rostro en alto. La húmeda brisa mecía sus mechones azabaches, se confundía entre la urbe y pasaba desapercibido. Dudaba mucho que alguien pudiese conocerlo en su situación. La demanda del público se limitaba en gustos comerciales, poco innovadores. Estaba claro que el no sería un títere de la sociedad, no, estaba ahí para mostrar la crueldad de la vida, sin colorearla con pigmentos de esperanza y alegría. Podría sonar pesimista, pero hacía mucho tiempo que no percibía un atisbo de alegría.

Se detuvo en la tienda de conveniencia, el único que lo reconocía era el dueño pues aquel escritor era un cliente frecuente del licor. Cada semana acudía a comprar una buena reserva de vodka, su favorito, para pasar las noches en vela y absoluta soledad. Alcanzó el contenedor de cristal, colocándolo sobre el mostrador, acompañado de la cantidad memorizada, resguardo la distracción en una bolsa de papel y salió de allí, encaminándose a su hogar, lo que restaba de un lujoso ático en el último piso de un excéntrico edificio colonial.

Los vecinos le saludaban con temor. Estaban acostumbrados a presenciar la lúgubre figura del Uchiha, generando historias increíbles respecto a su persona. Le parecía divertido escuchar aquellos relatos, era gracioso ver a todos los habitantes intimidarse por su presencia, ya fuera por su supuesto vampirismo o el luto eterno. Dirigió toda su atención al buzón que resguardaba su correspondencia, últimamente no encontraba nada nuevo, todo se basaba en estados de cuenta, amenazas de embargo y una que otra advertencia de alguna persona ofendida por algún artículo escrito por él. Ignoraba cada una de ellas, juraba que si no encontraba la felicidad dejaría todo ya. Vivía solo, nadie se daría cuenta de su ausencia, tal vez el pútrido olor delataría el pérfido final del auténtico cronista. Vaya, que original idea, no dejaría una carta de despedida, no tenía por qué otorgarle excusas a nadie, podrían inventar alguna razón respecto a su muerte, seguro eso agilizaría el atareado proceso de los forenses, quienes no tendrían que encontrar la causa del deceso.

Subió uno a uno los peldaños. Maldito fuera el momento en el que acepto vivir en el último piso. Demoró unos cuantos segundos en llegar. Rebusco las llaves en los bolsillos del abrigo, introduciéndolas en la perilla y girando el picaporte para permitir entrever su digna morada. Nuevamente volvió a resguardarse bajo llave. Era un hombre recto, imponente e impecable. Obsesionado con el orden y todo lo que tenía que ver con esto, mantenía su ático tan aseado como su persona. Colocó el abrigo sobre el perchero, desplazándose hasta la cocina, donde alcanzó un vaso de cristal y abrió la botella, nada mejor para iniciar el día, estaba seguro que en el transcurso de este se bebería la mitad de la botella.

Dejó caer su cuerpo en un sillón de terciopelo, retornando su atención a la correspondencia. Automáticamente desechó los estados de cuenta, no veía nada de interesante contemplar números y deudas, así que, desde el inicio los sobres provenientes de los bancos quedaron descartados. Se entretuvo leyendo una que otra amenaza, era divertido ver hasta donde eran capaces de llegar ciertas personas para proteger su reputación. El último hombre al que una crítica del sagaz Uchiha Sasuke lo trastoco era un importante empresario, quien estaba ligado a negocios ilícitos como lavado de dinero, drogas, adjudicándole no solo eso, sino una serie de casinos donde se llevaban a cabo estas acciones criminales, sumándole un peculiar gusto por la poligamia y poseedor de un harem moderno. El hombre plasmaba en su carta como serían las últimas horas de vida del azabache sino retiraba lo dicho en su última crónica, todo parecía placentero a comparación del suplicio que llamaba vida. Aburrido por lo común, la carta fue a parar al cesto de la basura, junto a los estados de cuenta.

Un sobre perfectamente doblado de color dorado acaparo toda su atención. Antes de abrirlo, bebió un sorbo de vodka, preparándose para leer aquel enigmático objeto. Con delicadeza rompió el sello, descubriendo una hoja perfumada en su interior, anunciándole la exposición de fotografías de Hatake Kakashi e invitándolo cordialmente a formar parte de la celebración en un lujoso loft ubicado en el centro de la ciudad. La comitiva artística estaría congregada ahí, lo que tornaba poco atractiva la idea de presentarse. Dubitativo, llevó dos dedos al tabique de la nariz, presionándolo y estrujando los ojos, recordando que podría cobrarse ciertos favores, y quien sabe, quizá se olvidaría un rato de sus problemas, divirtiéndose entre la nata y crema de la sociedad.

Se adentró en el baño y tomó una ducha de agua fría. Preparó un elegante traje, contemplando la hora. Tenía poco tiempo para presentarse pero sabía que su arribo generaría impresión. Hace años que no se dejaba ver en esa clase de eventos, siempre buscaba una excusa, con la ausencia de numen era difícil crear algún subterfugio creíble. Resguardó lo importante en las bolsas del pantalón y el saco, saliendo de su hogar y resguardándolo bajo llave. Atrajo la mirada de algunas damas y uno que otro vecino, suscitando una serie de habladurías. Al estar afuera, recurrió a los servicios de un taxi, indicándole la dirección. En cuestión de segundos arribo al lugar, contemplando a los fotógrafos congregados a las afueras del edificio, esperando capturar alguna noticia de impacto que abarcara los titulares de la prensa rosa.

Los flashes se dispararon cuando un chico reconoció la presencia del Uchiha. El ermitaño por fin abandonaba su guarida para asistir al evento del reconocido fotógrafo. Ofuscado por los flashes de las cámaras, caminó tan rápido como sus piernas lo permitieron, ingresando al lugar, sabía que ahí estaría a salvo o al menos tranquilo. Un mesero sostenía una charola con copas de champagne, ofreciéndole una al afamado escritor. Obviamente accedió, mezclándose entre la multitud mientras contemplaba las exquisitas efigies capturadas por la lente de Hatake.

Se detuvo ante la imagen de una bella chica. Su aspecto inocente y virginal llamaba la atención, al igual que los rasgos exóticos como los hipnóticos ojos esmeralda o el llamativo color de cabello rosa, atado perfectamente, remarcando sus finas facciones. Por la pose con la que aparecía era complejo contemplar su cuerpo, cubierto por algunas prendas de ropa, aparecía semidesnuda, irradiando una clara incitación al deseo carnal. Trataba de imaginar que chica había cedido a los primitivos afines del peliblanco, la joven ahí no podría rebasar los veinticinco años, dudaba por completo que sus padres estuvieran de acuerdo en que ella trabajara con un fotógrafo que se dedicaba a captar nada más y nada menos que el erotismo en esencia pura.

— ¡Por todos los cielos! ¡De verdad eres tú!— Escuchó decir a su mejor amigo con alegría. — Imagine que no vendrías. — Los dos se saludaron con la debida efusividad de un rencuentro. —Precisamente eras el tema de conversación entre Kakashi y yo. —

—Habla del diablo y aparecerá. — Sentencio Sasuke con nula modestia. — Necesitaba despejarme, creo que comenzaba a añorar todo esto. —

—Vamos, eso es poco creíble. — Naruto golpeó su espalda con camaradería, mostrando una amplia sonrisa. — Es hermosa ¿verdad?— Cuestión, refiriéndose a la chica en la imagen. —

—Es agradable a la vista. — Coincidió, bebiendo con elegancia un sorbo del fino champagne. Los dos continuaron contemplando la exposición, estaba claro que Kakashi se superaba cada año. Esta vez toda la atención recaía en su hermosa y enigmática musa. Todos los espectadores caían bajo las redes de su hechizo, inclusive el azabache, quien solamente lo negaría. —

—Es bueno verte de nuevo, Sasuke, lo digo en serio. Últimamente te alejaste. — Naruto no podía dejar de consternarse por la situación de su amigo. Lo conocía desde que eran unos niños, era su fiel acompañante en la dicha y la desgracia, bien sabía que el pelinegro yacía absorto en un agujero negro, pérfido y sin retorno. — ¿Qué has hecho con tu vida?—

—La misma pregunta me hago yo. — Susurro, moviendo la copa en círculos y bebiendo el último sorbo. Colocó el recipiente vacío sobre la bandeja de un mesero, alcanzando otra dosis. Atisbo a Naruto, preocupado y poco complacido con su respuesta. — Estoy bien, Naruto. Solo es una recesión. —

—Una recesión desde hace ocho años. Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea necesario, Sasuke. — El aludido sonrió burlonamente. —

—Voy a estar bien, tal vez un día de estos decida qué hacer con mi vida. No es un asunto que te concierna. — Los dos se desplazaban lentamente entre las personas, quienes se sorprendían de ver al Uchiha ahí, honrándolos con su presencia. — Mejor dime que es lo que has hecho ¿por fin cerraste ese trato?—

Naruto asintió sonriente. Llevaba meses en negociaciones para adquirir una compañía musical, una muy importante en Europa, lo que aseguraría la distribución de su música sin tantas restricciones.

—Hace unos meses. Fue un dolor en el trasero pero lo conseguí. Ahora podre pedirle a Hinata que se mude conmigo, compre un apartamento decente y creo que los dos estamos listos para dar el siguiente paso. — Replicó, rascándose la nuca mientras hablaba con emoción. —

—Nunca imagine que Hinata fuera una chica rebelde. Es una niña y tú un depredador en los treinta. — Remarcó Sasuke, deteniéndose para charlar tranquilamente con el rubio. —

—Lo sé, lo se. — El rubio se sonrojo. Estaba saliendo con una hermosa chica de veinte años, apenas comenzaba a conocer la vida cuando el hombre comenzó a cortejarla. La edad nunca fue un obstáculo para que su amor evolucionara sin ataduras, pero si la familia conservadora de la muchacha, quien se oponía a que la hija mayor mantuviera una relación con un individuo quince años mayor que ella. — Pero ¿Qué se puede hacer?, son las cosas que hago por amor. —

—Vaya, vaya, esto sí que es una grata sorpresa. — Dijo Kakashi, interrumpiendo la conversación de los chicos. Ambos situaron toda su atención en el anfitrión, notando que estaba bien acompañado por una reconocida dama.

La bella modelo de las fotografías hacia acto de presencia como digna estrella hollywoodense. Su cuerpo estaba cubierto por un lindo vestido, remarcando el inicio de sus pechos con un escote "v", dejando al descubierto parcialmente la nívea espalda. La tela se ajustaba hasta su estrecha cintura y caía de forma pesada, adhiriéndose como una segunda piel. Llevaba el cabello suelto y sus rasgos no necesitaban ser resaltados por el maquillaje, al contrario, todo lo que se necesitaba para destacar estaba en su faz.

El peliblanco la rodeaba por la cintura, dejando en claro una muestra de a quien pertenecía la bella dama. Ella parecía estar cómoda con el agarre del hombre, no refutaba o respingaba, solamente sonreía levemente.

—No podía perderme tu exposición por nada del mundo. Las críticas pueden tentar a cualquiera a venir. — Dijo Naruto, lanzando una mirada furtiva a la acompañante de Kakashi. —

—Creo que pediré un deseo, verte en esta clase de eventos es como si nevara en el Sahara. — Sasuke sonrió ínfimamente. Contemplaba con discreción a la hermosa chica, era una misión imposible no alegrar la pupila con tan bello espécimen frente a ellos. Kakashi no dejó pasar este gesto desapercibido, así que, seguro y sin un halo de celos empleo la siguiente jugada. — Permítanme presentarles a Sakura, mi musa. — Dijo orgulloso, remarcando la fuente de inspiración de su obra. — Ambos fueron mis estudiantes años atrás, te presento al ilustre Uchiha Sasuke y Uzumaki Naruto. —

—Es un placer conocerlos. He escuchado mucho de ustedes. Debo admitir que soy una fiel admiradora de su libro, seda en las piedras. Podrá sonar obsesivo pero lo he leído hasta el cansancio, creo que ahora se cada página de memoria. — Dijo la chica, demostrando que no solo era una cara bonita, sino que también podía expresarse con elegancia e inteligencia. Sasuke quedó maravillado por la confesión de la bella dama, importándole poco la presencia del rubio o Kakashi. No todos los días se encontraba con una persona que admitiera ser seguidora de su trabajo. —

— ¿Puedo preguntar cuál es su punto de vista?, por favor, no se detenga, todos los comentarios son bien recibidos. — Sakura se sonrojo. No esperaba que aquel hombre la contemplara con tanto descaró. —

—Adelante, no te cohíbas, te aseguro que Sasuke no se ofenderá. — Incito el peliblanco, liberándola del agarre mientras acariciaba su espalda. —

—Es un libro potente y vigoroso. Tal como la determinación y fuerza de la protagonista. La historia personal de ella se erige en una parábola de la historia de un país. Esos secretos que poco a poco van desmadejando sobre la figura de una mujer combativa sirven como lectura de una población dividida en unas férreas convicciones religiosas, en un espacio fuera de quicio. — Sakura hablaba con seguridad, realizando un mohín con sus manos para añadirle un plus a su crítica. —

—Te ha dejado sin palabras.— Se burló Naruto, no con el afán de minimizar las intenciones de la chica, al contrario, sino que, era un claro golpe a su orgullo, una muy fuerte.— Se ha ganado mi admiración.— Agregó, dirigiéndose a ella, quien respondió con una afable sonrisa.—

La presencia de Kakashi era requerida. Un antiguo e importante colega estaba ahí, por lo tanto, debía recibirlo.

—Nuevamente, fue un placer conocerlos. — Mascullo Sakura, dirigiéndose a la par del peliblanco, quien no dejaba de contonearse como un pavorreal. La peli-rosa contemplo a Sasuke a medida que se alejaban. Estaba claro que algo muy extraño estaba ocurriendo. —

—Nunca imagine que Kakashi tendría novia. — Admitió el Uchiha, pasando un trago amargo, anonadado por la sagaz personalidad de la chica. —

—No es su novia. Si lo piensas bien, ella podría ser su hija. — Los dos se dirigieron hasta el balcón, inhalando el aire húmedo de la ciudad, hundiéndose en el hipnótico aroma que desprendía la tierra mojada. La gélida brisa, se impactaba en finos roces contra sus rostros. Aquellos hombres de aspecto recio contemplaban la majestuosidad de la ciudad por la noche.

—Claramente no es una amiga. — Sasuke situó ambos codos sobre el barandal, inclinándose un poco para fijar la vista en el pavimento. Lanzó el comentario sin pensarlo, estaba claro que existía un cierto interés por la historia de esos dos, moría por escucharla. —

La expresión de Naruto cambio abruptamente. Un momento estaba feliz y al siguiente se tornaba sombría. Se aseguró que nadie más estuviera escuchando su conversación, algo absurdo, pensó Sasuke, nadie estaría interesado en lo que ellos pudieran tratar. Exhalo con fuerza, retornando al relato inconcluso. —

—Los dos se conocieron por un contacto en común. Ella es una acompañante remunerada o de lujo. — Sasuke se impactó por la noticia. Los sinónimos ante las delicadas etiquetas de Naruto eran ásperas en la realidad. La dama que mostraba Kakashi triunfante, como un trofeo, era nada más y nada menos que una "escort", no se basaba en solo sexo. Se trataba de compañía, intimidad e incluso de imagen. Le parecía increíble que el fotógrafo recurriera a los servicios de una acompañante. — Evidentemente se convirtió en la favorita de Kakashi. —

"¿Cómo no?", se cuestión Sasuke con ironía. Cualquier mortal elegiría pasar un grato momento a lado de ella.

—Su amigo le mostro unas cuantas fotos de ella y Kakashi quedó embelesado en ipso facto. Concretaron una reunión y de ahí todo se desato. Está claro que no solamente lo acompaña a reuniones. — Naruto estaba al tanto del ultimo acontecimiento, lo que sorprendía a Sasuke, ¿Cuánto tiempo se había alejado?— Mantienen una relación estrecha y sin compromisos, ella se convirtió en su musa. —

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Regresó a casa ya adentrada la madrugada. La reunión se prolongó más de lo esperado al reunirse con viejos amigos. Ciertamente aquello fue una grata distracción pero debía retornar a la cruel realidad, la cual lo recibió con un fuerte golpe al regresar a su hogar. Abrió la puerta con dificultad, había bebido de más y el alcohol estaba surtiendo efecto, distorsionando un poco la cronología de los hechos.

Se desplazó con pereza hasta la cama, desanudando la corbata y despojándose de los zapatos, dejando caer por completo todo su pecho en el colocho, restregando su rostro entre las sabanas. Pensaba que conciliar el sueño no sería una labor complicada, dormiría mejor que un bebe.

Al cerrar los ojos, la imagen de la peli-rosa apareció en su cabeza, acompañada del relato de Naruto. Claramente estaba interesado en ella y le frustraba desconocer el fin de su embelesamiento. Bufó molesto. La chica ahora le perturbaba el sueño. Inmediatamente lo asoló la duda, ¿Cómo alguien como ella podía tener un trabajo así?, comenzaba a parecerse a sus vecinos entrometidos al generarse un montón de hipótesis, ninguna certera o adecuada, no encontraba la verdadera razón para orillarla a ofrecerse como un diamante en bruto.

Frustrado, la idea que durante tanto tiempo estuvo esperando arribo. Ahí, recostado en la cama, Sasuke encontró en ella su fuente de inspiración…su próxima Sanad Rashed, estaba ahí. Sonrió satisfecho, ni siquiera un buen polvo lo habría dejado con una expresión pletórica en el rostro. A Kakashi no le molestaría que recurriera a la misa vena que el ¿cierto?

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Lanzó un suspiro al despojarse del incomodo calzado. Llevaba horas utilizándolo, no era de extrañarse que sus pies aclamaran a gritos un respiro.

Saludó con familiaridad al guardia de la entrada, e inclusive, entablo una grata conversación con él. Disculpándose por el cansancio, se despidió amablemente, subiendo las escaleras que la dirigían a su apartamento. Las luces encendidas indicaban que su amiga aún estaba despierta y no por ese instinto maternal que la mantenía alerta de su llegada, al contrario, Ino debería estar haciendo algo para tener la casa como un árbol de navidad.

Abrió la puerta con cuidado, el hecho de que aun hubiera actividad en su apartamento a altas horas de la madrugada no significaba que los vecinos pagaran las consecuencias por ello. Lanzó los zapatos a una esquina, ya tendría tiempo de guardarlos por la mañana. Colocó el saco de Kakashi en el perchero, lanzando un suspiro a causa del agotamiento.

— ¡Estoy en casa!— Anunció, recostándose a sus anchas en el sillón blanco de la sala de estar. Contemplo el techo atentamente hasta obtener una respuesta de la rubia. —

—Por un momento imagine que te quedarías en la casa de Kakashi. — Dijo la rubia, apareciendo en la habitación con la pijama puesta. Ino tomó asiento en el sillón pequeño, elevando las piernas hasta la altura de su pecho, rodeándolas con ambos brazos. —

—No. Estaba cansado para llevar la fiesta, además, no podía quedarme. — Resintió la ausencia de alimento. Su estómago rugió como si no hubiese ingerido comida alguna en muchísimo tiempo. Sonrojada, avizoro a Ino de soslayo. — Vayamos a buscar algo de comer. —

—Solo espera, voy a cambiarme de ropa. —

—No, así estas bien. — Suplicó Sakura. En verdad necesitaba apaciguar sus necesidades. —

—Lo dice la que lleva un vestido de gala puesto. — La rubia mostro su lengua en un gesto infantil pero divertido. — Además, te reuniste con la alta sociedad ¿Qué no se supone que otorgan cierta clase de aperitivos?— Preguntó desde su habitación. —

—No es la gran cosa, un canapé no puede quitarte el hambre, cerda. — Sakura se dirigió hasta la cocina, vertiendo agua natural en un vaso y bebiéndola de golpe. Podría asegurar que en cuanto su cuerpo entrara en contacto con el colchón, terminaría rendida en un profundo sueño. —

—Listo, podemos irnos. — La peli-rosa sonrió satisfecha, alcanzando las llaves del apartamento y saliendo después que Ino. Caminaron por las desoladas calles de Tokio. La vida nocturna estaba llegando a su fin y todos partían a sus casas para descansar. Alguna que otra alma en pena vagaba por ahí, buscando donde continuar el festejo o como apaciguar los efectos colaterales del alcohol.

Sonrieron aliviadas al encontrar aún en activo el puesto de la cena predilecta post-fiesta, que consistía en sushi en forma de cono. El dueño las atendió amablemente, preparando en ipso facto los pedidos de las chicas. Mientras aguardaban, optaron por descansar en la mesa donde degustarían la comida. Ino estaba ansiosa por saber todo lo que había ocurrido aquella noche.

—Conocí a un escritor, fue estudiante de Kakashi, su nombre es Uchiha Sasuke. — Sakura omitió por completo los detalles de la velada, en realidad no era nada fuera de lo común. Estaba acostumbrada a esa clase de tratos y codearse con personas que se movían en el mismo rango. Evidentemente, el pelinegro causó en ella una clase de fascinación, no entendía si era por la ínfima razón de haber escrito uno de sus libros favoritos o por su apariencia. —

— ¿Es guapo?— Cuestión Ino. Sakura asintió, saboreándose el platillo frente a ella. No demoró en dar el primer mordisco, degustando aquel bocado como si se tratara de la mismísima parsimonia de los dioses. —

—Sí, es atractivo. — Dijo encogiéndose de hombros, un adjetivo no bastaría para describir al galante escritor pero no indagaría más de lo debido. Dudaba mucho en que sus caminos volvieran a encontrarse. — Pero no vamos a hablar de eso. Kakashi consiguió para nosotras dos boletos para ir a ver a "Malady"— Ino sonrió ampliamente. Sakura no solo disfrutaba de los pagos, al contrario, siempre tenía presente a la rubia. La banda mencionada era parte de su vida y adolescencia, conformaba el espectacular soundtrack de los momentos más importantes de su existencia. Se trataba de un grupo post-punk con influencia en el rock de los sesenta y sesentas, toda una mezcla de sensaciones y sonidos.

De regreso en casa. Ambas se dirigieron a sus respectivas habitaciones. Sakura se despojó del bello vestido, tendría que llevarlo a la tintorería. Estaba demasiado cansada para ponerse el pijama, así que, opto por cubrir su cuerpo desnudo con las sabanas, recostando la cabeza en la almohada y cerrando los ojos.

Esa noche soñó con el escritor.

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Odiaba acudir a las oficinas del periódico. No entendía porque lo obligaban a acudir si en realidad su presencia era casi innecesaria. Si surgía alguna duda respecto a alguna crónica, contactaba al editor. Desde la comodidad de su hogar corregía los errores y realizaba los cambios, cumpliendo puntualmente con la parte de su trabajo, la misma que se publicaba cada domingo en la sección principal.

Esa mañana despertó con resaca y un humor de los mil demonios. Cuando estaba así, no podía ocultar su odio por el mundo y cualquier ser viviente que habitara en él. Todo le parecía detestable, insoportable. Desconocía como desapareció el dolor de cabeza, aun así, persistían otros síntomas nada gratos, alterando su zona zen.

No tenía espacio en la agenda. Ese mismo día se reuniría con su fuente confidencial, un joven escurridizo que lograba obtener los secretos de personajes importantes. Estaba agradecido con él. Eso no decía que él no realizara investigaciones, al contrario, pasaba desapercibido entre las personas, por lo tanto, era más sencillo conseguir lo que deseaba. Además, el mundo era tan pequeño, con tantos enemigos, que cualquiera vendería un secreto para desprestigiar a cierta persona o simplemente sacarla del camino. Sasuke era la persona que movía las piezas en el tablero, una clase de dios.

Subió al tren abarrotado, sosteniéndose con firmeza para no tropezar. Tardaría unos cuantos minutos hasta llegar a su destino, por ende, buscaba la manera de distraerse. Observaba a las personas con cautela, varios de ellos se dirigían a sus trabajos estresantes y muchos otros formaban parte de la comunidad estudiantil que forjaría a pequeñas hormiguitas obreras sin sueños ni ambiciones reales.

El tren se detuvo como era costumbre en una estación, permitiéndoles la salida a unos y entrar a otros. En su campo de visión encontró a la bella acompañante de Kakashi. Iba en el mismo vagón que él, se sostenía con una mano y en la otra llevaba un libro, una aclamada novela romántica. Estaba tan absorta en su lectura que ni siquiera reparo en su presencia. Por una jugada del destino, los dos descendieron en la misma estación. Ella debía dirigirse a un lugar por esos rumbos. Rápidamente, como un depredador asechando a su presa, le siguió el paso con sigilo. Era su oportunidad de acercarse y plantearle la propuesta, no volvería a topársela, a menos que fuera por obra y mano de Kakashi, a decir verdad, la idea no parecía atractiva, deseaba evitarse cuestionamientos y excusas.

La chica caminaba rápidamente, parecía que tenía prisa. Imaginó que tal vez se reuniría con un cliente, de acuerdo a lo que Naruto relató, trabajaba como dama de compañía, no era de extrañarse que su labor comenzara desde temprano. El viento mecía los cabellos rosados de la chica en un hermoso baile, la brisa matutina comenzaba a tornarse gélida, anunciando el inminente cambio de estación, a ella no le importo en lo absoluto despeinarse, ni siquiera estaba vestida de forma opulenta como la noche anterior. Empecinado con su propósito, Sasuke esquivaba a la gente, llevándose una que otra maldición al mantener coques con las extremidades mientras se desplazaba.

Sin darse cuenta, cruzó la calle sin precaución, impactándose contra un automóvil. Afortunadamente el altercado no pasó a mayores. Realizó un intento por levantarse pero la cabeza le daba vueltas. El conductor, asustado, no reprimió la sarta de letanías que tenía para lanzarle, estaba preocupado, cualquiera en su sano juicio lo estaría, había aparecido de la nada y era imposible detenerse sin provocar un choque.

La gente comenzó a congregarse a su alrededor. Cuando se refería a que deseaba atención, no lo decía de esa manera.

Poco a poco alguien se fue abriendo paso, una persona de figura pequeña. Enfocó la vista a su rostro, podía sentir sus cálidas manos sobre su faz. Al darse cuenta de quién era, sonrió con dolor. La peli-rosa se aseguraba de la presencia de algún golpe que derivara en un diagnostico desagradable, realizaba aquella labor con experiencia, como si supiera lo que estaba haciendo.

—Solo fue un golpe, no muy fuerte pero lo suficiente para dejarlo noqueado. — Ella ofreció su mano, ayudándolo a tomar asiento sobre el pavimento. Sasuke llevó una mano a la cabeza, la excusa perfecta para no acudir al trabajo estaba ahí. — Es un poco imprudente al cruzar las calles, señor Uchiha. — Masculló divertida, ahuyentando a las personas. Argumentó con el conductor, apaciguándolo, ella se encargaría de llevarlo al hospital, estaba a unas cuantas cuadras de ahí. El hombrecillo, aterrado, se ofreció a hacerlo, dirigiéndolos hasta su destino.

Sakura se encargó de solucionar todo el ajetreo, seria atendido en la sala de urgencias dado que sus heridas no eran lo suficientemente graves para ingresarlo a quirófano o cuidado intensivos. Luego de permanecer un rato recostado en una camilla, un doctor arribo, notificándole que solo poseía una serie de golpes pero ninguna fractura, el dolor persistiría pero le recetó una serie de analgésicos para no soportar el suplicio y facilitarle las tareas. Consiente de la situación, sugirió que tomara el día libre para descansar. Inmediatamente partió, dejando al Uchiha en completa soledad. Escuchó los gráciles pasos de alguien dirigiéndose hacia su habitación y sin preguntarlo, corrió la cortina de extremo a extremo, dejándolo al descubierto. Frente a el yacía la chica de nombre Sakura, utilizando la indumentaria de los doctores, llevaba una bata blanca inmaculada y bajó esta un traje quirúrgico.

—Sí que le dio un buen susto a ese hombre. — Dijo divertida, acercándose a la camilla y mirándolo desde arriba. Por ahora ella poseía una diferencia de estatura, pero, si estuviera en otras condiciones, Sasuke mostraría su protuberante uno ochenta y cinco, generando un contraste en cuanto a la complexión de sus cuerpos. — ¿En que estaba pensando?— Preguntó seriamente, tomando asiento a su lado. —

—Hmp, en nada. — Masculló tajante. —

—Creo que lo mejor sería permanecer aquí hasta apaciguar el dolor. La idea de viajar en el metro después de ser arrollado no es tentativa ¿verdad?—

Sasuke se detuvo ante la tentativa de lanzar cuestionamientos. En realidad, la vida de la chica no le concernía en lo absoluto, ella misma podría decírselo. Por una extraña razón, sentía que frente a el yacía la musa que lo dirigiría al éxito, lo había hecho con Kakashi ¿Por qué con el no resultaría?, sin decir más, carraspeo un poco.

— ¿Usted trabaja aquí?— Cuestionó. Siempre odio a las personas que iniciaban diálogos con preguntas obvias, era un extraño sentimiento odiarse a sí mismo pero estaba acostumbrado a eso. La chica asintió con la cabeza, realizando un gesto afirmativo. —

—No lo llamaría trabajar, no del todo. Soy residente, aún estoy aprendiendo. — Explicó abiertamente, sin necesidad de resguardarse los motivos por los que estaba ahí. Ambos guardaron silencio, Sasuke no era un hombre de muchas palabras así que, ella tendría que coaccionarlo a hablar. — Me percate que venía siguiéndome desde que bajamos del tren. —

Sasuke alzó los parpados, claramente sorprendido. Era como si su madre lo estuviera acusando de comerse todas las galletas antes de la cena. La peli-rosa lanzó una pequeña risita, apenas audible para los dos.

—O tal vez estaba imaginándolo ¿Qué más da?— Ella se encogió de hombres y situó el expediente médico de Sasuke sobre la mesita a lado de la cama. Resguardo las manos en la bata y con palabras dulces emitió su despedida. — Fue un placer volverlo a ver, bueno, no del todo placer tomando en cuenta las extrañas circunstancias de nuestro encuentro. — Sasuke asintió.

Estaba a punto de dejarla marchar cuando opto por tragarse su orgullo. Podría asegurarse que se arrepentiría de eso, porque de todos modos se lamentaría toda la vida si le permitía desaparecer así como si nada.

— ¿Dónde puedo contactarla?— Preguntó con voz firme.

Sakura se detuvo, aun dándole la espalda, sonrió levemente. Tal vez estaría al tanto de su segundo trabajo. Lentamente viró sobre sus tobillos, dirigiéndose hacia el azabache, sacando una presentable tarjeta negra con el número de teléfono grabado en letras doradas. Le dedicó una última sonrisa antes de partir.

La suerte y vida de Sasuke pendían de una cuerda floja, o degustaba nuevamente la gloria o caía directamente al infierno como presa de las tentaciones.

Continuara